SAN PABLO EXTRAMUROS - SAN PIETRO IN VINCOLI - ANTIGUA ROMA - SANTA MARIA DE LA VICTORIA
Comenzamos la jornada del domingo desayunando en el apartamento, a ver quien era el listo que desayunaba fuera otra vez. El primer destino de este dia iba a ser San Pablo Extramuros (San Paolo fuori le mura, que asi se dice en italiano). Para llegar hasta ella cogimos el metro hasta la parada San Paolo, y está justo en la salida. La basilica que alberga la tumba de San Pablo es la 2ª mayor de Roma, y pese a no ser una de las más conocidas, tal vez por estar alejada del resto de los puntos de interés, es uno de los sitios que recomiendo a los futuros visitantes. Todos los pontífices desde San Pedro aparecen representados bajo las ventanas de la nave, y según la leyenda, cuando no queden más huecos libres será el fin del mundo (quedan 8 huecos, no sé si lo conoceremos). También están los restos de la tumba de San Pablo.
Tras la visita a la basílica cogimos el metro (por cierto, el metro es cutre a más no poder) hasta la parada Colosseo. Pese a que tener el coliseo justo enfrente es muy tentador, recomiendo dar un pequeño rodeo (no se tarda más de 3 minutos) y acercarse a San Pietro in Vincoli, donde se encuentran las cadenas con las que encadenaron a san pedro, pero sobre todo, la tumba del papa Julio II, con el espectacular Moisés en el centro.
Ahora sí, nos disponemos a visitar el Coliseo. Gracias al Roma Pass nos evitamos una buena cola para el control de seguridad (con esta tarjeta te pones en la cola de grupos y gente que ya tiene entrada, 2 minutos) y tampoco tuvimos que esperar para comprar la entrada, solo pasar la tarjeta por un torno como los del metro. Posiblemente nos ahorramos más de media horita de colas. Y bueno, que decir del Coliseo, merece la pena entrar e imaginar durante un rato las cosas que allí sucedieron.
Tras salir del Coliseo y contemplar el Arco de Constantino decidimos visitar las ruinas romanas, que ha sido la única parte del viaje que me ha decepcionado. Cuando alquien visita ruinas romanas por ejemplo en Mérida o Segóbriga se da cuenta de que se ha cuidado hasta el último detalle para recrear lo que debieron ser los monumentos en su origen, con todo tipo de indicaciones y aclaraciones. Por tanto uno piensa que al llegar a la cuna de esa misma civilización lo que va a encontrar va a ser más espectacular todavía. Y la realidad es que no hay ni una sóla explicación, ni una indicación, ni un plano... nada. Recomiendo buscar por internet esta información o bien llevar una audioguía, porque puede resultar frustante estar ante las ruinas de lo que debió ser un templo y no hallar ni una sola indicación de a que dioses estaba dedicado o que uso se le daba.
Ciñéndonos al recorrido, junto al arco de Constantino hay una carretera por la que todo el mundo sube, y subimos, y llegamos a ninguna parte... la carretera acaba en una iglesia que estaba cerrada, y media vuelta, y al fondo vimos la cola para la entrada al palatino. Nos volvió a ser útil la Roma Pass, no por el precio, porque la entrada al Coliseo incluye la entrada al palatino, pero si de nuevo para evitar esperar para comprar entradas. Al entrar hay dos posibles itinerarios: uno hacia la casa de augusto, y otro hacia el foro romano. Recomiendo pasear tranquilamente por ambos, pese a todo son ruinas con mucha historia y mucho encanto. A destacar, los tres arcos (Constantino, Tito y Septimio Severo), el templo de Rómulo, la Basílica de Majencio, la casa de Augusto, etc. Tambien hicimos una pequeña visita a los museos palatinos, donde hay algunas estatuas en muy buen estado de conservación.

