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Los días que hemos pasado en la República Checa han sido muy buenos, un viaje sin contratiempos, en el que hemos disfrutado mucho, a pesar de la cantidad de gente que hemos encontrado en los sitios más turísticos, sobre todo en Praga. Creo que es un viaje que en otro mes menos multitudinario, como junio o septiembre, debe ser todavía mejor.
Los puntos imprescindibles que teníamos marcados en la ruta eran Praga, Cesky Krumlov y el Parque Natural de la Suiza Bohemia, y en base a ellos planificamos la ruta con los días que teníamos. Estos 3 sitios nos encantaron, si bien el encanto de Praga se desluce por la multitud. También había mucha gente en la ruta a Pravcicka Brana, pero se sobrellevaba, y en Cesky Krumlov, pero al pasar dos noches, compensamos con el ambiente más tranquilo que se respiraba tras la puesta de sol.
Además de esos tres imprescindibles, nos gustó mucho Kutna Horá, sobre todo el paseo nocturno, con una tranquilidad absoluta. Una ciudad muy bonita, que es famosa por el osario de Sedlec, pero que merece la pena por muchas cosas más. También nos pareció muy interesante la visita a Terezin, a pesar de que se hace dura. Fuimos en un día tan gris como el ánimo que nos dejó la visita.
Pequeñas sorpresas del viaje fueron la ciudad de Litomerice o las columnas basálticas de Panská skála. La ciudad de Telc nos gustó, tiene una plaza preciosa, pero con la feria, la cantidad de gente y el calor que hacía ese día no la disfrutamos mucho.
El día que menos nos gustó fue el que viajamos de Cesky Krumlov a Praga. Ninguna de las visitas intermedias nos dijo mucho.
Nos hubiera gustado ir hasta Moravia, una región más alejada de Praga, menos turística, y con muy buena pinta. Pero no nos daba tiempo a más.
La comida es barata y abundante, en general. En pocos sitios pagamos más de 20 euros para dos personas. Se come mucha carne, el codillo y las costillas están de lujo, pero no eran las únicas carnes: conejo, venado, salchichas marinadas… Toman muchas sopas y guisos, que no los pedimos mucho por el calor, pero sí que llegamos a probar alguna sopa y goulash. También se come pescado, pero menos, sobre todo pescado de río, como trucha o carpas.
Con el tema de la propina nos encontramos de todo. En la mayoría de restaurantes no nos la pedían ni incluían en la cuenta, pero nosotros solíamos dejar alrededor del 10%. En un restaurante nos la incluyeron en la cuenta (menos del 10%) y en otro nos preguntaron cuanto queríamos dejar para meterlo en la cuenta.
Sobre la cerveza, qué decir. Creo que República Checa es uno de los paraísos cerveceros de Europa. La cerveza es barata, el medio litro entre 30 y 50 coronas, dependiendo del sitio. Suele ser de baja graduación pero con muy buen sabor. En la mayoría de los restaurantes tienen al menos una rubia, una negra y una sin alcohol, y hay restaurantes en los que tienen su propia cerveza, que la elaboran ellos o se la elaboran en pequeñas cervecerías.
Conducir por la República Checa requiere armarse de paciencia. Hay carreteras de todo tipo, algunas buenas, pero algunas de ellas parecían caminos de cabras. Hay muchos pasos a nivel, que están bien señalizados y se pasan sin problemas. Lo que más ralentiza en tránsito son las obras. Supongo que será por la época de verano, pero en casi todas las carreteras había obras. También hay autopistas, pero circulamos poco por ellas, ya que sobre todo enlazan por Praga y nuestro circuito fue rodeando la capital. El coche de alquiler ya viene con la viñeta necesaria para circular por las autopistas checas. Hay bastantes radares, los vimos sobre todo en ciudad. Que no sé si me llegará multa a casa, porque a la salida de Kutna Horá había un radar y yo me había despistado y circulaba a 55 km/h, cuando el límite es de 50. El aparcamiento en el centro de pueblos/ciudades suele ser zona azul, que no es muy cara. En Praga el centro es para residentes, ahí mejor no aparcar. El combustible, gasolina 95, estaba a unas 29 coronas.
Los checos tienen fama de tener un carácter agrio y antipático, pero debo decir que no fue la tónica general de lo que nos encontramos, salvo la dependienta del quiosco de Praga donde intentamos comprar el billete de metro. Si bien la mayoría de la gente con la que hablamos eran personas dedicadas al turismo, por lo general fueron amables y serviciales, unos más simpáticos que otros.
El idioma no supuso un problema. En casi todos los sitios que estuvimos nos hablaron en inglés, y la carta de los restaurantes solía estar también en inglés. El único sitio donde tuvimos un poco de problema para que nos entendieran en inglés fue en Decin y en la Suiza Bohemia, pero lo solucionamos con las pocas palabras que sabemos de alemán. No viene mal aprender algunas palabras básicas en checo, aunque las que más utilizamos fueron pivo (cerveza) y dobry den (buenos días) y děkuji (gracias).
En cuanto al dinero, como ya comenté no llevamos efectivo, aunque pensamos llevar para cambiar en Praga. Sacamos 8000 coronas de un cajero el primer día y no volvimos a sacar, ya que pagamos mucho con la tarjeta. El cambio medio tanto del cajero como de los pagos con tarjetas fue de 26,3 coronas/euro. En algunos sitios te permitían pagar en euros, pero por lo general era un cambio bastante peor, en pocos sitios vi que hicieran un cambio justo.
GASTOS DEL VIAJE PARA 2 PERSONAS
VUELO Madrid-Praga i/v con una maleta facturada: 392 euros
ALOJAMIENTO 9 noches: 419 euros
COCHE DE ALQUILER: 186 euros
GASOLINA: 50 euros
ENTRADAS: 108 euros
TRANSPORTE PÚBLICO Y APARCAMIENTOS: 16 euros
COMIDA Y BEBIDA: 300 euros
TRASLADO Y PARKING EN MADRID: 100 euros
SEGURO DE VIAJE: 36 euros
TOTAL: 1607 euros
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