A nuestro ritmo y a su ritmo. En este viaje buscamos conocer la zona cántabra de los Picos de Europa y parte de la costa asturiana; precisamente, el primer viaje que hicimos con nuestro niño fue a Asturias, cuando tenía seis meses, por lo que teníamos pendiente visitar el otro lado de los Picos y, de paso, otras zonas de la costa que nos dejamos atrás.
Organizamos los días haciendo actividades que nos gustasen a todos: naturaleza y rutas de unas 2-4 horas de duración, con muchas paradas en todo lo que a nuestro hijo le llamase la atención y alguna diversión para él (parques infantiles o piscina). También visitamos pueblos.
No se trata de hacer maratones, sino de intentar encontrar un ritmo que nos haga felices a todos. Desde los dos años y medio hemos hecho este tipo de viaje, un poco de senderismo (y cuando el niño se cansaba, al portabebé a la espalda; la mayoría de las veces se dormía, normalmente en los paseos de vuelta. En este viaje mi espalda ya no aguantaba los 18 kilos, así que le ha tocado caminar) y siempre, algo que lo haga especial (los niños con cualquier cosita son felices).
¿CUÁNDO UN NIÑO ES NIÑO EN UN VIAJE?
Intentamos que casi siempre lo sea, a la vez que con cuatro añitos y medio vaya entendiendo poco a poco las cosas de los mayores. Al nuestro todo le llama la atención y todo quiere conocerlo, así que mucha paciencia para ver el mundo a través de sus ojos: piedras, fuentes, arroyos, caracoles, babosas... Si los desplazamientos en coche son largos, la santa tablet. Parques infantiles en pueblos como Fuente Dé, Potes o Mogrovejo, incluso en las áreas recreativas. Lo señalo subrayado. Juegos improvisados donde surja (desde luego, las playas ya son un campo de juego por sí solas). Y, por supuesto, la fórmula de los dos veranos anteriores: alojamientos con piscina y columpios para acabar el día con una sonrisa. Tuvimos la suerte de que en los dos apartamentos rurales en los que estuvimos había también familias con niños, así que ya se encargó nuestro hijo de buscarse amiguitos y diversión (hasta los gerentes de la casa de Torices tuvieron que entrar en sus juegos y meterse en la piscina a jugar con él. Con insistencia todo se logra ). Pero, sobre todo, disfrutar de estar juntos.
No se trata de hacer maratones, sino de intentar encontrar un ritmo que nos haga felices a todos. Desde los dos años y medio hemos hecho este tipo de viaje, un poco de senderismo (y cuando el niño se cansaba, al portabebé a la espalda; la mayoría de las veces se dormía, normalmente en los paseos de vuelta. En este viaje mi espalda ya no aguantaba los 18 kilos, así que le ha tocado caminar) y siempre, algo que lo haga especial (los niños con cualquier cosita son felices).
¿CUÁNDO UN NIÑO ES NIÑO EN UN VIAJE?
Intentamos que casi siempre lo sea, a la vez que con cuatro añitos y medio vaya entendiendo poco a poco las cosas de los mayores. Al nuestro todo le llama la atención y todo quiere conocerlo, así que mucha paciencia para ver el mundo a través de sus ojos: piedras, fuentes, arroyos, caracoles, babosas... Si los desplazamientos en coche son largos, la santa tablet. Parques infantiles en pueblos como Fuente Dé, Potes o Mogrovejo, incluso en las áreas recreativas. Lo señalo subrayado. Juegos improvisados donde surja (desde luego, las playas ya son un campo de juego por sí solas). Y, por supuesto, la fórmula de los dos veranos anteriores: alojamientos con piscina y columpios para acabar el día con una sonrisa. Tuvimos la suerte de que en los dos apartamentos rurales en los que estuvimos había también familias con niños, así que ya se encargó nuestro hijo de buscarse amiguitos y diversión (hasta los gerentes de la casa de Torices tuvieron que entrar en sus juegos y meterse en la piscina a jugar con él. Con insistencia todo se logra ). Pero, sobre todo, disfrutar de estar juntos.