Últimamente, me estoy dedicando a cumplir con algunas “deudas viajeras” que tenía pendientes desde hace un montón de tiempo. Quizás la más importante era Alcalá de Henares, con su casco histórico Patrimonio de la Humanidad que no conocía pese a estar a poco más de cuarenta minutos de mi casa, tanto en tren como en coche.
Así que no quise esperar más, y en un viernes que tuve libre en el trabajo decidí a acercarme hasta allí y hacer una visita que me llevó buena parte de la jornada.
Lo primero, unos breves datos sobre la ciudad, que se sitúa en la cuenca del río Henares, al este de la Comunidad de Madrid, a la que pertenece, y cuenta con unos 200.000 habitantes. Aunque fundada en época celtíbera, fue con los romanos cuando se desarrolló como una ciudad destacada, llamada Complutum. Posteriormente, los árabes establecieron en sus proximidades un enclave defensivo llamado Al-Qalat-Nahar (castillo sobre el río Henares), del cual deriva su nombre actual. En el añó 1118 fue conquistada para los cristianos y cedida al Arzobispado de Toledo, pasando a ser un señorío eclesiástico. Consiguió privilegios, como el de celebrar ferias y mercados. Contó con una importante judería y durante mucho tiempo convivieron en paz las tres culturas. En 1345 y 1348 albergó las Cortes de Castilla.
Alcalá debe dos de sus hitos más importantes al Cardenal Cisneros: el Fuero Extendido de 1509, y, sobre todo, el establecimiento de la Universidad (Universidad Complutense), cuya importancia llegó a ser tal que la llevó a competir con la de Salamanca.
Otro hecho sumamente destacado para Alcalá es ser considera la ciudad natal de Miguel de Cervantes, que fue bautizado en la Iglesia de Santa María el 9 de octubre de 1547, según consta en la partida de bautismo original que se conserva en la Casa Consistorial alcalaína.
Foto de la tarjeta que regalan en el Centro de Interpretación "Los Universos de Cervantes", con la reproducción de la partida de bautismo de Cervantes.
Durante cuatro siglos la Universidad permaneció en Alcalá de Henares, pero la ciudad fue paulatinamente perdiendo importancia a favor de la capital, hasta que en 1836 la Universidad fue trasladada a Madrid. Durante ese periodo de decadencia, que le llevó a quedarse fuera de la capitalidad de provincias, Alcalá perdió casi cuatro quintas partes de su población, que pasó de de 25.000 habitantes a poco más de 5.000. A mediados del siglo XIX, la situación había empeorado hasta el punto de que sus edificios más destacados fueron o estuvieron a punto de ser subastados. Incluso, ya estando la propia Universidad en manos privadas, su portada estuvo a punto de ser desmontada y vendida a coleccionistas americanos. Entonces, se creó la “Sociedad de Condueños de los Edificios que fueron Universidad”, fundada por ciudadanos de Alcalá, como la primera sociedad privada en España destinada a conservar filantrópicamente un patrimonio artístico, cuyo único fin era comprar los edificios más destacados para evitar su expolio y que volvieran a retomar su función posteriormente, en algún momento. Durante la segunda mitad del siglo XX acaeció el repunte social y económico de la ciudad y en 1977 se creó la nueva Universidad de Alcalá, cuyo rectorado y varias facultades se encuentran en algunos de los edificios de la Sociedad de Condueños.
En 1968, el casco viejo fue catalogado como Conjunto Histórico-Artístico, con 9 Monumentos Nacionales. Y en 1998 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad el casco histórico y la Universidad de Alcalá de Henares “como reconocimiento a su condición de primera ciudad universitaria planificada como tal que ha existido en el mundo y a su concepción de ciudad que proyectó el ideal humanista a América”.
Y, por fin, comienzo con el relato de mi visita.
Alcalá de Henares se encuentra a 36 kilómetros de Madrid. Aunque hay varias formas de llegar, yendo por carretera la más fácil es tomar la A-2 (Autovía de Barcelona), que te dejará a sus puertas en poco más de 40 minutos (si no hay atascos, claro). Sin embargo, si se quiere ir de visita turística desde Madrid, lo mejor es coger el tren de cercanías, Líneas C-2 y C-7, que en menos de 40 minutos te llevan desde la Estación de Atocha (en pleno centro de Madrid) a la de Alcalá de Henares, que se encuentra a unos pocos minutos caminando del casco histórico. Por 3,40 euros por persona y trayecto te olvidas de atascos, aparcamiento y demás historias. Esto fue, precisamente, lo que hice yo.
Perfil en GoogleMaps de la ruta desde Madrid en tren y en coche.
Alcalá de Henares tiene tres estaciones de cercanías: La Garena, Alcalá de Henares y Alcalá de Henares-Universidad. Hay que apearse en la de Alcalá de Henares. A la salida de la estación hay un quiosco de información turística y si está abierto no viene mal pedir un plano para orientarse. Tampoco es que sea especialmente difícil: de frente se toma el Paseo de la Estación todo seguido hasta la calle de los Libreros, que aparece unas pocas manzanas después, la siguiente a una avenida muy amplia, la Vía Complutense. Allí nos encontraremos en el comienzo del casco histórico. Pero mejor ir por partes.
Fotografía del Plano que me dieron en la Oficina de Turismo. También se puede descargar por internet.
En la página web del ayuntamiento de Alcalá había visto anunciadas visitas guiadas que me parecieron interesantes. No soy muy aficionada a este tipo de visitas, pues prefiero recorrer los lugares por mi cuenta, pero en este caso, decidí apuntarme a una que se llama Alcalá Monumental y Corral de Comedias. Tiene un precio de 9 euros, dura algo más de dos horas y media y sale de la cafetería del Parador Nacional, en la Calle Colegios núm. 17, muy cerca de la Plaza de Cervantes. No es necesario hacer reserva previa, basta con presentarse allí unos minutos antes del comienzo y apuntarse. Hay diversos recorridos, horarios y precios, así que quién esté interesado mejor que lo consulte previamente en la página del ayuntamiento o en la Oficina de Información Turística, que se encuentra en el Callejón de Santa María 1, en una esquina de la Plaza de Cervantes, junto a la antigua Iglesia de Santa María. Como la visita que me interesaba salía a las 11:30, cuando llegué a Alcalá me dirigí directamente hacia el Parador, aunque me dio tiempo de ir fijándome en bastantes sitios por el camino.
Oficina de Información Turística, un poco escondida detrás de la antigua Iglesia de Sta. María.
Salí de la estación y, consultando un plano que me había descargado de internet, enfilé el Paseo de la Estación. Casi enseguida pude ver, a la izquierda, una casa que inevitablemente llamó mi atención entre tanto bloque moderno: el Palacio Laredo. Se trata de un edificio construido en 1882 por el arquitecto Manuel Laredo y Ordoño como residencia personal en un llamativo estilo neomudéjar, que incorpora elementos góticos, renacentistas, pompeyanos y modernistas, con yeserías y azulejos de inspiración oriental. Actualmente pertenece al Ayuntamiento de Alcalá de Henares y alberga el Museo Cisneriano (centro para el estudio de la figura del Cardenal Cisneros y su época).
