Es nuestro último día en el Soultribe y por consiguiente, nuestro último desayuno aquí. Nos quedan pocos menús por probar, así que repetimos uno de los exitosos y probamos otro nuevo:
- Soultribe: 2 ice coffee, rulo de huevo y bacon en brioche y coconut smothie bowl, con frutas tropicales y servido en un coco, espectacular. 15€.
Aunque dejamos nuestra habitación a las 10, nos guardan las maletas y acordamos la hora de recogida a las 14:30. Tenemos unas horas para disfrutar del último rincón de la isla y nos vamos dando un paseo desde la playa del hotel hasta la secret Beach, una playa incluida en algunos tours por la isla y que nosotras tenemos muy cerquita. Hace un día soleado y es maravilloso pasear por la playa, parando en cada palmera a fotografiar los últimos instantes en Siargao. La zona es muy tranquila, solo hay un par de hoteles y un poco más adelante, una familia pasando el domingo con comida playera y bañándose. Es cierto que esta zona no es la mejor para bañarse, pues la marea está baja y hay que caminar para sumergirse, pero la zona es muy muy bonita y disfrutamos mucho del paseo sobre el mar.
A nuestro regreso, nos quedamos en las hamacas del hotel, junto al borde de la playa y nos damos un baño en la piscina. Apuramos el tiempo al máximo pues nos da muchísima pena irnos. Como no sabemos lo que habrá en el aeropuerto para comer, encargamos comida en el restaurante del hotel, donde sabemos que la hacen super-rica:
- Soultribe: noodles con vegetales. 5€.
A las 14:40 nos está recogiendo la van que nos lleva al aeropuerto, con el mismo sistema que a la llegada y por otros 6€. Tras pasar el control y ubicarnos en la diminuta puerta de embarque, aprovechamos a comer los noodles que están riquísimos, acompañados de una bebida que compramos allí: zumo de calamansi, una fruta típica de Filipinas que se asemeja a una naranja pequeña y está muy rica.
El vuelo de Cebú Pacific está previsto para las 16:20 pero sale con retraso. Desde Siargao a Manila hay vuelos directos, pero cuestan el doble que los que hacen escala, que es el que hemos comprado nosotras por 53€. La tarde se complica cuando nos montamos en el avión en el aeropuerto de Cebú para ir a Manila y, tras larga espera, nos piden bajarnos del avión para solucionar un problema técnico. Nos compensan con unos paquetes de galletas y botellines de agua y finalmente nos montamos en un avión diferente.
Con todo esto, llegamos al aeropuerto de Manila a las casi a las 23:00, es decir, dos horas más tarde de lo previsto. Lo más complicado es encontrar un Grab que nos lleve al hotel, pues hay mucha gente utilizando este servicio y tardan muchísimo en llegar los coches. Finalmente, una chica que está como nosotras, nos recomienda la aplicación “In Drive”, cuyo servicio es más rápido. El traslado al hotel I’M de la ciudad de Manila es de 20 minutos y nos cuesta 4€; además, el taxista es encantador.
Finalmente, nuestra llegada al hotel es a la 1 de la mañana y estamos muy cansadas. Lo compensa que es un hotel estupendo y nos dan muy buen servicio, ya que nos regalan un bono de masaje de 15 minutos y nos retrasan el check-out a las 14:00. Tras ubicarmos en la habitación, subimos a ver las instalaciones del hotel con las luces de colores, pero no podemos acceder a toda la zona superior porque está todo mojado por las fuertes lluvias de hoy en Manila.
A continuación, bajamos a un “7Eleven” a comprar algo de cena y nos la tomamos en la habitación: onigiris, dim-sum y rollitos primavera: 3€. De repente, recordamos nuestros momentos en Japón.