El primer recuerdo que nos viene de Siena es la odisea que vivimos para aparcar. Después de dar mil vueltas, conseguimos dejar el coche cerca de la Porta Fontebranda. Nos dirigimos hacia la Piazza del Duomo donde había una cola increíble para entrar a la catedral, por cierto, espectacular por fuera (vaya fachada!!!). Hicimos un pequeño truco para evitar las colas: como sabíamos que existía un ticket común (6€) para visitar catedral (vieja y nueva), baptisterio y el museo de la catedral y que te permite evitarte las colas, nos dirigimos a éste último, que también deseábamos visitar, donde compramos la entrada común sin ninguna cola.
Duomo de Siena
La visita al Museo del Duomo era imprescindible, almenos para los que nos gusta el arte. Además de conservar distintos elementos originales de la catedral, como tondos, paneles y estatuas, el museo en sí vale la pena por la magnífica Sala de Duccio, escasamente iluminada, de cara a proteger la magnífica obra de la Maestà del artista sienés. Nos quedamos un buen rato en esta sala admirando los magníficos fragmentos y paneles de esta tabla repartidos por toda la sala, aprovechando las explicaciones de una visita guiada para turistas españoles.
El museo lo completan las poco interesantes salas de las reliquias (algunas dan miedo!!!) y el espectacular acceso al Panorama, fragmento del contorno del que pudo haber sido la catedral nueva de Siena, pero que no se completó al caer el poder de la ciudad debido a la peste del siglo XI. Impresionantes la vistas de la Piazza del Campo y la Torre del Mangia desde los pasillos de este lugar.
Vistas de la Torre del Mangia y el Palazzo Publico desde el Panorama
Vistas de la Piazza del Campo desde el Panorama
Tras visitar el museo, nos dirigimos a ver el Duomo, con los tickets de entrada conjunta que nos permitieron evitar la enorme cola que había para el acceso libre. Si el interior de la catedral de Florencia nos defraudó un poco, el de la catedral de Siena nos dejó atónitos. Empezando por la decoración del pavimento, con numerosos mármoles grabados y protegidos por cordones, destacando el que hay nada más entrar que representa a las diferentes ciudades toscanas.
Fragmento del suelo del Duomo de Siena donde se representan las ciudades toscanas
La misma forma de construcción de las columnas y muros (con alternancia de mármoles blancos y oscuros) le confiere un ambiente interior único.
También nos impactaron las esculturas de bustos de papas y emperadores que rodena el contorno de las paredes superiores de la nave y, como no, el impresionante púlpito de Nicola Pisano.
Púlpito de Nicola Pisano
Pero lo que más nos gustó de esta catedral es la llamada Biblioteca Piccolomini, con una magnífica colección de frescos de Pinturicchio y Rafael en las paredes donde se narra la vida del que fuera Pio II, nativo de la vecina Pienza. Completamos la visita paseando por las distintas capillas que rodean el altar de la catedral.
Frescos de Pinturicchio en la Biblioteca Piccolomini
Salimos de la catedral gratamente sorprendidos por todo lo que este majestuoso edificio nos ofreció y nos dirigimos a visitar el pequeño Baptisterio, situado a la izquierda de la salida de la catedral. La visita fue agradable gracias sobre todo a los relieves que hay en la base de la pila bautismal, obra de Ghiberti, Donatello y Della Quercia.
Después de completar el trio de visitas alrededor de la catedral, nos dirigimos a Il Campo. Sinceramente, es cierto el dicho que se cuenta en referencia a que no se olvida la primera vez que entras en esta plaza. Es única, mágica, diferente a todas las que hayas podido visitar en tu vida, con un pedazo de Palazzo Publico rematado por una magnífica Torre Mangia, rodeada de edificios de hace 400 o 500 años, con una Fonte Gaia copia de la original del siglo XV y, sobre todo, con una forma y una inclinación sorprendentes.
Además, hacia tres días que habían celebrado Il Palio de Agosto y todavía quedaba parte del recorrido cubierto de arena. Nos dimos cuenta de lo dura que debe ser la carrera, pues las pendientes alrededor del perímetro de la plaza son considerables. Nos quedamos casi una hora sentados en uno de los extremos de la plaza disfrutando de aquel maravilloso ambiente. Intentamos visitar el Palazzo Publico pero la cola era inmensa y el cansancio de tantos días de viaje ya hacía mella, así que en vez de entrar nos decantamos por hacer un tour por los alrededores de la Plaza.
Piazza del Campo
Primero de todo, repusimos fuerzas en una pizzeria al taglio de la cercana Via del Porrione y nos dispusimos a recorrer las callejuelas de Siena todavía decoradas con los estandartes y farolas representativos de las distintas contrade o parroquias que compiten en el Palio. De este modo, visitamos el Palazzo Piccolomini, la Logia del Papa y las iglesias del exterior del centro: la de Santa Maria dei Servi, desde donde se tienen unas magníficas vistas del centro de Siena, con sus edificios y tejados rojizos, y la de San Francesco, donde visitamos un interesante museo incluido en el tiquet de la catedral con obras de diferentes artistas toscanos.