El edificio es realmente bonito, pero al estar constreñido en una calle con mucho tráfico y con coches aparcados al lado, resulta difícil sacar alguna foto decente. Me hubiera gustado visitarlo por dentro, pero solo se puede ver por libre los sábados, domingos y festivos. De martes a viernes hay que comprar una entrada combinada con la Universidad, en una visita guiada conjunta, que me fue imposible compaginar tal como llevaba distribuida la jornada. Así que me conformé con cruzar la verja, asomarme a la entrada y contemplar un poquito del hermoso jardín romántico que rodea el edificio.
Continué por el Paseo de la Estación, crucé la Vía Complutense (una amplia avenida con mucho tráfico) y llegué a una plaza con una fuente (la Fuente de los Mártires); de allí, a la derecha, sale la calle Libreros, que puede decirse que ya forma parte del casco histórico, con una serie de edificios destacados como el Colegio de los Verdes, el Colegio del Rey (Instituto Cervantes) y el Colegio de León. Esta calle es la prolongación de la calle Mayor y debe su nombre la gran cantidad de imprentas que se instalaron aquí a partir del siglo XVI. Los prunos estaban florecidos y ponían un bonito contrapunto al intenso tráfico que, de momento, no invitaba demasiado a pararse y contemplar el panorama con tranquilidad.
Fachada de la Capilla de las Sagradas Formas (siglo XVII) en la Calle Libreros.
Colegio del Rey. Instituto Cervantes. Se fundó por orden del rey Felipe II en 1550 especialmente para la instrucción de los hijos de los servidores reales. Su fachada de ladrillo con dos torreones es obra de Juan Gómez de Mora Actualmente es propiedad del Ayuntamiento de Alcalá y alberga el Instituto Cervantes.
Poco después, a la izquierda, tomé la Calle Beatas, que inmediatamente me hizo sumergirme en una dimensión con más encanto medieval, donde los coches aunque circulaban, ya no reinaban. En una esquina apareció el Convento de las Clarisas de San Diego, las llamadas “almendreras”, que se han ganado la fama de elaborar las mejores almendras garrapiñadas de toda la ciudad. Fundado en 1670, su fachada es muy sobria, presidida por la figura de San Diego; sin embargo, transmite serenidad y por su misma sencillez la encontré muy bonita.
Seguí hacia la Plaza de Cervantes, el centro neurálgico de la ciudad. De trazado rectangular, la parte central está rodeada de árboles, desnudos de hojas en el invierno, y se encuentra porticada solo en parte, ya que los rectores eclesiásticos se opusieron a instalar columnas en las fachadas de sus edificios. Su origen es medieval y en este espacio extramuros se celebraban la feria anual y el mercado, por lo que se llamó la Plaza del Mercado, hasta que en el siglo XV con la ampliación de las murallas pasó a integrarse plenamente en la ciudad, convirtiéndose en lugar de celebración de festejos, corridas de toros y autos de fe, además de constituir la frontera entre la jurisdicción propia de la villa y la de la universidad, cuyas relaciones no fueron siempre demasiado amistosas.
En la Plaza desemboca la calle Mayor, la más notable de la ciudad y allí se encuentran también algunos de sus edificios más importantes, como el Ayuntamiento, el Corral de Comedias, la Capilla del Oidor y la Torre de Santa María. También cuenta con un quiosco de música, una fuente y un monumento escultórico dedicado a Miguel de Cervantes, que realizó el italiano Pedro Nicoli en 1879. Es un espacio grande, abierto y muy concurrido por gente paseando, haciendo turismo, tomando algo en las terrazas de cafés, bares o restaurantes o, simplemente, descansando en algún banco. Su plano superior, con los tejados de los edificios que la conforman y la estatua de Cervantes es una de las imágenes más conocidas de Alcalá de Henares.
Después de acercarme un momento a la Oficina de Turismo para pedir un plano en condiciones, fui directamente a la cafetería del Parador Nacional, sito en la cercana calle Colegios, para empezar la visita guiada. Por cierto, que el Parador se encuentra en el edificio de un antiguo colegio estudiantil del siglo XVI, perteneciente a los dominicos de Santo Tomás, y que tras la desamortización de Mendizábal fue utilizado como prisión. Actualmente, está completamente rehabilitado. Enfrente, nos encontramos con la antigua Hospedería de Estudiantes, que formaba parte del conjunto de edificios universitarios que planificó el Cardenal Cisneros a finales del siglo XV. Cuenta con entrada directa al Paraninfo de la Universidad.
Calle Colegios.
Hostería de Estudiantes (foto de arriba) y Parador Nacional (foto de abajo)
Resumen de la visita guiada.
Comenzamos en la Plaza de Cervantes, donde visitamos el Corral de Comedias y la Capilla del Oidor.
Corral de Comedias.
Se inauguró en 1601, con lo cual es el más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa. Sin embargo, lo que se conserva hoy en día no tiene mucho que ver con sus inicios. Este Corral, a diferencia del de Almagro, fue evolucionando a lo largo del tiempo, adaptándose a diversas actividades (comedias, conciertos, teatro romántico, cine…). Actualmente se utiliza para representaciones después de ser restaurado según un proyecto de Peridis que ha tratado de devolverle parte de su espíritu original. Realmente ha quedado muy bonito, se han recuperado parte de los antiguos suelos de piedra y el viejo pozo (están bajo unas cristaleras), algunas vigas de madera originales y antiguos palcos ocultos para visitantes que no querían ser reconocidos, con acceso directo a posadas adyacentes. Muy interesante la visita.
Ayuntamiento. Desde el siglo XIX ocupa las antiguas dependencias del Convento de San Carlos Borromeo (del siglo XVIII). Destaca la Planta Noble, el Salón de Plenos y la Sala de la Comisión de Gobierno, donde se conserva la partida original de bautismo de Miguel de Cervantes.
Torre de Santa María y Capilla del Oidor.
Tras la Guerra Civil, es lo que quedó en pie de la antigua Iglesia de Santa María, del siglo XVI, donde
fue bautizado Miguel de Cervantes el 9 de octubre de 1547. La Capilla del Oidor se ha restaurado completamente, destacando su arco mudéjar; se utiliza como sala de exposiciones y alberga el Centro de Interpretación “Los Universos de Cervantes”. También exhibe una reproducción de la partida de bautismo de Cervantes y de la pila donde se le bautizó. El acceso es gratuito. La Torre de Santa María se ha convertido en un excelente mirador sobre la ciudad, al que, por cierto, no pude subir porque sólo abre los sábados, domingos y festivos. De verdad, que hay cosas que no comprendo.
Capilla del Oidor, arco mudéjar.
Círculo de Contribuyentes.
Un llamativo edificio de 1893, diseñado para acoger el Casino local.
Desde allí, fuimos a la casi contigua Plaza de San Diego.
