Día 4: Hwange- Bulawayo- Matobo Hills
Ese día tocaba cambio de zona: nos trasladaríamos de Hwange a Matobo, pasando por la ciudad de Bulawayo de camino. Haríamos sobre unos 310 km con el camión.
Así que, al igual que el día anterior, a las 6:15 nos avisan de que el desayuno se sirve en media hora. De nuevo, desayunamos abundantemente y sobre las 7:30 nos pusimos en camino hacia Bulawayo, la segunda ciudad del país. La carretera en esa zona está bastante bien, pese a ser de un solo carril en cada sentido, pero yendo en camión 4x4 las velocidades que se alcanzan no son demasiado elevadas, así que tardamos unas 4 horas en llegar a la ciudad.
Aprovecho aquí para tratar un tema muy poco romántico, pero que lógicamente todos nos planteamos cuando contratamos una ruta de este tipo: cuál es el mecanismo para ir al baño o al lavabo durante los días que estamos en marcha por zonas alejadas de la civilización

En primer lugar, se avisa a la guía (o ella mismo lo decide) de que las vejigas y las próstatas aprietan y es necesaria una paradita para ir a mear. Entonces el camión para en una cuneta, en el lugar donde se considere apropiado, y los chicos se dirigen a un lado de la carretera mientras que las chicas se quedan en el lado del camión. A continuación, se inspecciona que no haya ningún bichejo merodeando por la zona, se busca algún rinconcillo entre matas y arbustos, y ala, pantalones abajo


Tras mi experiencia, os recomiendo controlar básicamente dos factores:
- Que el arbusto elegido no tenga pinchos. Allá cada uno con su culo, pero personalmente prefiero evitar pinchazos traidores.
- Bichejos. Las picaduras en el trasero deben de ser muy molestas, mejor que no haya insectos raros pululando cerca. Lo de la mamba negra, ya lo he comentado, afortunadamente suelen estar en los árboles y no parecen ser un peligro.
Tampoco hay que estresarse por este tema, nosotros no tuvimos ningún problema en todo el viaje. No hace falta decirlo, pero está claro que los tíos lo tienen mucho más fácil que nosotras…


Volviendo a nuestro día de ruta, llegamos a Bulawayo sobre las 11:30 de la mañana y nos dieron una horita libre para dar una vuelta. Aquí sí que éramos los únicos blanquitos y todos nos miraban, os sentiréis observados pero no pasa nada, la gente os ignorará o será amable.
Bulawayo es la segunda ciudad de Zimbabwe, con unos 650.000 habitantes. Allí podréis observar los vestigios de la época colonial en parte de su arquitectura y en las amplias avenidas arboladas que la cruzan. Bulawayo es la puerta al Matobo National Park, que se encuentra tan solo a unos 40 km de allí, y la población es mayoritariamente Ndebele, la etnia predominante en la región de Matabele (oeste del país). En otras regiones y en el gobierno se encuentra mayoritariamente la etnia shona. Perdonad la mala calidad de las fotos, pero algunas fueron tomadas en marcha desde el camión:


Un poquito de historia: Bulawayo fue fundada por el conocido rey ndebele Lobengula en la época precolonial, y fue invadida por la Compañía Británica de Sudáfrica y colonizada por Cecil Rhodes en 1894, durante la llamada Guerra Matabele. Algunas escenas del día a día en Bulawayo:


Nosotros dimos una vuelta por el centro, pese a ser lunes era festivo: se celebraba el Día de los Héroes, que rinde tributo a quienes sacrificaron sus vidas por liberar el país del régimen de minoría blanca que encabezaba Ian Smith. Para celebrarlo, había programado un acto central encabezado por el recién elegido presidente, Emerson Mnangagwa, que tendría lugar en la capital del país (aunque en el resto del país también había actos de homenaje programados). El acto central de esta celebración tiene como sede el Acre de los Héroes, a siete kilómetros de Harare, un monumento nacional que honra a los guerrilleros que perdieron la vida en la guerra de liberación de Zimbabwe o Rhodesian Bush War, que terminó con la proclamación de la independencia del país en 1980, no mucho tiempo atrás.


Más escenas de Bulawayo:


Al rico helado! :

A las 12:30 h nos recogen de nuevo con el camión y tras un corto trayecto nos vamos a comer al parque que hay frente al Museo de Historia Natural. Comemos picnic, pero con nuestras mesas, sillas y todo preparado ya a nuestra llegada, como siempre. La comida es sencilla pero suficiente: ensalada de pasta, ensalada verde, algo de carne fría y fruta.

