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Bueno, pues después de más de 2.600 Km (1.665 millas) en coche por Escocia y unas cuantas pintas de cerveza en mi organismo, además de unas agujetas tremendas de patear por las empedradas calles de Edimburgo, me he decidido a escribir nuestro diario de viaje por Escocia, realizado desde el día 13 y el 26 de Agosto de 2009, esperando que le sea de utilidad a cualquiera que lo lea y quiera hacer un viaje similar.
Por cierto, para los que no sepan inglés, pongo al lado de cada palabra en este idioma cómo se leería. A lo mejor me equivoco en alguna, así que si es así, por favor, que alguien me lo diga para corregirlo, ya que yo no soy ni mucho menos bilingüe.
Escocia y los escoceses
Al margen de datos históricos, geográficos, geológicos y demás, este país al norte de las islas británicas se puede definir con dos palabras: verde y amable.
Verde. Porque mires donde mires, es de este precioso color. Lógicamente, lloviendo tanto, no podía ser de otro modo. Eso sí, de varias clases de verde. Por ejemplo, en la zona central, es un verde frondoso. De bosque. Árboles y árboles te rodean escondiéndote entre ellos mientras avanzas. Sin embargo, a medida de viajas hacia el noroeste, entrando en las llamadas Highlands (jailans o hailans) o Tierras Altas, los árboles van dejando paso a un paisaje más “pelado” y a un manto como si de un tapete de jugar a las cartas se tratase, con un verde algo menos intenso. Y por último, al llegar a las Hébridas Exteriores, encuentras ese mismo manto, pero de un verde pardo, que esconde debajo kilómetros cuadrados de turberas.
Amable. Porque definir el carácter de sus habitantes se hace complicado sin utilizar esta palabra. Siempre con frases amables, cediendo el paso para todo, indicando en su inglés de difícil comprensión por su acento rudo y todo ello, a veces incomprensible. Incomprensible porque a mí se me hace muy raro comprobar cómo en un país continuamente encapotado por las nubes, se puede tener un carácter tan amigable. A ver, tampoco pensemos que Escocia es Cádiz y que andan todo el día de fiesta y con una sonrisa (en el buen sentido para los gaditanos), pero vaya, que uno se siente cómodo entre sus habitantes.
El idioma
Claro, uno pensará, “qué bobada, inglés, ¿no?”. Bueno, pues sí… a medias. En general, se les entiende bien, pero en ciertas zonas de Escocia se hace bastante complicado entenderles. Me recuerda a un alemán hablando inglés, con sus sonidos fuertes y chocantes. Eso sí, acostumbraos a ver palabras diferentes. Como ejemplos tontos, para decir isla, en lugar de island (ailand), dicen isle (ail) y para decir lago, en lugar de lake (leiq), dicen loch (loj). Es como si un español se va a Ecuador… pero con menos diferencia.
El clima
Lluvia. Nubes. Lluvia. Nubes. Lluvia. Nubes. Rayito de sol. Lluvia. Nubes. Lluvia. Nubes. Lluvia. Nubes.
¿Hay que especificar algo más? Bueno, sí. En la franja que rodea Edimburgo, Stirling, etc., temperaturas otoñales/primaverales, nunca verano español. En las tierras altas, siempre otoñales, con tintes invernales. En las Orcadas (Orkney ó orny) y Hébridas Exteriores, según le dé. Depende del día, un frío que pela o con un jersey vale. Eso sí, hablo del mes de Agosto.
Cuándo ir
Agosto. Más que nada porque es cuando mejor tiempo (corrijo, menos mal tiempo) va a hacer, previsiblemente. Además, en Agosto es cuando se celebran la mayoría de las fiestas locales, incluido el mayor festival cultural europeo, Fringe (frinch) en Edimburgo) y el Military Tatoo (militari tatú).
Cómo desplazarse
Llegar, presupongo que la mejor forma de hacerlo es por avión. Hay multitud de vuelos baratos desde varias ciudades de España hasta Edimburgo o Glasgow, así que no le darle más vueltas a la posibilidad del barco o coche por el Eurotunel (o como se llame).
Dentro del país, depende del tipo de viaje que se quiera hacer, se tienen varias formas.
Si el plan es ir de mochilero, existen autobuses y trenes que te llevarán de ciudad en ciudad. Lo malo o bueno, depende de cómo seáis, es que los parajes más bonitos sólo los podréis hacer a pie o alquilando bicicletas. Con ambos casos, los coches tienen bastante cuidado y es habitual ver mochileros o ciclistas por carreteras estrechísimas.
Si se le tiene algo de miedo a ir sólo y va más con vuestra personalidad el tour organizado, es otra opción, desde luego. Mi idea de viaje no pasa por este tipo de excursiones por un país, pero hay de todo. Lo malo de ir en ese plan es que no puedes parar donde te apetece, pero haberlos haylos.
La tercera opción, que es la que escoge la mayoría de la gente (incluidos nosotros) y que es la que te otorga una mayor libertad para todo, es alquilar un coche nada más llegar y recorrer al gusto el país. Esta tercera opción creo que es la más recomendable, ya que Escocia no es un país en el que ver nada en concreto, salvo excepciones. Es decir, si vas a Jordania o Egipto, irás a ver las pirámides, la ciudad de Petra, etc. Sin embargo, ir a Escocia supone pararte en cualquier cuneta de la carretera simplemente a admirar el paisaje, dar un paseo, hacer unas cuantas fotos, comer un bocata… y eso con un tour en autobús no lo puedes hacer.
Para las islas (Orkney, Hébridas, etc.) hay ferrys de sobra. Mi consejo es que les echéis un vistazo por Internet, sobre todo por los horarios, puertos de salida y llegada y demás, aunque no aconsejo reservarlos con tiempo, ya que el tiempo puede hacer que los ferrys no naveguen y entonces tendréis que pedir el reembolso.
El alquiler del coche
Si se va a ir en agosto, lo mejor es reservar con antelación, porque la mayoría de la gente, como digo antes, escoge esta opción. Como nosotros llegamos al aeropuerto de Edimburgo, lo recogimos y devolvimos allí mismo.
En este aeropuerto existe un centro especializado en alquiler de coches a tres minutos andando desde la terminal. Están las principales empresas y después de mirar los precios desde España, lo mejor era hacerlo con Europcar a través de la web de EasyJet (www.easyjet.com). No tuvimos ningún tipo de problema y como lo devolvimos perfecto (sucio como el rabo de una vaca, pero por lo demás, perfecto), mucho menos. Nos salió por 300€ más el llenado del depósito al finalizar el alquiler (40€, según el cambio que aplique) que, como queda especificado en el contrato, al ser más de x días (no recuerdo cuántos), hay que pagarlo sí o sí. He leído en varios foros alguna queja por este tema pero, sinceramente, creo que si andas con ojo para dejarles el depósito a cero (o cerca), sale rentable, ya que te cuesta menos que llenarlo tú y devolverlo lleno.
El modelo de coche a elegir también depende de cada uno. Nosotros éramos dos adultos y escogimos lo más baratito. Un Clio 1.2 o similar. Al final nos dieron un Peugeot 207 1.2 de gasolina sin plomo (unleaded, anlided) con poquitos caballos. Mirad, el coche es más suficiente, pero hay cuestas que al coche se le ve flojito, flojito, sobre todo cuando en España tienes el placer de llevar un bicho de 180cv (es que estoy muy contento con mi coche). Lo dicho, más que de sobra, pero va en gustos. Vimos parejas de españoles que gastaban un Opel Insignia (que allí lo comercializa otra marca, por cierto) o un Ford Mondeo. Por cierto, la media de consumo que hicimos fue de unas 42millas/galón, o lo que es igual, 5,6litros a los 100km. Echad vuestras cuentas para el gasto que haréis, más o menos (también depende del coche, claro).