Colegio Mayor de San Ildefonso. Antigua Universidad.
El edificio renacentista de la antigua Universidad fue erigido en 1508 según el proyecto de Pedro Guimiel y por orden del Cardenal Cisneros que, sin embargo, no llegaría a conocer la magnífica fachada plateresca puesto que Rodrigo Gil de Hontañón no la terminó hasta 1553. En esta Universidad estudiaron personajes insignes de las artes y las letras españolas, como Quevedo, Lope de Vega, Nebrija...
Tiene varios patios, como el Patio Mayor o de Santo Tomás consta de tres pisos de diferente altura y está decorado con estatuas y escudos, el de los Continuos, el de los Filósofos y el Trilingue.
Patio Mayor o de Santo Tomás.
Patio de los Filósofos.
Patrio Trilingue. Ya en el espacio de la Hostería de Estudiantes, anexa a la Universidad.
El espacio más destacado es el Paraninfo, con artesonado mudéjar y tribunas platerescas. Aquí el Rey de España entrega todos los años el Premio Cervantes de Literatura. No nos dejaron hacer fotos en el interior
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Capilla de San Ildefonso.
Contigua al edificio de la Universidad, data del siglo XV. Alberga un llamativo mausoleo de mármol de Carrara destinado al Cardenal Cisneros, pero que no contiene sus restos, pues fueron trasladados a la Iglesia Magistral, quizás porque el propio Cardenal dejó dicho que no deseaba ser enterrado en un sepulcro espectacular. Esta capilla está incluida en la visita de la Universidad, pero no nos la mostraron durante la visita guiada
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Calle Mayor.
La calle Libreros termina en la Plaza de Cervantes, donde comienza la calle Mayor, que sigue hasta la Plaza de los Santos Niños. Se dice que es la calle porticada más larga de España. Su origen es medieval y estaba dedicada especialmente al comercio, exponiendo los mercaderes sus productos en soportales sostenidos por pilares de madera para evitar las inclemencias del tiempo. Los pilares de madera fueron sustituidos por otros de granito de forma cuadrada en el siglo XIX, pero todavía se conservan algunas (se distinguen porque tienen forma redondeada) anteriores, de piedra, con detalles de color en los capiteles, muchas de las cuales fueron expoliadas de la ciudad romana de Complutum.
Aquí estaba ubicada la antigua Judería, de la que actualmente no se conserva nada, salvo una mención en un patio de vecindad, y las mirillas de tres casas, por donde se veía a quienes llamaban a la puerta y se echaban las llaves si eran bien recibidos.
Esta calle sigue siendo eminentemente comercial y está siempre muy concurrida.
Casa de Cervantes.
Se encuentra en la calle Mayor, 48, esquina a la calle Imagen. Se supone que aquí estaba ubicada la casa natal de Cervantes, ya que fue el hogar familiar, donde ejercía su padre, que era cirujano sangrador. La casa actual está completamente reconstruida y no responde a la original del siglo XVI, pues se unieron varios edificios. En realidad, hay que tomarlo como un homenaje al escritor y a su tiempo. Se ha pretendido recrear lo que podía ser una vivienda de Alcalá del siglo XVI, con su patio y sus estancias, en las que se han colocado una estupenda colección de muebles y enseres de la época. Sin embargo, no parece que la familia Cervantes pudiera permitirse ciertos “lujos” que transmite el mobiliario. En cualquier caso, la visita resulta interesante y es gratuita. Frente a la fachada, hay un banco con las esculturas de Don Quijote y Sancho Panza.
Hospital Antezana.
Está junto a la Casa de Cervantes. Fundado en 1483 para atender a enfermos de paso, está considerado como el más antiguo de Europa pues sigue funcionando ininterrumpidamente desde entonces. Se dice que el padre de Miguel de Cervantes trabajó aquí como cirujano sangrador. Tiene una capilla y un sencillo pero bonito patio mudéjar.
En este punto, dejamos la calle Mayor, para girar a la derecha, por la calle de la Imagen.
Convento Carmelita de la Imagen.
Calle de la Imagen nº 7. Es convento de clausura y se fundó en 1562. Destaca su portada plateresca. La hermana de Cervantes, Luisa, fue monja en este convento.
Casa natal de Manuel Azaña.
Junto al Convento Carmelita. Aquí nació el 10 de enero de 1980 el que fue Presidente de la Segunda República Española.
Seguimos hacia la izquierda, por la calle de Santiago. Supuestamente, esta calle fue en su día el centro del barrio musulmán y hay una placa del lugar donde estuvo ubicada la mezquita, de la que actualmente no queda ni un resto. Fue muy castigada durante la Guerra Civil, durante la que se perdieron muchas antiguos edificios e iglesias.
Museo Arqueológico Regional. Antiguo Convento de Dominicos de la Madre de Dios.
Está en la calle de Santiago, junto a la Plaza del Palacio. El Museo se inauguró en 1999 para la exposición de fondos arqueológicos de la Comunidad de Madrid. Para ello, se restauró un viejo convento fundado en 1565, aunque el edificio actual data de los siglos XVII y XVIII. Resulta bastante interesante, sobre todo las obras romanas y los mosaicos.
Salimos a la bonita Plaza del Palacio, en la foto de arriba con el Oratorio de San Felipe Neri al fondo, la de abajo con una fuente.
Palacio Arzobispal.
Plaza del Palacio. Su origen se remonta al año 1209 y fue reformado en 1375 en estilo gótico, aunque no se concluyó hasta mediados del siglo XVI según los gustos renacentistas. Resultó destruido durante la Guerra Civil y tuvo que ser casi completamente restaurado, conservándose únicamente parte de una de las torres originales. Aquí se desarrolló la primera entrevista entre Isabel de Castilla y Cristóbal Colón.
Pese a todo, el conjunto resulta muy atractivo, tanto por la fachada principal que da a la Plaza del Palacio, como la lateral, que da a la romántica Plaza de las Bernardas, con una escultura dedicada a Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos que se casó con Enrique VIII y fue reina de Inglaterra, y que nació en este palacio.
Aquí se acabó la visita guiada, que duró casi tres horas. Lo que contaré a continuación ya lo hice por mi cuenta.
Monasterio Cisterciense de San Bernardo.
Fundado en 1618, se encuentra en la Plaza de las Bernardas, que he citado anteriormente. Constituye el primer ejemplo en España del estilo barroco italiano. Dentro de este convento se quedó la antigua Puerta de Burgos, para sustituir la cual se tuvo que construir el Arco de San Bernardo.
La visita de este Monasterio puede resultar interesante ya que contiene el Museo Cisterciense, donde se recrea la vida monástica del siglo XVII (cocina, celdas de clausura, etc). No puedo opinar porque no entré.
Convento y Arco de San Bernardo.
Muralla y Museo de Escultura al Aire libre.
Siguiendo por la calle de las Bernardas se llega hasta el Arco de San Bernardo, que conduce al exterior del recinto amurallado, y nos traslada a una zona moderna y de intenso tráfico de la ciudad. Sin embargo, podemos rodear por la muralla, que consta de dos puertas y catorce torres. Además, hay una zona ajardinada y una exposición de escultura al aire libre.
