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LLegamos al puerto de Ho Chi Min donde vinieron a recibirnos un grupo folclórico quenos deleitó con sus bailes y la danza de los dragones.
En este caso hicimos una de las excursiones organizada por Costa, ya que era Año Nuevo y había muchos sitios cerrados que no podríamos visitar por nuestra cuenta, sólo con grupos concertados.
Nuestro guía Bang nos dijo que habiamos tenido mucha suerte ya que al ser día de fiesta (año nuevo) no había mucho tráfico, a pesar de ello en cada cruce se formaba una maraña de motos y otros vehículos pasando en todas direcciones sin más normas que la de irse esquivando unos a otros.
Nos resultó curioso que en las motos fueran hasta cuatro personas (está permitido 2 adultos y un niño), y que cuando notaban que desde el autobús estabamos haciendo fotos, ponían pie en tierra e incluso nos sonreían para salir favorecidos
Lo primero que hicimos fue dar un paseo en coche de pedales. Una experiencia contradictoria, por una parte interesante porque pudimos observar de cerca aspectos de la vida cotidiana de la ciudad como una mujer vendiendo fruta en un puesto callejero sentada en el suelo mientras comía arroz de un cuenco con los dedos, o ver postes de electricidad que no se cómo se mantenían en pie con cables casi a ras de suelo, o la decoración navideña occidental en los hoteles y escaparates. Y por otra parte era una sensación extraña de sentirme totalmente "turista borrego".
A continuación nos llevaron a ver el edificio de correos y la catedral de Notre-Dame, donde casualmente se estaba oficiando un bautizo.
seguidamente hicimos una pequeña parada delante del edificio de la reunificación
Después hicimos una parada más amplia para ver con detalle el museo de historia antigua y un teatro de marionetas de agua en el que yo me estaba casi echando una siesta a pesar de que era interesante, pero claro la noche antes habiamos celebrado el Fin de Año y claro.....
Tras la visita al museo, fuimos a ver la pagoda del emperador de Jade, donde en el patio anterior hay un estanque con las carpas más grandes que yo haya visto nunca.
Es dificil ver algo en el interior por la cantidad de fieles realizando ofrendas que hay, así como turistas curiosos y además el humo del incienso y demás varillas aromáticas enturbiaban el ambiente. Yo que no soy amiga de los olores intensos tuve que salir de allí enseguida y esperar al resto del grupo fuera.
Antes de dejar al grupo en el mercado de Ben Thanh para que disfrutaran de las compras, el guía nos llevó a una fabrica de lacado.
Como era festivo no habia nadie trabajando, pero nuestro guía nos explicó todo el proceso artesanal. Lo que sí estaba abierto, esperando a los turistas, era la sala de exposición y venta. Había infinidad de cuadros de todos los tamaños, bandejas, platos, tazas y otros objeto decorados con esta técnica. No pudimos resistirnos y nos trajimos dos cuadros lacados de cáscara de huev,o que luego hicieron rompernos la cabeza para no pasarnos con el sobrepeso en el equipaje.
Una vez llegados al punto final del recorrido el grupo se quedó en el citado mercado y mi chico y yo, que no ibamos con idea de compras, nos dispusimos a caminar un rato.
Pasamos más de 10 minutos en un cruce viendo como pasaban los vehiculos sin orden ninguno pero sin chocarse unos con otros. Es realmente impresionante (grabé un poco con la cámara pero no se ponerlo)
Pasamos por delante del Ayuntamiento, de la Ópera y de algunos de los hoteles más emblemáticos de la ciudad.
Como pensamos que a la hora que volviesemos al barco ya no tendríamos almuerzo disponible entramos en un restaurante con muy buena pinta (habiamos desechado la idea de comer en otro más típico quizá, pero al aire libre, y hacía bastante calor). El restaurante estaba en el cruce de dos calles, con las puertas de cristal en bisel con la esquina, así que nos situamos frente a la puerta y estuvimos toda la comida disfrutando del tráfico como si de una película en el cine se tratara. No me voy a entretener, pero pudimos ver escenas curiosísimas.
Comimos unos platos combinados típicos de allí (menos mal que tenían carta en inglés y nos enteramos de lo que pedíamos) que resultaron ser un almuerzo perfecto.
Como se acercaba la hora del encuentro nos acercamos al mercado dónde nos dió tiempo en los 45 min que estuvimos a hacer algunas compras. Realmente hay de todo lo que busques, imitaciones a muy buen precio. Por una parte está la zona de los alimentos y por otra la de textiles, complementos y souvenirs. Me llamó mucho más la atención de la zona donde estaban los puestos de fruta, pescado y y kioscos con comida elaborada.
Según nos contó Bang (el guía), el metro cuadrado en ese mercado es el más caro del mundo, por encima de Nueva York y de Hong Kong. Su precio puede estar por los 180000 dolares americanos, es decir 152000€ o 25 millones de las antiguas pesetas, menos mal que los puestos miden sólo de 1,5 a 2 metros cuadrados. Pero parece ser que es dificilísimo hacerse con uno de ellos porque sus propietarios no los sueltan ni a tiros.
Nuestro guía nos explicó que la población vietnamita se ha cuadruplicado en poco tiempo (son ya 85 millones), es por ello que el gobierno solo permite tener dos hijos, pero la multa por tener más es de unos 30€, así que muchos deciden tener un tercero, sobre todo si las dos primeras son chicas ya que los vietnamitas quieren tener hijos varones.
Bang también nos contó que debido al tráfico cada día mueren 35 personas en las carreteras. (en la siguiente escala tuvimos oportunidad de comprobar lo fácil que es llegar a esa media terrorífica con el modo de conducción en el país).
Todas la familias tienen al menos dos motos en casa. Bang comentó que tiene dos motos viejas y una nueva (la suya, claro).
Le preguntamos por el sueldo medio de los vietnamitas y nos puso el ejemplo de su mujer que trabaja en una oficina y cobra unos 120€ mensuales, es decir que con las propinas que el grupo le dio a Bang, por su buen hacer, cogió lo mismo que su mujer cobra en un mes.
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