Conducir en Escocia
Como ya sabréis, al revés que en España. No, no me refiero a conducir bien, sino a hacerlo por la izquierda.
Sinceramente, salvo que seas un patán al volante, al salir del aeropuerto ya te habrás acostumbrado a que el volante esté a la derecha y la palanca de cambios a la izquierda. Al segundo día ya te habrás acostumbrado a que las rotondas se cogen al revés y a entrar en las calles por la izquierda. Lo de medir y no rozar con el morro del coche o aparcar bien, ya es otro cantar, pero vamos, que al tercer día ya te estás preguntando cómo volverás a España y si te equivocarás aquí, porque ir por el lado contrario te parecerá de lo más normal.
Por lo demás, los pedales están igual colocados, la palanca de cambios es exactamente igual (la primera se mete hacia la izquierda), etc.
Las carreteras. Lo de las autovías se ve poco. Unos cuantos kilómetros alrededor de Edimburgo y poco más. El resto son carreteras de doble sentido (un carril para cada uno), bastante buenas, por cierto, pero con poco arcén. Y luego están las carreteras que hay que coger para llegar a los sitios recónditos. Pequeñas de un único carril, que te las puedes encontrar bien asfaltadas o con baches (generalmente son buenas), con los llamados passing places (pasin pleisis). Los passing places son apartados en las cunetas de las carreteras, asfaltados, para que te retires y dejes pasar al de delante. No hay que preocuparse en absoluto por ello, siempre sabrás cuando retirarte y los escoceses conducen genial, nada parecido a las prisas que tenemos aquí o el morro y la sinvergonzonería que exhibimos a diario en nuestras ciudades. Sólo sé amable con el que viene de frente y ten sentido común. Y levanta la mano dando las gracias tanto si dejas como si te dejan pasar. Eso sí, sólo hay que tener cuidado con no embalarte en estas carreteras, porque al girar una curva te puedes encontrar desde un ciclista hasta un camión de frente.
En todas las carreteras encontraréis a cada rato, aparcamientos. Exactamente no sé cuál es la finalidad, ya que no todos están estratégicamente situados para tener buenas vistas. Eso sí, los hay que están genial, porque paras a comer y desde el propio coche la vista es espectacular. Como en cualquier sitio que te guste puedes parar, dejar el coche y ponerte a caminar, diría que estos aparcamientos están puestos para que no dejes el coche en cualquier cuneta, pero sinceramente, no lo sé.
Con la velocidad hay que tener cuidado. En primer lugar, porque todo está en millas por hora y eso te despista (el velocímetro de los coches está en millas también, pero ojo a los que vayan con su propio coche). En segundo lugar, porque es ligeramente inferior a los límites en España. Y en tercero, porque está todo plagado de radares. Ojito entonces.
¿GPS o mapa? Para mí, ambas opciones. Es decir, si al GPS le metes cierto destino, te llevará por el camino más corto que, generalmente, no es el más bonito. Por eso hay que ir diciéndole por qué pueblos quieres ir pasando. Y para eso, necesitas un mapa. Si por el contrario sólo llevas mapa, habrá ocasiones que te pasarás los desvíos ya que éstos son muy diferentes a España (te pasas una carretera pensando que es la entrada a una finca o un camino).
Respecto de las distancias, mi consejo es que planifiquéis con tiempo las etapas, con cierto margen para modificar los recorridos, teniendo en cuenta retrasos por paradas que hagáis, etc. Una muy buena orientación (bastante exacta, por cierto) es Via Michelin. Allí podéis encontrar mapas de sobra y calcular distancias y tiempos entre puntos. Repito, tened en cuenta que os pararéis cada poco tiempo a hacer fotos o pasear en la misma carretera.
Importantísimo: hay muy pocas gasolineras. Además, en domingo no abren. Acordaos de no bajar de medio depósito o cuando os deis cuenta estaréis sin gasolina en medio de la nada.
Alojamiento en Escocia
Si la idea es ser mochilero o gastarte poca pasta, los albergues son geniales. Al menos eso es lo que reza en todos los foros. Nada que ver con los españoles. A través de [url=http://http://www.syha.org.uk/home.aspx]www.syha.org.uk/home.aspx[/url] se puede gestionar el alojamiento.
Los hoteles están tan bien o mal, como en todos lados. Es una opción, diría que cara.
La mejor forma es alojarte en los llamados Bed and Breakfast (beran breqfast). Se trata de casas de gente que alquila habitaciones. Leído así, suena mal, pero cuando encuentras a gente encantadora que te abre las puertas de su casa, te da una buen recibimiento, te aconseja donde ir, te ofrece un desayuno genial y te despide cariñosamente cuando te vas, a cambio de un precio bastante razonable, la cosa cambia, ¿verdad? Para encontrarlos basta poner “bed breakfast Scotland” y el pueblo donde quieren encontrarlo, en Google, y te salen multitud de opciones distintas. Las mejores son aquellas que tienen el simbolito, digamos, oficial. No obstante, si queremos ir sobre seguro, grosso modo, podemos buscarlos a través de [url=http://http://www.visitscotland.com/]www.visitscotland.com/[/url], en la opción de “Accomodation”.
Comer y beber en Escocia
Aunque en los diferentes bares, pubs y restaurantes escoceses en los que nosotros fuimos no había mucha variedad de comidas, lo cierto es que hemos comido fenomenal allí.
Básicamente, en las cartas encuentras entrantes a base de la sopa del día (soup of the day, sup of de dei), ensalada de tomate y queso mozarella o similar, queso de cabra, salmón ahumado (smoked salmon esmouqt salmon) y alguna historia más; platos principales como el típico steak de ternera (beef steak, bif steik), algún plato de salmón, pescados en diferentes modalidades de fish and chips (cod, que es bacalao, haddock, que es merluza y scampi, que es algo que no supe reconocer, pero que venía empanado y frito como si fueran nuggets de pollo), algo de pollo (chicken), quizá algún plato de pato en algún sitio (duck) o venado (venisson) y poco más. Cualquier que lea esto dirá que hay variedad, pero la realidad es que las cartas no superan los 4 ó 5 entrantes y los 6 principales.
Aparte de estos, puedes encontrar buena trucha (con tanto río y lago, no es de extrañar) y el plato típico por excelencia: haggis (jaguis). Los haggis son vísceras troceadas y cocidas en el estómago del animal. Seguro que muchos estaréis poniendo cara de asco, pero realmente es muy parecido al botillo leonés, de aspecto, del cual los españoles son sentimos muy orgullosos, seguro. La realidad es que, salvo en sitios muy recónditos, luego lo que te sirven es una especie de rodaja de morcilla algo picante y muy sabrosa, hecha de una picada de carne mezclada con avena. En serio, probadla porque merece la pena. Muy, muy rico. Lo suelen acompañar con una copita de whisky y los llamados neeps and tatties (nips an tatis), que no son más que dos clases de purés espesos, a base de nabo o colinabo y patatas. Muy rico todo.
También encuentras en numerosos sitios (sobre todo los costeros) los famosos fish & chips (fis an chips) británicos, aunque en este caso suele ser un filetón de merluza sobre una cama de patatas, en lugar de trocitos de pescado rebozado.