Zona de la muralla por la parte exterior.
Zona de la muralla por la parte interior.
Se puede visitar el llamado Antiquarium y el Paseo Arqueológico del Palacio Arzobispal, así como subir a la muralla y visitar las torres. Quizás sea interesante, pero me enteré después y no lo vi, así que no puedo opinar. Otra vez sera.
Puerta de Madrid.
Siguiendo la muralla, se llega a la Puerta de Madrid (o se puede hacer el recorrido inverso, saliendo por la Puerta de Madrid y volviendo a entrar al casco histórico por el Arco de San Bernardo). Conforme a la carretera que comunicaba (y comunica) Alcalá de Henares con Madrid, no extraña que en Madrid exista una Puerta de Alcalá, en la ruta a la ciudad complutense, y en Alcalá una Puerta de Madrid, en la ruta hacia la capital. Ésta se encuentra en la calle Andrés Saborit y fue construida en 1788 para sustituir a otra medieval que era muy estrecha y en codo, lo que dificultaba el acceso de carruajes. Las dos Puertas son, por lo tanto, de la misma época y, salvando las distancias, tienen un estilo parecido, con tres cuerpos, el del centro más elevado y con frontón. Según nos comentó la guía alcalaína, “los dineros” marcaron la diferencia entre la magnificencia de una y otra, pues la de Madrid la financió la Corona y la de Alcalá la construyó el arquitecto Antonio Juana Jordán con fondos donados por el Cardenal Lorenzana, entonces arzobispo de Toledo.
Ermita de Santa Lucía.
Frente a la Torre de la Catedral. Es un edificio del siglo XVII que sustituyó a otro del siglo XIII, donde se celebró en 1515 la reunión del primer concejo.
Casa de los Lizana.
Antiguo Colegio de las Santas Justa y Rufina que cuenta con una bonita portada renacentista.
Colegio-Convento de Mínimos.
Actual Facultad de Económicas y Empresariales, su origen se remonta a 1553.
Plaza y Colegio de los Irlandeses. Convento de las Agustinas Recoletas.
Resulta muy curiosa la historia de los alrededores de esta Plaza de construcción moderna, una zona considerada durante cuatro siglos como de las menos seguras de Alcalá, llegándose a conocer como el Callejón del Peligro, donde se disputaban duelos, peleas y reyertas entre estudiantes y personajes de mala reputación. Se puede ver también el Colegio de los Irlandeses, sobre el que destaca la Cúpula barroca del Convento de las Agustinas Recoletas de Santa María Magdalena, que se puede ver saliendo a la calle Santa Úrsula.
Catedral-Magistral de los Santos Justo y Pastor.
En la Plaza de los Santos Niños (Justo y Pastor). Solamente hay dos Catedrales en el mundo que ostentan el título de Magistral: la Iglesia de San Pedro en Lovaina (Bélgica) y la de los Santos Justo y Pastor en Alcalá de Henares. El título significa que todos sus canónigos deben ser doctores en teología por la respectiva Universidad. El título de Magistral lo obtuvo en 1519. Y en 1991 recuperó el carácter de Catedral al restaurarse la diócesis de Alcalá.
El exterior es bastante sobrio, con portadas apenas sin ornamentos, excepto los llamados escudos “cisnerianos”. Se obtiene una vista muy romántica desde la Calle del Empecinado (foto de la izquierda, abajo)
Es una obra de estilo gótico tardío, con influencias renacentistas, que se empezó a construir a finales del siglo XVI, cumpliendo el deseo del Cardenal de Cisneros de edificar un templo en el lugar (situado entonces a las afueras de la ciudad de Complutum) donde supuestamente fueron martirizados los niños Justo y Pastor en el año 305 por orden del prefecto Daciano de acuerdo con las persecuciones emprendidas por el Emperador Diocleciano, y que se había convertido en un lugar de veneración para los cristianos. Aquí se erigieron varias capillas e iglesias, hasta que en el siglo XV el cardenal Carrillo decidió edificar un templo con dimensiones de Catedral; pero fue el Cardenal Cisneros quien impulsó las reformas definitivas a finales del siglo XV y principios del XVI, dirigidas por los arquitectos Antón y Enrique Egas. De la antigua edificación se conservó únicamente la cripta donde reposan los restos de los Santos Niños y la capilla funeraria gótico-mudéjar, denominada “del tránsito”.
El interior de la Catedral cuenta con tres naves con bóvedas de crucería. Sufrió graves daños durante la Guerra Civil. Y no se conserva demasiado del templo original, ni siquiera el Retablo del Altar Mayor. Lo más destacado es la cripta de los Santos Niños, el conjunto de rejerías y en la Nave de la Epístola, la capilla de la Virgen del Val con la imagen de la Patrona de Alcalá. El claustro es muy sencillo y está cerrado con cristaleras.
La visita del interior es de pago, me costó 1 euro y 2 euros más por subir a la Torre, que data del siglo XVII. Las torres de catedrales, murallas y castillos son mi debilidad, no lo puedo evitar, si bien, en este caso, de haber sabido lo que me esperaba seguramente me lo hubiese pensado dos veces. La subida es lo normal en estos casos, por una estrecha escalera de caracol de piedra, con los peldaños bastante desgastados en algunos puntos, por lo que hay que ir con cuidado. Sin embargo, lo peor fue al llegar al cuerpo de campanas, donde se supone que se tienen que obtener las mejores vistas. Y, sí, vistas “haylas”, pero para alcanzar el rellano de los balcones donde se asientan las campanas hay que trepar literalmente a una especie de listón metálico, que solo se alcanza apoyándose en una especie de argolla. Vamos, toda una aventura para quien, como yo, no tiene unas piernas larguísimas con las que llegar al tablón. Menos mal que no había nadie a la vista y conseguí arrastrarme lastimeramente hacia los balcones para sacar alguna foto interesante. Después de haber subido allí arriba y haber pagado dos euros, si tengo que volver a bajar con las mismas, me hubiese mosqueado un montón. Por lo tanto, no aconsejo demasiado la ascensión a esta torre a personas que no estén en muy buena forma, pese a que incluso pueden distinguirse las siluetas de los rascacielos de las Cuatro Torres de Madrid.
En esta foto se ve, al fondo, un curioso perfil de Madrid con las cuatro torres, y más abajo, a la deerecha, la Puerta de Madrid de Alcalá, que marca la dirección hacia la capital.
Varias vistas desde la Torre, además la escalera de caracol y las balconadas a las que hay que trepara para poder ver algo, junto a las campanas:
Por cierto que aquí, como en todo Alcalá, pude ver varias cigüeñas, que emprendieron el vuelo desde sus nidos, asustadas cuando me oyeron llegar. Y es que en las poblaciones españolas ya abundan las cigueñas, pero aquí las hay a docenas.
