NOTA. Durante nuestra estancia en Fuerteventura, visitamos el islote de Lobos e hicimos una ruta senderista circular que se llama "Vuelta a la isla". Por entonces, se podía acceder libremente y no era necesario pedir permiso ni hacer reserva previa para el barco que va desde Corralejo. Actualmente esto ha cambiado, por lo cual hay que informarse previamente de cupos y posibilidades para trasladarse a la isla de Lobos.
ISLA O ISLOTE DE LOBOS.
Nos levantamos temprano porque queríamos coger el primer barco que salía hacia el islote, a las 10 de la mañana. Sabíamos que la ruta que queríamos hacer allí, la llamada vuelta a la isla, tiene una duración de unas tres horas y media, a las que hay que añadir los 15 minutos de ida. La idea era poder regresar en el barco de las dos de la tarde para así comer en Corralejo ya que el siguiente barco no salía hasta las cuatro. En otra época del año quizás merezca la pena pasar más tiempo en la isla, sobre todo si uno quiere darse un baño en alguna de sus calas, pero como no era el caso, preferíamos volver en cuanto terminásemos la excursión a pie.
Corralejo desde el barco.
Sacamos los tickets en la caseta que está a la entrada del puerto. Cuesta 15 euros por persona (ida y vuelta) y preguntan a qué hora quieres regresar. Esto nos dejó un tanto confundidos (teníamos como referencia los barcos que van a la Isla de Tabarca, en Santa Pola, ya que puedes volver en el barco que más te interese) porque pensamos en qué haríamos si por cualquier circunstancia (que se nos diese mal la caminata, por ejemplo) perdíamos el barco. Al parecer, tampoco es algo estricto y te dejan regresar en otro barco si hay sitio libre. Menos mal que no fue el caso.
El barco salió puntual del Puerto de Corralejo y la corta travesía de quince minutos que se tarda en cubrir los dos kilómetros escasos que separan ambas islas nos dejó unas bonitas vistas del propio puerto, de la costa de Fuerteventura, en especial de la zona de las Dunas de Corralejo, del Islote de Lobos y también de la isla de Lanzarote que está muy cerca y se aprecia perfectamente, sobre todo su alargada costa sureste. El día había amanecido con un sol radiante y muy buena temperatura, así que el trayecto en el barco fue muy agradable, con un viento escaso que no impedía ir en cubierta disfrutando del panorama.
Imágenes de la corta travesía.
Poco a poco fuimos divisando con más claridad el islote de Lobos, del que destaca ante todo su pico más alto, el antiguo volcán llamado la Caldera, que está en uno de los lados de la isla y que es perfectamente visible desde las playas de Corralejo. También llama bastante la atención el color turquesa de sus agua cristalinas. Algo curioso fue el desembarco, que llevó más tiempo del que cabía prever. Y es que el muelle es un tanto… primitivo. No hay pasarelas y hay que desembarcar saltando directamente a las escaleras de piedra del muelle, que están algo desgastadas, y con el movimiento del barco, había personas (las más mayores y algunas bastante gruesas) que les costaba una barbaridad pese a la ayuda de los tripulantes. En fin, fue solo una anécdota, pero a tener en cuenta por si acaso. De todas formas, todos los que fueron consiguieron desembarcar, que conste.
Las bonitas aguas de la isla al llegar.
Vistas del muelle con el barco y la gente todavía intentando desembarcar. Al fondo la línea costera de Fuerteventura, con Corralejo y las dunas.
El islote tiene cinco kilómetros cuadrados y forma parte del Parque Natural de las Dunas de Corralejo y por sí sola también constituye un paraje protegido, en el que no existen carreteras, no hay población residente ni apenas edificaciones; y para comer solo cuenta con un pequeño restaurante que ofrece paella y pescado, y donde hay que reservar nada más llegar si se quiere almorzar allí. También es posible llevar merienda y comer en alguna de las calas, muy apropiadas para darse un bañito o hacer snorkel ya que tienen un agua cristalina muy apetecible. Otra cosa que hay que tener muy en cuenta es que allí no hay apenas sombras, por lo cual conviene llevar agua y gorras, ponerse protección solar y tener presente que puede hacer mucho calor en verano.
Por cierto, que su nombre se debe a la población de focas monje (lobos marinos) que habitaban en sus aguas en el pasado, pero que ya no se encuentran aquí. Al parecer, tuvieron sus más y sus menos con los pescadores de la zona por la gran cantidad de pescado que consume diariamente cada ejemplar, lo que ha dificultado algunos intentos posteriores de volver a introducir la especie en estas aguas.
VUELTA A LA ISLA DE LOBOS
Hay varias posibilidades para hacer senderismo en el islote, desde sencillos y cortos paseos de unos minutos hasta la ruta más completa, que es la llamada “vuelta a la isla”, que es circular, como su nombre indica. Hay una caseta de información (centro de visitantes) y mapas con recorridos aconsejados. En la isla solo se puede ir a pie o en bicicleta, estando prohibida la circulación de vehículos a motor para uso turístico.
Datos de la ruta.
