Podgorica, para vivir nos vale. ✏️ Diarios de Viajes de Montenegro

El trayecto en bus entre Kotor y Podgorica no debería durar más de dos horas. Hay muchísima frecuencia durante todo el día. Si empiezas teniendo que esperar al autobús una media horita, te vas haciendo a la idea de cómo va ser el tema.

Me fui de Kotor pensando que gracias a mis pequeños problemillas con los mareos, nos habíamos quedado sin ver las famosas curvas de la antigua carretera austrohúngara que lleva de Kotor a Cetinje…; me acordaba mucho de las impactantes fotos del diario de Yalma pero, qué me hacía a mí pensar que el camino alternativo iba a ser fácil??

El ascenso de Budva a Cetinje bien merece un mareo:

Riviera de Budva.

Lo que te encuentras cuando llegas arriba del todo y te adentras en las montañas, sigue siendo impresionante. Es evidente que Montenegro, no podía llamarse de otra manera…

Teníamos intención de hacer una parada en Cetinje, originaria capital del “país” hasta 1918, pero por las horas que llevábamos y por lo poco que vimos cuando paró el bus, no nos lo pidió el cuerpo. Error muy grande. Toda la gente de allí con la que hablamos en los días posteriores nos recomendó encarecidamente ir, es la cuna de la historia del país y el hecho de que no llegasen a tomarla los otomanos dice bastante de la propia ciudad y de su entorno. Queda pendiente para otra vez.

Media hora después y en descenso, llegamos a esa curiosa capital llamada Podgorica. La señora del pedazo de apartamento que alquilamos -Lux Center Podgorica- nos dio un mapa y nos indicó dónde estaba la Catedral de la Resurrección de Cristo…., y ya. Pensábamos que como tenía prisa, no le había dado tiempo a decirnos nada más, pero es que Podgorica…, no tiene NADA más que ver.

No fue ninguna sorpresa, sabíamos dónde íbamos, había leído horrores sobre la capital del país, pero lo que no pensábamos es que fuese tan absolutamente aburrida. Los propios montenegrinos de otra zona en un par de ocasiones nos dijeron lo mismo: “en Podgorica no hay gente y la que hay sólo toma café” “en Podgorica no hay gente andando por la calle” “la gente de allí no tiene nada que hacer”. No deja de resultarme curioso que la conclusión a la que llegué en 10 minutos, sea el dicho popular sobre los podgoriquenses (averigua tú el gentilicio). Al final va a resultar que mi constante observación sirve para algo .

Conociendo de sobra mis gustos y mi pasión por las ciudades, por cierto tipo de ciudades más bien, tenía muy claro que había que ir. Había leído tantos horrores sobre Sofía y Bucarest -ciudades que me encantaron- que pensé que con Podgorica podría pasar algo similar. Que la ciudad no sea bonita pase, que se la cargaran entera los Aliados en la 2ª Guerra Mundial y después Tito rehiciese su Titograd con muy poquito gusto, bueno, pero que sea tal COÑAZO de ciudad es imperdonable!

La gente ultraseca (mecanismo antropológico a tope) nos trató medio regular tirando a mal, nos intentaron tangar un par de veces , y sobre todo nos sentimos como que no existíamos. No pretendo por ser guiri que me hagan de más, pero tampoco entiendo que me hagan de menos. Hace no mucho leí que en Corea del Norte un americano de dos metros no llamaba la atención, a pesar de la homogeneidad racial del país, desde luego que la llamaba, pero la gente no miraba por miedo a resultar “sospechoso”. Llegué a plantear a mi querido compañero de viaje si el hecho de ser amables o simplemente mirarnos podía acarrearles algún tipo de sanción policial……

Con mi observatorio social echando humo, cuando por la noche nos dimos una vuelta por los bares me di cuenta de que la gente entre sí apenas sonreía entre ellos y el trato era más bien seco, cómo podíamos pretender que hiciesen la excepción con nosotros???

Peeeeeeeeeeero (siendo consciente de que un “pero” tumba toda explicación anterior), aunque Podgorica hubiese sido un sembrao sin gente, sólo por tener la majestuosísima Catedral de la Resurrección de Cristo -Saborni Hram Hristovog Vaskrsenja-, merecería la pena echar la tarde.

De recientísima construcción y perteneciente a la Iglesia Ortodoxa Serbia, después de mucho caminar desde el “centro” de Podgorica, en la nada te encuentras esta preciosidad:

En este caso no es que me saltase a la torera el respeto religioso, es que no había nadie rezando justo cuando entré y se me lanzó la cámara sola… .

Preciosos los frescos, me hizo reconciliarme con la arquitectura y arte contemporáneos, francamente. Por fin se hace algo bonito..! Supongo que la catedral de Belgrado tiene intención de ser algo así por dentro, algún día…

Como último apunte sobre Podgorica, diré que había leído mucho sobre su ambiente nocturno, que supongo será más animoso en otra época del año y no en agosto, sin embargo sí llaman la atención los bares tan bonitos. En mi guía leí que Podgorica es increíblemente fea por fuera, pero muy cuidadosa por dentro, teniendo en cuenta los bares y el apartamento donde estábamos, he de decir que se cumplía esta premisa. De momento, mi sensación paseando -que paseamos mucho- fue que debieron decir “para vivir nos vale”, y el esfuerzo en hacer una ciudad medio agradable fue y sigue siendo nulo. Lo que por otro lado no cuadra con el pedazo de Hilton que están construyendo y con la existencia de un Hard Rock Café Podgorica, que sigo sin entender. Algo se me ha escapado de esta ciudad…