Generalmente, salvo en sitios grandes como Edimburgo, no sueles encontrar una especie de menú del día (2 courses o platos, a base de un entrante y un principal).
No obstante, si vas a recorrer en coche o hacer caminatas por el campo, quizá sea conveniente llevar siempre provisiones de algún supermercado. Allí puedes encontrar, generalmente, dos. The Co-operative, que es como Mercadona aquí, que hay por todos lados y la calidad es más o menos buena, y Tesco, que yo lo relaciono más con un Carrefour Express, porque me parece más cutre y destartalado, aunque en el fondo son lo mismo (es que no me gusta el Carreful de Estambul). En ambos puedes encontrar fruta a granel y ensaladas preparadas para llevar, aparte de lo lógico de un supermercado. Acordaos de comprar agua para llevar en el coche…
Los desayunos, en todos los sitios te dan a elegir entre un Full Scotish Breakfast (ful escotis brekfast) o un continental. Lo cierto es que tú le puedes quitar lo que quieras y supongo que si tienes alguna petición especial, dependerá de la disponibilidad en el momento. Lo suyo es que el día anterior te pregunten qué vas a querer, para tenerlo todo preparado y entiendo, fresco del día. El completo se suele servir con:
- Huevos (scrambled o revueltos, boiled o escalfados, fried o fritos)
- Un par de salchichas que están a medio camino entre las empaquetadas y las frescas, más parecidas a estas últimas.
- Black puding o lo que viene siendo, morcilla de Burgos, pero de allí.
- Potato scone, que es como una especie de pan frito hecho con patata
- Baked Tomato, tomate frito o asado
- Mushrooms, champiñones salteados
En todos los sitios suelen preguntarte si quieres porridge (porrich), muy común en Escocia, que es un puré espeso algo salado, hecho de avena (a mí me resultó rico, pero el engrudo en el estómago se hace muy, muy pesado). En algunos sitios añaden salmón ahumado o incluso algún plato de pescado. En otros, un poquito de haggis. Además, tostadas, cereales, mantequilla, mermeladas varias, galletas, leche, un tanque de café o de té, etc. Al cuarto día estás harto de desayunar como si te fuera la vida en ello, pero no viene mal si quieres hacer una comida frugal y seguir el tour.
La bebida. Vaya por delante que yo no soy fan del whisky. Que lo pruebo y está rico, pero ya.
Lo suyo son las pintas (pint, paint) de cerveza. Si bebes poco, media pinta (half pint, jalf paint). A saber: oscura (dark, como suena), tostada (ale, eil) o rubia (lager ó light, laguer ó lait). Todas más flojitas que sus homónimas en España. Las dos primeras, del tiempo, fresquitas. La tercera, fría y refrescante. Probadlas todas hombre… yo no os voy a decir cual es mejor. Para gustos los colores y los momentos. He de decir que empecé con oscuras, del tiempo y con clima lluvioso, seguí por tostadas por variar y acabé tomando cervezas fresquitas.
Por lo demás, para beber, el agua de allí es muy buena, así que tomad tap water (tap uoter) ó agua del grifo, que te la sirven sin problema.
Y lo dicho, de whiskeys, ni pajolera idea. Me dieron uno con un plato de haggis y recuerdo poco más…
Y aquí comienza el diario.
DÍA 1. JUEVES 13 DE AGOSTO DE 2009
Tomamos vuelo de British Airways, operado por Iberia, en la T4 de Barajas. Muy prontito. Escala en Heathrow, Londres, y otro vuelo a Edimburgo. Llegamos a eso de las 13:00. Recogida de maletas y rápido al Rental Car Center. Una cola del demonio, todo lleno de italianos deseosos, como nosotros, de alquilar su cochecito para recorrer las sinuosas carreteras escocesas.
Antes de las 14:00 ya teníamos nuestro coche preparado para salir. Depósito lleno y a correr.
Según salimos del aeropuerto, rumbo a Stirling, a ver el castillo y a ser posible, el monumento a William Wallace. Stirling, como casi todas las ciudades escocesas, es más o menos lo que aquí conocemos por un pueblo grande. Teniendo en cuenta que el centro son dos calles más o menos comerciales, sin más interés que alguna tiendecilla para comprar un sándwich, una botella de agua, etc. Tiene una especie de centro comercial, pero vamos, no acabo de aterrizar en Escocia para meterme en uno de esos sitios. Así que buscamos un aparcamiento y listo. Para ello, nada como seguir las indicaciones de “Town Centre” (taun center) o centro de la ciudad y la mundialmente reconocida P blanca sobre un cuadrado azul. Aparcamos el coche y primera sorpresa. No llevamos monedas, así que lo del meter dinero en la cajita, que allí lo llaman Pay & Display (pei an displei) o “pague y muestre su ticket”, complicado, complicado. Ni cortos ni perezosos, nos acercamos a una pareja que esperaba dentro de un coche, para pedirles cambio. Segunda sorpresa y primera muestra de amabilidad escocesa. La mujer, encantadora y con un español muy pobre, nos dice que es profe de español allí y que gustosamente nos paga ella el aparcamiento. Libra y media y un par de horas por delante. Genial!!
Así que nos disponemos a recorrer Stirling. Para ello, seguimos las indicaciones para subir hacia el castillo, haciéndolo por una empinadísima calle empedrada. Antes de llegar, a mano izquierda se puede encontrar una bonita iglesia (Church of the Holy Rude) que puede presumir, junto con la Abadía de Westminster, de haber acogido una coronación (Jaime VI de Escocia). No deja de ser una más de las muchas iglesias que se pueden ver en este tipo de viajes, pero desde luego no podemos pasar indiferentes ante la historia. Por cierto, desde el cementerio colindante, las vistas del castillo son muy bonitas.
De ahí, al castillo. Sin embargo, la última entrada se realiza a las 17:00 y como quedaba como media hora, decidimos dejarlo para el final de nuestro viaje. Así que dimos una vuelta por los alrededores y disfrutamos de las vistas desde el aparcamiento del castillo.
Después de una buena vuelta por Stirling pusimos rumbo al monumento a William Wallace.
El coche se deja en un aparcamiento gratuito a los pies de la colina. En él, aparte de un centro de souvenirs, cafetería y baños, hay un microbús que, gratuitamente, te sube y baja hacia/desde el monumento. La caminata para subir es preciosa y nosotros la hicimos a medias, porque después de levantarte a las 5:00, como que no te apetece seguir si lo ves todo muy cuesta arriba. Nos bajamos y cogimos el bus.
Una vez arriba, lo menos importante es la torre. Por cierto que ya han quitado la estatua homenaje a dicho personaje, debido a las innumerables protestas que los lugareños realizaron en su contra (le pintaban la cara de azul), al encontrarse un irremediable y absurdo parecido de la misma con Mel Gibson.
Lo dicho, lo menos importante es la torre. Lo mejor son las vistas e imaginar cómo se controlaría desde esta posición a cualquier posible visitante de esas tierras. Nosotros no subimos. La entrada costaba alrededor de 7₤.
Una vez abajo, rumbo a Luss, a orillas del Loch Lomond, el lago más grande de Escocia, donde pasaríamos nuestra primera noche.
Por esa zona ya te vas dando cuenta de cómo son las carreteras y el paisaje que vas a encontrar. No obstante, debido al cansancio de nuestro viaje, hacíamos poco más que caso al GPS y al mapa que llevábamos.
Luss es una maravilla. Realmente son cuatro casitas a orillas del lago, pero una preciosidad. Con sus jardines verdes y llenos de flores, zonas para comer con bancos, etc.
