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Hoy es un día para despedirme de la ciudad.
No tengo nada especial que ver y sí un objetivo en mente. Conseguir el Taiko no Tatsujin.
Lo primero que hago es pasarme por Shibuya y visitar a un viejo amigo.
Hachiko, en su pedestal. La historia de este perro es cuanto menos curiosa, incluso llevada al cine. Os recomiendo que le echéis un ojo y os informéis de por qué un perrete tiene una estatua en el cruce más famoso del país.
Shibuya es un hervidero de gente. Siempre ha sido así, de día y de noche. Me recuerda, salvando un poco las distancias, a Times Square en NY. Publicidad por todos los edificios, ruido, gente cruzando para aquí y para allá... eso sí, sin rozarse ni un poco! Que respeto tienen los japoneses por los espacios personales de cada uno.
Estoy en Shibuya, en parte, para comer en lo que, me cuentan, es uno de los mejores sitios donde hacen ramen. Y he de decir que no defraudó.
Ichiran Shibuya
El funcionamiento de este local es cuanto menos curioso.
Entras y haces cola para ponerte delante de una máquina. En esa máquina, parecida a las de vending que puedes encontrar en cada esquina, escoges qué ramen comer. Sólo admite efectivo. Una vez tienes tu ticket, haces cola hasta que alguien de personal te indica que puedes pasar a tu taburete. Te sientas en un pequeño cubículo donde tienes una pequeña mesa, palillos y, en mi caso, un huevo.
Justo enfrente, se abre una pequeña cortina y aparece una mano para que le des el ticket. Le das el ticket, y se cierra la cortina. Al cabo del rato, se vuelve a abrir la cortina, aparece otra mano (o la misma) y te deja el ramen para que empieces a comer.
Hasta aquí todo bastante curioso. Pero lo principal, el ramen. Espectacular. En Barcelona he probado bastantes locales de ramen, en Japón también he ido a varios, pero, mi opinión totalmente subjetiva, es que no he probado ramen como este.
Si sois fans del ramen, muy recomendado.
Una vez con el apetito saciado, me dirijo, otra vez, a Akihabara. Esta vez, no sé por qué, las calles estaban cortadas al tráfico y se podía pasear más tranquilamente.
Por suerte mía, y después de tiendas y tiendas, pude encontrar el dichoso juego.
Al hotel a dejar los paquetes, una ducha y a cenar.
Y aquí acaba mi pequeña escapada a Tokyo, gracias a mi trabajo. Mi intención inicial era alargar más días, salir de Tokyo y hacer alguna excursión, pero eso era quitar días de mis vacaciones con la familia. Así que, vuelo de vuelta al día siguiente y ya estamos en Barcelona.
Lo último que gustaría añadir es una reflexión personal.
He viajado no lo suficiente (nunca lo es), diferentes países, diferentes costumbres, etc... pero he de decir que Japón es diferente. Nunca me cansaré de visitarlo. Es más, si todo va bien, en verano de 2024 me llevo a mi hijo que, por entonces, tendrá 9 años. La gente no lo entiende, se ríen y dicen que hay más países que visitar en el mundo. Y tienen razón, pero para mí, Japón tiene una atracción que no sé explicar...
Y añado. Esta ha sido la primera vez que he visitado Tokyo solo. Es una sensación extraña pero divertida. Haces lo que quieres, vas a donde quieres y como quieres. He caminado mucho porque me ha apetecido y bajo un Sol de justicia, pero lo he gozado, la verdad.
A todos los que vayáis por primera vez, no abuséis del transporte público. Japón, y en este caso Tokyo, es un país que se disfruta caminando, viendo como al lado de un rascacielos de 50 o más plantas hay una casita típica japonesa, viendo los cables de electricidad colgados, mirando hacia arriba de los edificios, pero también hacia abajo, a las tapas de alcantarilla, a los vehículos personalizados... No sé, es mi opinión.
Espero que hayáis disfrutado este diario igual que los otros.
Nos vemos!
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