visita a los museos vaticanos y la capilla Sixtina ✏️ Diarios de Viajes de VaticanoPara cuando salgáis de las Basílica con vuestra fe reavivada o sorprendidos de la cantidad de oro del techo, seguramente vuestro nivel de fuerzas estarán al mínimo y la sensación de hambre al máximo. Es en este momento donde tenéis que buscar un...Diario: Vaticano, el país de Dios⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 6 Localización: VaticanoPara cuando salgáis de las Basílica con vuestra fe reavivada o sorprendidos de la cantidad de oro del techo, seguramente vuestro nivel de fuerzas estarán al mínimo y la sensación de hambre al máximo. Es en este momento donde tenéis que buscar un lugar tranquilo y comeros el bocadillo que os preparasteis el día anterior. Es muy buena idea llevar bien anotadas y ubicadas en el mapa las direcciones de los supermercados más cercanos de ESTE TIP. En el Carrefour express de Vía Sebastiano es donde nosotros nos compramos un buen helado y un cappuccino como postre al bocadillo de salchichas. En esa misma calle hay unos bancos para montar el picnic. Con el estómago lleno y las pilas cargadas el siguiente paso es la entrada a los museos Vaticanos. Será en el momento de vuestra llegada cuando agradeceréis haber sacado las entradas anticipadas AQUÍ , no más tarde de las 16:00. En esta misma web tenéis la explicación de los museos y un mapa, imprescindible para la visita. Seguro que contáis con una buena guía que os ayude en la visita y si no, no olvidéis pedir un mapa al cajear el etiket por la entrada. Los museos Vaticanos se encuentran entre los mejores del mundo, guardaros fuerzas para la visita porque os llevará 3 horas una visita a fondo. Es decir, os quedaréis a cierre del museo como los buenos turistas. El nombre es en plural porque son 10 museos los que forman el conjunto, a los que se añaden las estancias papales, la galería de los mapas y la capilla Sixtina. Es por tanto una sobredosis de arte e historia para todo aquel que no sea un veterano yonki. Como en la mayoría de museos de este tipo se puede intentar ver todo a paso ligero o enfocarte en la parte que mas te motive. Nosotros somos partidarios de “el que mucho abarca poco aprieta”, por lo que empezamos la visita por el Museo Pío Clementino. Aquí se exponen muchas obras de la época del renacimiento y clásicas. Una de las mas importantes obras que se exponen es Laoconte y sus hijos, copia del original. En esta trágica escena el sacerdote troyano y sus dos hijos son atacados por una serpiente enviada por los dioses para silenciar sus palabras, que avisaban a sus paisanos del peligro de entrar en la ciudad el regalo que los griegos les habían dejado en la playa poco antes de su fingida huida. De ahí pasamos al museo Chiaramonti, donde se acumulan en tres corredores y varias salas estatuas y bustos, epígrafes y sarcófagos entre los que hay que elegir bien cual observar mas que otro para no echar mas tiempo del que uno puede tener. A nosotros no llamó la atención el augusto prima da porta, por recordarnos al que tenemos desde hace poco en un centro comercial en nuestra ciudad casi 10 veces más grande. Jugamos un rato al quien es quien con los bustos de emperadores, muchos ya nos son familiares por ser habituales en la mayoría de museos de ciudades. El pequeño Ganimedes y el águila son difíciles de encontrar entre tanta escultura. Quizás recién raptado por Zeus convertido en águila, este pequeño héroe troyano que acabó convirtiéndose en su amante y copero me hizo recordar nuestras andanzas por la Grecia clásica. Nos encontramos el museo etrusco cerrado por obras, que pena. Las obras de esta cultura tan desconocida no abundan, y este museo da una visión de su historia por medio de cerámicas y objetos que van del siglo IX AC al siglo I. Vamos a por el segundo plato, la pinacoteca Vaticana. En este museo se muestran en orden cronológico el arte italiano principalmente, 3 siglos de arte En las salas I y II se recorre la obra de artistas “primitivos” hasta el gótico tardío de Giotto. Trípticos y representaciones iconográficas, cristos pantocrátor y ángeles para pegarse observando un buen rator Es un pasillo de la