Lo bueno de que la mejor fiesta de Ibiza termine a la hora a la que las demás empiezan es que al día siguiente te levantas a una hora decente que te permite aprovecharlo bien.
Nos gustara o no, ese día teníamos que madrugar para recoger el coche del alquiler en la oficina de Europcar en el Hotel Bahamas de Playa d’en Bossa, la que más cerca nos pillaba. Fuimos algo más tarde pero no hubo problema, es más, en un principio teníamos el alquiler para tres días y nos permitieron ampliarlo uno más. Eso sí, nos advirtieron que de haberlo intentado en el último día quizá no hubiera sido posible porque están tan solicitados que administran la flota al milímetro.
Teníamos reservado un Fiat Panda o similar, pero al no haber disponibilidad, nos dieron uno más grande que el que nos correspondía: Un Seat León. El coche iba como la seda y nos gastó muy poco a pesar de ser gasolina. El depósito estaba lleno y había que devolverlo en las mismas condiciones.
Coche en mano, el plan del día era ir al norte de la isla y disfrutar de las dos calas que habíamos seleccionado en la zona investigando por internet, Portinatx y Cala d’en Serra.
En la primera, dejamos el coche en un parking exterior por 3€, pues no vimos otro sitio claro donde aparcar. La playa es de ambiente muy familiar y no había mucha gente comparándola con las del resto de la isla. Se pueden alquilar tumbonas y sombrilla por 6€ cada una, sin embargo nosotros preferimos protegernos del poco sol que había a esa hora con los pinos de la parte de atrás, donde desde además teníamos una bonita perspectiva.
El agua era turquesa, aunque con al principio con las nubes no se apreciaba bien, y estaba algo turbia. Pasamos ahí la mañana hasta que fuimos a reponer fuerzas a La Casa Verde, un restaurante justo al lado de las escaleras de acceso. El ambiente del mismo concordaba con el carácter familiar de la playa, con una comida casera. Fuimos 3 personas y pedimos 3 ensaladas tropicales, un plato de pollo asado, unos nachos y tres copas de helado. El total fue de 58,50€, por lo que estuvo bastante bien.
Ya con el estómago lleno fuimos a nuestro segundo destino del día: Cala d’en Serra. Está cerca de Portinatx con el desvío bien indicado. Había que ir descendiendo por la montaña y ya desde arriba las vistas prometían.
Había coches en la parte de arriba, pero a esa hora no encontramos problema en aparcar en la zona más cercana y nos ahorramos un buen paseo. Eso sí, la cuesta abajo es de aúpa... yo en moto ni me lo plantearía.
La cala, una delicia. Pequeña, poca gente y con el agua limpísima y cristalina. Como en Portinatx, había opción de alquilar tumbona y sombrilla por 6€, pero la misma montaña proporciona sombra una zona para los que el sol les agobia demasiado. Por poner algún “pero”, decir que la orilla está cubierta de guijarros, aunque en un par de metros mar adentro el fondo ya es arena. Eso sí, es la única cala que vimos que cubriera bastante muy cerca de la orilla.
Cuando el sol se puso, regresamos a casa para ducharnos y fuimos a cenar a un restaurante de la zona que siempre estaba a tope: Vinyl. Tienen una interesante variedad de hamburguesas y nosotros, que somos unos catadores natos, no queríamos dejar pasar la oportunidad de probarlas. Fuimos tres personas y pedimos una de pollo, una payesa y una ibérica; la carne para mi gusto estaba fabulosa.
La payesa.
Con bebidas y postres, demasiado caros en comparación a lo demás, nos costó 60€ los tres. Salimos satisfechos, pero nos cobraron una bebida que no nos sirvieron y el servicio fue, una vez más, demasiado lento.
Con el madrugón, no teníamos cuerpo para mucho más y nos fuimos directamente para casa.
Nos gustara o no, ese día teníamos que madrugar para recoger el coche del alquiler en la oficina de Europcar en el Hotel Bahamas de Playa d’en Bossa, la que más cerca nos pillaba. Fuimos algo más tarde pero no hubo problema, es más, en un principio teníamos el alquiler para tres días y nos permitieron ampliarlo uno más. Eso sí, nos advirtieron que de haberlo intentado en el último día quizá no hubiera sido posible porque están tan solicitados que administran la flota al milímetro.
Teníamos reservado un Fiat Panda o similar, pero al no haber disponibilidad, nos dieron uno más grande que el que nos correspondía: Un Seat León. El coche iba como la seda y nos gastó muy poco a pesar de ser gasolina. El depósito estaba lleno y había que devolverlo en las mismas condiciones.
Coche en mano, el plan del día era ir al norte de la isla y disfrutar de las dos calas que habíamos seleccionado en la zona investigando por internet, Portinatx y Cala d’en Serra.
En la primera, dejamos el coche en un parking exterior por 3€, pues no vimos otro sitio claro donde aparcar. La playa es de ambiente muy familiar y no había mucha gente comparándola con las del resto de la isla. Se pueden alquilar tumbonas y sombrilla por 6€ cada una, sin embargo nosotros preferimos protegernos del poco sol que había a esa hora con los pinos de la parte de atrás, donde desde además teníamos una bonita perspectiva.

El agua era turquesa, aunque con al principio con las nubes no se apreciaba bien, y estaba algo turbia. Pasamos ahí la mañana hasta que fuimos a reponer fuerzas a La Casa Verde, un restaurante justo al lado de las escaleras de acceso. El ambiente del mismo concordaba con el carácter familiar de la playa, con una comida casera. Fuimos 3 personas y pedimos 3 ensaladas tropicales, un plato de pollo asado, unos nachos y tres copas de helado. El total fue de 58,50€, por lo que estuvo bastante bien.
Ya con el estómago lleno fuimos a nuestro segundo destino del día: Cala d’en Serra. Está cerca de Portinatx con el desvío bien indicado. Había que ir descendiendo por la montaña y ya desde arriba las vistas prometían.

Había coches en la parte de arriba, pero a esa hora no encontramos problema en aparcar en la zona más cercana y nos ahorramos un buen paseo. Eso sí, la cuesta abajo es de aúpa... yo en moto ni me lo plantearía.
La cala, una delicia. Pequeña, poca gente y con el agua limpísima y cristalina. Como en Portinatx, había opción de alquilar tumbona y sombrilla por 6€, pero la misma montaña proporciona sombra una zona para los que el sol les agobia demasiado. Por poner algún “pero”, decir que la orilla está cubierta de guijarros, aunque en un par de metros mar adentro el fondo ya es arena. Eso sí, es la única cala que vimos que cubriera bastante muy cerca de la orilla.

Cuando el sol se puso, regresamos a casa para ducharnos y fuimos a cenar a un restaurante de la zona que siempre estaba a tope: Vinyl. Tienen una interesante variedad de hamburguesas y nosotros, que somos unos catadores natos, no queríamos dejar pasar la oportunidad de probarlas. Fuimos tres personas y pedimos una de pollo, una payesa y una ibérica; la carne para mi gusto estaba fabulosa.

Con bebidas y postres, demasiado caros en comparación a lo demás, nos costó 60€ los tres. Salimos satisfechos, pero nos cobraron una bebida que no nos sirvieron y el servicio fue, una vez más, demasiado lento.
Con el madrugón, no teníamos cuerpo para mucho más y nos fuimos directamente para casa.