La idea que teníamos de Azerbayán antes del viaje era de un país donde les gusta el lujo, lo dorado, el barroquismo... Ya he comentado en el diario que somos seguidores de Eurovisión, y en parte esa idea la tenemos sacada de ahí. Azerbayán es un país que se lo suele currar bastante y suelen dar una imagen profesional, todo medido y milimetrado y tirando de billetera. Los dos días anteriores en Baku reforzaron en parte esta percepción, ya que el centro lo tienen muy bien cuidado y la zona de la ciudad vieja también se nota que ha habido un lavado de cara importante para tener los monumentos bien conservados, pero en este primer día de Enero de 2019 íbamos a conocer otro Baku más de andar por casa.
Al ser 1 de Enero y habernos acostado tarde la noche anterior habíamos planificado el día bastante tranquilo. Nos levantamos lo más tarde posible para poder llegar al desayuno, y sobre las 12 del mediodía salíamos del hotel para ir hacia el norte del la ciudad, en la parada de metro de Ishanchillar. Esta zona no tiene nada de particular, es una zona de bloques de pisos normales, muchos de la época socialista, y pasamos por una calle bastante desastrada llena de mercados y tiendas de comestibles de barrio, así como un mural de los juegos olímpicos. Nuestro objetivo era ir a una habitación de escape, Phatom Quest.

En España hemos hecho ya bastantes, al menos dos de los cuatro que íbamos, Victor y yo, los otros dos eran novatos. Buscando habitaciones de escape en Baku encontramos que ésta tenía unos comentarios muy buenos y además había dos salas que nos llamaban la atención: una ambientada en Juego de Tronos y otra de Freddie Kruger. Reservamos estas dos salas, una a la 13:00 y otra a las 18:00, para así dejar tiempo para comer tranquilamente. Ya en diciembre mandé un mensaje a la empresa para preguntar si el juego estaba disponible en inglés, pero nunca tuve respuesta, pero de todas formas reservamos ya que algunos comentarios de TripAdvisor estaban en inglés y los que los escribían tenían pinta de extranjeros. El segundo problema vino con la reserva, en la confirmación siempre ponían una hora más tarde que la que se reservaba en la web


Fuimos a un centro comercial que había allí al lado, el Baku Mall, pensando en comer allí, pero nada, no había ningún restaurante, sólo una cafetería donde nos tomamos un café de dudoso gusto. Esta es una de las cosas que no me han gustado del país, en general el café me ha parecido malo, con decir que el que más me gustó era uno de sobre de Nescafé con aroma de vainilla...
A las 2 de la tarde volvimos a la escape room y seguía cerrada. Llamamos por teléfono y salía apagado, así que ya nos temimos lo peor. Bastante desanimados por no poder entrar y por haber perdido el tiempo decidimos buscar algún sitio por allí cerca. Bajamos por la avenida principal y encontramos, además de concesionarios de coches, varias tiendas de muebles, y todos con estilos muy recargados y con dorados, azerbayanos 100%!!!!




Mientras comíamos Víctor consultó el Facebook de la escape room y habían puesto un mensaje diciendo que el día 1 de Enero cerraban hasta las 6 de la tarde... y sin embargo seguía aceptando reservas para esas horas y ni se molestaron en avisar por correo a los afectados como nosotros. Pero bueno, no nos desanimamos y reservamos en otra empresa distinta para esa misma noche, a las 10, que también tenía buenos comentarios, en una sala ambientada en los viajes de Gulliver.
Tras la comida fuimos más al norte aún de la ciudad, a la parada de metro Nasimi, para visitar la mezquita Heydar. Este templo es de reciente construcción y es la mezquita más grande de todo el país. Está a unos 10 minutos o menos andando desde el metro. La verdad es que por fuera es muy bonita, tiene una planta magnífica, y hasta tiene escaleras mecánicas. Tuvimos suerte y pudimos verla un poco por dentro, ya que normalmente no está abierta. Además, el vigilante nos encendió las luces interiores para que que pudiéramos verla bien y sacar algunas fotos, una muestra más de la amabilidad de los azeríes, y eso que estábamos cuatro gatos allí viendo la mezquita. En ese rato estaba ya anocheciendo y pregunté la hora de encendido de las luces, ya que había leído que es aún más impresionante con la iluminación nocturna, pero el guardia de seguridad me dijo que seguramente ese día no las encendían.

