ITINERARIO DE LA JORNADA.
Zarautz/Tolosa/Pasajes de San Pedro/Pasai San Pedro -Pasajes de San Juan/Pasai Donibane-Fuenterrabía/Hondarribia.
El recorrido era de unos 84 kilómetros y una hora y media en el coche, aproximadamente.
Perfil del itinerario del día según GoogleMaps.
La ruta de esta mañana también la tuvimos que alterar respecto a lo previsto en un principio porque la jornada preparada para dos días después sería una paliza si queríamos incluir Tolosa, de modo que preferimos pasar Tolosa a este día y que la visita, aunque cortita, nos permitiese ver algo.
Camino a Tolosa desde Zarautz por carreteras secundarias.
TOLOSA.
Desde Zarauz hasta Tolosa hay unos 36 kilómetros, que recorrimos en unos 45 minutos por la N-634 y la A-1. Podríamos haber acortado unos minutos el viaje tomando la AP-8 durante los primeros kilómetros, pero como ya he comentado, no teníamos prisa y no nos apetecía pagar peajes. El día había amanecido nublado, pero la temperatura era muy agradable y volvimos a deleitarnos con los parajes verdes y las curvas de las carreteras. Aparcamos el coche en una zona gratuita y fuimos caminando hasta la Oficina de Turismo, que se encuentra ya en el casco antiguo, en la Plaza Andre Maria nº 1, donde nos dieron todo tipo de explicaciones y un mapita muy útil con lo más interesante para visitar.
Estuvimos un par de horas recorriendo el centro en un paseo bastante agradable. Quizás no sea uno de los lugares imprescindibles en un primer viaje a Euskadi o si se tiene prisa, pero tampoco está de más hacer una visita porque tiene algunos rincones con encanto, en particular el Mercado del Tinglado visto desde el otro lado del río Oria presenta una estampa muy pintoresca.
Algunos datos sobre Tolosa.
Actualmente cuenta con cerca de 20.000 habitantes. Se encuentra a 26 kilómetros de San Sebastián, en una llanura donde confluyen los ríos Oria, Araxes y Berasatºegui. Aunque existía con anterioridad, su fundación como villa fortificada tuvo lugar en 1256 cuando Alfonso X le otorgó el Fuero de Vitoria. Además de bastión militar, enseguida se convirtió también en centro de comercio ya que era lugar de paso hacia los puertos del Cantábrico de las mercancías procedentes de Navarra y Aragón, tanto fue así que los Reyes Católicos establecieron en Tolosa un puesto aduanero.
La población fue pasto de las llamas con ocasión de dos incendios, que tuvieron lugar en 1469 y 1503. Fue reconstruida durante la primera mitad del siglo XVI y en 1539 recibió la vista del emperador Carlos V. Durante el siglo XVII proliferaron las industrias del hierro y acogió la Armería Real. Fue capital de Guipúzcoa entre 1844 y 1854 y se vio bastante afectada por las Guerras Carlistas. En 1836 se derribaron las fortificaciones. El río Oria estaba contaminado por las industrias papeleras, que llegaron a ser muy importantes, pero su declive y la adopción de medidas de protección del medio ambiente han propiciado la limpieza del río y la recuperación de sus márgenes. En cuanto a la gastronomía, son muy famosas sus alubias.
Lugares para visitar.
Todo lo importante está bastante cerca, así que el recorrido se puede hacer caminando tranquilamente. El trazado de las calles corresponde al siglo XVI, pero la mayor parte de las construcciones destacadas se edificaron a partir del siglo XVII, como la Casa Consistorial (de la segunda mitad del siglo XVII, estilo barroco y planta baja porticada), la Puerta de Castilla, el Palacio Idiakez (el edificio primitivo se construyó en 1605, pero el actual data del siglo XVIII), el Convento de Santa Clara (barroco, del siglo XVIII), el Palacio Aramburu (prototipo del barroco vasco, siglo XVII), la Casa Lapaza, el Convento de San Francisco (construido en 1676 con planta basilical). De fecha posterior son el Archivo Provincial de Guipúzcoa (de 1904, uno de los primeros edificios de hormigón que se construyeron en la provincia), la Casa de la Cultura (del siglo XIX y estilo neoclásico isabelino) y el Palacio de Justicia, de 1853.