Para comer no me entretuve demasiado y fui a tomar un refresco y un trozo de pizza. Después decidí visitar los restos arqueológicos romanos, que se encuentran a las afueras de la ciudad. Es fácil llegar en al autobús de la Línea 1, que se coge en la Plaza de Cervantes, y que cuesta 1,30 euros. Le pedí al conductor que me avisara en la parada correspondiente y muy amablemente me indicó cómo llegar hasta el yacimiento, un paseo de unos cinco minutos.
Ciudad Romana de Complutum.
Yacimiento arqueológico de la antigua ciudad romana. La entrada cuesta un euro. La verdad es que o no queda mucho o se ha excavado poco, quizás ambas explicaciones son válidas. Se puede visitar el Foro, con la Curia, la basílica, el mercado y los conjuntos termales, pero lo que se ve no resulta demasiado espectacular, aunque los numerosos paneles informativos tratan de activar en lo posible la imaginación. También hay que tener en cuenta que lo más importante, los mosaicos, se encuentran expuestos en el Museo Arqueológico, que he citado anteriormente. En mi opinión, es una visita prescindible salvo que se disponga de mucho tiempo o se esté muy, pero que muy interesado/a en yacimientos arqueológicos. Por cierto que no hay ni una sombra en todo el recorrido, por lo que no es nada recomendable ir en verano, cuando hace mucho calor o si pega fuerte el sol.
Desde allí me acerqué caminando (unos diez minutos aproximadamente) hasta el segundo foco de interés romano de Alcalá.
Casa de Hippolytus.
La entrada cuesta un euro. Es una villa romana, próxima al Foro de Complutum, con restos de los siglos I al V d.C. Según parece, se edificó para la educación de los jóvenes patricios de la ciudad. Contaba con un patio, sala de baños, zona termal, piscinas, horno de cocinar, letrinas… Lo más interesante es un precioso mosaico con escenas de pesca.
Nuevamente tomé el autobús para volver a la Plaza de Cervantes, si bien hubiera podido coger el tren cerca de la Casa de Hippolytus, en la estación de la Garena, pero decidí dar otra vueltecita por el centro histórico y volver desde la estación central.
Finalmente, después de hacer algunas fotos más en la Plaza de Cervantes, salí a la calle de San Pedro y continúe por la Vía Complutense, desde donde capté una imagen bastante sugerente para poner fin a la visita que debía a Alcalá de Henares y que recomiendo a todo el mundo.
Descripción: Una bonita ruta en Somosierra, Madrid. La Chorrera de Litueros es en realidad el nacimiento del río Duratón. Tiene varias opciones, más o menos complicadas. Se puede combinar con la Dehesa Bonita.
Fecha creación: 25/01/2021 22:22
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En estas fechas de tantos confinamientos perimetrales, nos estamos dedicando -cuando podemos- a repasar antiguas rutas de senderismo por la Comunidad de Madrid, algunas surcadas hace muchos años y otras que desconocíamos. Y es que tendemos a olvidar lo que más cerca tenemos cuando en muchas ocasiones merece realmente la pena. Este es el caso de la ruta a la que voy a referirme a continuación, la de la Chorrera de Litueros, una de las caídas de agua más altas de la provincia de Madrid. Me encantó y, sobre todo, me resultó sorprendente que estando tan cerca de la A-1, ignorásemos que estaba allí, a menos de cinco kilómetros de una carretera por la que habíamos transitado decenas de veces rumbo a otros destinos. Pero iré por partes.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
Itinerario desde Madrid.
Para llegar desde Madrid, hay que tomar la A-1 y seguir unos 90 kilómetros en dirección Burgos, hasta la salida correspondiente a la localidad de Somosierra (la más al norte de la Comunidad de Madrid, y ya muy cerca del límite con la de Castilla-León) a la que llegaremos por la antigua Nacional, que, de hecho, se sigue denominando N-1. Continuamos hacia adelante hasta sobrepasar el pueblo y llegar a la Estación de Servicio que hay frente al Hotel Restaurante El Puerto, en cuyas inmediaciones se puede dejar el coche. En nuestro caso, como fuimos en día laborable, no tuvimos ningún problema de aparcamiento. No sé qué sucederá en fines de semana y días festivos. También es posible seguir avanzando dos o tres kilómetros por la N-1, hasta llegar al inicio de la ruta a pie (lo que hicimos nosotros), a la que se accede por un hueco a la derecha de la carretera, poco antes de que la carretera se corte definitivamente. Si se quiere hacer la ruta circular, dará lo mismo aparcar en un sitio u otro, pues el recorrido será más o menos el mismo en kilómetros y tiempo.
Lugar exacto donde comienza la ruta a pie.
DATOS DE LA RUTA COMPLETA.
Hay varias formas de hacer esta ruta, desde llegar a vislumbrar simplemente la Chorrera, lo que supone un paseo de unos quince minutos, hasta realizar dos o tres recorridos de carácter circular, bastante más largos y complicados, que pueden incluir también la denominada “Dehesa Bonita”, uno de los bosques con más encanto y variedad ecológica de la Comunidad de Madrid, especialmente interesante y bello en otoño. Es posible encontrar diversos tracks y rutas en internet. Aquí me voy a referir a la que seguimos nosotros y cuyos datos son los siguientes, de acuerdo con la copia local de wikiloc que tengo recogida en mi teléfono móvil:
Distancia: 10,48 kilómetros Tiempo total: 4 horas y 33 minutos (incluyendo paradas (bocadillo, fotos...) Desnivel: altitud mínima: 1.163 metros; altitud máxima: 1.754 metros Tipo de ruta: circular Dificultad técnica: Moderada. No hay señalización.
Si solamente se desea contemplar la chorrera hasta el mirador más accesible, la caminata supone un par de kilómetros en recorrido de ida y vuelta, con grado de dificultad "fácil" y unos tres cuartos de hora en tiempo.
NUESTRA RUTA.
A finales del mes de noviembre, nos encontramos con un día espléndido de sol y muy buena temperatura. El otoño estaba ya un poco avanzado en cuanto a la caída de la hoja, pero aún se conseguían buenas estampas en el arbolado. Entramos en el Hotel Restaurante El Puerto a tomar un café y encargar unos bocadillos. A continuación, decidimos seguir con el coche hasta donde se inicia la caminata a pie, como he dicho antes, dos o tres kilómetros después de la Gasolinera. Google Maps lleva directamente al inicio. Dejamos el vehículo y empezamos a caminar. Enseguida llegamos a una valla metálica con acceso peatonal, que nos advertía de que cerrásemos la cancela después de pasar.
El comienzo es muy sencillo, a través de una pista entre cambroños, cuyas flores amarillas, tan características de la Sierra de Guadarrama, alcanzan su esplendor en primavera y verano. Al fondo, empezamos a ver una formación rocosa espectacular y pocos minutos después pudimos, ya, divisar la cascada a lo lejos: ¡qué bonita!
Llegamos al arroyo de las Pedrizas, que cruzamos, y seguimos adelante, en medio de un paisaje muy bonito por los colores del otoño.
