Es posible llegar a Olot en autobús con la empresa Teisa o con transporte privado. La oferta de alojamiento es normal para una ciudad de sus características. Aunque hace muchos años nos alojamos en un hostal céntrico y existe un albergue de juventud del que hablaré más adelante, en esta ocasión nos decantamos por un apartamento amplio de 2 habitaciones, cuarto de baño, salón comedor con cocina y terraza. Era completamente nuevo. El problema, estar algo alejado del centro. Pero era una buenísima opción para viajar con niños e ir a tu aire.
En las etapas anteriores he hablado de BESALÚ, una de las grandes joyas de la comarca de la Garrotxa. Pero desde luego no es la única.
No se puede hacer una visita a la Garrotxa sin pasar, aunque sea un momento, por su capital, Olot. Olot es una ciudad de 35.000 habitantes que goza de todas las prestaciones. Su nombre proviene de su fundación mítica por Ulo (o Ulot), rey de los atlantes. ¿Nos lo creemos?. Suena muy mitológico, ¿no?. Quizás venga de ala y de ahí que haya una representada en su escudo. Una tercera hipótesis lo hace derivar de dos palabras vascas que significarían lugar de avena.
La carne a la brasa es estrella de la gastronomía de la Garrotxa. La cocina volcánica es la denominación que han adoptado muchos restaurantes de la zona para nombrar sus especialidades gastronómicas. Entre los ingredientes de la zona podemos degustar productos como la carne de cerdo o las patatas a la brasa, pero son sin duda los productos autóctonos como las judías blancas de Santa Pau (fesols de Santa Pau) los que le dan fama. De hecho no podemos pasar por la Garrotxa y no probar algunos de estos productos.
Las judías de Santa Pau son deliciosas, pequeñitas. Las carnes, excepcionales. Y desde luego no podemos marcharnos sin comer patatas "olotines", unas deliciosas patatas hechas a la brasa y rellenas de carne.

Todo esto lo podréis encontrar sin falta en alguno de los restaurantes de la zona así como buenos embutidos. Nosotros comimos en un restaurante que nos recomendó un taxista (Restaurante La Bota). La señora no nos dijo lo que costaba el menú ni lo que había. Solo dijo que el niño que iba con nosotros no iba a "comer". Nos extrañamos, claro, pero se refería a que no le iba a cobrar su comida sino que comería de la nuestra. Todo casero y cocinado al momento. Las carnes, hechas a la brasa allí mismo. El menú consistía en ensalada de productos de su huerta, una tortilla de patatas con salmón ahumado y miel encima, pulpo con patatas (yo no como pescado ni marisco así que me hizo al momento unas patatas olotinas de muerte) y carnes a la brasa. De postre, helado. Comida más que de sobras para los 4 (incluido un niño de 11 años). Total, 75 euros todo. Excelente.
Volvamos a Olot. Desde el restaurante llegamos pronto al ayuntamiento. Este edificio fue construido entre los años 1926 y 1928 por el Arquitecto municipal Joan Roca i Pinet. Parece que antes de ayuntamiento, aquí hubo una fábrica.
En el centro de la ciudad podemos encontrar muchas tiendas así como ciertos edificios históricos.
Uno de los más antiguos es la Iglesia de la Mare de Déu del Tura, del siglo XV. Tura hace alusión a un buey que cada día removía la tierra en el mismo sitio hasta que su amo, curioso, cavó y encontró una imagen de la Virgen.
Encontramos algunos edificios del siglo XVIII, como el Hospicio o la iglesia parroquial de san Esteban (en su museo hay un Cristo de El Greco). La fachada lateral de la iglesia se remodeló en 1905 con cerámica.

El Claustro del antiguo convento del Carmen es del siglo XVI. Lo visitamos.
En Olot también hay muchísimos edificios de principios del siglo XX, principalmente casas. Podemos destacar la Casa Pujador (con torre cilíndrica y ornamentación floral), la Casa Gassiot (en la imagen), la Casa Escubós (de 1905), Casa Gaietà Vila (también de 1905) o la Casa Solà Morales, cuya remodelación se debe al mismísmo Domènech i Montaner. Esta casa era barroca (1781) y de hecho en la fachada aún podemos ver bonitos esgrafiados. Tambien tenemos que fijarnos en la forja y en las dos esculturas femeninas de la parte inferior, muy del gusto modernista.

