4º día: Île de la Cité - Torre Eiffel ✏️ Diarios de Viajes de Francia

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8. Île de la cité

Tras levantarnos a eso de las 8.00 y desayunar como siempre en el estudio, salimos hacia la Île de la Cité (Isla de la Cité).



La Isla de la Cité es la cuna de París, la isla más grande del Sena (de las dos existentes, pues Île des Cygnes es artificial) donde 200 años a.C. se instaló la tribu celta de los parisii y fundó su ciudad, Lutecia. París fue proclamada capital del reino durante el reinado de Clovis, en el año 506, y la isla tomó entonces el nombre de Cité. Totalmente fortificada, debió soportar los múltiples y terribles ataques de los normandos. Durante toda la Edad Media, la isla desbordaría de vida; la población en constante aumento se trasladaba poco a poco a las orillas del Sena, y política, espiritual y culturalmente la isla sería el centro de atracción de toda Europa. En esta época fueron construidos sus tres principales monumentos: El Palacio Real -luego la Conciergerie, dentro del palacio la Sainte Chapelle- y la Catedral de Notre Dame. Con sus 26 hectáreas, la isla de la Cité contaba antes de la Revolución con veinte iglesias, cuatro capillas, el palacio del arzobispo de París, cuatro plazas públicas, dos hospitales, una biblioteca, alrededor de 46 calles y cerca de 15.000 habitantes. Después de importantes trabajos de urbanización, que consistieron sobre todo en la apertura de calles más amplias que permitieran la entrada de luz solar y el arrasamiento de barrios insalubres, hay en la isla alrededor de 5600 habitantes, una iglesia -Notre Dame-, una capilla -la Sainte Chapelle-, un hospital - el Hotel de Dieu-, la Conciergerie y el palacio de Justicia, la Prefectura de Policía, cuatro plazas -Vert-Galant, Dauphine, Ile de France y la plaza Louis-Lépine, donde se encuentra el mercado de flores- y trece calles. De los 37 puentes de París, ocho comunican Ile de la Cité con la ciudad: el más antiguo puente de París, el Pont Neuf, atraviesa la isla en su extremo oeste uniendo ambas orillas del Sena.

El Palacio de la Cité está situado en dicha isla. Actual Palacio de Justicia, estaría integrado además por la Santa Capilla y la Conserjería. Fue residencia y sede del poder real, sobre todo gracias a los Capetos. Hugo Capeto estableció en el palacio la Curia Regis (Consejo Real) y diversos servicios de su administración (asuntos judiciales, interiores, militares...). Se convierte así en el palacio más antiguo de los reyes de Francia. En 1358, Etienne Marcel, preboste de los mercaderes de París, hizo asesinar a los consejeros de Juan el Bueno delante de su hijo, el futuro Carlos V. Éste, al acceder al trono decidió instalarse en el Louvre, perdiendo así la función de palacio real.

La Santa Capilla es una joya del arte gótico consagrada el 26 de abril de 1248, 6 años después del inicio de su construcción. Fue ordenada por Luis IX (San Luis) para albergar la corona de espinas de Jesucristo y fragmentos de la cruz que había logrado conseguir el propio rey, siendo por tanto su función principal albergar estas reliquias. Sin embargo, en la Revolución Francesa fue saqueada y, para evitar posibles robos, las reliquias fueron enviadas a Notre Dame, perdiendo por tanto la Santa Capilla su función primordial. Está divida en dos capillas superpuestas, siendo la Capilla alta de acceso exclusivo a la familia real y grandes funcionarios.



