Palermo. 12 de julio de 2012. ✏️ Diarios de Viajes de ItaliaBajamos a desayunar atiborrándonos de la gran variedad de productos del hotel. La llave tenía un llavero-jopo que pesaba 3 kilos, impidiéndonos llenar la mesa de platos. A los cinco minutos de salir, ya teníamos la cara de Tita Cervera por el...Diario: Quanto è bella la Sicilia!⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Etapas: 12 Localización: ItaliaBajamos a desayunar atiborrándonos de la gran variedad de productos del hotel. La llave tenía un llavero-jopo que pesaba 3 kilos, impidiéndonos llenar la mesa de platos. A los cinco minutos de salir, ya teníamos la cara de Tita Cervera por el calor y la humedad insoportable; los turistas vagan por las calles compitiendo para ver quién tiene los camachos más impresionantes. Es imposible no acabar chorreando. El reccorrido de hoy comienza en Porta Nuova, la entrada a Via Vittorio Emanuele, un monumental arco de triunfo de estilo manierista levantado en honor a Carlos V en el siglo XVI con motivo de su visita a la ciudad. Destacan los monumentales atlantes-moros. Porta Nuova. La Piazza Indipendeza, junto a la puerta, está llena de tráfico y sirenas varias, mostrando el caos circulatorio de Palermo. Junto a ella se accede a la Cappella Palatina, uno de los lugares que más nos gustó de toda la isla, obra cumbre de la arquitectura normanda que posee uno de los conjuntos de mosaicos más maravillosos de la isla. Se encuandra dentro del completo del Palazzo dei Normanni, hoy sede del Parlamento siciliano, por lo que muchas dependencias no se pueden visitar. Se accede a ella a través de un magnífico patio renacentista porticado. Se comenzó a construir en el siglo XII por uno de los reyes normandos como capilla de la corte y se salvó de las destrucciones y reformas posteriores al estar situada en la mitad del palacio. Está perfectamente restaurada. Destacan sus mosaicos dorados con múltiples escenes bíblicas, la taracea de mármol de los muros bajos y la impresionante techumbre de influencia árabe en madera; aunque todo el conjunto es magnífico, nos impresionó especialmente el Pantocrator del ábside central. Se halla en el primer piso del Palacio y no hagáis caso a las guías que dicen que las colas son impresionantes, puesto que no había prácticamente casi nadie. No te permiten sentarte, pero sí realizar fotografías. Por lo visto siguen celebrando misas en horas muy tempranas, para quien se quiera ahorrar los 8 euros de la entrada, que bien merecen la pena. Palazzo dei Normanni. Cappella Palatina. Los Aposentos Reales de la época normanda también gozan de mosaicos y se pueden visitar, aunque en este día se encontraban cerrados. Cerca se encuentra San Giovanni degli Eremiti, que sólo visitamos por fuera, ya que la entrada de 6 euros nos parecía abusiva. Se trata de un monasterio normando del siglo XII en medio del caos del tráfico. Son características sus cinco cúpulas arabo-normandas de color rojo y su claustro con columnas geminadas y plantas exóticas. San Giovanni degli Eremiti. Terminamos la jornada matinal vistando Il Duomo (catedral), abierta a una característica plaza ajardinada junto al Corso Vittorio Emmanuele. Los exteriores son una preciosidad, mezcla de muchos estilos: normando, gótico-catalán, árabe, barrocco, etc con profusión de torres, arcadas y motivos decorativos diversos, pequeño catálogo artístico siciliano: nos os perdáis las cuatro impresionantes torres de las esquinas, los gigantescos arbotantes que unen la catedral con el Palacio Arzobispal, el pórtico gótico-catalán del siglo XV, por el que se accede al interior y, sobre todo, los impresionantes ábsides de influencia árabe y preciosas decoraciones con piedra basáltica. Rodear el edificio se hace imprescindible para poder comprenderlo. Aunque fue construída en época normanda, en el siglo XIII, sobre una antigua