También se conservan algunos edificios del siglo XVI, como el Palacio de Atodo (c/Mayor, 35, de estilo renacentista, con escudo en la fachada y elegantes balcones), el Palacio Iturritza y la Iglesia de San Francisco. Además, el Puente de Navarra, sobre el río Oria, cuyo origen se remonta a la fundación de la villa en el siglo XIII, y el molino del siglo XIV, que se encuentra en el río, muy cerca del Palacio Idiaquez y de la Iglesia de Santa María, en una placita desde la que se tiene una de las vistas más bonitas de Tolosa, desde donde también se puede distinguir algunas partes que se conservan del lienzo de las murallas que se construyeron para defender la villa recién fundada tanto de los ataques externos como de las crecidas del río.
Mención aparte merece la Iglesia de Santa María (Andre Maria Eliza), de estilo renacentista vasco. Destruida por los incendios que tuvieron lugar en la villa, se comenzó a reconstruir en 1549, aunque las obras no concluyeron hasta 1764. Después sufrió los efectos de la Guerra de la Independencia y otros incendios, el último en 1951. Se conserva la que se cree que fue la portada de la primera iglesia parroquial del siglo XIII. Se puede visitar su interior, pero tiene un horario limitado, que hay que preguntar en la Oficina de Turismo, que está justo enfrente. Yo pude entrar y resultó interesante ya que entre otras obras de arte hay varios bajorrelieves restaurados del siglo XVI de Joannes de Anchieta, un calvario de 1608 y un retablo barroco de 1722.
Otro de los puntos destacados (el más llamativo visualmente sin duda) es el llamado “Tinglado” o “Tingladillo”, un lugar emblemático y popular, donde se celebraban los mercados (y actualmente los mercadillos los sábados) y que cuenta con una serie de arcos colgados sobre el río Oria. Además de entrar para verlo y asomarse a sus balaustradas, lo mejor es cruzar el río y plantarse en la orilla del frente, desde donde se aprecian los edificios de colores detrás de los arcos, componiendo una estampa muy pintoresca, la más conocida de Tolosa.
También vale la pena recorrer tranquilamente el núcleo de calles antiguas, con sus casas pintadas de alegres colores, en muchos de cuyos balcones no faltan las flores, y las Plazas que conforman, como la de la Berdura (Plaza de la Verdura, del siglo XIX, está cubierta), la Plaza Berria (Plaza Nueva, del siglo XVIII) y la Plaza de Euskal Herria, del siglo XIX.
A quien le gusten los museos, hay uno muy curioso dedicado a la Confitería. Y también otro relativo a los títeres. Y si se tiene tiempo, en los alrededores se encuentra el Monte Uzturre, con una cruz en la cima, y donde también está la Ermita de Nuestra Señora de Izaskun.
PASAJES DE SAN PEDRO/PASAI SAN PEDRO.
Hicimos unos 30 Kilómetros desde Tolosa hasta Pasajes de San Pedro, una media hora en el coche. La verdad es que no teníamos mucha idea de cómo íbamos a “montarnos el tema” porque tenía un lío tremendo en la cabeza con eso de los “Pasajes”. Sabía que al más bonito, Pasajes de San Juan o Pasai Donibane, había que llegar en un barquito porque en coche es prácticamente imposible por la falta de aparcamiento y tal como llevábamos las vacaciones temiamos tener que meternos el coche en el bolsillo. El caso es que pese a nuestra ignorancia aquel día todo se nos puso de cara. Sin saber ni cómo ni por qué, aparecimos en el puerto comercial de Pasajes de San Pedro, donde había un montón de aparcamiento y, encima, gratis. Ni cortos ni perezosos, allá que lo plantamos y continuamos caminando en busca del barquito que nos llevara a Pasai Donibane. Con ayuda del móvil, encontramos la dirección a tomar, mientras íbamos viendo algunas edificaciones de Pasajes de San Pedro, como la casa natal de Blas de Lezo y la Iglesia Parroquial de San Pedro, del siglo XVIII.
