Hoy toca la visita a Terezín. La otra opción era ir a Karlovy Vary (que también tiene que merecer la pena), pero había que elgir y como el tema del Holocausto me llama muchísimo la atención, allá que nos fuimos. Llevábamos los autobuses reservados (desde aquí), aunque se pueden comprar directamente al conductor. Estos autobuses no son de Student Agency, sino que son autobuses de línea checos. Lo cogimos a las 9:30 en la estación de Nádraží Holešovice. El trayecto dura menos de una hora y el conductor suele avisar diciendo “Terezín Memorial”, pero aunque no avise se ve perfectamente.
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Se pueden realizar visitas por libre o guiadas (se reservan aquí). Aunque en la página no aparezca la opción de español, si se les solicita normalmente se pueden realizar sin problemas (hay una guía llamada Rosa que lo habla, filipina si no me equivoco de nacionalidad). No es obligatorio hacer la reserva, si llegas y hay un grupo te puedes “enganchar”. Nosotros la reservamos por lo mismo que la del Castillo, para saber que la guía estaría disponible a nuestra hora.
Originalmente, lo que hoy se conoce como la Pequeña Fortaleza era una fortaleza militar que construyeron los austríacos en el siglo XVIII para defenderse de los prusianos (aunque los prusianos nunca llegaran hasta ahí). El pueblo surgió un poco después.
También fue usada de prisión. Por ejemplo, Gavrilo Princip, el asesino del Archiduque Francisco Fernando, estuvo encerrado en ella.
Entrada de la Pequeña Fortaleza
También fue usada de prisión. Por ejemplo, Gavrilo Princip, el asesino del Archiduque Francisco Fernando, estuvo encerrado en ella.
Entrada de la Pequeña Fortaleza
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El campo fue un campo de concentración y de tránsito hacia otros, no de exterminio (iban a construir las cámaras de gas, pero afortunadamente la guerra acabó). La mayoría de los prisioneros no eran judíos, ya que para ellos habían creado el guetto en el pueblo. Al final de la visita se proyecta un documental en español, que no pudimos ver, por falta de tiempo.
Se visitan la oficina del comandante, los barracones, la enfermería y la lavandería, además del campo de tiro (al que se llega pasando por un túnel de unos 500 metros y no apto para personas muy altas )
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Los nazis consiguieron engañar a una delegación de la Cruz Roja cuando vino a inspeccionar el guetto (construyeron un falso banco, falsas tiendas, lo pusieron bonito, ...).
Además, filmaron una película en la que simularon que en el guetto la gente vivía feliz en esas condiciones (las que le enseñaron a la Cruz Roja), se veía a niños jugando y gente haciendo vida normal, que usaron de propaganda, y cuyos actores fueron todos exterminados
Después del campo nos dirigimos al pueblo
Además, filmaron una película en la que simularon que en el guetto la gente vivía feliz en esas condiciones (las que le enseñaron a la Cruz Roja), se veía a niños jugando y gente haciendo vida normal, que usaron de propaganda, y cuyos actores fueron todos exterminados
Después del campo nos dirigimos al pueblo
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Lo que más me impactó de la visita no fue la parte del campo, sino la del ghetto y su historia. Los prisioneros intentaron que los niños tuvieran una educación y se hacían funciones de teatro, incluso se llegó a componer una ópera. En los barracones de Magdeburgo se puede ver la reconstrucción de uno de los dormitorios y exposiciones de dibujos, escritos y música realizados en el guetto. Lo que recuerdo con más nitidez fue que entramos en la sala dedicada a la música (donde había partituras, programas de representaciones en el guetto y cosas parecidas) y vino una de las vigilantes y nos puso la ópera que compuso Viktor Ullmann mientras estuvo prisionero allí. Aún al recordarlo me da un escalofrío. Realmente, la capacidad de superación y de afrontar ciertas situaciones de algunas personas nunca dejará de sorprenderme.
No pudimos visitar el Crematorio y el Cementerio por ser sábado, pero sí visitamos una pequeña Sinagoga que había escondida en el patio de una casa. Está cerca de la plaza del pueblo y por fuera es una casa normal, aunque tiene un cartelito (“ito”, que no es muy grande). Hay que llamar al timbre y te abre la puerta un señor que te acompaña hasta la Sinagoga.
Una breve visita al Museo del Guetto (no había tiempo de más) en la que había dibujos de los niños (uno en particular estoy casi segura que estaba en la Pinkas), en los que además indicaban que había sido del autor :(, y exposiciones sobre la vida diaria.
Y después de esta lección de una parte de la Historia bastante menos agradable, de vuelta a Praga en el autobús de las 3, que se coge en la plaza del pueblo.
Decidimos ir a pasar la tarde a Petrín, cogiendo el funicular, no sin antes pasar por el Monumento a las Víctimas del Comunismo.
No pudimos visitar el Crematorio y el Cementerio por ser sábado, pero sí visitamos una pequeña Sinagoga que había escondida en el patio de una casa. Está cerca de la plaza del pueblo y por fuera es una casa normal, aunque tiene un cartelito (“ito”, que no es muy grande). Hay que llamar al timbre y te abre la puerta un señor que te acompaña hasta la Sinagoga.
Una breve visita al Museo del Guetto (no había tiempo de más) en la que había dibujos de los niños (uno en particular estoy casi segura que estaba en la Pinkas), en los que además indicaban que había sido del autor :(, y exposiciones sobre la vida diaria.
Y después de esta lección de una parte de la Historia bastante menos agradable, de vuelta a Praga en el autobús de las 3, que se coge en la plaza del pueblo.
Decidimos ir a pasar la tarde a Petrín, cogiendo el funicular, no sin antes pasar por el Monumento a las Víctimas del Comunismo.
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Una vez fuera del funicular podemos resumir lo que hay en verde y vistas
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aparte de la hermana pequeña de la Torre Eiffel, a la que no subimos porque ese tipo de escaleras y yo no nos llevamos bien.
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Seguimos subiendo por la colina y llegamos al Monasterio de Strahov.
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Como por allí vimos una parada del tranvía 22, volvimos un rato a descansar al hotel, que esta noche tocaba paseíto por la isla de Kampa y sesión fotográfica nocturna desde el Puente Carlos.
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