sala II a la III donde nos encontramos con una curiosa sucesión de imágenes encuadradas. Son un importante estudio de la perspectiva de Melozzo da Forli, discípulo de Piero de la Francesca. Se puede observar como cada figura esta de una posición diferente y escorzos varios. Un recorrido por lienzos y tablas, óleos y temples de artistas del siglo XV como Lucas Crananch el viejo nos deja a la entrada de la sala VIII que tiene una considerable aglomeración de gente porque delante de sus principales obras han coincidido dos grupos de turistas. Es curioso ver cómo los guías intentan no molestarse unos a otros, mirando de reojo al compañero que va delante mientras explican para tomar su posición en cuanto este avance. Pero hay otros que van a su bola, o simplemente no tienen mucho tiempo porque están haciendo una visita express. Es la sala de Rafael, en la que lucen imponentes varios cuadros de dimensiones considerables donde la coronación de la virgen y la virgen del Foligno flanquean el lienzo de la transfiguración, que Rafael divide esta obra en dos partes: la superior es la celestial, con la presencia de Cristo rodeado por una gran luz, al lado de los apóstoles flotando en el cielo; la parte inferior es la terrenal, con un niño en la parte derecha, representado como poseído por el demonio, con una mirada de horror en el rostro. Sobresale la figura de la mujer arrodillada, que parece más una escultura clásica que un ser humano. Al igual que la mona lisa en el museo del Louvre en este lugar también hay un cuadro que se lleva todas las miradas del público, la obra que nadie se deja por ver. Ambas son del mismo autor aunque poco o nada tienen que ver. El San Jerónimo de Leonardo da Vinci es una obra que se quedó a la espera de ser terminada en Florencia mientras el autor se ocupaba de otros asuntos. Allí seguía cuando este murió. Se puede percibir en el fondo la fachada de esa iglesia florentina que lo custodió hasta que, sin saberse muy bien cómo y si es verdad o leyenda, el cuadro acabó dividido en dos partes. Una fue al almacén de un trapero y la otra a la banqueta de un zapatero. Pero, oye, cual guión de una película de indiana Jones el cardenal Fesch encontró las dos mitades y consiguió que cinco siglos después nos podamos compungir contemplando la ascesis y mortificación que este santo hizo con su cuerpo. Es El Perugino otro artista muy contemplado en esta sala. La tabla de santa Flavia, junto con las dedicadas a san Benito y a san Plácido, es una parte de les tres que formaban la predela pera el altar mayor de la iglesia de San Pedro de Perusa: El rostro de la santa, tratado con un cierto idealismo y con la mirada dirigida hacia el cielo, parece pedir clemencia ante su la que se le viene encima... Estos tipos de facciones influyeron en gran manera en Rafael, que trabajó de aprendiz con este artista. Ya no se ni en que sala estoy. Para nuestra sorpresa nos encontramos sin esperarlo y completamente vacío el lugar que muestra uno de los cuadros que mas ganas teníamos de ver. Si por un pintor tengo especial debilidad – con permiso del Bosco – es por Caravaggio.. Siempre es un regalo poder apreciar una de las 50 obras que sobreviven del autor, Sus escenas, tan oscuras y a la vez tan brillantes, me meten dentro de las escenas de una forma que no ha conseguido otro artista. El entierro de Cristo, pintado en su época triunfante en Roma y pocos años antes de su exilio a Malta fue tan revolucionaria para su época en los que la representación de la muerte aun no era tan común en los oratorios que fue copiada años después por Rubens. Forma pareja con otro cuadro que podría ser de Caravaggio por el ambiente tenebroso que crea y la crudeza de la escena. Es la crucifixión de San Pedro Guido Reni, artista Boloñés que recién llegado a Roma se “enamoró” del estilo de Michelangelo. Damos una vuelta ligera por el resto de museos. Ya empezamos a estar un poco saturados y nos sentamos un rato en la terraza del bar a escribirle una postal con el retrato del papa a mi suegra, ferviente fan del papa de turno - da igual cual, el anterior le gustaba mucho también – hasta que muy cortésmente nos invitan a consumir un botellín de agua a 3,5 euros o levantarnos del lugar. Desde este lugar se tienen, creo, las mejores vistas de la cúpula. Posición elevada y cercana. Enfilamos en el hall hacia donde los carteles marcan capilla Sixtina, recorriendo antes la galería de los tapices. Siempre que observamos tapices de estas dimensione, con colores tan vivos y tanta cantidad de detalles tenemos la misma discusión ¿se tarda mas en pintar un cuadro o hacer uno de estos tapices?