En el segundo día las cosas no salieron como teníamos previsto. Para nada.
Nuestra primera parada del día pretendía ser el Castillo de Praga. Llegamos a Malostranská y allí cogimos el tranvía que sube al castillo, el número 22. Todo muy bien, hasta que nos dimos cuenta que el castillo se alejaba cada vez más


Una vez arriba (ojo, segunda parada del funicular, la primera te deja a mitad de camino) fuimos a buscar la Petřínská rozhledna, es decir, la Torre Eiffel de Praga.

Por cierto, nos comentó el guía del día anterior que a los checos le gusta bromear con que su torre es más alta que la de París… si contamos la altura del monte claro

Se puede subir a la torre, nosotros teníamos la intención de hacerlo, así que nos pusimos a la cola y de repente
-¡Oh! Mira una máquina expendedora!
-¡Seguro que se puede comprar la entrada ahí!
-¡Voy a ver! Mmm 50 coronas, tengo suelto. (inserto dinero y saco ficha) Anda, que gracioso, la entrada es una moneda con la imagen de la torre!
-¡Venga saca otra!
Nos costó 10 segundos más darnos cuenta de que estábamos comprando una especie de monedas conmemorativas (las hay de más atracciones) y no la entrada.



Durante la bajada estuve buscando el monumento a las víctimas del comunismo. Había visto fotos en otros diarios de viaje y me llamaba mucho la atención. Pero no hubo suerte… en ese día (no está dentro del monte sino a los pies).
Esta vez cogimos el tranvía 22 en el sentido correcto y fuimos al castillo. Tuvimos suerte, porque nada más llegar pudimos ver el cambio de guardia.
Se puede visitar parte del castillo sin necesidad de comprar entrada. Nosotros, como no íbamos muy bien de tiempo y tampoco somos de verlo todo, lo hicimos así (aunque me quedé con ganas de ver el callejón del oro).



Después de la visita fuimos a comer, de nuevo, a uno de los lugares recomendados en el foro: Ristorante Carmelita Económico, pizzas muy ricas y sin sorpresa final en la factura.
Para bajar la comida, dimos un paseo buscando el Muro de Lennon.

A pesar de no ser más que un muro lleno de grafitis nos gustó mucho, por su colorido, por su historia, por ver que años después la gente sigue pintando.

Después de eso fuimos a descansar.
Por la tarde pretendíamos visitar el cementerio judío y las sinagogas. Y otra vez se nos torcieron las cosas: el cementerio cerraba a las seis así que nos tocaría dejarlo para la mañana siguiente (día en el que pretendíamos visitar Terezin y que al final cancelamos). Así que fuimos a la plaza de la ciudad vieja, y aprovechamos para ver el desfile de figuras del reloj astronómico.

Después del desfile (y del canto del gallo) aparece un trompetista en lo alto de la torre para anunciar el cambio de hora. Es un momento muy especial, todo el mundo aplaude cuando finaliza. Os dejo un video (no es mio!).
Más tarde fuimos a ver a Fred y Ginger o, lo que es lo mismo, la Casa Danzante.

La última parte del día la dedicamos a pasear por Nové Město, una zona de Praga mucho más moderna. Pero se nos puso a llover, nos calamos, se hizo de noche y hacía frío, así que la visita duró poco. Y así finalizó el día en que no dimos pie con bola en Praga
