
A principios de Junio del 2015, cuando llega una de las fiestas mayores de nuestro pueblo, la Feria, pudimos conseguir unos días libres en el trabajo. Nada mejor que organizar una escapada a una de esas ciudades europeas que siempre se nos había resistido y que nos agradaba conocer. La fecha era ideal, primavera tardía, calor pero no sofocante, días de afluencia de turismo moderado y 16 horas de luz en una ciudad con centro recogido y fácilmente visitable. Praga tiene todo eso y más.
Teníamos la fecha, ahora quedaba todo lo demás, que no es poco.
Enseguida vimos claro que no era plan subir a Madrid para pillar unos vuelos directos a Ruzyne (el aeropuerto de Praga, ahora llamado Vaclad Havel), perderíamos casi un día en ir y otro en volver, de modo que había que buscar una solución mas cercana.
Desde Jerez, los mejores precios eran pasando por Madrid, de modo que lo mismo y desde Sevilla imposible. Y apareció Málaga con una oferta moderada, con escala en Zurich, ida y vuelta, que nos dejaba en Chequia en unas 6 horas, con la compañía Swiss o su filial Helvetic, por poco mas de 200 € cada uno. No era una ganga pero aceptable. Ya teníamos los vuelos.
Para el alojamiento buscamos un apartamento en vez de hotel como ya habiamos experimentado en París con buenos resultados. Y encontramos el ideal: un sencillo inmueble a 45 € el día con todo lo necesario para pasar 5 noches y, lo mejor, a 300 metros de la plaza de la ciudad vieja, en la calle Jilska, casi te levantabas de la cama y caías junto al reloj astronómico. Además daba a un patio interior de un restaurante o sea que sin nada de ruido.

De modo que a empaparse de Praga, hacer itinerarios, imprimir mapas, buscar espectáculos para esas fechas y conocer, conocer, conocer. Para eso no hay nada mejor que buscar guías, foros y diarios de otros viajeros con la esperanza de ver, al menos, lo que otros han visto.
Y poco antes de partir se presentó un último escollo: El Barcelona jugaba la final de la Champions el sábado 6 de junio a las 8 y media. Llegábamos a Málaga sobre las 7 de la tarde y aun quedaba un buen trecho hasta casa. Imposible verla a no ser que me buscara un bar abierto que dieran el partido. Pero en fin, ya veríamos.
De modo que el 1 de junio partíamos rumbo al aeropuerto de la capital de la costa del sol con 2 maletas pequeñas, de cabina, con el fin de no tener que facturar ya que había poco tiempo en el enlace en Zurich (igual nosotros llegábamos a tiempo pero las maletas no). Con pilas y baterías cargadas y mapas e información suficiente para desnudar la capital checa en 6 apacibles días. Esa noche dormiríamos en Praga. !!! Y también beberíamos cerveza !!!.
Sin embargo a la media hora de salir de casa el coche pinchó.
Mas que pinchar fue casi un reventón. La rueda trasera derecha tenía un agujero por donde pasaba un dedo. Faltaban unas 3 horas para partir y estábamos pinchados y a 200 Kms de Málaga.

Cambié la rueda como si fuera la de Fernando Alonso y, aunque con la de repuesto sólo podíamos ir a 80, llegamos al aparcamiento que habiamos reservado aun faltando mas una hora para partir. Buscamos un taller cercano y dejamos el coche para que le cambiaran las ruedas traseras mientras estábamos fuera. 130 pavos nos costó la broma.
Los vuelos, pues normal, entre embarcar y colocarte se pasaron los dos en un plis-plas y el enlace entre ambos pues casi sin pausa. Eso si, todavía nos dio tiempo de apreciar la magnífica sala de fumadores del aeropuerto de Zurich, dedicada a Camel (que bien se lo montan en Suiza, como no están en el euro pueden hacer lo que les plazca).

El traslado a la ciudad desde el aeropuerto ya estaba contratado con el dueño del apartamento (20 € ida y vuelta, buen precio) y allí nos estaba esperando el paisano y entre salir, llegar y recoger las llaves nos dieron las ocho y media de la tarde. !!! Y aun era de día !!!. De modo que a dejar los bártulos y a aprovechar el poco tiempo que teníamos.
Lo primero, el avituallamiento. La casa de cambio con mejor precio ya estaba cerrada (se llama Exchange, muy cerca de la plaza de la ciudad vieja, tienen un cupón en su Web con el que dan el mejor cambio), de modo que nos vimos obligados a cambiar 50 € a una tasa menor pero que remedio. Ya habiamos visto que cerca del apartamento teníamos un supermercado Tesco y aunque nos costó encontrarlo, en poco mas de media hora ya teníamos comida (y bebida) suficiente para varios días.
Ese lunes, poco mas, el primer vistazo a la impresionante plaza de la ciudad vieja, a unos pasos de casa, y unas primeras cervezas en un restaurante muy cercano llamado U Vejvodu, por cierto, estuve leyendo que este restaurante fue sancionado varias veces por engordar la cuenta pero parece que ya tenía otros dueños y la verdad es que no tuvimos ningún problema la veces que fuimos. Esa noche después de tomarnos una cerveza tuve que acercarme al apartamento a por dinero. Cuando regresé vi que nos habían puesto dos cervezas mas. Me contó mi mujer que se acercó la camarera y le dijo, no se que, no se cuantos y ella dijo "yes", pues eso, dos cervezas mas. La jarra de medio litro, que estaba buenísima, costaba 39 coronas, como euro y medio. A esos precios ¿quien no se toma dos?.


Cenamos en el apartamento y al catre que había sido un día duro. Bienvenida Praga. Dormí como un leño aunque fuera en cama extraña.