A las 9.25 ya estábamos en la puerta, 5 minutos antes de su apertura, y ya había cola, aunque poca. Nos hicieron pasar por unos detectores de metales tipo aeropuerto, y, de ahí, pasamos a una segunda cola para poder comprar los tickets. Cómo teníamos la Paris Museum Pass nos evitamos hacer esta cola acercándonos a la entrada sin necesidad de hacer la segunda cola. Una vez dentro, nos dirigimos por unas estrechas escaleras a mano izquierdo que nos condujeron a la Capilla alta. A pesar de ser un espacio no excesivamente grande, pudimos deleitarnos con sus hermosas y coloridas vidrieras. Os recomiendo no os perdáis sus 600 m2 de vidrieras. Aquí podremos ver el cofre que albergaba las gloriosas reliquias. De aquí, volvimos a bajar las estrechas escaleras accediendo a la baja capilla, no tan hermosa con la alta, pero también digna de ver. Aquí mismo se encuentran algunos puestos para comprar recuerdos y souvenirs de la Santa Capilla. Web: Santa Capilla
Horario: 9'30-18'00. Precio: 7'50 €.

Desde aquí, nos fuimos todo lo rápido que pudimos hasta Notre Dame. Pretendíamos subir en primer lugar a las torres, cuya apertura es a las 10. La verdad es que dimos un poco de vuelta porque, tras entrar dentro de Notre Dame (entrada gratuita a la catedral), tuvimos que salir fuera de nuevo, pues el acceso a las torres está en el lateral izquierdo de la catedral. Una vez allí, y a pesar de ser las 10 en punto, teníamos al menos 60-70 personas delante de nosotros. El tiempo empeoraba pero, ya que estábamos allí, supusimos que en poco tiempo estaríamos dentro... ¡Ja! ¡Error! Estuvimos haciendo cola más de una hora, pues cada vez entran apenas 15-20 personas, y hasta al menos 15-20 minutos después no entra nadie más. Y lo pero no fue la cola en sí, sino el frío que hizo. En serio, hasta ese momento pensé que no había pasado nunca tanto frío (aunque aún quedaban peores momentos por venir). Nos llegó incluso a llover. Pero el problema sobre todo era el fuerte viento que hacía, pues ni guantes ni nada conseguía hacer que notase los dedos . Finalmente, cuando nos tocó entrar, tuvimos la "inmensa suerte" de que el grupo que podía entrar en ese turno era justo hasta la persona que teníamos delante, así que nos dejaron los primeros en la cola con un palmo de narices, y con un frío que ni te cuento, pues el aire venía de cara y ahora no teníamos a nadie que nos lo cortara... pero bueno, 15 minutos después pudimos entrar. Primero, tras subir numerosos escalones, te dejan unos minutos en una pequeña sala de souvenirs y recuerdos de la que no puedes salir. Pasados unos 5 minutos, abren de nuevo la escalara y te permiten subir hasta arriba del todo. Prepararos para subir escaleras de caracol, en algunos tramos tremendamente estrechas. Una vez arriba, lo cierto es que puedes contemplar una bellísima imagen de París, mientras que las fabulosas gárgolas parece que te observan.







Realmente es muy satisfactorio poder estar tan cerca de estas diminutas esculturas diabólicas y contemplar lo maravilloso de su creación y, muchas veces, la ironía que parece que emane de ellas. Tras recorrer la parte alta, puedes acceder a la campana de la torre derecha, de gran tamaño, aunque tampoco es demasiado interesante de ver. Después, ya sabemos el dicho: "todo lo que sube..." Así que zapatillas y ropa cómoda. Nosotros tuvimos la mala suerte de que arriba chispeba y hacía mucho frío y viento, así que no pudimos disfrutar mucho de las vistas. Web: Notre Dame
Horario: 10-17'30. Precio: 7'50 €.

Consejo: si queréis subir, el espectáculo es precioso. Sin embargo, os recomiendo madrugar y estar a primera hora, algo antes de las 10, pues la cola se hace eterna. De hecho, si tuviera que volver a hacer la cola, no lo haría, pues no merece la pena tanto frío y tanto tiempo para subir arriba, aunque ya digo que me gustó mucho.

