Milano. Lunes 3 de septiembre ✏️ Diarios de Viajes de Italia

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Tenemos todo el día para disfrutar de la capital de la Lombardía. Desayunamos en nuestro apartamento, hemos dormido bien. Después de un repaso a nuestros planes salimos a la calle con toda la energía del mundo. El día es soleado y caluroso, la máxima se acercará a los 32 grados, el cambio climático ha llegado para quedarse.

Caminamos un par de minutos hasta el cruce entre Via Giambelino y Via Vignoli, en donde tomaremos el tranvía Nº 14, que tras cerca de un cuarto de hora de ruta nos deja en la Via Torino, a tiro de piedra de la Piazza del Duomo. Se nota que es día laborable y que estamos ante el motor económico del país. Las avenidas atestadas de tráfico, mucho movimiento de personas en todas direcciones, una ciudad trepidante.







Nos encontramos en la Piazza del Duomo, en donde se encuentra el famoso templo. La verdad es que es una pasada, la imagen que ofrece el inmenso edificio de marmol blanco, repleto de esbeltos pináculos hace que parezca querer tocar el cielo milanés.





La plaza es inmensa y ya está repleta de turistas. En ella, además del Duomo, destaca el Palazzo Reale y las Galerías Vittorio Enmanuele II.



Tenemos entradas para acceder a los tejados del Duomo, las llevamos compradas desde casa, se puede acceder a través de unas estrechas escaleras o a través de ascensor, nosotros adquirimos estas últimas, son las mas caras (ninguna de ellas es barata) pero permiten acceso sin hacer ningún tipo de cola y muy cómodamente. Tras encontrar el acceso, que está en el ábside de la catedral, subimos a los tejados. Decir que la experiencia es cara, pero si vienes a Milán, merece mucho la pena. El recorrido es libre y las vistas de los pináculos y de la ciudad desde los tejados es una pasada.

















Pasamos cerca de tres cuartos de hora paseando los tejados, descansamos un ratito y nos bajamos hacia el interior de la catedral. Bajamos por el ascensor directamente al interior del templo. Lo cierto es, que comparado con el exterior, el interior es poco luminoso y en el destacan sus inmensas columnas góticas.





En el interior no pasamos mucho tiempo, preferimos continuar nuestro recorrido por la ciudad lombarda. Nuestro próximo destino es el famoso Quadrilatero d'Oro. El Quadrilatero d`Oro es un conjunto de calles que conforman un cuadrilátero y que delimitan el espacio más glamuroso de toda la ciudad. Estas cinco calles son: vías Della Spiga, Sant’Andrea, Manzoni y Montenapoleone. En su interior se desarrolla lo más fascinante y brillante de la moda de Milán. Seguramente es uno de los sitios de visita imprescindible.

Para llegar a esta zona atravesamos las famosas Galerías Vittorio Enmanuelle II, otro de los iconos de la ciudad y a las que se accede por cuatro accesos diferentes, nosotros lo hacemos a través de la Piazza del Duomo.





En el Quadrilatero llaman la atención las lujosas tiendas de moda, eso sí, vemos los escaparates, porque no nos atrevemos a pisar el interior de ninguna. Están custodiadas por fornidos recepcionistas que desde sus trajes imponentes te miran con cara de pocos amigos. Imagino que están entrenados para cambiar la mirada en función del aspecto, mas o menos adinerado de los posibles visitantes. En donde si entramos es en la alucinante tienda de Lego, en la tienda oficial del Inter de Milan y en un patio porticado en donde se expone un flamante Formula 1.







Nos volvemos hacia la zona del Duomo, pasando por la Piazza San Fedele, con la iglesia del mismo nombre, un rincón muy bonito en donde un músico callejero hace las delicias de los muchos turistas que disfrutan de su tentempié repartidos por la plaza. De aquí hasta la cercana Piazza della Scalla, en donde se ubica el que probablemente, sea el mayor templo mundial de la música clásica, el Teatro alla Scalla junto con el Palazzo de la Banca Italiana.