mezquita, en el interior no quedan restos de la época medieval, ya que fue reformada durante el siglo XIX, en el que se le añadió una enorme cúpula que desentona con el conjunto y una decoración neoclásica bastante fría; en estos días se hallaba expuesta el arca-sepulcro procesional de Santa Rosalía, patrona de Palermo, en plata, una bonita obra de orfebrería que saldría a la calle en los días siguientes. Il Duomo y la urna de Santa Rosalía. Aunque suele pasar desapercibido para muchos turistas, merece la pena visitar la zona de pago de la catedral; por 3 euros se puede acceder al Panteón de los reyes normandos, el museo-tesoro y la cripta. En el Panteón destacan los impresionantes sepulcros en pórfido rojo, muchos de ellos de época romana, adornados con templetes clasicistas y mosaicos dorados, toda una mezcla de estilos que demuestra cómo sobrevivió el espíritu greco-romano en la época medieval; dentro de uno de ellos de encontró la preciosa corona de Constanza de Aragón, casada con uno de los reyes normandos; hoy es la pieza estelar del Museo de la Catedral, junto con otras muchas piezas de orfebrería de gran valor, como el relicario con los dientes de Santa Rosalía, libros litúrgicos, capas pluviales, etc. Desde el Tesoro se accede a la Cripta, que nos sorprendió muy gratamente. Se puede observar la estructura medieval de la catedral antes de ser reformada, una antigua puerta y los motivos decorativos originales del interior del templo. La cripta es impresionante debido a la gran cantidad de sepulcros que conserva; en la época medieval se puso de moda el reciclar antiguos sepulcros romanos y paleocristianos para enterramientos contemporáneos, por lo que se puede observar un magnífico muestrario de este arte de diferentes época y estilos. Panteón de los reyes normandos y Museo. La Plaza delante de la Catedral es un lugar espléndido, lleno de palmeras, fuentes, bancos y un monumento a Santa Rosalía, aunque el calor a esa hora era insoportable. Todo estaba lleno de trastos para preparar la iluminación especial de la Catedral para las fiestas y el carro triunfal que pasearía la imagen de la santa. Cada año se realiza un carro diferente y, curiosamente, una imagen de la santa distinta; la tradición se remona a la época barroca; a nosostros nos pareció una mezcla entre una falla valenciana y un monumento al arte jamaicol, aunque los palerminatos lo fotografiaban embelesados. Frente a la plaza, comemos en Kaleido, un resturante familiar, un menú de pasta más bebida por 6.50 euros. Probamos la famosa Pasta con le sarde, una de las recetas sicilianas más logradas: mezcla sardinas con bulbo de hinojo, pasas, anchoas, piñones, etc en una mezcla que nos encantó, pero que no encontramos más por el resto de la isla. Lo peor del plato es que acabas con los dientes llenos de escamas plateadas, por lo que, si sonríes, puedes acabar deportado a Bucarest.(Receta: www.nicolacomunale.com/ ...sarde.html ). Pasta con le sarde. Al quedarnos sin postre, no nos podemos resistir a otras granite; esta vez en el Bar Marocco, junto a la plaza de la Catedral (unos 2,50 euros). Repetimos varias veces, todas están buenísimas, pero esta vez tocó de arándanos (di gelsi) y almendras (alla mandorla), que estaba tan buena que te daban ganas de revolcarte por el suelo. Ya somos adictos. Tras un breve descanso en el hotel para aliviarnos un poco del calor de la calle, nos acercamos a los Quattro Canti. Se trata del verdadero corazón de la Palermo antigua, cruce de caminos entre las rectilíneas Via Vittorio Emanuele y Via Maqueda, testimonio de la antigua dominación española, dejando la ciudad barroca dividida en cuatro sectores. Al achaflanar los ángulos de este cruzo mediante teatrales edificios barrocos, se creó una plaza octogonal; cada uno de los edificios-telones se divide en tres sectores: en el inferior encontramos