Desde aquí, y esperando entrar en calor, nos dirijimos a la Conciergerie (Conserjería), junto a la Santa Capilla. Cómo ya hemos dicho, formaba parte del Palacio de la Cité. Fue convertida en prisión del Estado en 1392, tras el abandono del palacio por parte de Carlos V y sus sucesores. La prisión ocupaba la planta baja del edificio que bordea el muelle del Reloj (el más antiguo de París y todavía en uso) y las dos torres: los pisos superiores estaban reservados para el Parlamento. La Conciergerie designaba, en principio, la vivienda del conserje; después, por extensión, la prisión en la cual él vigilaba a los prisioneros. El conserje estaba a cargo de las llaves del Palacio Real y de las velas y cirios del alumbrado. La prisión de la Conciergerie estuvo considerada, durante la época del Terror en plena Revolución Francesa, como la antecámara de la muerte. Muy pocos fueron los que pudieron salir libres de la misma. La reina María Antonieta estuvo encarcelada aquí en 1793, así como los veintiún diputados girondinos, Maximilien Robespierre...



Cuando llegamos, había (para variar) una significativa cola. Sin embargo, era sólo para comprar los tickets. Sólo tuvimos que pedir que nos dejaran pasar para poder llegar a la puerta de entrada (que está junto a la taquilla) y, enseñando la Museum Pass, otra vez dentro sin esperar. Nada más entrar, encontramos "La salle des Gens d'armes" o "Sala de la Gente de Armas", uno de los lugares que más atraen a los turistas, quizás por su forma y dimensiones. Esta sala es de estilo gótico y es bastante larga, tiene 64 metros de largo por 27.5 de ancho y unos 8.5 metros de altura aproximadamente. Fue construida entre 1302 y 1313 y, a pesar del paso del tiempo, se encuentra en perfectas condiciones. Podemos ver 4 chimeneas que se usaban para calentarla. Siguiendo nuestra visita, podemos encontrar el Gran Salón, sede del Tribunal Revolucionario desde el 2 de abril de 1793 al 31 de mayo de 1795. Aquí se decidía el destino de miles de parisinos: libertad o guillotina. A continuación se encuentra el paso de los "pajosos", que era el nombre que recibían aquellos que no podían costearse una celda. Podemos encontrar recreaciones de la ubicación del escriba, que recogía los datos de todos los que eran encarcelados, y del conserje, quién custodiaba las llaves de la conserjería. Poco más adelante se encuentran los aseos, que eran donde desproveían de sus posesiones a los presos antes de llevarlos a la guillotina. En la parte alta del edificio se pueden observar las celdas en las que los prisioneros vivían, recreadas según su categoría: una celda ni siquiera con cama para los "pajosos", otra con sólo cama para los prisioneros burgueses y, por último, las celdas de los prisioneros ilustres que tenían una pequeña mesa, además de la cama. Podemos ver la recración de la celda de Maria Antonieta, en el lugar donde ésta estuvo presa. Un poco más alante, se puede encontrar una lista de los que murieron durante la Revolución Francesa en la guillotina (más de 2.300 en este listado), incluyendo por supuesto a Luis XVI, María Antonieta y Robespierre, quien paradójicamente fue uno de los que estaban más a favor del uso de la guillotina. Finalizando la visita, encontraremos el patio de las mujeres, donde estas podían lavar su ropa en una pequeña fuente que había, y con una reja que las separaba de los hombres presos. Nosotros no pudimos visitar las salas de las cocinas porque estaban cerradas, aunque el resto del edificio nos resultó tremendamente interesante, sobre conociendo la historia del mismo y pudiendo imaginarnos como sería la angustiosa vida de estos prisioneros. Web informativa: Conciergerie
Horario: 9'30-18. Precio: 6'50 €.

Después de esta interesante visita decidimos ir a comer antes de visitar tranquilamente Notre Dame. Recorrimos el barrio latino buscando un sitio para comer, y casi nos volvemos locos para elegir uno, pues en cada calle se encuentran infinitos lugares donde poder comer. Decidimos parar en un restaurante con un menú a 10 €, donde elegimos sopa de cebolla (deliciosa), pollo con salsa de ajo (bastante bueno) y creppe de chocolate (buenísimo, aunque un poco de chocolate más no hubiera sido mal recibido). Nos pedimos una coca-cola, y aquí es donde suelen "meter la pulla". 4 € cada coca-cola, con lo que salimos a 14 € por persona, a pesar de todo aceptable. De todos modos, me habían dicho que siempre puedes pedir agua del grifo y te ponen una botella de cristal con un par de vasos sin coste alguno. Por vergüenza, preferimos no hacerlo, aunque luego vimos que, efectivamente, en todas las mesas había una de estas botellas de agua, pues cabe decir que el agua de París está buenísima, sin sabor a cloro alguno. Nos sirvió de lección para el día siguiente...