Llevábamos un track en el móvil, pero no resultaba fácil seguirlo, así que empezamos a tirar de instinto. Cruzamos el arroyo y seguimos hacia la chorrera, cuya parte inferior ya veíamos claramente. El agua y las rocas escarpadas nos cortaban el paso, así que tuvimos que trepar un poco hasta alcanzar la chorrera. Si, en vez de seguir de frente, hubiésemos tomado el sendero que sale a la derecha nada más cruzar el arroyo más abajo, el camino habría sido más sencillo, pero nos hubiésemos perdido unas vistas preciosas de la cascada. No hacerlo si no se tiene un poquito de experiencia y habilidad en estos terrenos (confieso que hubo un momento en que juré en arameo cuando me tuve que colgar prácticamente de un árbol como la mona Chita: ya no estoy para esos trotes ).
A estas alturas, será bueno decir que nos encontramos en la chorrera que supone el nacimiento del río Duratón, el que alcanza su punto culminante de belleza en la provincia de Segovia, cerca de Sepúlveda, con las famosas Hoces, y al que le debo un par de etapas en este diario, deuda que espero saldar muy pronto. Es curioso, pero con el inesperado nacimiento de este río (no tenía ni idea de que naciese aquí), ya conozco su nacimiento, su curso medio y su desembocadura, cerca de Peñafiel, en Valladolid. Todo un lujo de río, la verdad.
Unas fotos por aquí y otras por allá, empezamos a ver algunos excursionistas en el lado contrario del curso del agua, asomados a lo que parecía un mirador. Alguno nos avisó de que el acceso era mucho mejor por aquel lado. Así que tocaba deshacer el camino andado o cruzar de algún modo, opción que escogimos (bueno, escogió mi marido, pues yo no estaba muy convencida). Tras algunas cabriolas en las rocas, conseguimos pasar al lado contrario, haciendo, de paso, algunas otras fotos interesantes. Muy bonito el panorama. Me sorprendió la cantidad de agua que llevaba la Chorrera. No había llovido demasiado aún, así que no lo esperaba. Ni que decir tiene que en las fotos no se aprecia como al natural.
Ya en el otro lado del río, obtuvimos una perspectiva diferente, más amplia. Según he podido leer, en la Chorrera de Somosierra o de Litueros confluyen las aguas de las cumbres serranas formando el arroyo del Caño y, tras tres caídas en cola de caballo sobre las enormes piedras, se une al arroyo de las Pedrizas para dar lugar al magnífico río Duratón. Esta es una de las cascadas más altas, caudalosas y bellas de la provincia de Madrid.
Y es que, aparte de la fuerza del agua, llama la atención las curiosas formaciones rocosas, como dos cuernos o jorobas o lo que cada uno quiera imaginarse, por las que se precipita el agua. Es un lugar realmente precioso, cuya fuerza natural contrasta con la autovía por la que circulan numerosos vehículos y que no deja de distinguirse en la distancia.
A partir de aquí, cabe la opción de regresar al punto de partida o alargar la excursión por este margen derecho, lo que resulta muy recomendable, si bien hay que tener en cuenta que requiere caminar entre rocas y arbustos, siempre hacia arriba, a veces con pendiente muy acusada, y llevando mucho cuidado por el riesgo de sufrir resbalones o, incluso, perder el camino, ya que no hay senda como tal. No me parece aconsejable para personas que no estén acostumbradas a este tipo de terreno, para niños pequeños, con hielo o nieve o si llueve o no hay buena visibilidad, pues en estas condiciones el recorrido podría convertirse en peligroso. Además, repito que no hay señalización alguna.
Según subíamos, las vistas no eran mejores ni más cercanas, pero sí diferentes y de algún modo más espectaculares, hasta que, al fin, alcanzamos el punto más alto, desde donde podíamos contemplar completo el escarpe por donde se precipita el agua. Mereció la pena llegar hasta allí.
Poco a poco, nos fuimos alejando de la caída de agua y, siempre en ascenso, tomamos una pista, que a través de la ladera oeste de la Sierra Cebollera nos llevó hasta los 1.675 metros de altitud.
Un suave descenso nos llevó por otra pista por el Barranco de las Pedrizas hasta cruzar el arroyo del mismo nombre. Poco después nos detuvimos para tomar nuestros bocatas.
Continuamos después por un desvío a la izquierda, que tras una ligera ascensión, nos condujo hasta el punto más alto del recorrido (1.754 metros), donde pudimos asomarnos a un amplio Mirador, desde el que se contempla la Dehesa Bonita, una vista lejana de la Sierra de Guadarrama y también la sempiterna autovía que nos recuerda que, aunque parezca lo contrario, no estamos muy lejos de la civilización.
Continuamos la pista hasta llegar a un sendero que se abre a la derecha y que desciende campo a través hacia el llamado arroyo de los Cambronales. Aquí hay que tener cuidado porque la senda aparece y desaparece entre matorrales y la única referencia es la pista que se ve abajo y al fondo. Por eso es importante que esta ruta no se haga en días de niebla porque se perderían las referencias.
Terminado el descenso, llegamos a la pista que buscábamos y giramos hacia la derecha, hasta llegar al Observatorio Forestal. Justamente debajo pudimos observar unas buenas vistas de la localidad de Somosierra, que fue escenario de una épica batalla en la Guerra de la Independencia contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1808.
Ya solamente nos quedaba seguir la pista, muy cómoda, con todo el trecho cuesta abajo, y tomar el desvío a la izquierda que por la llamada “Calle de la Iglesia” nos condujo hasta Somosierra, permitiéndonos, eso sí, ver de nuevo el escarpe rocoso por el que cae la Chorrera de Litueros, que habíamos dejado atrás hacía bastantes minutos, y buena parte del resto de nuestro recorrido. Con cuidado, pudimos asomarnos y obtener una nueva y diferente perspectiva de un lugar tan peculiar como atractivo.
Antes de llegar al pueblo, nos detuvimos en una antigua fuente. Un rato después llegamos a la Gasolinera, si bien tuvimos que seguir por la antigua N-1 ya que, como comenté al principio, habíamos dejado el coche en la misma entrada de la ruta a pie, un par de kilómetros después. En fin, que da igual donde se deje el vehículo, ya que la distancia a recorrer es la misma. Eso sí, aunque la ruta es circular, resulta mucho mejor, a mi modo de ver, hacerlo en este sentido que en el contrario
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Como resumen, un lugar que merece mucho la pena conocer, si es posible después de un periodo de lluvias, pues el aspecto será todavía más espectacular. Para hacer la ruta completa, muy recomendable llevar un track en el móvil, pues aunque no siempre será posible seguirlo por la propia orografía, por lo menos servirá para utilizarlo como orientación.
VISITA A PRINCIPIOS DE MARZO.
Aprovechando otra ruta cercana, nos acercamos hasta la cascada para ver cómo estaba de agua tras las nevadas y las lluvias y con paisaje invernal.
