Nuestro viaje comienza con 9 horas y media de avión y los ojos abiertos como platos deseando llegar al aeropuerto de Cancún.
Una vez llegamos pasamos por una interminable y abarrotada aduana en la que perdimos una hora y media y luego el famoso semáforo (aprietas un botón y si el semáforo se pone en verde puedes pasar sin problemas, si se pone rojo; te toca abrir la maleta para que la inspeccionen). Nos toco verde, afortunadamente.
Afuera nos esperaba el autobus que nos iba a llevar al hotel. Nos habíamos decidido por el Gran Bahía Príncipe Tulum ya que hace muchos años yo ya había estado en ese mismo hotel y la verdad es que me llevé un gran recuerdo de él. En cuanto salimos a la calle notamos la humedad y el calor típicos del clima de esa zona.
El bus estaba muy bien, asientos muy confortables, aire acondicionado y bañito (para las emergencias).
Tras una hora y media por la carretera 307 y unas cuantas explicaciones del agente de Soltour llegamos a nuestro hotel donde nos recibieron con un coctel de bienvenida y unos canapés. Nos dieron las llaves y una mapita de todo el complejo.
Nuestra habitación estaba muy bien situada, en un bloque cerca de la playa y del buffet principal. Una vez dentro descubrimos una habitación muy espaciosa con una cama muy grande, ventilador y aire acondicionado, una terracita con vistas al mar y un baño de acorde con la habitación.
Sabiamos que teniamos que hacer todo lo posible para dormirnos tarde y asi acondicionarnos al nuevo horario (hay 7 horas de diferencia) asique tras una ducha marchamos a cenar al buffet del Tulum.
Al entrar en seguida nos atendieron y nos encaminamos a por la comida.
El buffet es maravilloso, muy variado y todo está muy rico. Hay una rincón italiano (donde te hacen pasta a tu gusto y continuamente sacan pizzas de distintos sabores), también hay unos mejicano (donde sirven comida típica de allí) y un rincón japonés (donde no falta el sushi y otros platos con sus salsas) aparte de eso, siempre hay distintas carnes y verduras a la plancha asi como pescados y por otro lado están los platos ya elaborados, hamburguesas y ensaladas. Y se me olvidaba un rinconcito con sandwiches, perritos y mini burguers. Para el postre un montón de deliciosas frutas troceadas y tartas variadas. Para los más golosos hay también una máquina de helado en la que te puedes servir tu mismo.
Despues de cenar fuimos al bar de al lado de la piscina y nos tomamos una piña colada. Al final fueron tres.



Estábamos muertos de sueños asique a eso de las once nos retiramos a nuestra habitación.
Por fin habíamos llegado, había tanto que hacer en esos días.