De aquí, nos fuimos corriendo a Notre Dame, pues los sábados a las 14'30 hay visitas guiadas gratuitas en español. Cuando llegamos, eran ya las 14'30 y había una cola para entrar de más de 200 personas, porque ya os dije que es gratis entrar a la catedral. Sin embargo, estuve ojeando un poco y decidimos acercarnos a la puerta de salida, que es la de la izquierda de la fachada principal, y pudimos entrar por allí sin problemas. Hombre, sé que esto no se debe hacer, pero quería llegar a la visita guiada a tiempo... . De todos modos, no os preocupéis por entrar para la visita, porque´, una vez dentro, la guía nos hizo salir a todos afuera para empezar la visita, así que si os esperáis en la fachada principal, la propia guía sale y comienza la visita.



Las explicaciones son realmente claras e interesantes, aunque mientras estábamos fuera nos granizó de nuevo y tuvimos que continuar dentro la visita. Nos contaron, entre otras cosas, que la catedral se contruyó entre los años 1163 y 1345 por orden del obispo Maurice de Sully, siendo la catedral más grande de Francia hasta la construcción de las catedrales de Amiens y de Reims. Presenta una planta de cruz latina, una fachada de 40 metros de ancha, una longitud de 130 metros, una altura máxima de 69 metros. Asimismo, posee 5 naves, 37 capillas, un rosetón en la fachada principal de 10 metros de diámetro y otros dos en cada lateral de 13'5 metros, y un total de 113 vidrieras, intentando darle un poco más de claridad a su oscuro interior. Es una de las obras representativas e iniciadoras del gótico. En la fachada principal se encuentran las estatuas de los 28 reyes de Judea (anteriores a Jesucristo) y en la Revolución Francesa, al confundirlos con estatuas de reyes franceses, les decapitaron a todas la cabeza, hasta que, décadas después, en el suelo de una casa particular en París, fueron encontradas enterradas e intactas las 28 cabezas, de las cuales se hizo copia para poder reconstruir las estatuas originales, estando las cabezas originales expuestas en el museo de la Edad Media. En esta catedral no se coronó a ningún rey. Únicamente fue coronado Napoleón el 2 de diciembre de 1804, aunque, según cuenta la historia, fue él mismo el que se puso la corona con sus manos, negándose a que se lo hiciera el propio Papa, pues decía que era él el único que podía coronarse como emperador.
En una sala del interior de la catedral se encuentra el tesoro de Notre Dame, cuya entrada cuesta 3 €. Dentro está la corona de espinas (aunque no se puede ver, sólo el primer viernes del mes, así que me conformé con una triste foto), el trozo de la cruz de Cristo y uno de los clavos de su crucifixión en un relicario y bajo una vitrina, así que tampoco puedes hacerte mucha idea de lo que estás viendo. El resto, relicarios y joyas hasta la saciedad, planos, figuras, ropajes... aunque a mí me defraudo un poco este tesoro y, a no ser que tengáis demasiada curiosidad, no os lo recomendaría, porque además es una sala pequeña que en poco minutos has visto.
A pesar de la belleza de Notre Dame, debo reconocer que la visita guiada fue un poco "caótica", y no precisamente por la guía. Aunque todos a veces pecamos de "ansiosos", en esa visita sentí en cierto modo vergüenza ajena. Os explico, había otras visitas guiadas en otros idiomas en las que la gente iba detrás de la guía de modo pausado, deteniéndose a contemplar la catedral y colocándose de modo que pudieran enterarse todos los que quisiesen de lo que la guía decía. Sin embargo, al menos en el grupo que a mí me toco (bastante numeroso por otra parte), parecía una cuestión de supervivencia ver quién se quedaba más cerca de la guía, para lo cual no se escatimaban empujones, carreras, búsqueda de atajos por la catedral, y, si era preciso, colocarse delante de los que estaban primero para poder enterarse mejor de lo que la guía decía. Os aseguro que no os exagero, y, de hecho, mi novia tuvo que pedir por favor que dejasen de empujar porque estábamos contra una de las cuerdas que limitan el acceso al altar y seguían empujando. Supongo que esto depende mucho del grupo que te toque, pero ya he estado en otros lugares y, por norma general, somos los españoles los más "ansias" en este aspecto. Ahora bien, eso es porque era gratuita, que nos conocemos... De hecho, la guía te decía antes de empezar que ella pertenece a una asociación no lucrativa que se encarga de formar a gente joven en verano para que también puedan hacer de guías gratuitos por París y que, si queríamos, podíamos hacer una pequeña aportación al término de la visita. Pues bien, si en mi grupo éramos alrededor de 40 personas, tan sólo 3 personas le dimos algo para dicha asociación... y eso que la visita duró más de una hora... Je, je.. En fin, anécdotas a parte, sin duda Notre Dame es visita inexcusable en París. En su altar veréis una pequeña talla de la virgen, precisamente a quién está dedicada esta capilla (Nuestra Dama).