Una de las que más me gustan es donde se ubica el albergue de juventud, la Torre Malagrida. Es una construcción de estilo "noucentista", situada en medio de un parque en pleno centro de Olot. Se edificó entre 1920 y 1920 por encargo de Manuel Malagrida, del que toma el nombre, un ciudadano ilustre cuya familia acabó donando casa y terrenos para hacer un albergue. Malagrida hizo fortuna en América y al volver quiso tener una segunda residencia en Olot.
Otra preciosa casa es Can Trincheria, que hoy es casa museo. Mantiene la decoración y el mobiliario de la época, por lo que podemos ver cómo vivía una familia acomodada de los siglos XVIII y XIX. Es una de las pocas casas del siglo XVIII que se han conservado en Olot. Se construyó en la primera mitad de aquel siglo pero sufrió algunas modificaciones con posterioridad.
Ocupa una parcela de 800 metros cuadrados y tiene planta baja, tres pisos y una terraza cubierta. La planta baja, de más de 500 metros, se dedicaba a local comercial.
En la primera planta había dos partes que se diferencian claramente, la de la familia y la del servicio. En la parte noble destacan sus muebles y las decoraciones de las paredes. Destacan un par de alcobas, una llamada del General y la otra del Obispo así como los diversos salones. En las casas importantes solía haber una o unas habitaciones dedicadas únicamente a recibir a importantes visitas. En la del General se alojarían personalidades militares (se sabe, por ejemplo, que se alojó el General Martínez Campos, capitán general de Catalunya) y en la del Obispo, religiosas. Ambas tiene una antecámara.
El segundo piso también lo usaba la familia pero tiene un carácter privado (a diferencia del público del primer piso). Es donde estaban sus habitaciones. La tercera planta se usaba como almacén. No se visita.
La familia se reunía en el salón familiar. También era el lugar donde se celebraban fiestas o encuentros. Es por eso que en la parte superior de las puertas se ve el escudo de la familia (para darse importancia ante terceros). La parte inferior de las paredes está llena de paisajes mitológicos (en la parte superior no caben; está lleno de cuadros de la familia). El piano nos explica que allí también se hacían conciertos o veladas musicales.
Pasamos al salón rojo cuyo nombre, claro, viene del color de la decoración (cortinajes rojos y demás). Tiene unos balcones que dan a la calle, con vistas a la iglesia. Los espejos de las paredes dan una sensación de ser más grande de lo que es en realidad y darían una curiosa sensación al reflejarse la luz de las velas. Destaca un bargueño del siglo XVII de madera de nogal con cajoneras pintadas en oro fino con incrustaciones de marfil.
El Salón Isabelino se usaba para reuniones más íntimas. Destacan el sofá de tres plazas, las dos butacas, los reposaderos y las 12 sillas del siglo XIX. Están forrados de seda roja. Las paredes tienen pinturas de las estaciones del año… No, no todas. Falta el invierno. Dicen que como en Olot en invierno hace mucho frío, la familia no lo quería ver ni pintado.
Pasamos ahora al Salón del Piano. No tiene ninguna ventana al exterior y es bastante oscuro. Era el lugar donde se reunían en verano para tomar café porque era la más fresca. Las pinturas son casi todas religiosas. Destaca un mueble llamado Canterano, del siglo XVIII.
Estas habitaciones se pueden visitar en el orden que se quiera.
Por un pasillo distribuidor, decorado con pinturas del siglo XIX y donde destaca un bargueño del siglo XVII, llegamos a la parte funcional.
Encontramos un recibidor-sala de estar, mucho más sencillo que los que hemos visto hasta ahora y también mucho más acorde con el estilo de casa de campo de la casa. Podemos ver algunos muebles de época pero ya no de lujo como los que hemos visto hasta ahora.
En la llamada “Sala de l’Escó” encontramos el mueble que le da nombre, un gran banco de madera, del 1800, con respaldos altos, que rodea la chimenea. Es muy acogedor. Encima de la chimenea vemos la chocolatera (muy de moda en la época) o un porrón. Lejos del lujo de las anteriores, esta sala me gustó mucho.
Y llegamos a la sala llamada “del Pessebre”. En tiempos de la familia en esta sala jugaban los niños, la familia comía…Pero lo que vemos ahora no es nada de eso. Lo que nos encontramos es un enorme belén, iniciado por Ignasi de Trincheria a finales del siglo XVIII y continuado hasta el siglo XX. Está en una enorme vitrina que ocupa casi toda la estancia.
Es una visita muy recomendable y gratis.