Solamente fuimos a la cascada, unos doscientos metros desde donde dejamos el coche, frente al comienzo de la ruta en la N-1. En esta ocasión, seguimos por el sendero que hay nada más cruzar el río, pegado a la derecha. En cinco minutos lleva directamente al mirador de la cascada, desde donde se aprecia perfectamente la caída. Tenía algo más de agua, pero no se notaba demasiado la diferencia con la vez anterior. Por lo que parece tiene siempre bastante agua y está preciosa en cualquier momento.
Descripción: Excursión a una de las cascadas más altas de la Comunidad de Madrid. Se encuentra cerca de la localidad de San Mamés y ya en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
Fecha creación: 26/01/2021 20:31
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Una ruta muy atractiva que se puede realizar en la Comunidad de Madrid, de lo más recomendable en las épocas de confinamientos perimetrales de comunidades autónomas que nos está tocando vivir, es la de que conduce a la Chorrera de San Mamés, una de las caídas de agua más bonitas de nuestra provincia.
Encuadrada dentro del apartado de “Sendas Verdes”, forma parte de la Red de “Sendas de Madrid”, acondicionadas por la Comunidad Autónoma y que componen una serie de rutas muy interesantes repartidas por toda la región, que se pueden consultar en el siguiente enlace: sendasdemadrid.es/
Resulta bastante interesante su consulta, pues se obtiene abundante información sobre recorridos, duración, dificultad, fichas descargables, tracks, mapas interactivos y folletos. Confieso que antes del confinamiento no conocía esta herramienta y, sin embargo, en los últimos meses nos está viniendo muy bien para dar algunos paseos sin alejarnos mucho de casa y siempre dentro de lo que se nos permite, claro está.
Foto de la ficha descargable e imprimible del recorrido:
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
ITINERARIO DESDE MADRID AL INICIO DE LA RUTA en Google Maps.
El inicio de la ruta se encuentra en la pequeña localidad de San Mamés, adonde se llega desde la capital yendo por la A-1 hasta la salida 76 (Buitrago de Lozoya) y luego tomando la M-634 hasta la Iglesia (antigua Ermita) que veremos a las afueras de la población y frente a la cual comienza la caminata. Se puede dejar el coche allí mismo, si hay sitio. También es posible continuar en el vehículo por la Calle de la Fuente hasta la Quesería tradicional, que está como a un kilómetro más adelante, distancia que se ahorraría de ida y vuelta en el recorrido total. Nosotros dejamos el coche en una callejuela, a la entrada del pueblo.
DATOS DE LA RUTA.
Longitud: 8 kilómetros (total ida y vuelta por el mismo camino) Duración: entre 3 horas y media y cuatro horas (ida y vuelta con paradas para bocadillo y fotos). Cota mínima: 1.140 metros. Cota máxima: 1.551 metros. Dificultad: baja. Señalización: flechas y marcas de color negro.
Perfil de la ruta en Google Maps desde la Quesería tradicional.
NUESTRA RUTA.
Como ya he comentado, dejamos el coche a la entrada del pueblo de San Mamés, a unos doscientos metros del desvío que lleva a la Quesería Tradicional y que representa también el inicio de la ruta a pie. Esta pequeña localidad, situada en las laderas de los Montes Carpetanos, fue fundada por los árabes en el siglo XI. La ermita, y más concretamente su ábside, es de estilo románico-mudéjar y cuenta con espadaña. Fue construida sobre los restos de otra anterior y restaurada en varias ocasiones. Cuenta con restos de un pantocrátor románico original y un cementerio muy antiguo. No pudimos visitar el interior porque estaba cerrado.
Ya por la pista que conduce a la Quesería, atravesamos un bosquecillo formado por robles, acebos, fresnos, tejos, encinas, pinos y rosales silvestres, que al estar ya avanzado el otoño estaban en su mayor parte desprovistos de hojas. Nos cruzamos también con el Arroyo del Chorro y vimos varios reguerillos. Ni mucho menos parecía faltar el agua en la zona.
Dejamos la Quesería Tradicional a nuestra izquierda y seguimos hasta las inmediaciones de una granja, donde termina la pista practicable para vehículos y comienza el sendero a pie. Vimos indicadores que señalan las diversas opciones, en nuestro caso, una flecha con la inscripción “El Chorro”.
Enseguida nos encontramos un desvío hacia la izquierda, que era el que marcaba el track que llevábamos nosotros descargado de wikiloc, y que, al parecer, recorre los márgenes del arroyo mencionado antes por su parte inferior. Sin embargo, vimos una verja y una señal muy clara de prohibido pasar. Volvimos a la pista principal y, en efecto, nos fijamos en que estaba tachado el desvío anterior, con lo cual tocaba seguir de frente. A partir de este punto, empezamos a ganar altura y las perspectivas se fueron haciendo cada vez más espectaculares.
A la izquierda, además de los desnudos bosques de robles melojos, más a lo lejos, empezamos a divisar varias cumbres del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, algunos de sus picos ya cubiertos de nieve. Nos hizo ilusión ver las primeras caperuzas blancas de la temporada: no podíamos ni imaginarnos la que nos esperaba en nuestra propia casa a primeros de enero…
A nuestras espaldas quedaba un no menos atractivo panorama, con el Embalse de Riosequillo como referencia. De frente, comenzábamos a divisar los verdes bosques de pinos silvestres y… ¡ah, la chorrera! Sí, ya se distinguía el destello plateado de sus aguas deslizándose por las piedras. Desde luego, nos animó a continuar.
La pista picaba continuamente hacia arriba, pero el recorrido era bastante sencillo. Al fondo, a nuestra izquierda, veíamos correr muy alegres las aguas del arroyo, que desemboca en la presa del Embalse de Riosequillo. El día era realmente espléndido y la temperatura estaría rondando los quince grados. En pleno verano, en esta parte de la ruta debe pegar el sol de lo lindo y ser bastante calurosa. Ojo, pues.
Llegamos finalmente hasta la llamada Casa del Leñador y nada más cruzarla el panorama cambió por completo, ya que nos metimos de lleno en el bosque de pinos que habíamos venido durante la caminata. La pista seguía siendo cómoda y amplia. Pasamos también junto a una fuente de piedra.
Descubrimos a la izquierda un sendero que conducía por el bosque hasta la población de Navarredonda. No sé qué tal será. Quizás no esté mal para convertir la caminata en una ruta circular más amplia. Será cuestión de investigar. Seguimos adelante hasta llegar al indicador que señala que estábamos entrando en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Y, casi como por arte de magia, la pista se convirtió en el típico sendero de nuestra sierra, con sus rocas salpicadas por aquí y por allá.
Ya estábamos casi a orillas del arroyo y comenzamos a divisar la cascada mucho más cerca. Algunos carteles advertían de posible peligro de resbalones. Sin embargo, la ruta en las condiciones que la estábamos haciendo, con suelo seco y un día despejado, no tenía problema alguno. Y ya se veía el chorro entre los árboles.
