Tras dos semanas de duro trabajo para tener nuestra casa lista para nuestra primera visita, llegaban los que serian nuestros primeros invitados en Estrasburgo.
Con todo el lío de la mudanza, montaje de muebles, etc., no habíamos tenido tiempo de visitar ni preparar nada por lo que estábamos a merced del programa de visitas que ellos habían preparado.
La cosa empezaba bien, al llegar al mostrador de la empresa de alquiler de coches la chica nos dijo que no disponía del tipo de vehiculo que habían reservado, un 5+2, y que los que quedaban eran 5 plazas. Después de explicarle que habían hablado con la empresa para asegurarse de que seria un 5+2 la chica nos dijo que lo único que podía ofrecernos era una vito 9 plazas: justo lo que queríamos para así poder viajar todos juntos.
La noche anterior decidimos que el primer día lo utilizaríamos para ver las cosas más cercanas y decidimos visitar parte de la región de Alsacia.
Nuestro primer destino iba a ser el pueblecito de Obernai. Como tampoco llevábamos muy preparado el tema nos dirigimos al centro del pueblo para buscar la oficina de turismo. Dimos una vuelta por el pueblo siguiendo la ruta marcada por el mapa por un pueblo que luego pudimos comprobar que era muy similar a todos los de la zona: casa típicas alsacianas, bonitos jardines y balcones con flores, etc. La visita no duro mucho y partimos con dirección al Monte Odile.
El monte Odile esta en la localidad de Ottrot y en su cima tiene un antiguo monasterio que actualmente hace las funciones de hotel. La subida es por una carretera comarcal estrecha y con muchas curvas rodeadas de una magnifica vegetación. Justo antes de llegar a la cima hay un parking a la izquierda pero nosotros decidimos seguir para ver si encontrábamos mas cerca. Al final tuvimos que volver a bajar para aparcar porque arriba la mayoría de los sitios están reservados para autobuses y clientes del hotel, aunque yo creo que si se visita entre semana no será difícil encontrar sitio. De todas formas tampoco esta demasiado lejos, unos 300 m.
Nada mas entrar en el recinto del antiguo monasterio llama la atención un pasadizo con un hueco para una enorme puerta levadiza. Las vistas que se pueden contemplar desde los distintos miradores son impresionantes. Hay varios telescopios que se pueden utilizar, pagando, y en uno de los miradores hay un esquema explicando que pueblo es cada uno de los que se puede observar. Desde este punto también pudimos observar que haciendo un esfuerzo llegaba a distinguirse la Catedral de Estrasburgo.
Cerca de ese punto había una estatua que según pude entender, con mi ínfimo nivel de francés, era un reloj de sol mundial que tenia varios indicadores con el nombre del lugar escrito en cada uno de ellos. También visitamos las distintas capillas que había y dimos un paseo por el claustro del edificio. El cielo estaba un poco nublado y eso junto con la altitud del lugar hacia que echásemos de menos la manga larga.
Colmar es una localidad bastante grande con un bario de canales y casas típicamente alsacianas con mucho colorido. Se puede pasear por sus canales en pequeñas barcas propulsadas por motores eléctricos y eso creo que es lo que le ha hecho a esa zona ganarse el nombre de la pequeña Venecia.
Buscamos un parking céntrico para aparcar y encontramos uno donde además de pagar tuvimos que dar un “donativo” a los gitanos de turno por miedo a que nos hiciesen algo en el coche.
Como ya era hora española de comer, fuimos directamente a buscar algún sitio para comer. La mayoría de los restaurantes del centro ofician los mismos platos y a los mismos precios, y un menú que rondaba los 20 euros son incluir la bebida. Preguntamos en un sitio de estos y nos dijeron que era muy tarde y solo nos daban pizza. Un español que había por allí nos escucho y nos dijo que un poco mas adelante estaba el mercado del pueblo y que allí había varios sitios donde se comía bien y barato. Decidimos seguir su consejo y nos fuimos al mercado pero cuando llegamos vimos que la cosa tampoco era para tirar cohetes. Había 3 sitios donde ofrecían comida, uno de ellos era un vietnamita, en otro tenían algún plato en oferta pero no había mesa para todos y otro, con mesas altas y que más bien parecía una tienda de embutidos, ofrecía platos precocinados con buena pinta y a un buen precio. Después de marear la perdiz un rato decidimos comer en este último y la verdad es que tampoco estuvo tan mal: filetes de jamón con salsa de vino tinto, quiches y tablas de pates fueron algunos de los platos que elegimos. Precio con bebida incluida: unos 10 euros por persona.
Después de comer aprovechamos para comprar unas barras de pan con el 30% de descuento, cosa que yo no había visto pero que por lo visto suele ser una practica habitual cuando se aproxima la hora de cerrar. Salimos del mercado y vimos los carteles que indicaban la pequeña Venecia. Hacia allí nos dirigimos para dar una vuelta por sus coloridas calles y hacernos unas fotos en los canales.
Por el camino pasamos por la miniatura de la estatua de la libertad que se encuentra situada en el paseo que hay en el acceso norte de la ciudad y que esta en este pueblo porque el autor de la obra era originario de aquí. Queríamos parar a hacernos unas fotos pero había demasiado trafico y las hicimos sobre la marcha.
Vuelta a nuestra Vito para dirigirnos a Estrasburgo y poder descansar un poco. Después de cenar decidimos que nuestra siguiente etapa seria: Lago Constanza, cataratas del Rhin, Titesee, Triger y Friburgo.