PASAJES DE SAN JUAN/PASAI DONIBANE.
Al fin, llegamos al pequeño embarcadero donde se toma el barco que por una módica cantidad (creo que no llegaba a 1 euro) te pasa a la otra orilla, claro que con la cantidad de gente que había esa mañana y la cantidad de viajes que hizo la barquita, la cosa no pintaba mal…
Teníamos algo de prisa porque eran más de las dos y media y queríamos comer, lo que no se presumía nada fácil, ya que los turistas abundaban y estaban (estábamos) hambrientos. La verdad es que no fuimos demasiado quisquillosos y entramos en el primer restaurante que nos parecía que tenía buena pinta: si nos poníamos a escoger, no comíamos, estaba claro. La señora nos dijo que si esperábamos cinco minutos nos podría dar una mesa de unas personas que estaban terminando: lo demás, todo completo. Tuvimos suerte porque al cabo de un rato no había una mesa libre en todo Pasai Donibane. Comimos muy bien una parrillada de marisco (muy rica, pero no enorme, justo lo que queríamos para poder tomar segundo plato), merluza y magret de pato, además de postres. Estaba todo muy bueno y el precio, aunque no lo recuerdo exactamente, sé que fue normal: ni barato, ni caro.
Se me olvidó hacer la foto a la parrillada.
Después, nos acercamos a la Oficina de Turismo, donde con la amabilidad habitual nos proporcionaron información y el mapita correspondiente.
Algunos datos sobre Pasajes/Pasaia.
Pasajes/Pasaia es un municipio compuesto por cuatro barrios o distritos: Pasai San Pedro/Pasajes de San Pedro, Pasai Donibane/Pasajes de San Juan, Pasai Antxo/Pasajes Ancho y Pasai Trintxerpe/Trincherpe) en torno a la ría que forma el cauce fluvial del río Oyarzun. Los barrios de Ancho (unos 5.000 habitantes) y Trincherpe (en torno a unas 7.000 personas empadronadas) constituyen un núcleo urbano continuo, que forma una prolongación de la ciudad de San Sebastián, de modo que, incluso, hay calles cuya aceras pertenecen la derecha a una ciudad y la izquierda a otra. Sin embargo, las poblaciones históricas de Pasajes son San Pedro (unos 3.000 habitantes) y San Juan (unos 2.500 habitantes), situadas en los lados opuestos de la bocana del puerto. El nombre originario de "Pasaje" parece que se refiere al puerto y que data del siglo XV y las dos aldeas vivían fundamentalmente de la pesca. Ya desde 1180 y a lo largo de los siglos esta ría fue objeto de numerosos litigios jurisdiccionales y fronterizos, entre Rentería, San Sebastián y Fuenterrabía, hasta que en 1770 la aldea de San Juan fue convertida en villa tras varios años de pleitos. Fue ocupada por los franceses en 1794 y después en 1808, pero al contrario de lo que ocurrió en otras localidades, se respetaron las casas y su patrimonio, que hoy se conserva intacto. La economía de la zona se basa en el comercio y la industria portuaria, unos astilleros y la tradicional actividad de la pesca que, sin embargo, ha disminuido mucho en los últimos tiempos.
Lugares para visitar.