Nos alojamos en el B&B Glen View. Fantástico, uno de los mejores que hemos encontrado. La casita, genial. Una zona común muy acogedora y una habitación grande, con un baño muy, pero que muy limpio y cómodo. Todo muy moderno y bien decorado por Jane, su propietaria. Nos costó 80₤.
Como el entorno era propicio y hacía sol, nos dimos una vuelta por el embarcadero (allí, pier), del lago. Decidimos que era una buena opción cenar en la misma playa, así que sacamos las provisiones que llevábamos después de comprarlas en un supermercado de algún sitio que no recuerdo y nos dispusimos a cenar.
Cuando el cansancio hizo mella en nosotros, al sobre.
DÍA 2. VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2009
A la mañana siguiente, prontito arriba. Desayuno espectacular, pagamos y seguimos.
Pusimos rumbo a Aberfoyle, a través de Drymen. Aberfoyle es un buen sitio para una primera parada técnica e ir empapándote del ambiente Rob Roy. Además, para el que le guste la lana, hay un centro especializado que vende de todo. De ahí, nos dirigimos a Stronachlachar, para ver el Loch Katrine, viaje en el que tuvimos nuestra primera experiencia con una de esas carreteras estrechitas. El camino es precioso y llegas a un punto en que puedes disfrutar de una vista de los lagos Katrine y Arklet. Stronachlachar no son más que dos casas, pero tiene un aparcamiento desde el que se tienen buenas vistas y una casa de té muy cuca (The Pier Tea Room).
De ahí, desandando el camino y a través del Duke’s Pass, fuimos a Callander. Se ve más turístico y más enfocado al tema Rob Roy, aunque no deja de ser una parada para darte un paseíto o tomar algo a media mañana. De Callander, a Balquider. Únicamente es interesante la iglesia junto al cementerio en que se encuentra la tumba de Rob Roy. La verdad es que resulta chocante que un personaje así esté enterrado en un sitio como éste. No sé… quizá te esperes algo más. La carretera es muy, muy bonita, rodeada de bosques. Nosotros no seguimos hasta Inverlochlarig porque llovía mucho, pero comentan que las vistas, en días abiertos, son muy bonitas.
La siguiente parada sería Crianlarich, donde decidiríamos si poníamos rumbo a Oban o a través de Glencoe. Cuando llegamos, la lluvia y las nubes bajas nos hicieron decidirnos por Oban a través del Pass of Brander. La razón primordial es que aunque las vistas del valle de Glencoe son una maravilla, no las íbamos a disfrutar bien con la niebla, así que nos fuimos a Oban.
Justo antes de llegar a Crianlarich, decidimos que no era día para sándwich en el campo y vimos en medio de la carretera un cartel que decía “Soup+sándwich, 5₤”. Allá que fuimos. Un bar de carretera muy bien ambientado, atendido por una chica muy maja. Había un perro que se te arrimaba y se dormía a tus pies… majete él.
Oban es una ciudad pequeña con respecto a las españolas, aunque significativa allí. Con mucha gente por las calles, puerto de mar, cafés interesantes para tomar algo y tiendas varias. Para nuestro gusto, lo más destacable fue el McCaig’s Tower, una especie de acueducto de Segovia circular en pequeño, desde el que se tienen unas vistas estupendas de la ciudad y de la costa. Se puede subir en coche y aparcar gratis.
Después de dar una vuelta por Oban con unas condiciones climatológicas intempestivas (viento y lluvia), directos a nuestro alojamiento durante las dos noches siguientes, el Glengarry Castle en Invergarry. Esta mansión con aspecto interior de castillo es bastante acogedora, si bien el precio resulta algo elevado para las habitaciones que ofrecen. Está algo gastado, pero lo que hay que destacar es la calidad del servicio y de la comida (hicimos tanto cena como desayuno y ambos fueron espectaculares). Además, los jardines y alrededores son preciosos para dar un paseo, ya que dentro de la propia finca se puede llegar hasta el embarcadero de un lago. Ambas noches, con cena incluida una de ellas, alrededor de 300₤.
DÍA 3. SÁBADO 15 DE AGOSTO DE 2009
Pronto arriba, desayuno completo y rumbo a Fort Williams a través de Spean Bridge.
Spean Bridge son tres casas. La verdad es que tiene una iglesia que por fuera merece la pena ver, pero a la que no pudimos acceder por estar cerrada y en obras. Después de dar un paseo y comprobar que no había nada interesante, seguimos hacia Fort Williams.
Fort Williams es una calle, básicamente. Seguramente te podrás perder por algún sitio más, pero fuera de esa calle comercial, no creo que haya mucho. Tiendas varias, cafés, un mercadillo cutre al final, etc. Al final de la calle, unos jardines muy bonitos que acompañan a una iglesia que ofrece desayunos baratos a primera hora de la mañana. Sinceramente, me decepcionó, ya que esperaba algo precioso a tenor de los comentarios que veo en los foros. A posteriori lo veo como una parada en un sitio que posiblemente tenga de todo para comer, ir al baño, comprar en un supermercado, etc.
Como había poco más que ver por allí y el día seguía lluvioso como para recorrer la cañada de Glencoe que no pudimos disfrutar el día anterior, directamente giramos en dirección Glenfinnan, en busca del famoso monumento y el viaducto del tren jacobita (o de Harry Potter, para más señas). Cuando allí llegamos a media mañana, nos encontramos con un día soleado y unos highland games a punto de comenzar. Aparcamos en el único sitio disponible (aparcamiento de pago dispuesto para la visita del monumento) y nos dimos una vuelta. La verdad es que no subimos al monumento porque no nos pareció que su escasa altura fuese a aportarnos una vista diferente a la ya espectacular que teníamos del entorno. La orilla del Loch Shiel con las montañas rodeándolo para verdad es que iba muy acorde con los paisajes que andábamos buscando en Escocia. Precioso, sin duda uno de los mejores recuerdos de este viaje. Eso sí, había mucha gente. A la vuelta, nos dijeron que las mejores vistas del viaducto se tenían desde lo alto de la colina que había sobre el centro de visitantes, así que pusimos otro ticket en el coche (que gustosamente nos regaló una pareja española que ya se iba) y trepamos hacia la cima. Cuando llegamos cinco minutos después, la vista era aún más espectacular, pero de un día espectacular pasamos a lluvia y viento y acabamos calados. Además el tren no llegó a pasar por allí en un buen rato.
De ahí, seguimos la carretera en dirección Morar, a visitar las famosas White sands of Morar. Sinceramente, mereció la pena, porque el día tornó soleado y pudimos comer algo junto a una playa con vistas preciosas. Después, por una carretera costera con un paisaje fantástico, seguimos hasta Mallaig, pueblo pesquero en el que termina su recorrido el tren jacobita. La verdad es que salvo un supermercado, un par de tiendas de souvenirs y varios sitios de fish & chips, lo único que tiene es un puerto en el que cientos de gaviotas llegan a abordarte si llevas comida en las manos.
Tras tomar un café en Mallaig, de vuelta por la misma carretera para terminar la etapa. El ritmo de viaje era intenso, pero decidimos subir hasta Fort Augustus a ver las exclusas. Fort Augustus no tiene mucho. Un aparcamiento (sorprendente, 0,60₤ tanto si aparcas 1 como 10 horas), una calle con restaurantes (había una especie de turco de comida rápida con muy buena pinta) y las exclusas, mecanismos que sirven para unir el lago Ness con otros lagos a través del Canal de Caledonia y que los barcos puedan pasar. Tuvimos la suerte de ver cómo pasaba un barco de un lado a otro. Cuando menos, curioso.
