Excursión por Pico Bonito ✏️ Diarios de Viajes de Honduras

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Esta vez, imagino que porque mi cuerpo ya andaba algo cansado por aquel entonces, me levanto sobre las siete de la mañana, me asomo por la amplia cristalera de la habitación y justo al lado veo a la perra que custodia la finca. Se trata de Diabla, un cruce entre bóxer y otra raza, y que hasta ese momento no había tenido ocasión de conocer, por lo que no me seduce la idea de salir al exterior. Pero justo cuando estaba con todas esas dudas, apareció David y llamándola por su nombre se la llevó a su sitio donde permanecía por el día, más tarde me explicó que era una perra muy noble y que no debía de tenerle miedo, pero yo por si acaso, continué en mi línea de seguir respetando las distancias.

Me dispuse para dar mi paseo matutino, y descubrí unas escaleras que bajaban desde la altura donde nos encontrábamos nosotros, hasta el lecho del río, salvando un fuerte desnivel. Bajé por ellas, y ya en el río, fui remontándolo, salvando unas grandes rocas pulidas por el agua y que describían unos paisajes de montaña, muy distintos a los que hasta ese momento había vivido de este país. Aunque la cantidad de agua que bajaba no era mucha, sí era lo suficiente para que le aportase un punto muy bonito a ese verde valle encajonado y rodeado de altas montañas. Después de estar un rato merodeando por el río, deshice mis pasos y volví al hotel por el mismo camino por el que había bajado.

Tras el desayuno, ya nos estaba esperando Virgilio para nuestra excursión, se trataba de adentrarnos en la montaña y buscar unas zonas de pozas en el río, donde habitualmente solían bajar distintos animales, entre ellos monos y tucanes. Al final no nos encontramos con ninguno de estos animales, entiendo que deberíamos haber empezado la excursión quizás muy temprano, para haber tenido alguna oportunidad de verlos, pero de todas maneras, mereció mucho la pena hacerlo, ya que el sendero fue muy bonito por toda la exuberante vegetación y sobretodo por el gratificante baño que pude darme en las pozas, cuya agua estaban bastante fresquita. Incluso adentrándome en unas rocas desde una de las pozas, y siempre desde dentro del agua, llegué a una pequeña cascada, y pude situarme tanto detrás como debajo de la misma, fue una experiencia muy grata.

Acabada nuestra ruta, y ya de vuelta en el hotel, conocimos a otra huésped, se trataba de Camila, una mona araña, que según nos contó David, recuperó de un centro de animales furtivos, para que pudiese vivir un poco mejor en su finca, aunque aquí también tenía que estar atada, ya que cuando la soltaba le daba por ir a los cables eléctricos y tenía mucho riesgo de que algún día se electrocutara. Yo estuve jugando un poco con ella, eso sí, manteniendo siempre una distancia prudencial con respecto a la cuerda donde estaba atada y me cogía de las manos intentando abrazarme, ¡era muy graciosa y daban ganas de abrazarla!, aunque por si acaso no lo hice.

Después de la ruta nos enfundamos el bañador y nos dimos un refrescante baño en la piscina, para un rato más tarde tomarnos unas cervecitas fresquitas y posteriormente comer. Ya por la tarde comenzó a llover, incluso por momentos con gran fuerza, por lo que decidimos aprovechar la mesa de billar americano y disfrutar también un poco de aquel lluvioso ambiente.

Esa noche, nuestra última cena, ya no pudo ser donde siempre al aire libre y fuimos al otro lado donde había un porche cubierto y después de la cena, estuvimos charlando con Virgilio y David. Debido a la intensa lluvia que caía, fue inevitable que saliera a relucir el tema del huracán Mitch, que allá por el año 1998 devastó Honduras, y que ellos sufrieron en primera persona, ya que nos contaron como el río tuvo una crecida espectacular, destrozó un puente bastante alto, por el que esa misma mañana habíamos pasado, para cruzar el río e iniciar nuestra ruta y estuvo apunto de arrasar sus casas.

Doy fe que la altura desde el hotel, hasta el fondo del barranco donde está el río es considerable, por lo que no quiero ni imaginarme la cantidad de agua que debería bajar, para que llegase hasta escasos centímetros de desbordarse en este punto, por supuesto más hacia abajo lo arrasó todo por completo. Después de contarnos todo esto, menos mal que la lluvia prácticamente cesó y nos pudimos ir un poco más tranquilos a dormir, aunque cuando nos dirigíamos a la habitación no pude evitar asomarme al río y pensar en todo lo que nos habían relatado.

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