Desde el pequeño embarcadero donde deja el barquito, se puede ir a la izquierda (en dirección al mar) o a la derecha: en ambas direcciones, la calle de San Juan (Donibane Kalea) es la referencia principal, que recorre toda la villa, serpenteando entre el muelle y la colina, de la que parecen colgar las casas señoriales y marineras, formando plazas y numerosos pasadizos. Visitando esta calle, se visita Donibane. Yendo a la izquierda nos encontraremos en primer lugar con un núcleo abigarrado de casas que confluyen en la Plaza de Santiago, una de las más bonitas y llamativas de Donibane, formada por una hilera de casas estrechas, de arquitectura popular y marinera, en las que destaca sobre todo el color de las fachadas y las balaustradas de madera de los balcones. En el centro, se encuentra el edificio del antiguo Ayuntamiento, de 1741. Durante nuestra visita había fiestas y esa zona era un hervidero de gente.
Sin embargo, avanzando un poco por la calle principal que va paralela a la ría, el horizonte se aclaró. Llegamos hasta la Iglesia del Santo Cristo de la Bonanza (barroca, del siglo XVII), cuya imagen según la tradición fue recogida del mar por los pescadores. Más adelante, se puede avanzar por un paseo llamado Puntak, que comienza al traspasar una especie de puerta que se abre a los ruinas del Castillo o Fuerte de Santa Isabel, que fue construido en 1621 para defender la entrada al puerto y que estuvo en servicio hasta 1867. Desde aquí se tienen unas bonitas vistas panorámicas de la bocana y de Donibane, así como de la orilla contraria (San Pedro), en donde se ve un antiguo ballenero del siglo XVI, actualmente convertido en museo. Si se tiene tiempo y ganas, existe un sendero (GR-121), que lleva hasta un mirador con vistas al faro. También se llega a una fuente. El paisaje es bonito, así que vale la pena pasear un poquito por aquí.
Retrocediendo hasta el muelle donde amarra el barquito, nos dirigimos a la derecha, siempre por la calle de San Juan, nos encontraremos con el o Humilladero (siglo XVI) y el Palacio de Villaviciosa, también del siglo XVI y que cuenta con una placa que conmemora la partida del Marqués de Lafayette en 1777 para combatir en la guerra de la Independencia de los Estados Unidos de América.
Más adelante, hay unas escaleras que conducen en fuerte subida hasta la Ermita de Santa Ana. No se conoce su origen, aunque hay quien asegura que puede ser románico. Se restauró en 1758 y desde aquí se contemplan unas vistas bastante bonitas.
Volviendo a la Donibane Kalea, nos encontramos con la Casa de los Miranda (siglo XVI, su fachada tiene columnas y dos escudos) y con la llamada Casa de Victor Hugo, típica vivienda marinera del siglo XVII donde estuvo alojado Victor Hugo en 1843. En la planta baja se encuentra la Oficina de Turismo y en la planta alta hay una pequeña exposición con recuerdos del escritor. La entrada es gratuita.
Continuamos por nuestra ya conocida calle, pasando por sugerentes pasadizos de piedra hasta llegar a una plaza donde se encuentra el Palacio Arazibalo, el actual ayuntamiento, un edificio del siglo XVIII con un gran escudo en el centro. Un poco más adelante se encuentra la chimenea de la antigua fábrica de porcelana del siglo XIX y la Casa Platain, un edificio del siglo XVI de sillería y entramado de ladrillo con alero de madera tallada. Muy cerca del Ayuntamiento, se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, de 1643, con fachada entre neoclásica y barroca.
Y así dimos por terminada nuestra visita a Pasajes de San Juan/Pasaia Donibane. Nos gustó bastante. Comimos bien, dimos un paseo agradable y las casas nos resultaron coloristas y bastante bonitas. Volvimos a tomar el barquito, caminamos por Pasajes de San Pedro hasta el aparcamiento y nos metimos en el coche en dirección a Hondarribia/Fuenterrabia, donde íbamos a alojarnos las dos noches siguientes.
Pasai Donabani.