Rumbo al hotel y como estábamos bastante cansados como para vestirnos y bajar a cenar, decidimos montarnos un picnic en la habitación.
DÍA 4. DOMINGO 16 DE AGOSTO DE 2009
Desayuno (esta vez continental, que había que bajar el nivel de grasas ingeridas), factura y rumbo a la isla de Skye (escái).
La primera parada la hicimos en Dornie, para ver el famosísimo y archifotografiado Eliean Donan Castle (elian donan casel), uno de los más bonitos de Escocia y que sirvió como escenario de la película “Los inmortales”. La verdad es que la típica foto no tiene precio, si tienes un día propicio para ello. La visita… pues bueno, está ambientado y tal, pero no deja de ser una casa antigua. Recomendación importante: llegar pronto. Si no, os encontraréis el castillo atestado de gente y los fotógrafos encontrarán el puente lleno de turistas que darán color a sus fotos. Nosotros llegamos a eso de las 9:30 y fuimos casi de los primeros, así que nuestras fotos salen limpitas… jejeje.
Disfrutado el castillo y las impresionantes vistas desde él, rumbo a la Isla de Skye.
Una vez atravesado el puente (Skye Bridge, escái brich) a la altura de Kyle of Lochals, desde el que la panorámica del estuario es espectacular, si las nubes lo permiten, el paisaje da un giro desde los bosques espesos, hacia la tundra y el “todo pelado” de las highlands. Es como una mesa de billar, pelada y verde. Nosotros teníamos el objetivo de llegar hasta Dunvegan (Danvégan) para visitar el Dunvegan Castle, mientras disfrutábamos del camino. La verdad es que el paisaje, aún con nubes que tapaban algunas cimas, era precioso. Las vistas de las Cuillins (montañas) alzándose junto a la carretera, fantásticas. Al contrario de lo que pensábamos, la carretera era bastante buena y en algunos sitios había carril para vehículos lentos y todo. Según avanzábamos, multitud de sitios para disfrutar de una buena vista, unas cascadas, etc.
Un buen rato antes de la hora de comer llegamos al castillo. Éste está bien conservado y tiene unos bonitos jardines. Yo eso de entrar en los castillos, como que no, pero para el que le guste, pues si ya te has pegado el camino, entrad a verlo. Nosotros lo hicimos sólo por eso y aunque no decepcionó, a mí, ni fu ni fa. De ahí, mi objetivo principal era llegar al Neist Point (Nist point) con buen tiempo.
Y allí nos plantamos a la hora de comer, a través de una carretera bastante mala. El Neist Point es el punto más occidental de la isla y ofrece unos acantilados que son una verdadera maravilla. Si tuviera que recordar un paisaje de Escocia, me quedaría con éste. En este punto hay un pequeño aparcamiento (acabas por aparcar en las cunetas) desde el que hay que caminar hasta un faro. El camino tenía pinta de ser un rompepiernas, pero allí que nos lanzamos. Como a 3/4 partes del camino la vista era la mejor que podíamos encontrar y el tiempo era magnífico, decidimos tirar un impermeable a un lado del camino y comer. Precioso. Incluso nos echamos la siesta…
Después decidimos poner rumbo a Portree, por aquello de conocer la capital de la isla. Y llegó la anécdota del viaje. Distraído entre el GPS y el mapa y aún mirando por el retrovisor aquellos magníficos acantilados, no cedí el paso a una chica que venía de frente. Frenamos y tuvimos que dar marcha atrás, con tan mala suerte que al pegarme a la cuneta metí dos ruedas del coche en una zanja. Fila de 40 coches en ambos sentidos atascados y acordándose de mi santa madre. Unos cuantos conductores en seguida bajaron para ayudar y de repente, uno salió corriendo y trajo consigo a un lugareño con un Land Rover y una cuerda. En menos de diez minutos el coche estaba otra vez en la carretera dando gracias. Desde luego, una nueva muestra del carácter amable de esta gente. En España ya me habrían partido la cara y el de la grúa todavía me estaría haciendo el presupuesto para sacarme de aquél embrollo.
Llegamos a Portree por la A850 y la A87, donde lo único destacable fue el ansiado The Co-operative para comprar agua, comida para el día siguiente y algo de fruta, y que las gasolineras no abren en domingo, así que el resto del día anduvimos con cuidado de no pisar mucho el acelerador. Como no vimos nada interesante, seguimos hacia arriba por la A855, con el objetivo de ver el Old Man of the Storr y Kilt Rock.
El Old Man of Storr no es más que un peñasco en una montaña. La verdad es que es original verlo, pero desde la carretera tampoco es para tanto. Se ve sin pérdida según avanzas con el coche, pero supongo que para disfrutar bien de las vistas hay que pegarse una caminata. Nosotros pasamos, no era nuestro objetivo de ese día hacer unos cuantos kilómetros para ver un trozo de piedra. Aún así, había bastante gente en un aparcamiento dispuesto para hacer esa caminata. Seguimos la carretera con la esperanza de que Kilt Rock mereciese la pena. Lo cierto es que justo antes encontramos un aparcamiento en una subida, con bastante gente, así que pensando que era Kilt Rock nos metimos. No lo era, pero pudimos disfrutar de unos acantilados muy, muy chulos. Eso sí, había que ir con cuidado por que no había vallas ni nada. Más adelante, ya señalizado, Kilt Rock o la famosa cascadita que sale en las fotos cuando buscas Skye en Google. La cascada en sí te deja indiferente, pero el paisaje acantilado es una maravilla. Pasamos un poco de frío, pero mereció la pena.
La duda ahora era cómo llegar a Uig. ¿Seguíamos la costa o atravesábamos desde poco después de Staffin hacia el oeste? Decidimos esta segunda opción y no nos arrepentimos. A través de una carretera de montaña malísima, uno de los paisajes más bonitos que recordamos, con un mirador espectacular en lo alto. Lo recomiendo. Por cierto que esta carretera no aparece en Viamichelín.
Uig es muy pequeño y diría que existe porque tiene que salir el ferry de algún sitio. Según llegamos, buscamos el B&B Ard-Na-Mara. Dentro de lo poquito que ofrece Uig por Internet en cuanto a alojamiento, es el que más cerca estaba del puerto (50 metros) y además, al salir el ferry muy pronto por la mañana, nos rebajaba el precio del desayuno que no tomaríamos. Dos personas, 40₤. El hombre que nos atendió, súper agradable. La casa era una especie de prefabricado muy bien montado y aunque la habitación era algo cutre, la verdad es que estaba limpio y el baño era correcto. Suficiente para pasar unas pocas horas.
Buscamos un sitio para cenar y lo único que encontramos era un bar-restaurante del puerto que parecía muy, muy cutre. Sin embargo, cuando entramos son sentimos muy cómodos, la camarera era un encanto y la comida era buena y barata. Con una pinta, claro.
DÍA 5. LUNES 17 DE AGOSTO DE 2009
Levantarse a las 4:30 para coger un ferry no es la idea de unas vacaciones, pero si queríamos visitar las Hébridas Exteriores, es lo que había. A las 5:00 teníamos que estar en el puerto para embarcar a las 5:30. 9,80₤ por pasajero y 44,90₤ el coche. Para más información, http://www.calmac.co.uk/.