En la plaza frente a Notre Dame se encuentra el conocido Km. 0 de París (igual que el de la puerta del Sol en Madrid) desde donde se miden todas las distancias por carretera en Francia. Dicen que si lo pisas, es señal de que volverás a París. Yo estuve con el colegio hace 15 años y lo pisé... De momento ha funcionado

En vista del mal tiempo que hacía y del agotamiento que teníamos, decidimos hacernos un chocolate en el Barrio Latino, el cual nos supo a gloria, sobre todo esa horita que estuvimos sentados descansando. Nos acercamos de nuevo al estudio pensando que, debido al mal tiempo, no podríamos ir ese día a la Torre Eiffel. Sin embargo, a eso de las 5 o las 6 el sol estaba de nuevo fuera y no había ni una sola nube, por lo que cogímos las cámaras, ropa de abrigo... y al metro a por la torre Eiffel. Eso sí, nos olvidamos el paragüas pero, en vista del tiempo que hacía y por pereza de no subir al sexto piso de nuevo andando, decidimos no volvernos a por él porque no sería necesario (¡¡¡¡qué ilusos!!!!).

9. Torre Eiffel

Llegamos a la estación de metro próxima a la Torre Eiffel (RER C - Champs de Mars) y nos dirigimos a la base de la torre. Tuvimos que andar unos minutos por un parque próximo al Sena, pero con poca afluencia de gente. Ahí comenzamos a preocuparnos (bueno, sobre todo yo) al ver a una serie de chavales y no tan chavales de diferentes etnias/razas (sobre todo gente de color y árabes, sin que esto pueda tener ningún índice de xenofobia, sólo cuento lo que sucedía) con bolsas en las manos y siguiendo nuestros pasos, algunos detrás, otros por el lado, y en ocasiones corriendo. Yo puse en cogí a mi novia como si estuviéramos en mitad de una maratón y, sin llegar a correr, comenzamos a acelerar el paso hasta llegar cerca de la Torre Eiffel y poder meternos en el tumulto. Sin embargo, cuando ya parecíamos cerca, un grupo de estos chavales nos apareció detrás de unos matorrales que había y... pues nada, que nos ofrecieron llaveros de la torre Eiffel, torres iluminadas, camisetas... vamos, que lo único que hacen es vender souvenirs pero, cuando corrían en el parque, no lo hacían detrás de nosotros, sino huyendo de la poli puesto que les está prohibida la venta ambulante, igual que pasa en España con los vendedores del top manta. ¡¡¡Y yo pensando lo peor!!! ¡¡Si es que no puedo salir de casa!!. Veréis decenas y decenas de estos chavales vendiendo numerosos souvenirs de la torre Eiffel, pero con un sólo "no" no te insisten, no como a veces en España que tienes que decir cien veces "no" en algunas situaciones para que te dejen. Los chavales además muy simpáticos y graciosetes, así que no seáis tan "paranoico" como yo e id con cuidado, pero no tanto... Pues eso, ya en los pies de la torre, las típicas fotos y... a la cola.





