Desayunamos como reyes y vamos a coger el metro dirección Tasik Selatan, desde donde salen los buses a Melaka. Cogemos el primero que sale por 12 módicos RM y llegamos a mediodía. El calor es aplastante. Lo primero que hacemos es meternos en el Museo local. Luego a comer en el Harper's, al lado del río. Lo importante es no estar en la calle, pero al final no queda más remedio que hacer el turista. Vamos parando de vez en cuando para tener un poco de sombra: visitamos el Museo Baba Nonya, otro que ni sabemos cómo se llama, pero tanto tenía una sala oscura con unos pajaritos, como unos restos arqueoléogicos, como unas estanterías con chocolate para vender. El guía nos quiso convencer de que los chinos habían descubierto América mucho antes que Colón, y quiénes éramos nosotros para decirle que no. Nunca supimos muy bien de qué iba el museo desde un punto de vista museográfico; lo estaban abriendo y promocionando justo ese día, y caímos como moscas.
Continuamos el paseo por las dos calles centrales de Melaka, admirando la arquitectura colonial, las casas de colores, los comercios tradicionales...
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Hacia las seis, no podemos más y volvemos en taxi a la estación (a la ida hemos ido en el bus local a 1 RM por cabeza), pero vamos a dar con el peor autobús: sale tarde, el conductor se para a poner gasolina, a hacer pis, a fumar... Nadie protesta, todo el mundo está en silencio. De repente a las 7 y pico, suena un móvil, la señora de enfrente lo coge, cuelga, hace un gesto con las manos como una oración y en ese momento todo el autobús al unísono saca el bocata. Es la puesta del sol y se acabó el ayuno por hoy. El autobús se llena de ruidos de papel, celofán, plásticos, botellas que se abren, latas, caramelos, patatas fritas...

