El comienzo del viaje ✏️ Diarios de Viajes de EspañaComo anticipo al viaje por nuestras antípodas, adelantamos un día nuestra partida, para poder pasarlo en Madrid. Solo vamos a estar dos días. Así que tenemos un plan fácil y rápido. Ver todo lo que podamos antes de partir… sencillo… o no tanto...Diario: Escapada a Madrid⭐ Puntos: 4.4 (25 Votos) Etapas: 3 Localización: EspañaComo anticipo al viaje por nuestras antípodas, adelantamos un día nuestra partida, para poder pasarlo en Madrid. Solo vamos a estar dos días. Así que tenemos un plan fácil y rápido. Ver todo lo que podamos antes de partir… sencillo… o no tanto. Esta va a ser nuestra primera vez… que volamos, así que andamos un poco estresados con el tema aviones y aeropuertos. Llegamos a Noáin – Pamplona. Me parece un aeropuerto bastante grande, jejeje, pero gracias a mi buena orientación, localizo enseguida el mostrador de facturación y la puerta de embarque. Todo está listo. Sale la orden de embarque. Pasamos el control. Salimos a la pista. Vamos hasta le avión. Subimos. Colocamos las mochilas. Nos sentamos. Bien. Esto va bien. Se encienden los motores. Mi mujer me agarra el brazo. La miro. La tranquilizo. Quizás, el saber que hay alguien más nervioso que yo, me ayuda a relajarme un poco. Comenzamos a movernos por la pista. Se está colocando para despegar, pienso. Stop. El rugido de los motores comienza a subir. Parece el sonido de una cafetera. Cada vez más alto. Arrancamos. Adquirimos poco a poco velocidad. Lo siento. De repente acelera bruscamente. Lo sientooooooo. Siento dolor. Respiro. Esto será la inercia. Me duele el brazo izquierdo. Uffff. Tensión. Eso puede ser síntoma de un ataque al corazón… Miro. Respiro. Sonrío. Tengo el brazo morado… Y las uñas de mi mujer clavadas. No tengo sangre… pero casi. Retiro su mano y se la agarro con la mía. Es mejor así… al menos para mi brazo. Nos estabilizamos. El viaje pasa sin más contratiempos. Excepto el despegue y el aterrizaje, no ha habido ningún otro signo de estar suspendidos en el aire. La llegada a Madrid nos devuelve a la realidad. Salimos por una puerta de embarque en medio de la T4. Es una sala enorme. Como no tenemos muy claro que hay que hacer, seguimos a los pasajeros que llevamos delante de nosotros. El pasillo es interminable. Pero vamos con la adrenalina por las nubes. Es nuestro primer día de Luna de Miel. Nos queda todo un mundo por delante. Recogida de equipaje sin problemas. Bien. No hay pérdida de maletas. Nos damos una vuelta por la T4, para familiarizarnos, ya que dentro de dos días, tenemos que volver aquí para tomar nuestro avión que nos llevará al sitio más lejano al que se puede ir desde España, Nueva Zelanda. Tras hacer este reconocimiento, nos ponemos en marcha para localizar el metro. Y aquí comienzan nuestras verdaderas (des)aventuras. El acceso desde la T4 es sencillo. Llegamos a Nuevo Ministerios, donde tenemos que cambiar de línea. Nos ponemos en el andén correcto y a esperar. Estamos prácticamente solos. Mejor, cuanta menos gente menos problemas. Pero de repente, llega un montón de gente de la leche. Llega el metro. La gente sube a toda pastilla. Les seguimos pero no cabemos. Se cierran las puertas en nuestras narices y el metro sale de allí. Nosotros dos somos los únicos que nos quedamos en el andén. Os podéis imaginar mi cara. Recuerdo las películas de Paco Martínez Soria. Cuando llega a la ciudad, con la boina en la cabeza y las gallinas al hombro. Y me siento igual. Sólo que nosotros en vez de gallinas, llevamos dos maletas enormes y dos mochilas a la espalda no menos grandes. Pero bueno, que estamos de vacaciones y no hay que desmoralizarse. Esperamos al siguiente metro. La misma secuencia que antes. No hay gente. Comienza a llegar algún pasajero. De repente llega un montón de gente junta. No tengo ni idea de donde pueda salir tanta gente junta a la vez. Pero esta vez, no nos va a pasar los mismo, pienso. Llega el metro. Engancho una maleta en una mano y me lanzo como un loco hacia delante. A duras penas consigo entrar. Bien… Mal, me doy cuenta que solo hay sitio para uno. Me vuelvo a bajar. Miro con desesperación como las puertas del metro se vuelven a cerrar ante mis narices. La gente dentro del vagón mira con indiferencia. Ni tan siquiera se ríen de nuestra situación. Pasa el metro ante mí. Otro que se nos ha escapado. Pienso que esto es demasiado para mí. No estoy preparado para estas cosas tan modernas. Pero de repente reparo en algo que había pasado inadvertido en el anterior. Seré imbécil!!! Esto por no decir algo más fuerte. Los primeros vagones están con bastante gente y los últimos también. Pero en los vagones del medio, se ven huecos libres. Maldita sea. Me doy cuenta, que todos somos igual de comodones. En lugar de andar 4 pasos más. Nos quedamos justo donde desemboca el pasillo de acceso al andén. De esta forma los vagones que coinciden con estos pasillos están a reventar. Mientras, el resto, van casi vacios. La pierna comienza a temblar. Estoy nervioso… pero ¿tanto? No, es el móvil que está vibrando. Mi prima. Salvación. “Ahora voy para allí y os recojo”. Bien. Pero podrías haber llamado 20 minutos antes y nos evitábamos todo este jaleo. El paseo en coche por Madrid es una gozada. Ni me entero del tráfico, ni de la ciudad. Así llegamos a nuestro destino. Hotel Celuisma Florida Norte. Nos acomodamos. Dejamos las pesadas mochilas en la habitación y por fin, nos disponemos a hacer un poco de turismo. Son las 21:30, así que cenamos en un japonés que hay enfrente del hotel. Tras esto decidimos dar un paseo para disfrutar de la calurosa noche con que nos ha recibido Madrid. Vamos hasta la Catedral de la Almudena *** Imagen borrada de Tinypic ***. Desembocamos en los jardines de Oriente. La buena noche ha animado a la gente a salir. Y claro, como el mundo es un pañuelo, veo un rostro conocido. Mi neurona comienza a funcionar repasando caras. Pueblo… instituto… universidad… pueblos vecinos… Bueno, el caso que se que lo conozco. Así que voy a hacia él. Y cuando estoy a 2 metros da darle una palmada en el hombro mi mujer me detiene. Disimuladamente me lleva aparte. - “Pero, ¿Qué haces?" - "Si voy a saludar al tío este que conozco y no sé de qué”. - “Pues claro que lo conoces. Es Juan Diego Botto”. Joder, el actor, pienso. Ya decía que me sonaba su cara. Cada uno seguimos nuestro camino. El palacio real brilla bajo los focos, como un artista. Todo parece de postal. Así continuamos nuestro paseo de vuelta al hotel. El ajetreo del día comienza a pasar factura. Y mañana el día promete ser muy largo y caluroso. Índice del Diario: Escapada a Madrid
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