A las 7:10 y tras dormir un poco en el ferry, nos plantamos en Tarbert. Como el tiempo era escaso pues el ferry de vuelta salía a las 17:00, decidimos erróneamente ir directamente a Callanish a ver las Standing Stones (un templo similar al famoso Stonehenge). Error porque a la hora que llegamos, aún no estaba abierto, así que aprovechamos que habíamos llegado hasta allí y que las distancias no eran tan largas para seguir por la A858 en dirección norte y luego girar hacia Stornoway. La Lonely Planet nos decía que tenía mucha vida entre diario, pero lo cierto es que se debió de quedar toda en la guía, porque allí, en la supuesta capital, había poquita gente y poquito que ver. Nos dimos un paseo, visitamos el camino del Lewis Castle (porque el castillo no se puede ver) y cerrando el círculo, nos volvimos a Callanish donde finalmente pudimos entrar.
En Callanish descubrimos un segundo error cometido. La entrada al recinto era gratuita y la puerta está abierta 24h. Aunque realmente en teoría no te dejan entrar, no habríamos hecho daño a nadie si hubiésemos entrado a la hora en que llegamos la primera vez. Además, no nos habríamos encontrado numerosos turistas que dificultaron la labor fotográfica… Por cierto, una nota. ¿Por qué la gente tiene la manía/necesidad de tocar este tipo de monumentos? ¿Acaso disfrutan menos si no la tocan? Puñetera manía… ¿no os dais cuenta de que tocando dejamos marca del paso humano?
En la cafetería del sitio tomamos un tentempié (bastante bueno, por cierto) y pusimos rumbo hacia el sur (isla de Harris), ya que las vistas nos estaban decepcionando un poco. Suerte que fue así, porque la isla de Harris es totalmente diferente. No sólo cambió el paisaje, sino que tuvimos la suerte de que saliese el sol. Si desde Tarbert seguís la A859 hacia el sur, encontraréis multitud de playas de arena blanca en las que pararos a comer. Así lo hicimos y cuando consideramos que era hora de volver, rumbo a Tarbert de nuevo.
Ferry y llegada a Uig. De allí, como de antemano habíamos decidido adelantar camino de la etapa siguiente, teníamos reservado un bonito B&B en Breakish (junto a Broadford). Allí llegamos a una hora decente y descubrimos uno de los mejores alojamientos del viaje, con una encantadora mujer y a su ininteligible marido. El B&B era Strathgorn y nos salió por 64₤ la noche.
Ella misma nos aconsejó un par de sitios para cenar. Fuimos a Claymore Restaurant (39,30₤ dos buenos platos y una pinta), en el que lo típico son los pescados y el lobster (bogavante de pinta increíble), cuya última pieza se zampó un español hortera con cara de gañán, que pilló mesa antes que nosotros. Por cierto que langoustines allí no son lagostinos, sino cigalas. Muy ricas. El precio, adecuado y la cerveza, muy rica.
DÍA 6. MARTES 18 DE AGOSTO DE 2009
Nos levantamos con un desayuno espectacular. Se me antojó queso para desayunar, junto con el desayuno completo (ya había hecho dieta suficiente dos días), así que se lo pedí a la dueña, que me trajo un plato bien cumplido con varios quesos de la zona que me dejaron un grato recuerdo. Tenemos un buen recuerdo de esta familia y de su casa. Todo muy limpio y muy acogedor.
La etapa de este día prometía. Atravesaríamos la Wester Ross para acabar en Ullapool.
Salimos de la isla por el mismo sitio que entramos, poniendo rumbo hacia Lochcarron. En lugar de hacerlo por la carretera principal, intentamos ir por la secundaria (a través de Plockton), con el objetivo de tener mejores vistas del estuario. Un error, porque no vimos nada. Bueno, un pequeño retraso, pero no pasó nada. Lochcarron tampoco tenía nada, así que como era pronto, decidimos adentrarnos hacia Applecross a través de la carretera Bealach Na Ba, una de las carreteras más bonitas del país. Esta carretera de montaña es de un solo carril, con sus passing places, pero muy, muy empinada (vas en primera y segunda… alguna vez tercera) y con pocas vallas, por lo que debes tener mucho cuidado al conducir, sobre todo si llueve. Te puedes ir al barranco a la primera de cambio. Eso sí, el paisaje que ofrece es de lo más espectacular y no te encontrarás un alma en kilómetros.
Applecross es famoso por el marisco. A la hora que llegamos, no apetecía mucho, pero si alguno vais a la hora de comer, recordadlo. Como el día estaba lluvioso, simplemente paramos a descansar un poco y estirar las piernas. Después seguimos hacia Torridon por la costa, disfrutando de una carretera divertida y un paisaje maravilloso, como últimamente era habitual. La ruta que seguimos fue Shieldaig, Torridon, Kinlochewe y Talladale, pueblo desde el que se tienen unas vistas estupendas del Loch Maree. Poco después hicimos una parada en las Victoria Falls. Tras haber estado en Iguazú, te ríes de cualquier cosa a la que llamen cascada o catarata. Las promocionan bastante, pero hay que reconocer que son de risa. Además, estaban “reformando” el monte y la situación era bastante incómoda, a la que se sumaba una multitud de mosquitos. Lloviendo y con todo eso, nos dimos un paseo para estirar las piernas. Y de ahí, a Gairloch y Poolewe.
Gairloch tiene algunos sitios para comer pero afortunadamente lo único que nos gustó estaba cerrado. Digo afortunadamente, porque eso nos hizo seguir hasta Poolewe, pueblo en el que están los famosos Inverewe Gardens y que no visitamos (no era mi intención ir a Escocia a ver unos jardines), pero también un acogedor restaurante en el comimos estupendamente por bastante poca pasta (Poolewe Hotel). Desde fuera se ve una especie de comedor con multitud de dibujos de niños, pero dentro tiene un pub en el que también puedes sentarte a comer. Pedimos carne de venado (venisson) y unos haggis bastante ricos, cerveza y dos cafés, 27,25₤.
De allí seguimos camino hacia Aultbea, Mungasdale y Dundonell, donde poco después encontraríamos las Falls os Meseach. Dejando el coche en un aparcamiento gratuito, hay varias rutas para visitarlas. Elegimos una de ellas, llegando a un puente colgante cuya capacidad recomendada es de un máximo de 5 ó 6 personas (y en el que tuvimos que llamar la atención a un grupo de inconscientes alemanes que pasaron del cartel cuando estábamos dentro en el puente). Las vistas de la cascada son muy bonitas, pero marea un poco estar en el puente, porque se mueve bastante.
Seguimos camino bordeando el Loch Broom hasta Ullapool, donde nos alojamos en la parte alta, en el Riverview Ullapool B&B, bastante bueno, moderno, muy cuidado y con una chica muy atenta. El baño era algo pequeño, pero estaba muy bien. La habitación tenía hasta DVD, que dado el cansancio acumulado, utilizamos después de cenar (“Devil wears Prada”, juas!).
Cenamos en The Ferry Boat Inn (en la parte del pub), un pequeño bar con ambiente pesquero y mesas hechas con barriles, que tenía juegos de mesa para compartir con los amigos y unas cervezas. La comida era buena, el ambiente era agradable y el precio adecuado.
Por lo demás, Ullapool ofrece un bonito y agradable paseo por un puerto de mar.
DÍA 7. MIÉRCOLES 19 DE AGOSTO DE 2009
Nos levantamos en el ecuador de nuestro viaje con un buen desayuno, como habitualmente teníamos. La verdad es que a estas alturas, ya íbamos reduciendo de vez en cuando el número de peticiones saladas en el mismo. El final de esta etapa era John o’Groats, la punta norte de Escocia y el puerto de salida hacia las Orcadas. El problema era decidir si ir por la costa oeste (más inhóspita, paisaje costero) o por la este (primero por el interior hasta Dornoch y luego hacia arriba). Decidimos la segunda opción, subiendo hasta Ledmore y girando hacia el este dirección Dornoch.