El Museo de Historia Natural es uno de los lugares estrella de la ciudad: se considera el mejor y más grande del país, y su visita permite formarse una idea de la historia geológica, antropológica y natural de Zimabwe. Exhibe, entre otros, una amplia colección de gemas, taxidermia y un terrario con serpientes vivas (incluyendo la temible mamba negra y la cobra). Nosotros no lo visitamos, pero algunos compañeros sí que entraron y les gustó. Precio de la entrada: 10 dólares americanos.
Otros lugares de interés que podéis encontrar en Bulawayo:
- Railway Museum (museo del ferrocarril): ideal para aprender la historia colonial del país a través de la evolución de su red ferroviaria.
- Ruinas de Khami: yacimiento arqueológico declarado Patrimonio Mundial y situado a 22 km de la ciudad. Es considerado el segundo monumento de piedra más grande del país tras el Gran Zimbabwe.
- National Art Gallery: galería de arte, como su nombre indica, con exposiciones permanentes y temporales de escultura y pintura zimbabwense contemporáneas.
Sobre las 14:30 de la tarde nos pusimos en marcha de nuevo en dirección a Matobo Hills (Montes Matobo), y se puede apreciar como el paisaje va cambiando de nuevo: grandes extensiones plagadas de pequeños árboles y colinas rocosas nos rodean. Pasamos por muchas zonas quemadas, controlar los incendios debe de ser muy complicado por aquí teniendo en cuenta la extrema sequedad de la zona y la falta de agua para sofocar cualquier foco.
Esta zona de Zimbabwe abarca unos 3000 km2, de los cuales 445 km2 están delimitados como Parque Nacional (podéis encontrar más información en la etapa relativa a los Parques de Zimbabwe:

whc.unesco.org/en/list/306
Algunos de los alojamientos más interesantes de la zona se encuentran a las puertas del parque, pero perfectamente ubicados en las colinas, y con vistas de infarto, además de la paz que se respira en el lugar. Se puede llegar a entender que Matobo se considere el hogar espiritual de Zimbabwe…
Sobre las 15:30-16 h llegamos a nuestro alojamiento: el Amalinda Camp (o Amalinda Lodge), situado en el km 45 de Kezi Road. Se trata de diez casitas con techo de paja talladas entre el granito de las Matobo Hills. Éste es el entorno que se disfruta desde allí, aunque las fotos no hacen justicia al lugar:

Son bungalows totalmente integrados en el paisaje, cada uno de ellos diferente a los otros, pero siempre con parte de la construcción realizada aprovechando las paredes de granito de las colinas. Por dentro están totalmente equipados: con bañera y ducha, cama con mosquitera, secador, nevera con agua fresca… incluso teníamos una nespresso para hacernos un café como Dios manda en lugar del aguachirri habitual

Vistas de nuestra casita desde fuera, y de la terracita que teníamos.


Y éste es el interior:


El baño, con ducha y bañera:

Hay que decir que al llegar temprano pudimos disfrutar de esta maravilla de lugar, donde lo mejor de todo es la fabulosa piscina con vistas a las colinas de alrededor. Así que allí que fuimos a pegarnos un bañito. El agua estaba algo fría, hay que tener en cuenta que nuestro verano era su invierno, pero tenía tan buena pinta que apetecía muchísimo meterse, y más tras el largo viaje en camión. Algunos tardaron más de media hora en decidirse, pero al final la mayoría acabamos cumpliendo con la misión de meternos en remojo.


Relax en Matobo:

Tras el bañito hicimos una ruta para ver todas las habitaciones, ya que cada una tenía su gracia. No hice foto de todas, pero son espectaculares, hay una que incluso tiene un puente colgante que lleva a una terracita privada:

Sobre las 6 de la tarde nos retiramos a ducharnos. Por temas logísticos, en este alojamiento el horario de disponibilidad del agua caliente está restringido a dos franjas horarias concretas: de 17:30 a 19 de la tarde y de 6 a 7:30 de la mañana, aunque si lo solicitas con previo aviso te pueden calentar agua a otras horas según tu conveniencia.
A las 19 se servía la cena en un bonito comedor, exquisitamente decorado y con todo cuidado hasta el último detalle: crepe de espinacas, pescado a la parrilla (para mí, carne para los demás) y pastel de frutos secos. Luego, un ratito de charla frente a la hoguera y a dormir, que al día siguiente nos esperaba uno de los momentazos del viaje, aunque a esas alturas nosotros no podíamos ni imaginarlo.