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Coimbra, se encuentra en una pequeña colina a medio camino entre Lisboa y Oporto.
Hay que subir a lo alto de la colina para descubrir la Universidad de Coímbra , la primera del país con sus 25.000 estudiantes, y una de las más antiguas de Europa.
Son unos quince edificios imponentes y dominan altas estatuas, medio desnudas con aire erudito.
Como si fuera un museo por pocos euros podés visitar la antigua prisión para estudiantes rebeldes.
Al igual que en Oporto, muchos estudiantes de los alrededores de la universidad llevan largas capas negras. Que dicen inspiró a la autora de Harry Potter en vestir a sus personajes del famoso libro.
Algunos de ellos, deben esconder grandes rotuladores bajo sus capas, porque las paredes que los rodean están cubiertas de mensajes feministas, anticapitalistas, ecologistas y antirracistas.
El casco antiguo me atrae desde su primera calle, una vía peatonal en la que numerosas personas se cruzan y muchas toman helados.
Pero en definitiva son los callejones al costado los que atraen, con sus pequeños puestos, sus mini restaurantes de fado y una catedral que sueña con ser un castillo fortificado.
Se trata de Sé Velha , una antigua catedral que fue sustituida por otra más joven, pero que ha conservado todo su esplendor.
Las escaleras y calles laberínticas te marean, mi propósito fue realizar un free tour pero… no encontré el lugar indicado para el comienzo… y me perdí en ese intrincado y bello paisaje de este lugar tan singular.
Debajo de la arteria principal, conozco el barrio de la Baixa, el más animado de Coimbra. Un abuelo alimenta palomas (y recibe sermones del cafetero), el zapatero saluda a los transeúntes, en fin, la vida continúa.
Frente al monasterio de Santa Cruz , un lugareño me explica que la iglesia alberga la tumba del primer rey de Portugal.
¿Cómo es el entorno del centro de la ciudad, menos antiguo? Es la Plaza De la República ¡Y me encuentro con… un lugar de reunión de estudiantes! Hay cientos de ellos tomando fotografías aquí en la terraza, a la sombra de los grandes árboles.
Antes de tomar el tren, miro las verdes orillas del río y emprendo un recorrido disfrutando de los patos y de las ruinas de un monasterio viejísimo .
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