La carretera es bastante bonita y ofrece buenos paisajes, aunque cuando has visto ya tantos sitios bonitos, te parece de lo más normal. Destacar que casi al final del camino se puede ver el famoso Carbisdale Castle, convertido en el que es considerado uno de los mejores albergues de Escocia.
Llegamos a Dornoch y nos sorprendió bastante. Resultó ser bastante acogedor, con una bonita iglesia y unas playas preciosas por las que nos dimos un buen paseo. Además, unas cuantas pastelerías, tiendas de regalos, etc.
De allí, hacia el Dunrobin Castle (municipio de Golspie), sin muchas ganas de entrar, pero con ganas de verlo por fuera. No decepcionó, pues el castillo no sólo es bonito, sino que está bien conservado. El problema es que entre el abusivo precio de la entrada, los numerosos visitantes y que ya habíamos tenido la experiencia del Dunvegan Castle, decidimos conformarnos con la visita exterior. Desde allí, el objetivo siguiente era John o’Groats, parando en Wick.
Wick tiene una pinta de industrial que tumba. Eso fue la impresión que nos causó cuando entramos. Como teníamos ganas de hacer una parada, buscamos aparcamiento gratuito en plena calle y un sitio muy majo para tomar el té, acompañado de una suculenta y variada pastelería casera. Cuando terminas, avanzas un poco y descubres otra parte de la ciudad, más moderna y comercial, te das cuenta que quizá habría estado bien hacer la parada 500 metros más adelante.
Seguimos hacia John o’Groats, llegando bastante pronto (cerca de las 16:30). Para ir a las Orcadas (Orkney) teníamos dos opciones. Salir de John o’Groats en una excursión preparada en autobús y dejando el coche en el puerto o salir de Gill’s Bay (a unos poquitos kilómetros de John o’Groats) para llevar tu propio coche. Como llevábamos tiempo y realmente nos daba igual, todo dependía del precio, así que fuimos primero a Gill’s Bay (www.pentlandferries.co.uk) y luego al otro. Llevar tu propio coche era bastante más caro, así que decidimos la excursión contratada que por otro lado, nos hacía descansar un poco del coche. Para ello, en el mismo puerto de John o’Groats sacas los tickets (44₤). Más información, http://www.jogferry.co.uk/.
Ya en John o’Groats y con mucha tarde por delante, nos dirigimos a uno de los paisajes que guardo en mi memoria como los más espectaculares (junto con Neist Point, en Skye). Se trata de Duncansby Head o los Duncansby Stacks. Saliendo del puerto, a menos de un kilómetro o así, giras a la izquierda y te metes en una carretera muy pequeña que acaba en un faro. Ahí dejas el coche y echas a andar por encima de los acantilados, encontrando unas formaciones rocosas en forma de cono, pero con la punta hacia arriba. No sé por qué, pero me pareció un paisaje terrorífico, de esos que te muestran en las películas iluminados por la luz de un rayo en una noche de tormenta. Todo rodeado de gaviotas y con numerosas focas esperando una carnosa presa. Maravilloso. Por cierto, ojo con intentar tocar a las vacas hippies que hay por el camino. Igual te llevas un buen golpe o cornada en la mano… no digo más.
Y de ahí, nos fuimos a buscar el Bed & Breakfast contratado. Por Internet había buscado mucho, encontrando bastante poco. Las pocas fotos que te ponían por la red dejaban mucho que desear y contraté con bastante miedo de no saber dónde me metía. Y estaba en lo cierto. Acostumbrado a alojamientos cuidados, con tejados a dos aguas y bonitos jardines, cuando iba por la carretera y vi el cartel de “John o’Groats Guest House” en lo alto de un edificio que recordaba un puticlub de carretera, lo único que fui capaz de articular fue un “lo siento”, mirando a mi mujer. He de decir que la pareja de viejecitos que lo regentaba era muy maja. No se les entendía ni un pijo, pero se esforzaban en hacerse entender. Pero el sitio era cutre como ninguno y olía a rancio y humedad como el peor cuarto trastero que hayáis visto. Además, aunque parecía limpio, digamos que no estaba reluciente. Complicado encontrar un buen alojamiento en este destino, desde luego. Elegirlo allí en agosto es poco menos que imposible, está todo pillado, pero os recomiendo dirigiros a www.visitscotland.com para que os ayuden. Y lo peor no es eso… sino que íbamos a pasar dos noches allí.
Nos duchamos con algo de miedo y fuimos a cenar al único sitio disponible en kilómetros. Consejo: si queréis cenar en John o’Groats, id pronto al Sea View Hotel. Como alojamiento, poco más o menos cutre que el nuestro, por lo visto. Como pub-restaurante, nos gustó bastante. Cenamos en el pub y ponen unas hamburguesas increíbles con una muy buena cerveza.
DÍA 8. JUEVES 20 DE AGOSTO DE 2009
Desayunamos pronto y nos dirigimos al puerto (dos minutos en coche) para tomar el ferry. Después de un buen mareo y casi una hora de travesía, llegamos a Burwick, donde nos esperaba un autobús con el que recorreríamos la isla. El guía-conductor, bastante simpático. La excursión incluía la capital, Kirkwall, con su preciosa e imponente catedral de St. Magnus, una visita al poblado prehistórico Skara Brae (entrada no incluida, 7₤), una visita fugaz a las Standing Stones of Stennes, otra visita multitudinaria al Ring of Brogdar (un conjunto de piedras del estilo a Callanish o Stonehenge, pero dispuestas en círculo), visita a otra ciudad como Stromness (poco más que una calle con algunas tiendas y cafés) y visita final a la Italian Chapel, una capilla en medio del campo que resultó bastante insulsa.
Aunque la visita a Orkney merece la pena, en definitiva fue un día relajado y destinado a que nos llevasen de un lado a otro sin tener que pensar mucho. Al finalizar, de vuelta a John o’Groats con mareo incluido en el ticket del barco, cena en el Sea View Hotel (esta vez en el restaurante, porque en el pub no había sitio, con idéntico o mejor resultado) y descanso en nuestra mansión-pub de carretera.
DÍA 9. VIERNES 21 DE AGOSTO DE 2009
El noveno día iba a estar destinado casi exclusivamente a ver Inverness y la orilla este del Lago Ness, acabando en Drumnadrochit para disfrutar de unos highland games muy auténticos al día siguiente. Para ello, decidimos de antemano hacer un buen tramo de coche sin detenernos mucho, desde John o’Groats hasta Inverness. Como la carretera es bastante vistosa y el día era soleado, no se nos hizo pesado y llegamos a Inverness antes de lo pensado.
Inverness es una parada que se agradece a mitad de este tipo de viajes. Cuando todo lo que ves es campo verde, costa, etc., un poco de ciudad nunca viene mal. De hecho, vistos los servicios, restaurantes, pubs y demás cosas que tiene, quizá para un segundo viaje lo plantee como un centro de operaciones.
