Llegué a Dulikhel de noche. Había reservado por teléfono una habitación en el Shiva Gest House.
En la noche brumosa había poca gente a la que preguntar, pero tras una hora de insistir, logré dar con él. La entrada estaba bajo una ténue luz al final de una escalinata que atravesaba un templo.
Al día siguiente me desperté con la claridad y aluciné con la magnífica vista que tenía ante mi ventana. A medida que amanecía se descubría ante mi el cielo azul recortado por las dentelladas de las montañas. Desayuno en el terrado sin poder quitar la vista de las magnéticas montañas.
Converso con el dueño del hostal para averiguar qué hacer. Él me recomienda prescindir de Nagarkot. 'Las vistas del Himalaya son como las de Dulikhel, pero con más edificaciones por el turismo'. Me recomienda una caminata hasta Namobuddha, ya que podré disfrutar de la naturaleza y no perder de vista las montañas. Dicho y hecho, tras almorzar decido llegarme hasta allí.
Lo bueno de viajar es adaptarse en cada momento a las impresiones que vas teniendo. La excursión fue fantástica y muy recomendable. Sólo añadiría el salir temprano para no regresar a la carrera.
De Namobuddha hay que regresar a la carretera y tomar cualquier bus hacia Dulikhel. Allí, Dulikhel dista muy poco de Bhaktapur y están bien comunicadas.