Vuelta a casa ✏️ Diarios de Viajes de USA

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Aquí termina la historia. Hacemos las maletas, pasamos la última vez por el buffet del hotel y nos montamos al coche. Pero, antes de marcharnos de Sedona, nos queda aun algo por ver. Nos acercamos al “Chapel of the Rock” (la capilla de la roca) que esta a unos cinco minutos del hotel. Esta capilla fue construida por una de las discipulas de Frank Lloyd Wright, que la dedico a sus padres. Sigue el planteamiento de su maestro: Líneas sencillas que encajen en el ambiente natural del edifico. La iglesia esta enclavada en las rocas de la pared de un canon, rodeada de hermosas vistas y es, francamente, espectacular.

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Desde la terraza que rodea la iglesia se ven estas hermosas perspectivas de las zonas cercanas de la ciudad y de las mesas de roca roja

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La iglesia fue hecha para la diócesis local pero es interdenominal. O sea, se celebran en ella servicios religiosos de todas las denomiaciones cristianas y no solo de la católica. Se sube a la mesa donde esta montada la iglesia por una rampa color rosa del mismo color de las rocas de la zona. Por dentro es extremadamente sencilla. El atractivo principal es la vista que se ve atrás del altar, abierto a todo el valle. Que mejor decoracion?

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El crucifijo, que parece estar formado por las plantas espinosas del desierto

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De la capilla volvemos a la 179, la I-17, las largas rectas del desierto con sus bosques de Saguaro y la oficina de Enterprise, donde dejamos el coche y tomamos un taxi al aeropuerto de Phoenix. El vuelo muy bien. Yo me duermo enseguida y no me despierto hasta que estamos sobrevolando la zona metropolitana del sur de la Florida. Pero hay un pequeño percance. Cuando llegamos a casa veo que mi teléfono móvil no esta donde pensaba--en el bolsillo de la chaqueta que metí en el bolso después de pasar el sistema de seguridad. Lo “llamamos” a ver si esta escondido por alguna parte y… nada, silencio. Tres minutos más tarde recibimos una llamada de una señora del sistema de seguridad del aeropuerto de Phoenix, diciéndome que tenía el teléfono que había dejado en una de las bandejas cuando pase por el aparato de rayos X y que estaba esperando a que sonara para llamar al numero que apareciese en el sistema. Me da información acerca de cómo contactar con Fed-Ex, un sistema local de envío rápido, en Phoenix. Hablo con un empleado, le doy la información de cómo recoger el teléfono y me dice que sale enseguida a buscarlo al aeropuerto. Efectivamente, el teléfono llega dos días después a casa. Menos mal!

Esa noche nos sentamos en la terraza del piso de la playa antes de irnos a dormir. Esta en un edificio bastante alto, así que tenemos una buena vista de las luces de la ciudad. Yo soy muy del Oeste y me empieza a entrar un poco la morriña. No se ven las estrellas, hecho de menos los grandes espacios y no hay montes por ninguna parte. Se me antoja, como dice la gente por aquí cuando está de mal humor y descontenta con la vida, que la Florida es solo un pantano lleno de caimanes con luz eléctrica y aire acondicionado. Y luego pienso: Bueno, tampoco esta mal llegar a casa... La vista de una gran ciudad encendida es también, a su manera, una maravilla. El aire húmedo no quema la piel y huele a esa mezcla de agua de mar y vegetación típica del trópico. Es las 11 de la noche, estamos en la terraza y hay fresco, pero no tenemos que llevar puestos los abrigos. Y... lo mejor de todo… Si doy la vuelta por el otro lado, por el lado de la terraza que da a la playa, siempre se oye el mar.

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