Aterrizamos allí como a media mañana. En primer lugar y dado que íbamos bien, decidimos dirigirnos a Culloden, persiguiendo la idea de encontrar un campo de batalla que rememorase bélicos momentos. Lo cierto es que el centro de visitantes está muy bien montado. Tienda, baños muy, muy limpios, cafetería… y una entrada excesivamente cara (10₤, aparcamiento aparte). Y digo excesivamente cara porque en el fondo, lo que estás viendo es un terreno bastante pelado, con dos filas de banderas que indican donde estaban las tropas del rey y dónde las jacobitas, además de un pequeño monumento rememorando el asunto. Para el que sea un fanático de las batallas, desde luego será su sitio, pero el mío no. Así que nos acercamos al recinto, vimos desde fuera (incluso puedes pasar hasta una azotea desde la que se ve todo el campo, sin que nadie te pida nada) que no había nada especial y nos fuimos hacia Inverness.
En Inverness hay aparcamientos bastante bien señalizados, así que allí nos fuimos y nos pusimos a caminar. Las orillas del río son una maravilla. Casas preciosas y cuidadas, zonas ajardinadas, bancos, locales bastante bien decorados y una bonita vista del castillo y de la catedral. La ciudad tenía ambiente. Bordeamos ambas orillas y visitamos la catedral, muy bonita y sorprendente, por cierto. Se parece a Notre Damme, en París, salvando las distancias. Lamentablemente, el castillo aloja los juzgados y no se puede visitar, aunque subir hasta arriba te hace disfrutar de buenas vistas. El ayuntamiento tiene una fachada muy bonita también.
Después de pasear un rato, buscamos un sitio donde comer a orillas del río. Acabamos en River House restaurant, recomendado por la Lonely Planet. Acertamos plenamente. Pensábamos que nos iban a pegar un palo de aúpa y todo lo contrario. Un menú muy bueno y a muy buen precio, acompañado de una cerveza de las Orcadas que la recuerdo como la mejor que tomé en todo el viaje.
Tras nuestra visita a Inverness y aprovechando el buen tiempo que hacía, nos dirigimos hacia el Lago Ness. Este recorrido se puede hacer por la A82 o por la B862. Desde luego, las mejores vistas se tienen por esta segunda carretera, pero no se debe ir con prisas. Nosotros tomamos este camino y bajamos hasta Fort Augustus. Durante todo el trayecto, las vistas del lago son increíbles y es una forma diferente de disfrutar del Urquart Castle. Aprovechad los passing places para divisarlo.
Una vez en Fort Augustus, café y vuelta hacia arriba hasta Drumnadrochit, nuestra siguiente parada. Antes de llegar al pueblo, parada en el Urquart Castle para comprobar desde el vallado que el precio de la entrada parecía injustificado, así que no entramos. De este comentario no os fiéis mucho, porque conozco gente a la que le ha encantado. A mí me parece un montón de piedras en ruinas…
En el pueblo nos alojamos en Woodlands, un B&B fantástico y acogedor, con un gran desayuno (as usual) y con una dueña súper simpática (Lizz) que nos recomendó dónde cenar (Fiddler’s, también tiene alojamiento). Y como no íbamos a desoír los consejos, allá nos fuimos. No recuerdo qué comimos exactamente. Sólo recuerdo la buena pinta que tomé y el entrante a base de haggis, esta vez sí, acompañados por una copa de whisky. Quizá sea mi escasa tolerancia a este licor lo que hace que no recuerde lo que cené. Buen precio, buena cena. Alrededor de 35₤.
Drumnadrochit no tiene mucho. Realmente es la capital del lago Ness, con un centro de visitantes y tal, así que podéis imaginar de qué va todo allá. Que si monstruito por aquí, monstruito por allá. Cierto es que no deja de ser enigmático el asunto y que cuando estás divisando el lago se te pasa por la cabeza alguna duda (aparte de mirar una última vez de reojo por si aparece), pero el marketing que se ha organizado en torno al bicho acaba por responder todas las preguntas.
DÍA 10. SÁBADO 22 DE AGOSTO DE 2009
Los highland games se dividen en dos partes. Por la mañana, participa gente del pueblo y alrededores. La tarde queda reservada a los profesionales. A primera hora, pago de la entrada (5₤ por persona) y adentro.
Niños y adultos, en categorías perfectamente diferenciadas, competían corriendo, saltando, lanzando troncos, pesos, martillos, etc. La verdad es que estaba muy animado el tema, todo ello acompañado de gaitas, puestos tipo mercadillo y un ambiente de fiesta de pueblo encantador, con gente ataviada con su kilt escocés. Recuerdo el día como una jornada divertida de descanso.
Al llegar la tarde, era un poco lo mismo pero con profesionales, así que decidimos ir tranquilamente hacia nuestro siguiente destino. El Mansfield Castle, en Tain.
Dormir en Tain cuando la ruta ya enfilaba hacia el sur no tenía más explicación que responder a nuestra ilusión de dormir en un castillo. Mereció la pena. Aunque costó un riñón, haber reservado la Tower Suite del castillo es un recuerdo imborrable (y espero que no irrepetible). Toda una torre para nosotros en un castillo con un servicio impecable y una buena cena. El precio lo omito porque fue un regalo.
Allí llegamos y después de descansar en la habitación, nos dimos una vuelta. Tain me sorprendió porque pensaba que no tenía mucho. Edificios de corte antiguo pero muy, muy cuidados y un paseo muy agradable hasta la playa.
DÍA 11. DOMINGO 23 DE AGOSTO DE 2009
Con tristeza nos despedimos del hotel (a la última hora posible) y dedicamos el resto del día a cruzarnos media Escocia hasta Stirling. Esta era una jornada de viaje con destino final en Tillicoultry, pueblecito cercano a Stirling (15 minutos en coche), que elegimos siguiendo los consejos de varios viajeros en diferentes foros y dirigidos hacia el [url=http://www.westbournehouse.co.uk/ ]B&B Westbourne House[/url], 60₤.
No obstante, viendo que el viaje se daba bien, decidimos cruzar más allá y llegar hasta St. Andrews, cuna del golf y que alberga una catedral impresionante (aún en ruinas).
St. Andrews, incluso lloviendo, estaba llena de gente. Nos dirigimos a la catedral en la que, aunque especificaba que había que pagar entrada, no encontramos a nadie para darle el dinero. Este escenario es impresionante. Un montón de piedras y ruinas, pero que te hacen ver perfectamente cómo era la catedral antaño. Una pena que se perdiese, porque “entera”, debió ser increíble. De allí nos dirigimos, siguiendo la costa y dando un paseo, atravesando la zona universitaria, hasta casi llegar a los campos de golf. Al atravesar la zona universitaria nos dieron ganas de volver a estudiar… vaya residencias, qué facultades. Así da gusto…
A la hora de comer, encontramos un restaurante tipo VIPs, pero en plan escocés (Little John's). A las 16:00 un domingo y en Escocia, poco más se puede pedir. El caso es que acertamos y comimos muy bien.
Y de allí, al B&B a descansar. Llegaba Edimburgo. El tan recomendado B&B estaba regentado por un matrimonio encantador que veraneaba en Mallorca. Él, Adrian, había trabajado en España y sabía un pelín de español. Ella, Jane, encantadora y con una amigable conversación, nos atendió con mucho cariño, dejando por un momento la fabricación casera de mermeladas y bisutería a partes iguales. Aunque descargando la maleta me hice un esguince de tobillo que me duró un mes, recuerdo este B&B como el mejor de todos.
En Tillycoultry nos dimos una vueltecita para estirar las piernas y como ya nos había ocurrido antes, estábamos muy cansados, así que decidimos montarnos el picnic en la habitación (grande The Co-operative!!). No obstante, Jane nos dijo que si queríamos algo de cena, encantada de prepararnos algo.
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