Cruzamos el arroyo por un puente metálico y ya no adentramos en la zona de la cascada propiamente dicha. Hay que ir con cuidado, pues la senda surca las rocas en una constante subida. Naturalmente, no hay que salirse de la zona de paso señalado, cuyo límite está protegido por cuerdas y barandilla de madera. Si se va con la debida precaución y se lleva calzado adecuado, en condiciones normales no tiene por qué implicar peligro.
Las vistas hacia la Sierra del Rincón y el Embalse de Ríosequillo eran muy bonitas.
Al fin llegamos al primer mirador de la cascada. Está protegido, así que no tuvimos ningún problema salvo el reflejo del sol en el agua, bastante molesto para las fotos. Una panorámica preciosa y la chorrera aparecía estupenda, pese a que por entonces todavía no había llovido demasiado.
Para avanzar desde este punto ya hay que tener un poco más de cuidado. Nos acercamos al segundo de los miradores, desde el que pudimos contemplar una bella imagen de los treinta metros de caída que, dicen, tiene la cascada. Muy bonita, sí. Lástima de los reflejos.
Y tampoco hubo demasiada suerte a la vuelta, después de comer, porque el sol se había ido, pero la tarde cae pronto a finales de noviembre y la falta de luz se notaba también.
En lo alto, vimos otras cuerdas, así que, supuestamente, había un mirador superior. Nos metimos por el bosque hacia arriba, por un sendero muy estrecho y empinado hasta alcanzar el nuevo mirador, que ofrecía otras perspectivas desde la parte superior. Repito que esta parte fue un añadido y no forma parte de la ruta en sí.
Aún continuamos otro poco por aquel sendero, pero vimos que nos alejábamos del agua y que no íbamos a ningún sitio interesante, con lo cual paramos a tomarnos el bocata con unas vistas preciosas del agua deslizándose por el escarpe.
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Terminado el almuerzo, regresamos por el mismo camino. No obstante, al final, cuando llegamos a la granja, antes de la Quesería, tomamos una pista a la derecha que nos llevó hasta el coche, pero dando un pequeño rodeo a través del pueblo de San Mamés. Una bonita excursión, que ni requiere mucho tiempo ni es demasiado complicada siempre que se tenga cuidado y se respeten las señalizaciones en las rocas, junto a la caída de agua.
Pues ya me dirás si te puedo ayudar en algo con la ruta por mi tierra. Por cierto... Quiero visitar en breve el geoparque de las Villuercas - Ibores - Jara y me estoy empapando tu diario. Si me cuentas algo sobre cosas que se quedaron en el tintero y tal, cosas que te gustaron menos,... lo agradezco, aunque ya llevo un plan bastante completito.
Ya te pediré recomendaciones, si es que nos dejan salir, que no sé yo... Sería a mediados o finales de abril, o incluso primeros de mayo. En cuanto a las Villuercas, hace varios años que hicimos la ruta, pero voy a mirar mis apuntes por si te puedo ayudar. También depende de los días que vayas y la zona concreta a visitar. Hay lugares imprescindibles. Lo miro y te contesto por priva o, mejor aún, en el hilo del foro, si te parece.
Si lo que te digo, jajajajaja, aquí estuve hace menos de un mes, yo me hice la pequeña ruta que es circular, quise subir a la parte de arriba pero había un letrero de prohibido pasar por desprendimientos, después subí al mirador y visité el pueblo, que por cierto me dio un ataque de alergia tremendo, ya contaré la odisea cuando haga la etapa. Lo que me decepcionó fue el yacimiento, que yacimiento ni leches si lo tenían todo cubierto de hierba, vaya manera de preservar el patrimonio, fatal.
Hola, LANENA. Sí, nos vamos siguiendo los pasos, jaja. Aquí fuimos por el sendero, más allá y entramos en los cortados un ratito. El yacimiento debe estar de incógnito porque nosotros tampoco lo vimos. Ahora, a seguir buscando sitios, jeje.
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Sigo contando nuestros últimos paseítos. Una lástima que el tiempo haya estado tan inestable. Nos ha fastidiado algunas rutas que teníamos previstas por la sierra. A ver si a partir de esta semana mejora y podemos hacer la de Patones de Arriba hasta El Atazar por el Cancho de la Cabeza, la de Cotos al Puente de la Angostura, el Valle de la Barranca y la Senda de las Formas en la Pedriza (si abren Manzanares el Real, claro). Ya contaré.
- Rascafría a la Presa del Artiñuelo.
Paseo muy chulo de unos seis kilómetros en total desde Rascafría hasta la curiosa presa del arroyo Artiñuelo, siguiendo la orilla del mismo por una pista forestal en ascenso suave, muy cómoda y sin dificultad alguna, salvo cuando se baja hasta el río, donde hay llevar algo de cuidado. Se ven pequeños saltos de agua muy bonitos.
- Ruta de Lapuente en Fresnedillas de la Oliva.
Otro paseo cortito pero majo, de unos cinco kilómetros. Muy cómodo, por pista forestal. Se tienen bonitas vistas de la zona de Zarzalejo y las Machotas y un par de pasos muy chulos sobre un arroyo.
- Ruta del palacio del bosque en Buitrago de Lozoya.
Otros seis kilómetros por pista forestal y entre bosque. Sin problemas, excepto el tramo inicial, donde hay un fuerte repecho tras cruzar el río. Se tienen unas vistas excepcionales de Buitrago de Lozoya. Luego se avanza hasta el llamado palacio del bosque, que está en ruinas, pero que resulta muy sugerente allí, perdido en la nada. Ideal para combinar con una visita a Buitrago. Tardamos unas dos horas y luego fuimos a comer al restaurante El Espolón (estupenda caballa en escabeche y de menú del día). Teníamos previsto ir al Asador Las Murallas, pero vimos el comedor interior demasiado lleno y en la terraza no había sitio.
- Risco de las Cuevas en Perales de Tajuña.
Curioso paseo por una pista asfaltada llana y sin ninguna dificultad. Se ven unas curiosas cuevas en las rocas, que estuvieron habitadas desde tiempos prehistóricos. No habrá más de cuatro kilómetros ida y vuelta. Se deja el coche en el aparcamiento del tanatorio de Perales.
El otro día hicimos una ruta por la Ribera del Manzanares a El Pardo. Es una ruta muy sencilla y completamente llana. Sin ninguna dificultad, ni para los niños y además, si queremos parar, hay sombras.
Subo la ruta de wikiloc, pero nosotros hicimos ida y vuelta por la margen derecha del río, partiendo del llamado 1er parking de El Pardo, junto al campo de Golf de Somontes.
Había mucha gente, sobre todo familias, pero tambien fiestas infantiles, isntagramers haciéndose selfies...
Vimos numerosas aves: incluso vimos un cisne y un martín pescador, además de patos y tortugas de todo... Leer más ...
serrano33 Silver Traveller Mar 20, 2023 Mensajes: 13
De norte a sur, de este a oeste, en zonas de montaña, en vías verdes... La Comunidad de Madrid dispone de una red de sendas que recorre sus rincones rurales, los espacios naturales protegidos, las cañadas y vías pecuarias y muchos más caminos.