Tras el desayuno en el hotel (un bufet correcto), y antes de empezar a explorar la ciudad, vamos a cambiar euros por nuestras primeras coronas checas (CZK). Siguiendo los consejos de varios miembros del foro, nos dirigimos a la casa de cambio denominada “Exchange”, situada en Kaprova, 13, calle que sale de la plaza Franze Kafky, que está detrás de la plaza de la Ciudad Vieja, bordeando la iglesia de San Nicolás.
En su página web ( www.exchange.cz ), y concretamente en el enlace Slevový kupón – valuty situado en su parte inferior, podéis encontrar un cupón, lo imprimís, y antes de cambiar lo entregáis para que os hagan un pequeño descuento. Comparando con otros sitios pudimos constatar que, efectivamente, dan un buen cambio.
Una vez solventado este trámite y teniendo ya en nuestro bolsillo moneda local, nos disponemos a recorrer Praga. Para esta primera jornada la intención es explorar la Ciudad Vieja (Staré Město) y posteriormente, parte de la Ciudad Nueva (Nové Město).
Empezamos el recorrido por Staré Město en su centro neurálgico: la Plaza de la Ciudad Vieja (Staroměstské Náměstí). En este espacio se halla el monumento al teólogo Jan Hus, que es considerado uno de los precursores de la reforma protestante, y que murió en la hoguera en 1415 al ser condenado por herejía.
Magníficos edificios de diferentes épocas y estilos arquitectónicos rodean la plaza. Los más destacados, la preciosa iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus torres oscuras y las agujas que las coronan, y el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, a cuya torre nos disponemos a subir atraídos por las buenas vistas que, según habíamos leído, se obtienen desde su parte superior. Tras comprar la entrada (110 CZK) y aguardar en cola durante unos 15’, podemos confirmar que las vistas, tanto de la plaza como de buena parte de Praga, son espléndidas.
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En frente del ya citado monumento a Jan Hus, podemos observar el barroco palacio Kinsky, y a su izquierda una construcción gótica, la Casa de la Campana de Piedra. Ambos edificios albergan en la actualidad sendas galerías de arte.
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Iglesia de Ntra. Sra. de Týn.
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Iglesia barroca de San Nicolás (no confundir con la que se encuentra en Malá Strana), embellecida con un espléndido andamio.
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Se puede observar parte de la Ciudad Vieja, Malá Strana y el Castillo.
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También es posible visitar las salas del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja. El precio de la entrada asciende a 100 CZK. Hablando de este edificio, decir que una de sus alas fue demolida por los nazis en 1945 y no fue reconstruido, por lo que en la actualidad sólo queda una pequeña parte de lo que fue. Afortunadamente, la torre sigue en su sitio.
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En la pared sur de la torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, encontramos el celebérrimo Reloj Astronómico (Orloj), que data del siglo XV y que, además de su belleza, tiene como particularidad que al dar cada hora en punto, se produce el desfile de unas figuras que representan a los doce apóstoles, que se asoman a los concurrentes, y se mueven otras cuatro figuras que flanquean el reloj y que representan a la Vanidad, la Avaricia, la Muerte y la Lujuria.
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En esta imagen se aprecia el gentío que aguarda a que el reloj dé la hora en punto para que empiece el espectáculo que, dicho sea de paso, a mí me decepcionó bastante.
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Casi al lado del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, destaca otro edificio: la casa denominada U Minuty, construida a finales del siglo XV y que resalta, sobre todo, por los bellísimos esgrafiados que se pueden observar en su fachada y que datan de principios del siglo XVII. En esta casa vivieron Franz Kafka y su familia durante algunos años.
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Nos encantó la Plaza de la Ciudad Vieja, un magnífico espacio urbano con destacables edificios de distintas épocas y estilos y, sobre todo, con una animación increíble a todas horas (gente tocando música y realizando actuaciones de lo más diverso, puestos de comida a partir de la tarde, etc…). Eso sí, a ciertas horas – básicamente en julio y agosto, supongo - puede llegar a resultar bastante agobiante la presencia de tanta gente. Esa sensación la vivimos también en algún otro punto de la ciudad, principalmente el puente Carlos.
Tomamos la calle Celetná para dirigirnos hacia el centro comercial ubicado en Náměstí Republiky para comer en uno de sus restaurantes.
Tras haber repuesto fuerzas, seguimos nuestro periplo por Staré Město. Volvemos hacia la Plaza de la Ciudad Vieja y entramos al interior de la Iglesia de San Nicolás (entrada gratuita) que, como dije anteriormente, no hay que confundir con el templo del mismo nombre, también barroco, que se halla en el barrio de Malá Strana.
Seguidamente vamos en dirección al Puente Carlos. No es necesario prestar atención a los carteles indicativos ni consultar planos, sino que basta con seguir a la muchedumbre y os aseguro que daréis con el puente sin mayor dificultad. No tiene pérdida. Bueno, en realidad se puede decir lo mismo si desde el puente Carlos pretendemos dirigirnos hacia la plaza de la Ciudad Vieja. El flujo de personal entre ambos puntos es constante durante todo el día.
