Día 13: De Lugo a Castrelo
(20- Septiembre -2014)

Cuando tuve que abandonar el camino en Mayo pensé en terminarlo al año siguiente, bastante satisfecho con la experiencia. Pero hace unas semanas que me rondaba la cabeza volver y terminarlo, y no me vendría nada mal, recuerdo lo bien que me sentía allí y sin pensarlo mucho más, que es como se tiene que hacer, decidí volver en Septiembre. Tuve que posponer 10 días el viaje porque justo el día antes de salir y con la mochila preparada tuve una caída tonta y me hice un esguince… podía caminar pero sabía que no podía hacer 20 o 30 km diarios. Así que a la hora de finalmente salir, estaba desesperado ya por moverme de casa tras unos días de reposo. Y por fin, llegó el día y aunque todavía sentía alguna molestia, me fui de vuelta al camino. Esta vez con la experiencia que pude sacar de Mayo: Buen calzado y en la mochila lo indispensable, pasando de los 12 Kg que llevaba en Mayo a poco más de 6 esta vez.

Me despierto a las siete en el albergue LUG2. Uno privado que reservé para poder pasar esta noche. Ayer llegue desde Valencia a las siete de la tarde, después de estar desde las ocho de la mañana de viaje en un par de coches compartidos. Decidí empezar en Lugo porque está próximo de donde acabé la otra vez y está mejor comunicado para llegar desde Valencia.
Al llegar di una vuelta por el centro de Lugo. Bastante bonito y con unas llamativas murallas romanas que rodeaban el centro. La sensación que tenía era similar a la de cuando llegue en Mayo a León antes de mi primera etapa en el camino. Te sientes un poco extraño, como fuera de lugar.

En pasar un par de etapas espero sentir una sensación similar a la que recordaba, la de llevar aquí una vida, sentirse integrado con el camino y entonces empezar realmente a disfrutar.
Esta noche la he pasado sólo en una habitación para dos. Posiblemente sea la última noche que dormiré sólo en un tiempo, intentaré descansar. He dormido bien y estoy listo para una etapa que se prevé moderada con tan sólo 20 kilómetros por delante. Iré con cuidado, no quiero tener que retirarme como en Mayo, quiero acabarlo esta vez, y me esperan ocho etapas.

Preparo la mochila y salgo del albergue, todavía está muy oscuro y no sé ve a nadie por la calle. No veo indicaciones ni marcas que me lleven al camino y no se me ocurrió ayer preguntar hacia donde tenía que dirigirme. Tardo más de una hora en salir de Lugo y encontrar el camino, pero al poco tiempo por fin encuentro al primer peregrino. Un chaval de unos 30 años que me confirma que ya voy bien orientado.
Las indicaciones me llevan por la carretera lu-1901 durante casi toda la ruta, donde camino por asfalto. El día es claro. Me sorprende no encontrarme casi con peregrinos y además no hay flechas amarillas en el suelo que me orienten, como encontraba en las anteriores etapas. Parece ser que hay algunas diferencias entre el camino primitivo en el que voy a hacer las dos últimas etapas ahora y el camino francés, con el que empalmaré en tres días y que es el que estuve haciendo la última vez. Finalmente sigo una indicación hacia el albergue público de Castro, donde termina la etapa de hoy y donde tengo pensado hospedarme.
Al llegar solo veo a una pareja de franceses de unos 60 años esperando que abran a las 13.00. Yo dejo mi mochila tras las suyas y me voy a un albergue privado que hay a unos metros. Uno con una fachada decorada con una escena tipo “medieval campestre” bastante llamativa. Pero lo encuentro cerrado, quería hacerme una cerveza mientras esperaba. Vuelvo al albergue público que continúa cerrado y me siento en un banco de piedra que tiene junto a la entrada. Veo que llega el chaval con el que me he cruzado antes, el primer peregrino.
Hablamos un poco y es simpático, se llama Pedro y tiene 31 años. Está de vacaciones y hace también el camino sólo. Abren el albergue, me registro y dejó la mochila en la litera, me doy una ducha y compruebo que los pies están bien.
Cuando terminó me voy al albergue de al lado que ya está abierto y es el único que tiene bar. Y me tomo mi merecida cerveza. Al rato se acerca Pedro y se toma algo mientras charlamos. Pedimos la comida en ese mismo sitio ya que no hay nada más. Tenemos que esperar a las 15:30 a que la traigan desde Lugo.
Hacemos tiempo sentados en la terraza de ese albergue. Vemos pasar unas vacas por delante, junto a una anciana. Imagen que me da recuerdos del anterior viaje. Me hace gracia la escena y saco un par de fotos.

Al poco rato por fin viene la comida.Y después de comer me pego una siesta hasta las ocho de la tarde. El tiempo se me ha pasado volando, demasiado. Mis siestas suelen ser de 20 minutos, supongo que estaba más cansado de lo que creía.
Me dirijo al albergue privado con Pedro a pasar un rato tomando algo, no hay mucho más que hacer. Se van acumulando peregrinos en las mesas junto a nosotros. Hay un francés de unos 60 años, algo extraño, que acaba de llegar en un coche. Vemos como habla con Tino, el Hospitalero encargado del albergue público y le pide que le lleve en coche al siguiente albergue que está a unos seis kilómetros, El peregrino anda descalzo con algunas tiritas en los pies, por lo visto tiene a algún amigo allí y quiere llegar hasta ese albergue. Tino le dice que no. El francés se marcha algo frustrado hacia la carretera a hacer autostop, por una carretera en la que, si no lo recogen, le tocará hacer tres Km más que por el camino tradicional según nos cuenta Tino. Me parece curioso que sea tan tajante el hospitalero a la hora de darle la respuesta al francés vendado, y deduzco que es una norma que tiene debido a algún motivo, no percibo falta de solidaridad. Nos explica que así es, que no lleva peregrinos en coche a ningún sitio a no ser que se trata de una emergencia. Tuvo experiencias desagradables anteriormente y nos cuenta alguna anécdota. También dice que hay muchos peregrinos que son muy caraduras yendo en autobús o en taxis a los albergues intentando pasarse unas vacaciones turísticas a bajo costo, y eso va en contra de lo que él piensa que significa hacer el camino. Dice que incluso ha visto a gente echarse un vaso de agua en la cara antes de entrar en el albergue simulando haber hecho una etapa dura. Los albergues tienen que aplicar un orden de prioridad para los peregrinos en función del estado físico, si van en Bici, en caballo, coche de apoyo, etcétera. Y lo malo de este tipo de gente es que ocupan plazas que seguramente necesitan más otras personas. Está claro que cuando más gente y más popular es un sitio, cuando la masa de turistas decide invadirlo, pierde algo… y parece que eso pasa en estas últimas etapas del camino.
Estoy un rato más en la terraza y me dirijo a la cocina del albergue a preparar un bocadillo con algo de comida que llevo en la mochila.
Ceno fuera del albergue, casi a oscuras, en el banco de piedra, tranquilamente, totalmente a oscuras mientras veo las estrellas y con una tranquilidad casi absoluta. Echaba de menos esta sensación. Puedo ver incluso la vía láctea y me doy cuenta de que hacía mucho tiempo que no la veía. No me lo llego a terminar. Me voy a costar en mi litera y leo un rato en el móvil antes de dormirme. Ya estoy en el camino y he acabado bien mi primera etapa… estoy contento.