Tiene una longitud de unos 12 kilómetros y se tarda unas tres horas en hacer completa, incluyendo paradas. Es una caminata sencilla, por un amplio sendero de tierra con una pendiente muy suave, excepto la subida a la montaña más alta de la isla, llamada La Caldera, que tiene 127 metros de altitud y desde cuyo alto se divisan unas vistas extraordinarias de las tres islas: Fuerteventura, Lanzarote y la propia de Lobos. Pero a eso iré después.
El itinerario está perfectamente delimitado y existen indicadores en los que se señala el tiempo que se tarda en cubrir cada tramo: doy fe de que los tiempos son bastante ajustados a la realidad.
Nada más llegar, consultamos unos paneles indicadores y nos pusimos a nuestra tarea, siguiendo el camino de la derecha, ya que queríamos hacer en primer lugar la ascensión a la Caldera por aquello de aprovechar las horas de menos calor y que, al principio, un@ siempre está más fresc@
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Nuestra primera parada fue la Playa de la Calera, apenas a un kilómetro del muelle (ojo, no hay que confundir el muelle, de donde salen los barcos que van a Corralejo, con el Puertito, antiguo núcleo pesquero con las escasas construcciones que hay en la isla, que datan de antes de su declaración de espacio protegido).
Camino que lleva a la Playa conocida como La Concha, aunque en realidad se llama La Calera, por el horno de cal que se utilizó en tiempos para la construcción del faro Martiño. Se dice que es un lugar excelente para tomar un baño y hacer snorkel, lo que nos gusta mucho. Desafortunadamente, a primeros de febrero la temperatura del agua no nos invitaba a ello. Sin embargo, la imagen que presentaba era preciosa e incluso había unos cuantos valientes metidos en el agua.
Seguimos nuestro camino en dirección hacia el Faro Martiño, que se encuentra en el extremo opuesto de la isla, y que dista 3,5 kilómetros desde el muelle. Nos sorprendió ver lo “verde” que estaba la isla, con muchas plantas y flores. Quizás no sea el mejor momento para bañarse, pero sí para ver la versión más atractiva de la isla de Lobos, con una vegetación supongo que impensable en épocas más calurosas.
Poco a poco empezamos a aproximarnos a La Caldera, cuya imagen ya aparecía a nuestra izquierda: treinta minutos nos faltaban, según el indicador. También vimos un panel informativo sobre el lugar. Giro a la izquierda y tomamos el camino empedrado que conduce a la cumbre, que no es muy largo pero sí bastante empinado. En las fotos podéis ver a la gente, como motitas trepando por la ladera. En fin, haciendo paraditas, se puede subir bien. Como he mencionado, es cortito y merece mucho la pena el pequeño esfuerzo porque las vistas arriba son extraordinarias: se ve la propia isla de Lobos, la de Lanzarote y la de Fuerteventura.
Panorámicas desde el hito geodésico, en la cima de La Caldera. Desde aquí también se puede ver la bonita Caleta del Palo o de la Caldera, que queda justo debajo del viejo cono volcánico
Descendimos por el mismo camino y luego, siguiendo el track de una ruta que nos habíamos descargado, tomamos un pequeño atajo para evitar desandar todo el camino y así tomar la ruta hacia el faro un poco más adelante. Lo cierto es que la vegetación nos sorprendió. El islote presentaba estampas coloridas y muy bonitas, que no respondían a la imagen de aridez extrema que nos habíamos forjado de antemano.
Nuevamente en el sendero principal, vimos un indicador de 50 minutos hasta el faro, antes de divisar el cual, sin embargo, llegamos a una zona de cortantes aristas de roca negra volcánica muy llamativas y que creo que es la que llaman caleta de la Madera. Inevitablemente, paramos a hacer unas fotos.
Al fin, divisamos el faro en lo alto de un pequeño risco. Fue construido en 1860 por trabajadores portugueses y aún se conservan restos de las cabañas donde se éstos se alojaron. Empezó a funcionar en 1885La falta de agua deparó grandes sufrimientos a los obreros y también a los fareros durante el siglo XIX. Aquí nació en 1903 la poetisa Josefina Plá, que era hija del farero Leopoldo Plá. El faro tiene bastante importancia en la seguridad de la navegación en la Bocaina, entre las islas de Lanzarote y Fuerteventura.
Hay que subir una empinada rampa antes de alcanzar la construcción, desde cuyas terrazase tienen unas vistas estupendas, incluyendo el saladar. Si hay tiempo, viene bien pararse un ratito a descansar. Desde este punto, los dos caminos que conducen al muelle son equidistantes; así que lo mejor es hacer la ruta circular, que nos devolverá a nuestro punto de partida, pasando por extraños paisajes desérticos con montículos de formas curiosas, una especie de extraño bosque, la zona de las Lagunetas y las casitas de la bonita zona conocida como El Puertito, antiguo enclave pesquero temporal.
Las Lagunetas y el Puertito.
Nos gustó la caminata. Además, el día había sido muy propicio porque la temperatura era buena y había nubes, con lo cual el sol no fue demasiado inclemente. No olvidemos que estábamos a primeros de febrero. En verano, mucho cuidado con el sol ya que en el islote no hay sombras.
Terminada la ruta, regresamos al muelle, donde ya se encontraba el barco, esperando a que subieran los viajeros, con la misma parafernalia que a la ida: y es que a algunos les costaba lo suyo saltar a cubierta desde la escalera del muelle.