fuentes que simbolizan las cuatro estaciones; en el sector intermedio un nicho alberga la estatua de un soberano español (Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV), para dejar constancia del dominio y en la parte superior aparecen las santas protectoras de la ciudad: Ágata, Cristina, Ninfa y Oliva. A pesar de las restauraciones, sigue teniendo un aspecto ennegrido por el incesante tráfico de la zona. Una de las fachadas camufla la estructura de la iglesia de San Giuseppe dei Teatini, un verdadero monstruo barroco del siglo XVII, todo ostentación y magnificencia, dejando patente la gran inversión durante el periodo. Destaca su enorme cúpula cubierta de mayólicas y los frescos y estucos del interior. Si os gusta, como a mí, la teatralidad barroca y el urbanisto, todo este espacio resulta impresionante. Fuente con alegoría de una estación, rey español y santa palermitana.[/align] Preciosos detalles decorativos barrocos. Justo al lado encontramos Piazza Pretoria, otro espectacular espacio urbanístico cerrado por San Giuseppe dei Teatini, el Palazzo Pretorio (Ayuntamiento) y la trasera del convento de Santa Caterina, en restauración; acompañan, para darle más sabor, algunos monumentales palacios barrocos abandonados a su suerte. La pieza estrella en la monumental Fontana Pretoria o delle Vergogne, que encantará a los amantes de las fuentes y los saltos de agua, como nosotros, conjugando la escultura, el urbanismo y el agradable sonido del agua; a pesar de tan poético lugar, creemos que el agua se evapora antes de llegar al suelo; me parece que hemos dicho más de trescientas veces "¡Qué calor!", la vida del turista es dura. La fuente se creó en el siglo XVI, en el más característico estilo manierista; en un principio estaba destinada a Florencia, pero los palermitanos se hicieron con ella. Un pequeño canal la recorre, flanqueado por esculturas de animales y una balaustrada cuajada de esculturas desnudas, que causaron mucho escándalo en su momento, tanto que las monjas del convento vecino decidieron castrarlas; en el canal se abren cuatro puentes que llevan a un nivel más elevado donde se encuentran las tazas de las que surge el agua. El Ayuntamiento debe hacer esfuerzos inmensos por mantenerla medianamente limpia de pintadas y lejos de los vándalos, por lo que está totalmente vallada. Fontana Pretoria. Lo sentimos, nos encantan los detalles decorativos. Justo detrás, caminamos hacia la Piazza Bellini, un espacio urbano también muy interesante donde visitamos el convento de Santa Caterina, una de las sorpresas más gratas del viaje. Aunque habíamos leído en las guías que no se podía visitar, unos voluntarios muestran este edificio junto con otros de la ciudad (Los Jesuitas, el Oratorio de Santa Zita, etc.), pudiéndose adquirir un ticket conjunto de cinco monumentos por 5 euros; como no teníamos tiempo de visitar el resto, compramos sólo el de el convento (2 euros). El interior es totalmente impactante, espectacular, casi festivo por el colorido y la suntuosidad; todo se halla recubierto de estucos, mármoles y frescos, lleno de detalles escultóricos de calidad; merece la pena pasar un buen rato para descubrirlos. Resultan especialmente interesantes las taraceas de mármoles de colores que cubren cualquier espacio del templo; se trata de una corriente tradicional del Palermo barroco que descubriréis también en otros edificios. Detalles decorativos en Santa Caterina. Justo enfrente, se encuentra la minúscula iglesia de San Cataldo, una pequeña joyita que no conviene perderse. Se construyó en el siglo XII en estilo árabe y se coronó por los característicos cupulines rojos que os recuerdan que estamos en el centro del Mediterráneo. San Cataldo. Pegada a esta iglesia se construyó la iglesa de Santa Maria dell'Ammiraglio, conocida como La Martorana, otra de las joyas del arte árabo-normando, con