El último día de nuestra excursión empieza despidiéndonos de la isla de Skye y nos dirigimos hacia el lago Ness.
El guía-conductor nos regala una breve parada al castillo Eilean Donan, hoy hay una luz totalmente distinta a la del lunes por la tarde, además ahora prontito por la mañana, una suave neblina envuelve el castillo como un hechizo.

El trayecto hasta el lago no es corto, alrededor de una hora y media, pero se nos hace ameno contemplando el paisaje de las Highlands.
En el famoso lago hacemos una vuelta con un barco que nos acerca a las ruinas del castillo Urquart. En el crucero hay una megafonía que va explicando la historia y la mitología del lugar.
El entorno del lago Ness es verde y apacible, pero no tiene nada de remarcable comparándolo con la isla de Skye o del valle de Glencoe.

A la hora de comer llegamos a Inverness, la capital de las Tierras Altas.
Aquí tenemos un poco de tiempo para comer y para pasear. Compramos algo en un supermercado y luego paseamos por las concurridas calles del centro, con bonitos edificios de piedra. Curioseamos por el Victorian Market,
el elegante puente de Greig Street y nos acercamos al castillo, que vemos desde fuera.
Y la última parada es el encantador pueblecito de Pitlochry. Se trata de una localidad muy turística por su entorno y sus bonitas casitas adosadas con unos jardines muy cuidados.
Todos los comercios se concentran en la calle principal, donde probamos un helado de whisky, solo por el hecho de estar en Escocia, ¡aunque no repetiremos!

A media tarde ya estamos de vuelta en Edimburgo.
Esta última noche nos alojaremos en un hostel muy original, justo enfrente de la Catedral. El edificio victoriano fue juzgado y carcel, y está ambientado como si las habitaciones fueran celdas pero con un toque moderno e industrial.