Tras pasar las últimas horas en esta ciudad, nos embarcamos en un tren con destino a Lviv. Bajo un sol de justicia y sobrepasando los 30 grados llegamos a la pequeña estación. Un trayecto de unas 7 horas en un vagón plazkart sin aire acondicionado al que no se le podían bajar las ventanillas. Como siempre ese tufo a pies descalzos, sobacos, ronquidos....los hombres en gallumbos y mujeres medio en bolas.....plazkart en una palabra!!!
La estación de tren tiene una bonita arquitectura, legado del imperio austro-húngaro, en la que encontraremos de todo...pero no escaleras mecánicas. Con la salida y llegada de trenes importantes, siguen resonandos marchas militares por la megafonía.
Se están realizando obras en la zona de estacionamiento, imagino para poner un poco de orden porque es un auténtico caos. También se modernizan las vías del tranvía. Los alrededores repletos de familias con todos sus bártulos esperan la hora de salida de su tren e incluso familias de gitanos parece que viven a la intemperie.
Hay cantidad de bares, restaurantes y tiendas en los alrededores. También ancianos que venden lo que buenamente pueden. Teníamos apetito y nos comimos verenikis y bebimos cerveza por un precio ligeramente superior al de Rakhiv.....no llegaba a 2€.
Lviv en verano es sinónimo de gente en la calle, conciertos, cervezas.....hay mucha animación y por su posición geográfica parece que no le afecta la situación general del país. Muchos polacos y alemanes.
La oferta de alojamientos es amplísima pero nos decidimos por el glamour del hotel George. Fué fundado por George Hoffman en 1.901, es decir que ya tiene sus añitos pero tiene una situación privilegiada.
Hay tal cantidad de iglesias y monumentos que sería imposible enumerar todos. Como siempre destacar la ópera, aunque me gusta más la de Odessa, la avenida Svobody y Rynok Square con todas las callejuelas que se encuentran a su alrededor.
Por cierto, en el número 14 de Rynok Square tenemos un bar original al que merece la pena entrar para tomarnos una buena cerveza o comer algo. Se trata del Kryjivka, que está como en un pasadizo escondido. Llamas a la puerta y por una rendija verás los ojos de un partisano que te pregunta la contraseña: Slava Ukraini!!! tenemos que decir y después te sirve un vasito de vodka ucraniana. Te la tienes que beber de un trago si eres hombre, a las mujeres se les permite hacerlo de varios tragos y a partir de ahí desciendes por una especie de búnker decorado con artilugios militares. Bueno, hay quien dice que es un local que alaba a los colaboracionistas fascistas de la guerra y no les hace gracia. Enfin, que el que quiera ver algo que se sale de lo normal pues éste es un buen lugar.
Hay varios museos, pero nos decidimos por ver la prisión de Lonsky, que hace las veces de Memorial de las Víctimas de la Ocupación. Está en el distristo de Frankisvsky, al sur del centro. Nos costó un poco encontrarlo. No pagamos nada pero dejamos una pequeña contribución al salir. Fué diseñada para albergar hasta 1.500 prisioneros y fué utilizada por la Gestapo como centro de detención de 1.941 a 1.944. Caminar por esos pasillos, ver esas celdas, esos baños......todavía te da escalofríos.
