Cuando nos despertamos ha dejado de llover. De todas formas siempre llevamos a mano el chubasquero. Un camino indica la ruta a seguir para llegar a la cascada. Es algo a destacar, que en todo el viaje cada destino por muy lejano y rebuscado que fuera estará siempre bien indicado y con su camino de piedra perfectamente construido. Empezamos a pasar entre cientos de helechos, la planta clásica del país y el río e innumerables árboles nos acompañan hasta llegar a la cascada. Como dije al principio lo bueno del invierno es que apenas hay turismo y la cascada está para nuestro particular disfrute. Solamente el paseo que hay hasta ella ya merece la pena y la cascada nos deja con una sonrisa en la boca aún cuando no será la más bonita que veamos.

es.wikipedia.org/ ...Purakaunui
El siguiente punto de parada lo tenemos en Jack’s Blowhole, al igual que Purakauni en la Costa Catlins. Nos cuesta ver el camino a seguir para encontrar el agujero, pues de esto se trata, de una cavidad que el mar ha ido creando y que se puede ver desde unos 50 metros de altura. Finalmente nos damos cuenta que el camino parte desde un cercado pero que deben haber cerrado debido a las lluvias de la noche anterior que han dejado el suelo muy embarrado. Pero claro, 7 españoles en la otra punta del mundo no pueden verse frenados por una pequeña puerta. No estamos a más de 19.000 kms para dejar de visitar algo por un poco de barro así que saltamos la vaya y entre cientos de ovejas (ya se sabe eso de que hay 4 millones de habitantes en Nueva Zelanda y 4 ovejas por cada habitante) y varios resbalones en el barro llegamos al agujero.
A continuación nos dirigimos a las cascadas McLean. Una vez llegados al parking habilitado y en poco más de media hora, llegamos a dichas cascadas, bastante más impresionantes que las que vimos el día anterior, pero es que parece que todo lo que vemos mejora lo que dejamos el día anterior.
El siguiente destino es Porpoise Bay y Curio Bay donde se encuentra un bosque fosilizado que cuando baja la marea queda a la vista. Aprovechamos que es la hora de comer para reponer fuerzas. Y por fin aquí sí vimos pingüinos, una curiosa pareja que es consciente del público que tiene (y es que aquí sí había unos cuantos turistas más) y nos deleitan con un pequeño paseo entre las rocas para poder hacerles unas cuantas fotos.
Hemos decidido pasar la noche en camping y acampamos en Invercargill.