Delante calculo que al menos 150 personas, pero ya estábamos allí y al menos no hacía demasiado mal tiempo... todavía. Como digo, la cola avanzaba lentamente, pero el tiempo cambiaba por segundos: de repente se comenzó a nublar (ya era de noche), se levantó de nuevo un viento helado incomodísimo y, cuando apenas llevábamos media hora de cola... ¡¡granizo de nuevo!! y el paragüas en casita, para que no se moje... Menos mal que llevábamos gorros y al menos no nos mojábamos... demasiado. ¡Mira que pasamos frío!, y yo que pensaba que por la mañana en Notre Dame había pasado mucho frío... esto sí que era pasar frío. Nos planteamos irnos, pero estábamos cerca de las taquillas y no queríamos tener que volver otra tarde, así que estoicamente aguantamos, pues el granizo se iba haciendo agua y parecía que debajo de la torre algo nos protegía. Cogimos las entradas en el momento que indicaban en la pantalla: 3er piso cerrado por afluencia. El chico que nos vendió las entradas nos dijo que era normal, que allí comprábamos las entradas hasta el 2º piso, y que una vez allí, había una taquilla para quién quería subir al 3º, que no me preocupase que según bajase gente del 3er piso, abrirían de nuevo la taquilla. Vamos, que lo la pantalla que habían cerrado el 3er piso era sólo unos minutos y que no habría problemas. Todo confiados, subimos al 2º piso en ascensor. Al llegar... un caos. Decenas y decenas de personas abarrotando la parte cubierta del 2º piso. Cuando intentábamos salir fuera para poder ver las vistas o algo de la torre, el viento helado y la lluvia que arreciaba te impedían permanecer más de 2 minutos sin helarte, teniendo que volver de nuevo a la parte cubierta, desde la que apenas se ve nada. Las taquillas para el 3er piso, cerradas. Los ascensores para bajar: con colas de más de 40 minutos... Así que imaginaros el "encanto" que nos produjo nuestra primera visita en pareja a la Torre Eiffel... Total, que después de más de una hora esperando que abrieran las taquillas, decidimos hacer cola y bajarnos de nuevo, pues ni podíamos contemplar vistas de París ni subir arriba porque las taquillas seguían cerradas. 40 minutos después, por fin llegamos abajo y decidimos volver al estudio, donde seguro que estaríamos más calientes, cómodos, tranquilos...

Hombre, yo entiendo que igual este no es el relato de la Torre Eiffel que hace todo el mundo, y entiendo que mi caso fue excepcional. Simplemente mi consejo es que si cuando vais a subir hace mal tiempo, no penséis que igual mejora, pues si la cosa empeora como en nuestro caso, apenas podréis disfrutar de las maravillosas que tiene la torre Eiffel (al menos eso cuentan, jejeje). Eso sí, si indica que el 3er piso está cerrado por afluencia, no os fiéis de lo que os digan. Por norma general suelen tardar mucho en abrir de nuevo taquillas, así que posiblemente no paséis del 2º piso. Web: Torre Eiffel
Horario: 9'30-23'45 (ascensores, última subida 23 h., 22'30 h. si es al 3er piso) 9'30-18'30 (escaleras - sólo hasta el 2º piso - 18 h. última subida). Precios: Ascensores - 1er piso 4,80 € - 2º piso 7,80 € - 3er piso 12 €. Escaleras 4 € (1er y 2º piso).

En el estudio ducha caliente, cena caliente... y a dormir, casi sin darnos cuenta. Parece que no, pero es agotador hacer cola.... y ese día estuvimos casi 3 horas entre unas cosas y otras...

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