¿tiene mas valor, desde el punto de vista artístico, el tapiz por ser mas grande? Yo opino que se tarda mas en hacer un tapiz, es mas complejo y grande… Los frescos de la galería de los mapas muestran las posesiones papales a finales del siglo XVI. Aún no había fotografía, ni satélites, ni se volaba. Conviene tener presentes estas perogrulladas cuando se fija uno en la cantidad de detalles en cordilleras y costas dibujadas. Estan ejecutadas a partir de cartografías de la época. El trasiego de turistas y aglomeraciones nos hacen caer en que estamos ya cerca de la capilla y, sin embargo, la preceden unas salas de arte moderno que no recordaba de mis anteriores visitas. Aquí vemos una escultura de Chillida inspirada en el clásico cococrash y varios cuadros de Dalí. Las estancias papales sirven de preámbulo para la SALA con mayúsculas. Todas tienen sus correspondientes explicaciones de las pinturas de los cuatro lados y el techo. Soy muy fan de los Borgia, así que en estas estancias nos llevan un rato. Después, como no, las estancias de Rafael. Su famosísima pintura de la escuela de Atenas nos hace recordar nuestras aventuras por Grecia y hacer un pasapalabra improvisado para localizar a los 21 filósofos y eruditos del fresco. ¿habéis encontrado el autorretrato de Rafael? He estado en fiestas de discotecas y festivales con Dj internacionales de renombre mundial en los que he tenido más espacio para bailar que aquí dentro, en la capilla que lleva el nombre de su creador , Sixto IV. No sé si lo soñé, me lo contaron de crío, se convirtió en leyenda urbana hace poco o lo he oído pero la razón por la que no se pueden hacer fotos en la capilla Sixtina, ni siquiera sin flash, es que la restauración de este lugar lo pagó una televisión japonesa y a cambio tiene los derechos de imagen. Sea como sea, los pobres seguratas del lugar seguro que prefieren mil veces trabajar en la discoteca de La Pineda que antes mencionaba que aquí.. pobres. Toodo el tiempo gritando y a la búsqueda y captura del guiri que hace fotos. Y es que es inevitable hacerlas. Los hay que se cortan un poco, otros que se sientan en los bancos y esperan su momento con paciencia estudiando los movimientos de los seguratas. Los hay mas chulos que se hacen selfis justo debajo del nacimiento de Adán, el punto caliente del lugar. Esos son sacados a empujones o cogidos del hombro de la sala rápidamente. Un par en el rato que hemos estado. A mí la vez que visité la ciudad solo, en 2011, también me sacaron los colores en las mejillas a gritos por hacer las panorámicas. Si hubiera sido yo un segurata me habría sacado a patadas… aún así pase mucha vergüenza con toda la capilla y Dios clavando sus ojos en mí. Sólo queda darle gracias a Dios, y a su hijo, que junto al espíritu santo forman una unidad un poco difícil de entender, engendrado en el vientre de una virgen y enviado para derramar su sangre en una cruz salvándonos a la humanidad entera.. por habernos dado la oportunidad de disfrutar de esta inolvidable jornada y ya que nos ponemos, pedir que nos permita hacerlo otra vez mas dentro de no muchos años. Como pedir es gratis, dos veces antes de estirar la pata estaría mejor aún. Viendo todo lo que hay en este lugar, que se supone es el centro del catolicismo romano y reflejo del cielo en la tierra nos damos cuenta de que poco ha cambiado la cosa en dos milenios. Los ricos, banqueros y nobles han ido relevándose como papas a lo largo de la historia, custodiando y acumulando riquezas y los conocimientos para unos pocos y asegurándose de que todo siga igual. Seguimos siendo solo eso, millones de ovejas divididas en rebaños de unos pocos pastores. Amén. 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