En el centro también podemos hablar de la Plaça del Conill, llamada así por la fuente del mismo nombre. Es una fuente barroca de tres tubos que parten de tres máscaras situadas en tres de los cuatro lados de la fuente que, a su vez, tiene forma cuadrada. En la parte superior se va haciendo estrecha, creando otro cuerpo más estrecho y alargado. Fue reformada en 1900. Arriba del todo hay algo parecido a un conejo. De época parecida es la Fuente del ángel, un obelisco con un ángel en la cima.
Olot dispone de un buen puñado de museos. Quiero destacar uno que es el que nosotros visitamos, el Museu dels volcans, en el Parc Nou. Ya de por sí el parque es bonito, con unas ocas que pasean por allí. Muy bonito también es el edificio. Se ubica en la llamada Torre Castanys, un precioso palacete rojizo proyectado por el famoso arquitecto Josep Fontserè en 1854. Su propietaria lo cedió al ayuntamiento así como el parque.

No he comentado aún que si algo hace famosa a la comarca de la Garrotxa es precisamente su cantidad de volcanes. Se estima que debe haber unos 40. Y por eso no es extraño que haya un museo dedicado al tema que nos intenta explicar, de un modo muy didáctico, qué es un volcán. También se trata la flora y la fauna de la zona.
Una de las partes más llamativas es precisamente la que nos recrea en una sala a oscuras un movimiento sísmico. Y es que en el siglo XV parece que Olot sufrió unos terremotos tan fuertes que la destruyeron por completo. Es por eso que no cuenta con edificios anteriores aunque en la zona haya habido presencia humana desde la Prehistoria. Dejo un enlace:
museus.olot.cat/ .../visitans/
Disfrutamos mucho de esa visita.
Pero, claro, los volcanes son mucho más impactantes cuando se ven in situ. La ciudad se encuentra rodeada de cuatro volcanes: Montolivet, Montsacopa, Garrinada y Bisaroques. Además, se situa en medio del Parque Natural de la zona volcánica.
Está claro que no se puede acceder a todos los volcanes pero sí a alguno de ellos. Y nosotros nos dirigimos al Montsacopa, el más accesible y conocido. El cráter del volcán Montsacopa mide 120 metros de diámetro y 12 metros de profundidad. Está centrado en la cima del cono volcánico, tiene una forma bastante perfecta y su forma de copa es la que le da nombre. También se llama Sant Francesc porque arriba hay una iglesia del siglo XVII con ese nombre.
La subida tiene cierto desnivel pero puede hacerse sin problemas. Una vez arriba, los que quieran, pueden bajar al cráter. Hace 10.000 años que entró en erupción; ya sería mala suerte que lo hiciera de nuevo en nuestra visita.

Durante la ocupación francesa de 1812 se amuralló la ermita y se construyeron las dos torres de defensa que aún se conservan. No son muy grandes y se puede subir. Decidimos hacerlo. Hay buenas vistas.
Dos de nosotros también bajaron al cráter (yo me quedé arriba para no resbalar; son algo torpe).
A la mañana siguiente dos de nosotros nos fuimos a pasear a un bonito y conocido paraje, muy cerca de nuestro apartamento. Se trata de la Font Moixina, llamada así por una popular fuente.
En realidad en los parajes de la Moixina se pueden visitar hasta tres fuentes: La Fuente de la Deu, cerca del restaurante de la Deu, la Fuente de la Moixina, situada al lado del restaurante Font Moixina y finalmente la Fuente de Bufaganyes, muy cerca de la ermita de la Salut. Es curioso ver que cerca de cada una de las fuentes se ha instalado un restaurante. Dejo un enlace con un recorrido:
esportsilleure.olot.cat/ ...OIXINA.pdf