El domingo vamos caminando desde el hotel hasta el palacio Rosenborg, ( a 10 minutitos de la estación Norreport y del hotel) precioso tanto por dentro como por fuera.
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Los jardines exteriores son un lugar de paseo tranquilo y la entrada (90DKK) incluye acceso a las salas interiores y a la sala del tesoro.
En las tres plantas se pueden observar salones con decoraciones ostentosas de los reyes anteriores, con mobiliario, vajillas y pinturas de gran valor.
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Y en la sala del tesoro se muestran las joyas de la corona. Mucho oro y muchas piedras preciosas.
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Al cabo de una hora y media o dos acabamos la visita y nos dirigimos a Christianshavn, el barrio con los canales.
Pasamos por delante del antiguo edificio de la Bolsa
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y por delante de la Rundetarn, en la que se puede subir para tener vistas de la ciudad,
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pero nosotros vamos a la Vor Frelsers Kirke, la iglesia con el campanario que tiene la escalinata exterior en espiral, que también nos debe brindar unas fabulosas vistas. Al llegar allí nos informan que la torre está cerrada por fuerte viento y que es peligroso subir

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Pues nos dirigimos a comer al Copenhagen Street Food, en Papiroen, un almacén al lado del canal grande lleno de paraditas de comida y bebida. Se puede comer dentro y fuera, en unas mesas que hay.
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Hay unos 20 minutos o media hora caminando desde el metro Christianshavn. Aquí hay comida de todo tipo: asiático, mexicano, hamburguesas, fish and chips, pasta italiana, helados... y en algunos sitios no aceptan tarjeta de crédito, pero se pueden comprar fichas por valor de 25DKK en Cow Bar (al final de todo, al lado de los baños).
Nosotros elegimos comida francesa/belga en Cooper and Wheat. Tomamos una ración de pavo con pasta y patatas fritas por 100DKK, una croque monsieur por 50DKK, dos cervezas a 50DKK cada una y un helado por 25DKK.

Para ser domingo nos pareció que no estaba excesivamente lleno, había gente en todas partes pero no había que hacer cola para pedir la comida ni para el baño y había sitio para sentarse tanto dentro como fuera.
Lo siguiente fue entrar en Christiania, la comunidad independiente dentro de Copenhague. Aunque nació con alma hippie, hoy cada casita es propiedad privada y tiene su verja bien cerrada.
Hay edificios grandes que son lo que eran antes instalaciones militares que se okuparon hace décadas, y luego hay pequeñas casas de construcción más reciente, cada una con su jardín, algunas mejor cuidadas que otras.
Para mí la mejor entrada es la más alejada del centro: Si vienes del metro por la calle Prinsessegade primero te encuentras la entrada de la casa con el grafitti verde, luego siguiendo por la misma calle te encuentras la entrada famosa con el letrero de madera "Christiania", y siguiendo recto está la entrada que elegimos, (que no está indicada en el mapa) por ser la menos frecuentada y por tanto, dónde se ve realmente cómo viven aquí los locales.
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Caminamos por las callecitas (sin asfaltar) y llegamos al lago (está indicado con una señal). Aquí ya huele a porro por todas partes (en Christiania está permitido fumar porros). El paseo por el lago es agradable y tranquilo. Luego caminando llegamos a lo que parece ser la plaza principal, dónde hay algún bar y gente tomando algo en los bancos y mesas exteriores y un escenario dónde parecía que iba a empezar un concierto (había un par de músicos afinando).
Esta plaza es el final de la conocida calle Pusher, la que tiene paraditas de porros. Las paraditas están cubiertas con unas redes para que no se pueda ver la cara del vendedor. La calle tiene un bar bien mono y una tienda de artesanía y manualidades.
Por todas partes hay carteles de "No Photo", así que si sigues esta norma, no vas a tener problemas para pasear. No parece nada peligroso, es más, parece que muchos copenhaguenses van ahí el domingo por la tarde a tomar algo.
Ah, y hay un baño público terriblemente grafiteado pero de limpieza aceptable. Lo usé.

Y después de una horita paseando por Christiania íbamos de vuelta al hotel cuando pasamos por delante de la iglesia Vor Frelsers nuevamente y esta vez la torre estaba abierta. Por 45DKK subimos. Las escaleras interiores son de madera viejísima. Se pasa justo al lado de las campanas llenas de polvo. Una vez en el exterior hacía un viento fuerte y las vistas eran realmente bonitas.
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Y de aquí al metro y al hotel a recoger la maleta (nos la guardaban sin coste) y al metro de nuevo hacia el aeropuerto. Compramos un billete de tres zonas que tiene una validez de 1h15'. Lo usamos desde la estación de Christianshavn hasta Norreport y luego con las maletas en mano volvimos a entrar en la misma estación Norreport y hacia el aeropuerto.
Y hasta aquí nuestro viaje.
Con este diario espero haber ayudado a decidirse a quien esté planteándose ir a Copenhague o haber ayudado a planificar el viaje a quien ya se haya decidido.

Gracias por leer