No os parece que es buena hora para hacer un descanso y comer algo???. En la Piazza del Duomo hay unos cuantos puestos ambulantes de comida tipo empanadillas típicas, pizzas, etc, tras echarles un vistazo no nos parecen la mejor opción, además no vemos demasiada limpieza. Buscamos un poco en internet y vemos que muy cerca se encuentra Panzeroti Luini, un antiguo local en donde, entre otras viandas, preparan los famosos Panzeroti de Milan (especie de empanadillas).

www.luini.it/

La cola para comprar el género es una buena señal. Compramos diversidad de variedades, tanto saladas como dulces y nos las comemos en la Piazza San Fedele. Ahora que hemos repuesto fuerzas podemos continuar, abandonamos la zona del Duomo para dirigirnos a una de las plazas más antiguas de la ciudad, la Piazza Mercanti, pero antes pasamos por una pequeña iglesia escondida en la Via Torino, la iglesia de Santa Maria presso San Satiro, famosa por el "falso coro" de Bramanti.



Ahora si, llegamos a la Piazza Mercanti que recuerda su pasado comercial con elegantes edificios medievales y un antiguo pozo de agua del siglo VXI, situado en el centro. Entre sus edificios más históricos, que albergaban importantes instituciones en la época medieval, destacan el Palazzo della Ragione (tribunal de justicia), el Palazzo delle Scuole Palatine (escuela superior), el Palazzo dei Giureconsulti (sede de la Cámara de Comercio), la Casa dei Panigarola (decretos ducales) y la fotogénica Loggia degli Osii (oficina de jueces y notarios). La plaza es preciosa pero deslucida por las obras que se estan realizando en ella.



Nuestro próximo destino se encuentra a unos 850 metros, comenzamos a caminar pero a estas horas de la jornada las fuerzas van justitas, el calor no ayuda. Nos encontramos en el barrio de Cinque Vie, en pleno centro histórico y artístico de Milán. Aquí vemos una pastelería tentadora con una terraza agradable, Passerini bar caffetteria que data de 1919 y tiene unos precios prohibitivos pero un día es un día.



Tras el refrigerio llegamos a la Chiesa di San Maurizio al Monastero Maggiore, una verdadera joya no demasiado conocida. El acceso es gratuíto porque está gestionado por una especie de patronato, pero se puede hacer un donativo para su mantenimiento. La llamada capilla Sixtina milanesa no deja indiferente a quien la visita.







Tras la maravillosa visita nos vamos hacia otro de los lugares mas populares de la capital milanesa. Tomamos un autobús que nos lleva al Castillo Sforzesco. La fortaleza es enorme y en ella hay varios museos. Nosotros nos limitamos a pasear por sus patios y descansar un buen rato en el parque en el que se encuentra. Tirados en la hierba disfrutamos del descenso de temperatura previo al anochecer.









Nos dirigimos al Largo Cairoli en donde tomamos la línea 1 del metro que nos dejará en Piazza Cordussio, otra plaza monumental en donde se anuncia el gran premio de Formula 1 que se celebrará el siguiente fin de semana en la cercana localidad de Monza.





Caminamos unos metros hasta la Via Orefici en donde tomamos el tranvía Nº 14 que en 15 nos dejará en nuestro último destino de la jornada (que creo que ya está bien), los Navigli.





El barrio de los Navigli es el más alternativo que visitar en Milán y el que se llena de buen ambiente todas las noches. Este barrio es famoso por sus dos grandes canales: Naviglio Grande y Naviglio Pavese, los dos únicos que se conservan del momento histórico en el que Milán se hizo accesible desde el mar.

Después de ver un precioso atardecer buscamos, entre los muchos locales de la zona, un restaurante tradicional y nos decidimos por el Le Striatelle di Nonna Mafalda Milano. El precio mas que razonable para la calidad de los platos. Espectacular fin de jornada.

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