Al otro lado de la Via dei Fori Imperiali, están los distintos foros de varios emperadores (Julio César, Augusto, Vespasiano, Nerva y Trajano), siendo el más destacado y en "mejor estado" el foro Trajano, con la impresionante columna trajana.
Tras un descanso decidimos acercarnos a la Bocca della Veritta, andando, como no, total eran 15 minutos... Nos hacía ilusión hacernos una fotito con la mano dentro de la piedra, pero 200 japoneses en ordenada fila (o tal vez eran 300) nos hicieron pensar que era mejor dedicar el tiempo a otra cosa. Dice la leyenda que si se introduce la mano derecha en la boca abierta de piedra y se dice una mentira, ésta te morderá la mano. Justo enfrente está el foro Boario, donde aún quedan dos pequeños templos.

El siguiente destino, cruzando una calle, era el Circo Maximo, que no es más que la pradera donde estuvo el circo máximo. Lo más lamentable es que en un extremo hay una pequeña excavación que muestra las piedras del circo, es decir, que el circo está ahí, pero no han podido, o no han querido, excavarlo.
Los kilómetros ya pesaban en las piernas, pero aún quedaban cosas por ver. Nos fuimos en metro hasta la parada República (transbordo en Termini), donde en pequeño radio hay varios puntos interesantes que visitar. En la plaza de la republica esta la entrada a las termas de Diocleciano. No entramos a verlas, estábamos saturados-decepcionados de ruinas romanas y decidimos visitar Santa Maria de los Angeles, que pese a no tener una fachada llamativa, es una amplísima iglesia bastante curiosa, con una cúpula diseñada por Miguel Angel.
Y para la última hora del día, y de nuestra estancia en Roma, decidimos visitar Santa María de la Victoria, esperando encontrar un lugar que albergase el Extasis de Santa Teresa de Bernini, y poco más. Pero en realidad es que esta iglesia tiene una de las decoraciones más barrocas que puedan imaginarse, no hay rincon sin adorno llamativo, y por supuesto, la espectacular escultura de Bernini. Posiblemente el hecho de ser una iglesia pequeña potecie el efecto de la decoración.
Y con esto dabamos por concluida nuestra visita a Roma. Aún quedaba tiempo, y decidimos aprovecharlo para ir por el centro histórico a
y comprar algun recuerdo. Así que tomamos direccion centro (andando, por supuesto). En este trayecto vimos la fuente del Tritonne y la sede del periódico Il Mesagero.
Al día siguiente, al levantarnos fuimos en metro hasta Termini para ir al aeropuerto. El vuelo salía a las 11 , y tras algo de retraso, regresamos a Madrid.
Comenzamos la jornada del domingo desayunando en el apartamento, a ver quien era el listo que desayunaba fuera otra vez. El primer destino de este dia iba a ser San Pablo Extramuros (San Paolo fuori le mura, que asi se dice en italiano). Para llegar hasta ella cogimos el metro hasta la parada San Paolo, y está justo en la salida. La basilica que alberga la tumba de San Pablo es la 2ª mayor de Roma, y pese a no ser una de las más conocidas, tal vez por estar alejada del resto de los puntos de interés, es uno de los sitios que recomiendo a los futuros visitantes. Todos los pontífices desde San Pedro aparecen representados bajo las ventanas de la nave, y según la leyenda, cuando no queden más huecos libres será el fin del mundo (quedan 8 huecos, no sé si lo conoceremos). También están los restos de la tumba de San Pablo.
Tras la visita a la basílica cogimos el metro (por cierto, el metro es cutre a más no poder) hasta la parada Colosseo. Pese a que tener el coliseo justo enfrente es muy tentador, recomiendo dar un pequeño rodeo (no se tarda más de 3 minutos) y acercarse a San Pietro in Vincoli, donde se encuentran las cadenas con las que encadenaron a san pedro, pero sobre todo, la tumba del papa Julio II, con el espectacular Moisés en el centro.
Ahora sí, nos disponemos a visitar el Coliseo. Gracias al Roma Pass nos evitamos una buena cola para el control de seguridad (con esta tarjeta te pones en la cola de grupos y gente que ya tiene entrada, 2 minutos) y tampoco tuvimos que esperar para comprar la entrada, solo pasar la tarjeta por un torno como los del metro. Posiblemente nos ahorramos más de media horita de colas. Y bueno, que decir del Coliseo, merece la pena entrar e imaginar durante un rato las cosas que allí sucedieron.
Tras salir del Coliseo y contemplar el Arco de Constantino decidimos visitar las ruinas romanas, que ha sido la única parte del viaje que me ha decepcionado. Cuando alquien visita ruinas romanas por ejemplo en Mérida o Segóbriga se da cuenta de que se ha cuidado hasta el último detalle para recrear lo que debieron ser los monumentos en su origen, con todo tipo de indicaciones y aclaraciones. Por tanto uno piensa que al llegar a la cuna de esa misma civilización lo que va a encontrar va a ser más espectacular todavía. Y la realidad es que no hay ni una sóla explicación, ni una indicación, ni un plano... nada. Recomiendo buscar por internet esta información o bien llevar una audioguía, porque puede resultar frustante estar ante las ruinas de lo que debió ser un templo y no hallar ni una sola indicación de a que dioses estaba dedicado o que uso se le daba.
Ciñéndonos al recorrido, junto al arco de Constantino hay una carretera por la que todo el mundo sube, y subimos, y llegamos a ninguna parte... la carretera acaba en una iglesia que estaba cerrada, y media vuelta, y al fondo vimos la cola para la entrada al palatino. Nos volvió a ser útil la Roma Pass, no por el precio, porque la entrada al Coliseo incluye la entrada al palatino, pero si de nuevo para evitar esperar para comprar entradas. Al entrar hay dos posibles itinerarios: uno hacia la casa de augusto, y otro hacia el foro romano. Recomiendo pasear tranquilamente por ambos, pese a todo son ruinas con mucha historia y mucho encanto. A destacar, los tres arcos (Constantino, Tito y Septimio Severo), el templo de Rómulo, la Basílica de Majencio, la casa de Augusto, etc. Tambien hicimos una pequeña visita a los museos palatinos, donde hay algunas estatuas en muy buen estado de conservación.