Antes de llegar al puente nos topamos con el vasto edificio del Klementinum (nada menos que 20.000 metros cuadrados de superficie), construido a partir de finales del siglo XVI por los jesuitas y que actualmente es sede de la Biblioteca Nacional. Se puede ver parte de su suntuoso interior mediante visitas guiadas en checo e inglés. Para más información, www.klementinum.com
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Y por fin el célebre, mítico y único Puente Carlos (Karlův most). Lo atravesamos en varias ocasiones y a distintas horas durante nuestra estancia en Praga, y os aseguro que siempre lo encontramos a reventar de gente. A ello contribuye, sin duda, la presencia de numerosos puestos de venta de artículos de artesanía, souvenirs, estampas y otras bagatelas, retratistas, dibujantes de caricaturas, etc. Además del hecho de ser el paso principal para cruzar el Moldava desde la Ciudad Vieja hasta Malá Strana y para acceder desde ahí al barrio del Castillo.
El puente, que es una obra maestra de la ingeniería gótica, fue mandado construir en el siglo XIV por el rey Carlos IV. A lo largo de sus casi 500 metros, está flanqueado a ambos lados por 30 estatuas, la mayoría de ellas copias, encontrándose los originales en el Museo Nacional y en Vyšehrad.
Pero mucho más que las estatuas nos gustaron las dos torres que custodian el puente. En la foto que sigue aparece la de la parte de Malá Strana, con la iglesia de San Nicolás que se divisa al fondo.
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He aquí una fotografía lateral del puente, realizada unos días después, cuando nos diríamos a Vyšehrad, con Malá Strana detrás y el Castillo presidiendo el conjunto.
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No atravesamos el puente sino que volvemos sobre nuestros pasos para seguir nuestro recorrido por la Ciudad Vieja, y la siguiente parada es la capilla de Belén, edificada en el siglo XIV y en la que predicó Jan Hus. Prácticamente demolida en 1783, fue reconstruida en 1950 aprovechando los restos de las estructuras medievales.
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A continuación nos topamos con un templo de apariencia medieval que no aparece mencionado en la guía. Gracias a internet puedo asegurar que se trata de la iglesia de San Martín en la Pared (o en la Muralla, que de ambas formas se traduce su nombre), construida en el siglo XII, inicialmente románica, reconstruida en estilo gótico y con posteriores modificaciones barrocas. Obedece su nombre al hecho de que la pared sur del templo está adosada a lo que fue la muralla de la Ciudad Vieja, erigida en el siglo XIII.
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Como en muchas otras iglesias de Praga, en su interior se celebran conciertos de música clásica aprovechando las cualidades acústicas del recinto. No es nada raro ver a gente por la calle repartiendo publicidad de estos conciertos.
Dejamos la Ciudad Vieja y nos adentramos en el barrio o zona denominada Nové Město o Ciudad Nueva, que fue fundada por Carlos IV en 1348. Nos adentramos en el Jardín Franciscano (Františkánská zahrada), que además de ser un remanso de paz, constituye el mejor mirador de la Iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves, uno de los templos más destacados de Praga, de estilo gótico aunque con posteriores modificaciones barrocas como el retablo del altar mayor. Merece la pena asomarse a su interior. La entrada es gratuita.
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La iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves está muy próxima a la Plaza Wenceslao (Václavské náměstí), que es el corazón de la Ciudad Nueva. Se trata de una plaza alargada, que más bien parece un bulevar, de 700 metros de longitud y que va ascendiendo hacia el imponente edificio del Museo Nacional (Národní muzeum), cerrado por reformas desde 2011 y cuya reapertura se producirá, al parecer, el próximo año. Próxima al museo, hay una estatua ecuestre del rey Wenceslao.
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La verdad es que sin ser una plaza especialmente bonita, tiene algunos edificios interesantes.
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Como la estación principal de ferrocarriles de Praga (Hlavni nádraží) está muy próxima al edificio del Museo Nacional, habíamos decidido aprovechar nuestra presencia en la zona para comprar los billetes del tren que nos debía llevar a Budapest y olvidarnos ya del tema. Pues no pudo ser. Llegamos sobre las 18:15 h. a la oficina de venta de billetes que la compañía nacional de ferrocarriles tiene en la estación, y ya estaba cerrado

Volvemos hacia el Museo Nacional y desde allí tomamos Mezibranská, giramos a la derecha hacia Žitná, y en diez o doce minutos nos plantamos en otra de las plazas principales de la Ciudad Nueva: la Plaza de Carlos (Karlovo náměstí), en la que destaca el Ayuntamiento de la Ciudad Nueva.
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Como nos estamos pegando un tute de andar memorable, nos tomamos un merecido respiro en la célebre cervecería U Fleků (Křemencova, 11), y tras tomar una sabrosa pivo negra de elaboración propia

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Continuamos ahora por la ribera del río Moldava en dirección a la Ciudad Vieja hasta alcanzar el Teatro Nacional (Národní divadlo). La fachada que da al río está en obras. Lástima, porque había ahí una buena foto desde el puente Legií. Aquí va una foto libre de andamios:
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No entramos en el edificio, pero hay visitas guiadas para poder admirar su espectacular decoración pictórica y escultórica.
Tomamos Na Prikopě y paramos para cenar en uno de los numerosos restaurantes que se pueden encontrar en esa vía. Y después al hotel, para poner fin a una jornada realmente agotadora.