Terminada tan interesante visita, partimos desde Andelos rumbo a las Salinas de Añana.

Declaradas Patrimonio Cultural y monumento Histórico, se encuentran en la villa más antigua de Álava (fueros de 1140), ya desde época Neolítica y con más impacto a partir de la época romana, su paisaje, economía e historia han estado ligados a la explotación de los manantiales de agua salada.
Aprovechando los desniveles de terreno del Valle Salado y su rara estructura geológica de tipo diapírico, (el fenómeno "diapírico" es el que hizo aflorar a la superficie una gran masa salina), y desde tiempos de los romanos hasta nuestros días, la actividad salinera ha condicionado la vida y la economía en una extensión de 120 hectáreas, en ellas se fueron construyendo las salinas de interior más importantes de Europa, con un complejo entramado de más de 5.000 "eras" o plataformas sostenidas por armazones de madera y paredes de piedra.

Es aqui donde se realizan las labores de extracción de la sal.
En Añana, están ordenadas las "eras" formando grupos de 20 o 30, que constituyen lo que se denomina una "granja"; y cada granja dispone de uno o dos depósitos o "terrazos" situados bajo las eras, en los que se va almacenando la sal obtenida durante la temporada de trabajo.
El agua salada o muera, brota de los manantiales situados en el extremo sur de este valle, obteniendo lo que conocemos como salmuera.
Desde un depósito cercano a esas fuentes, llamado como "partidero", repartne el agua por canales hechos de madera.
El "canal de Suso" conduce la muera por la sección izquierda del valle y el "canal o rollo de Quintana" lo hace por la margen derecha, éste último es el que transporta la mayor cantidad de "muera" y se lleva a las distintas "eras" después.
La muera se almacena en lugares destinados para ello en cada granja y desde allí se llenan las eras para que la acción del sol y el viento logren obren la cristalización del cloruro sódico.

La salinidad del agua que aquí discurre tiene una salinidad de entre 250 a 350 gramos de sal por cada litro.

Algo muy interesante que pudimos apreciar aquí es que hay "Eras" con nombres de los más famosos cocineros españoles, quienes utilizan en sus cocinas la sal de Añana.

La visita transcurre muy animadamente, con guías que les agrada el trabajo que hacen, y no dejan ninguna duda al visitante.
durante la visita, hemos aprendido mucho referente a la explotación de la sal en nuestros días.

Para quienes lo deseen, también pueden darse un reponedor baño de pies en la sal, totalmente gratis.
El día ha sido muy fructífero y apasionante, desde la historia hasta lo que hemos podido ver.
Por hoy acabamos nuestro día en el camping Angosto en la localidad de Villanañe.
Muy grande, atención muy amable, con todos los servicios, y restaurante con platos típicos, tapas y pizzas.