Al otro lado de la Via dei Fori Imperiali, están los distintos foros de varios emperadores (Julio César, Augusto, Vespasiano, Nerva y Trajano), siendo el más destacado y en "mejor estado" el foro Trajano, con la impresionante columna trajana.
Tras un descanso decidimos acercarnos a la Bocca della Veritta, andando, como no, total eran 15 minutos... Nos hacía ilusión hacernos una fotito con la mano dentro de la piedra, pero 200 japoneses en ordenada fila (o tal vez eran 300) nos hicieron pensar que era mejor dedicar el tiempo a otra cosa. Dice la leyenda que si se introduce la mano derecha en la boca abierta de piedra y se dice una mentira, ésta te morderá la mano. Justo enfrente está el foro Boario, donde aún quedan dos pequeños templos.


El siguiente destino, cruzando una calle, era el Circo Maximo, que no es más que la pradera donde estuvo el circo máximo. Lo más lamentable es que en un extremo hay una pequeña excavación que muestra las piedras del circo, es decir, que el circo está ahí, pero no han podido, o no han querido, excavarlo.
Los kilómetros ya pesaban en las piernas, pero aún quedaban cosas por ver. Nos fuimos en metro hasta la parada República (transbordo en Termini), donde en pequeño radio hay varios puntos interesantes que visitar. En la plaza de la republica esta la entrada a las termas de Diocleciano. No entramos a verlas, estábamos saturados-decepcionados de ruinas romanas y decidimos visitar Santa Maria de los Angeles, que pese a no tener una fachada llamativa, es una amplísima iglesia bastante curiosa, con una cúpula diseñada por Miguel Angel.
Y para la última hora del día, y de nuestra estancia en Roma, decidimos visitar Santa María de la Victoria, esperando encontrar un lugar que albergase el Extasis de Santa Teresa de Bernini, y poco más. Pero en realidad es que esta iglesia tiene una de las decoraciones más barrocas que puedan imaginarse, no hay rincon sin adorno llamativo, y por supuesto, la espectacular escultura de Bernini. Posiblemente el hecho de ser una iglesia pequeña potecie el efecto de la decoración.
Y con esto dabamos por concluida nuestra visita a Roma. Aún quedaba tiempo, y decidimos aprovecharlo para ir por el centro histórico a

Al día siguiente, al levantarnos fuimos en metro hasta Termini para ir al aeropuerto. El vuelo salía a las 11 , y tras algo de retraso, regresamos a Madrid.