Hoy toca una pequeña ruta bordeando el mar entre Camariñas y Comelle. Nos levantamos sobre las nueve y media con el sabor de la carne entre los dientes(a pesar de la limpieza,malpensados)y la adrenalina de la “rapa das bestas” y nos desplazamos a Camariñas donde aparcamos a la entrada de la población cerca de la estatua de la niña de los bolillos. Caminamos un rato por su precioso paseo marítimo hasta el puerto donde visitamos el barco que unos días antes ha procesionado a la virgen del carmen por el mar y las ruinas del “castelo do soberano”.
De vuelta al coche, nos compramos para almorzar una empanada gallega de tamaño medio con carne recién salida del horno y con la niña como testigo no dejamos ni las migas. Cogemos el coche en dirección al faro del cabo Vilan deteniéndonos con anterioridad en uno de los varios parques eólicos que hay en la zona para instruir un poco a las peques sobre la energía que nos da el viento.
Llegamos al faro del cabo Vilan que está en un acantilado de 104 m. donde hay una exposición sobre la historia de los faros(así llamados por el de la isla de Pharos,en Alejandría). Hay muchos objetos antiguos,incluso las primeras lámparas eléctricas que se utilizaron y un audiovisual sobre la historia del faro del cabo Vilan. Este faro fue pionero en la utilización de la energía eléctrica.Saliendo de la exposición, vemos a un paisano que subía con una gran bolsa de percebes por la ladera del faro(hay que tener valor)y después subimos por las rocas que hay enfrente (está marcado el sendero) para echar unas fotos a las piedras de las calaveras.

Percebeiro en el cabo Vilan En el Museo del Faro

La peque en el museo El Cabo Vilán
Después y siguiendo la costa por una senda no asfaltada pero que se puede seguir bien con el coche llegamos al “foxo dos lobos”(s.XVI). No tan antiguamente había lobos en esta zona y para matarlos los acorralaban hasta dar en un foso de unos tres metros de ancho donde supongo serían lapidados. Este foxo está a unos cien metros del mar, no más.También vemos la piedra del oso,una gran roca al lado del mar.

Piedra del oso La foto no hace justicia a los turquesas y azules del mar
Llegamos hasta el cementerio de los ingleses. En el año 1.890, un barco-escuela de la armada inglesa llamado “Serpent” chocó con los arrecifes de la costa da morte en plena tempestad. De los 175 marineros y oficiales de la nave, sólo se salvaron tres que pudieron llegar a tierra y pedir socorro en un pueblo cercano. Yacen en este cementerio ya descuidado pero hasta los años cincuenta, cuando un barco de la armada británica pasaba por aquí lanzaba unas salvas de ordenanza en su recuerdo y honor.
cementerio de los ingleses
Con la piel de gallina, continuamos por la carretera y pasamos por el Monte Branco, una montaña que presenta como curiosidad una duna rampante; o sea, una duna que, ayudada por el viento, va subiendo por la ladera del monte. Recomiendo esta ruta para hacer en coche o en bici;incluso a pie los más preparados porque a pesar del viento que fue constante y fuerte todo el día vale la pena. Los lugares de la costa son preciosos. Ahora ya volvemos por el Ponte do Porto dejándonos Santa Mariña a un lado.
Llegamos temprano al camping donde hemos tomado el sol, leído la información para la ruta de mañana, más larga que la de hoy y bajado a la playa hasta las nueve de la noche. Cenamos y bajamos al bar del camping como es nuestro ritual diario. Leyendo el “Faro de Vigo” vemos que hay publicada una foto de la rapa del día anterior en la que estamos nosotros. Le pedimos a la dueña que nos la dé y amablemente así lo hace. Los papis estamos rojos como gambas y como los bacalaos secados al sol.
De vuelta al coche, nos compramos para almorzar una empanada gallega de tamaño medio con carne recién salida del horno y con la niña como testigo no dejamos ni las migas. Cogemos el coche en dirección al faro del cabo Vilan deteniéndonos con anterioridad en uno de los varios parques eólicos que hay en la zona para instruir un poco a las peques sobre la energía que nos da el viento.
Llegamos al faro del cabo Vilan que está en un acantilado de 104 m. donde hay una exposición sobre la historia de los faros(así llamados por el de la isla de Pharos,en Alejandría). Hay muchos objetos antiguos,incluso las primeras lámparas eléctricas que se utilizaron y un audiovisual sobre la historia del faro del cabo Vilan. Este faro fue pionero en la utilización de la energía eléctrica.Saliendo de la exposición, vemos a un paisano que subía con una gran bolsa de percebes por la ladera del faro(hay que tener valor)y después subimos por las rocas que hay enfrente (está marcado el sendero) para echar unas fotos a las piedras de las calaveras.


Percebeiro en el cabo Vilan En el Museo del Faro


La peque en el museo El Cabo Vilán
Después y siguiendo la costa por una senda no asfaltada pero que se puede seguir bien con el coche llegamos al “foxo dos lobos”(s.XVI). No tan antiguamente había lobos en esta zona y para matarlos los acorralaban hasta dar en un foso de unos tres metros de ancho donde supongo serían lapidados. Este foxo está a unos cien metros del mar, no más.También vemos la piedra del oso,una gran roca al lado del mar.


Piedra del oso La foto no hace justicia a los turquesas y azules del mar
Llegamos hasta el cementerio de los ingleses. En el año 1.890, un barco-escuela de la armada inglesa llamado “Serpent” chocó con los arrecifes de la costa da morte en plena tempestad. De los 175 marineros y oficiales de la nave, sólo se salvaron tres que pudieron llegar a tierra y pedir socorro en un pueblo cercano. Yacen en este cementerio ya descuidado pero hasta los años cincuenta, cuando un barco de la armada británica pasaba por aquí lanzaba unas salvas de ordenanza en su recuerdo y honor.

Con la piel de gallina, continuamos por la carretera y pasamos por el Monte Branco, una montaña que presenta como curiosidad una duna rampante; o sea, una duna que, ayudada por el viento, va subiendo por la ladera del monte. Recomiendo esta ruta para hacer en coche o en bici;incluso a pie los más preparados porque a pesar del viento que fue constante y fuerte todo el día vale la pena. Los lugares de la costa son preciosos. Ahora ya volvemos por el Ponte do Porto dejándonos Santa Mariña a un lado.
Llegamos temprano al camping donde hemos tomado el sol, leído la información para la ruta de mañana, más larga que la de hoy y bajado a la playa hasta las nueve de la noche. Cenamos y bajamos al bar del camping como es nuestro ritual diario. Leyendo el “Faro de Vigo” vemos que hay publicada una foto de la rapa del día anterior en la que estamos nosotros. Le pedimos a la dueña que nos la dé y amablemente así lo hace. Los papis estamos rojos como gambas y como los bacalaos secados al sol.