DIA 3 – TOKIO-UENO-NIKKO - 17.10.2008 - Miercoles ✏️ Diarios de Viajes de Japon

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Amanecemos nuestra primera mañana en Japón. A pesar de haber dormido en el suelo, todo genial, no nos duele nada.
Bajamos a desayunar al sotano, es buffet libre, cogemos nuestros platos y a coger cositas. Había de todo: café, té, zumos, arroz, sopa, verduras, ftutas, salchichas, tortilla, pescado y muchas cosas que no tenía ni idea de que eran. Llenamos los platos 3 o 4 veces, no había quien se moviera, jejeje.
Se supone que teníamos que volver a coger las maletas y coger el tren para Nikko, pero no quería irme de allí sin haber visto el parque de Ueno. Así que como teníamos el hotel hasta las 12, decidimos coger las cámaras y acercarnos al parque hasta la hora de dejar el hotel.
El parque es inmenso, hasta que no volvimos y vimos en el mapa lo poquito que habíamos visto no nos dimos cuenta de lo enorme que es. Nos centramos mucho en hacer fotos en la zona del estanque que está al Sur y se nos hecho el tiempo encima así que no vimos casi nada. Eso sí hicimos muchísimas fotos y más de una hora de vídeo. En mi opinión le habría dedicado un día completo, para poder disfrutarlo con tranquilidad.
Se acerca la hora de cambiar de destino, así que nos dirigimos al hotel para coger las maletas.
Se suponía que había wifi en todo el hotel, pero en nuestra habitación de la segunda planta no llegaba, y como vimos que en el hall había varias personas con su portatil supusimos que allí si. Con maletas y todo aprovechamos para escribir a casa y mandar unas cuantas fotos del primer día. Además estuvimos viendo la parte de abajo, que el día anterior no nos dimos ni cuenta. Hay un salón de té, el hall y un rinconcito con un ordenador con wifi, para uso de los clientes, totalmente gratis.
Con nuestras maletas en mano nos dirigimos hacia la estación de Ueno para coger nuestro tren dirección Nikko. Compramos algo de comida en la estación y nos acomodamos en el tren hasta nuestro destino, bueno, hasta la estación en la que tenemos que cambiar de tren y coger uno local.
Sobre una hora y media después llegamos a Nikko, está anocheciendo, ¿pero si son las 3 de la tarde? Esta nublado y ya se aprecia el frío que haría esa noche.
Como no quisimos comer en el tren, en cuanto llegamos a la estación, compramos unas latas y nos paramos a comer.
En la misma puerta había varios taxis, pero con el susto que nos habían metio con el precio de los taxis no quisímos cogerlo. Así que tras comer, volvimos acoger nuestras maletas y nos dirigimos hacia la otra estación de tren en busca de la parada de bus. Pero acababa de salir y el próximo no llegaría hasta 50 minutos después, así que aprovechamos para coger algunos planos en la oficina de información de la estación y comprar algunos recuerdos en las tiendas de la plaza de la estación.
Ese día era el festival de otoño y como llegamos tan tarde ya no pudimos ver nada, una pena, pero bueno así veríamos los templos con más tranquilidad el día siguiente.
Cuando llego el bus le preguntamos si llegaba hasta nuestra parada y nos dijo que sí y él nos avisó cuando llegamos, para que no se nos parara.
Ya era noche cerrada y con todas las maletas no nos aclarábamos de donde estábamos exactamente, por más que mirábamos el mapa no había manera. Subimos, bajamos la calle, pero nos costó más de dos horas en encontrar el Turttle Inn, bien nos habría servido coger un taxi, además, estaba lloviendo.
La verdad, que si no lo sabes, es muy difícil llegar, porque el Ryokan está casi en la orilla del río por un camino de piedrecitas y tierra entre árboles y casitas típicas.
Cuando llegamos nos enseñaron el ryokan y nos acompañaron a nuestra habitación.
A pesar de haber cogido la habitación más cara, el servicio estaba en el pasillo a compartir por las 12 habitaciones que había, una por mes, la nuestra era Noviembre. Y los baños estaban en la planta de abajo. Eran comunes, pero individuales. Cuando entrabas, ponías el cartel de ocupado y tenías el onsen solo para ti.
La verdad, la impresión no fue muy buena, muy amables, pero había muchísima humedad en la habitación y olía muy raro, como a paja mojada, además los cristales estaban empañados de la humedad, había unos mosquitos enormes y el tatami tenía unos bichitos pequeñitos que no nos hicieron ninguna gracia, pero bueno, por lo menos no nos picó nada y como solo pasaríamos esa noche, pues… allí tocaba pasar la noche.
En la habitación teníamos nuestras zapatillas y nuestros jukatas para movernos por el hotel.
Soltamos las maletas y nos dirijimos a cenar. Preguntamos en recepción, pero allí no podía ser porque la cena se tenía que reservar a la hora del desayuno y ya no había sitio, así que nos explicaron los dos sitios que quedarían abiertos a las 6 y media de la tarde y para ver algo el pueblo nos fuimos al que estaba más lejos. El frío era horroroso y luego estaba lejísimos. La verdad, creo que es el día que peor comimos. Entre el agua de por la tarde, el ryokan que no nos convencía, el frío y que la cena no fue nada espectacular, esa noche acabamos algo decepcionados.
Cuando llegamos al ryokan, sobre las 10 de la noche nos dispusimos a pegarnos nuestro baño en el onsen y relajarnos un ratito. Eso sí fue una gozada. Todo el onsen para nosotros solos. Lo único que las paredes eran todas de madera y había unas cosas negras que creo que eran hongos en una esquina de la habitación, pero bueno, como no tocaba el baño no me preocupaban.
En el hueco de las escaleras había un ordenador gratuito con wifi y dos sofás, revistas, información turística, varias máquinas de bebidas y allí pasamos un ratito. Uno en el ordenador y otro con el portátil para hablar con casa y comprobar el correo, mientras nos tomábamos unos helados, que era el único contacto que se podía tener allí con la leche.
Por último nos subimos a la habitación, reorganizamos maletas y cosas y nos dispusimos para dormir y reponer fuerzas para la excursión del día siguiente.

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