Volvimos al centro de la ciudad y nos bajamos en la parada de metro 28 May, donde debíamos hacer trasbordo hacia la línea verde-amarillenta a la estación de Jafar Jaffarli (o Cafar Caffarli). Ibamos por los túneles del metro hacia la otra estación cuando un señor empezó a decirnos algo en azerí y no le entendíamos. Al final pudimos deducir que la línea estaba cerrada y que para ir a nuestro destino, la estación de Xatai, teníamos que salir a la calle y coger el bus. Y eso hicimos, al salir a la calle vimos un bus algo antiguo y destartalado que esperaba en la puerta, el 32, y preguntamos si iba hacia Xatai y nos dijeron que sí, así que nos montamos. El caso es que no sabíamos ni las paradas que hacía ni donde dejaba exactamente, así que tuve que guiarme por el googlemaps para ver dónde andábamos, y menos mal que me había bajado el mapa sin conexión porque dio una vuelta considerable.
Al final conseguimos llegar a nuestro destino, y como faltaban aún 45 minutos para la escape room decidimos ir a cenar. La zona era residencial, algo oscura, y con poco movimiento de gente. Vimos un restaurante con buena pinta, pero tenía parking privado y nos pareció caro, asi que nos metimos en una especie de bar que vimos abierto, el "My Café". Nos atendió un chaval joven que no tenía ni idea de inglés, ni nosotros de azerí ni de ruso, así que pasamos a las señas. Le hicimos la típica seña de comer, pero ni por esas, le costó un poco entender que queríamos comer. Al final pilló la idea y nos llevó a una mesa y nos dio la carta... en azerí únicamente. Esta vez no teníamos la ayuda del inglés así que no nos arriesgamos y Juan Carlos empezó a imitar a un gallina y esta vez el chico sí que nos señaló una parte de la carta que era la de platos de pollo. Pedimos uno al azar y nos trajo una bandeja con unos cuantos trozos de pollo que estaban muy buenos. Más que cena fue un aperitivo, pero para picar algo antes de entrar a la escape nos hizo en apaño.
Cuando llegamos a la ubicación de la escape nos atendió un chaval muy agradable que sí hablaba inglés, mejor que nosotros de hecho, y nos estuvo contado cómo funcionaba todo. La habitación nos pareció facilita, no tenía muchos puzzles que resolver, pero con el tema del idioma se complicaba un poco cuando nos dieron alguna pista. Aún así lo conseguimos!!


Para volver al hotel preguntamos al chico que nos había atendido qué autobús había que coger para ir al centro, pero dijo que a esas horas siendo festivo ya no había bus, y que lo mejor era pillar un uber. Por suerte Juan Carlos tenía la aplicación y llamamos a uno, aunque el de la escape se ofreció a hacerlo él. Hubo un pequeño problema de comunicación y le dijimos la calle del hotel pero no el número, y nos llevó a un sitio bastante alejado y luego tuvimos que pedirle que nos llevara a otra zona, pagándole por supuesto el nuevo trayecto. Fue uno de los pocos azeríes algo desagradables que encontramos ya que nos pidió bastante más de lo que hubiera sido lo normal teniendo el cuenta la distancia.
Cuando llegamos a la zona del hotel ya era tarde y casi todo estaba cerrado, así que nos fuimos al McDonalds que hay justo enfrente de la estación de metro Sahil, cerca de nuestro hotel, eso nunca falla. Para que os hagáis una idea de precios, el menú normal estaba a unos 4 euros. Y con esto pusimos punto y final al primer día del año y nos fuimos a dormir, que el día siguiente se presentaba movidito ya que dejábamos Baku por primera vez y nos internábamos en el Azerbayán más profundo.