Completamos la tarde proveyéndonos de delicatessen toscanos que compramos en el Consorzio Agrario di Siena, en la Via Pianigiani, una cooperativa de granjeros locales donde hay un increíble surtido de productos toscanos a precios muy razonables. Nos llevamos salami toscano, diferentes tipos de pasta, panforte y unos dulces típicos sieneses.
Nuestra aventura Toscana tocaba a su fin….
Anochecer en nuestra última noche en Toscana
Duomo de Siena
La visita al Museo del Duomo era imprescindible, almenos para los que nos gusta el arte. Además de conservar distintos elementos originales de la catedral, como tondos, paneles y estatuas, el museo en sí vale la pena por la magnífica Sala de Duccio, escasamente iluminada, de cara a proteger la magnífica obra de la Maestà del artista sienés. Nos quedamos un buen rato en esta sala admirando los magníficos fragmentos y paneles de esta tabla repartidos por toda la sala, aprovechando las explicaciones de una visita guiada para turistas españoles.
El museo lo completan las poco interesantes salas de las reliquias (algunas dan miedo!!!) y el espectacular acceso al Panorama, fragmento del contorno del que pudo haber sido la catedral nueva de Siena, pero que no se completó al caer el poder de la ciudad debido a la peste del siglo XI. Impresionantes la vistas de la Piazza del Campo y la Torre del Mangia desde los pasillos de este lugar.
Vistas de la Torre del Mangia y el Palazzo Publico desde el Panorama
Vistas de la Piazza del Campo desde el Panorama
Tras visitar el museo, nos dirigimos a ver el Duomo, con los tickets de entrada conjunta que nos permitieron evitar la enorme cola que había para el acceso libre. Si el interior de la catedral de Florencia nos defraudó un poco, el de la catedral de Siena nos dejó atónitos. Empezando por la decoración del pavimento, con numerosos mármoles grabados y protegidos por cordones, destacando el que hay nada más entrar que representa a las diferentes ciudades toscanas.
Fragmento del suelo del Duomo de Siena donde se representan las ciudades toscanas
La misma forma de construcción de las columnas y muros (con alternancia de mármoles blancos y oscuros) le confiere un ambiente interior único.
También nos impactaron las esculturas de bustos de papas y emperadores que rodena el contorno de las paredes superiores de la nave y, como no, el impresionante púlpito de Nicola Pisano.
Púlpito de Nicola Pisano
Pero lo que más nos gustó de esta catedral es la llamada Biblioteca Piccolomini, con una magnífica colección de frescos de Pinturicchio y Rafael en las paredes donde se narra la vida del que fuera Pio II, nativo de la vecina Pienza. Completamos la visita paseando por las distintas capillas que rodean el altar de la catedral.
Frescos de Pinturicchio en la Biblioteca Piccolomini
Salimos de la catedral gratamente sorprendidos por todo lo que este majestuoso edificio nos ofreció y nos dirigimos a visitar el pequeño Baptisterio, situado a la izquierda de la salida de la catedral. La visita fue agradable gracias sobre todo a los relieves que hay en la base de la pila bautismal, obra de Ghiberti, Donatello y Della Quercia.
Después de completar el trio de visitas alrededor de la catedral, nos dirigimos a Il Campo. Sinceramente, es cierto el dicho que se cuenta en referencia a que no se olvida la primera vez que entras en esta plaza. Es única, mágica, diferente a todas las que hayas podido visitar en tu vida, con un pedazo de Palazzo Publico rematado por una magnífica Torre Mangia, rodeada de edificios de hace 400 o 500 años, con una Fonte Gaia copia de la original del siglo XV y, sobre todo, con una forma y una inclinación sorprendentes.
Además, hacia tres días que habían celebrado Il Palio de Agosto y todavía quedaba parte del recorrido cubierto de arena. Nos dimos cuenta de lo dura que debe ser la carrera, pues las pendientes alrededor del perímetro de la plaza son considerables. Nos quedamos casi una hora sentados en uno de los extremos de la plaza disfrutando de aquel maravilloso ambiente. Intentamos visitar el Palazzo Publico pero la cola era inmensa y el cansancio de tantos días de viaje ya hacía mella, así que en vez de entrar nos decantamos por hacer un tour por los alrededores de la Plaza.
Piazza del Campo
Primero de todo, repusimos fuerzas en una pizzeria al taglio de la cercana Via del Porrione y nos dispusimos a recorrer las callejuelas de Siena todavía decoradas con los estandartes y farolas representativos de las distintas contrade o parroquias que compiten en el Palio. De este modo, visitamos el Palazzo Piccolomini, la Logia del Papa y las iglesias del exterior del centro: la de Santa Maria dei Servi, desde donde se tienen unas magníficas vistas del centro de Siena, con sus edificios y tejados rojizos, y la de San Francesco, donde visitamos un interesante museo incluido en el tiquet de la catedral con obras de diferentes artistas toscanos.
Completamos la tarde proveyéndonos de delicatessen toscanos que compramos en el Consorzio Agrario di Siena, en la Via Pianigiani, una cooperativa de granjeros locales donde hay un increíble surtido de productos toscanos a precios muy razonables. Nos llevamos salami toscano, diferentes tipos de pasta, panforte y unos dulces típicos sieneses.
Nuestra aventura Toscana tocaba a su fin….
Anochecer en nuestra última noche en Toscana