sus magníficos mosaicos, aunque nos quedamos con las ganas de verlos, ya que estaba en restauración (y parece que va para largo). Se supone que de aquí proceden las tradicionales frutas realizadas con pasta de almendras que encontraréis en las pastelerías de toda la isla; para nosotros, tienen mejor aspecto que sabor, aunque hay que reconocer que estéticamente son un portento. Tradicionales frutas de pasta de almendras. Todavía nos quedan ganas de patear, así que nos vamos hasta San Francesco d'Assisi, donde hay una boda siciliana; todo un espectáculo en algarabía, vestuario y globos que no dejan respirar a los invitados e inundan la plaza. Iglesia franciscana en el antiguo barrio de los mercaderes, hoy con personajes con pinta extraña y gente que parece que vigila las esquinas; quizá estamos demasiado sugestionados. La iglesia, del siglo XII, destaca por su magnífica fachada gótica con un espectacular rosetón. San Francesco y Oratorio di San Lorenzo. Casi anexo a la iglesia, se encuentra el Oratorio di San Lorenzo, otra de las gratas sorpresas de Palermo. Los oratorios eran lugares de reunión de diversas hermandades y gremios, muestra de su poder como asociación; tuvieron gran profusión en los siglos XVII y XVIII y en casi todos ellos trabajó el famoso escultor Giacomo Serpotta o sus seguidores; el de San Lorenzo se considera la obra maestra de este escultor, aunque también trabajó en el de Santa Zita o el del Rosario di San Domenico, todos bastante similares. La decoración del suelo es a base de taracea de mármoles y las pareces se cubren de relieves en estuco; las escenas se organizan en los característicos teatrini, a modo de escenarios llenos de personajes. Las escenas son dinámicas y llenas de detalles, muchas veces anecdóticos, pero siempre con gran calidad, nada de esos angelotes con cara de bobalicones. Este oratorio albergaba el cuadro de La Natividad de Caravaggio, que fue robado en los años 60 y nunca más se supo. La visita es gratuita y guiada por voluntarios, generalmente estudiantes de historia del arte; nuestra guía, Carmela Catalano, fue encantadora y probó su español con nosotros; tuvimos a la pobre más de dos horas hablando de todo un poco Con las pocas fuerzas que nos quedan, nos dirigimos a Santa Maria della Catena, que está a punto de cerrar (ningún monumento cierra más tarde de las 5 y media o seis de la tarde). Pagamos los 2 euros de la entrada y corremos al interior. El nombre lo recibe por la antigua cadena que cerraba el puerto de la ciudad; se trata de un curioso ejemplar de gótico catalán con una bella fachada porticada y un interior igualmente interesante. Santa Maria della Catena. Los pies ya no nos responden, así que decidimos descansar un ratito en el Foro Umberto I, el paseo marítimo de Palermo, aunque no penséis encontrar un paseo al estilo Benidorm. Recorre las antiguas murallas de la ciudad, con algunos miradores decimonónicos casi para el derribo y muchos restaurantes de pescado (muy caros) y heladerías, donde los palermitanos pasean por las noches. Hay muchos puestecillos donde venden el tradicional bocadillo de Palermo: pane con la milza, un bollo relleno de pulmón de ternera hervido, aunque no nos atrevimos a probarlo. Pane ca' meusa o pane con la milza. Tras un paseo por el decadente barrio del puerto, vamos al Carrefour de Piazza Marina a comprar algo para cenar, ya con el pelo rizado de la humedad y la camiseta pegada del calor y la humedad. Tras la cena en el hotel, decidimos dar un Paseo por el Palermo nocturno; nos dirigimos a la zona de la Catedral, done algunas calles se adornan por los vecinos con altares en honor a Santa Rosalía en una mezcla de una cruz de mayo y la decoración navideña de El Corte Inglés; muy curioso. Es el paraíso del arte jamaicol. Las señoras gruesas están sentadas en el fresco observando al personal que pasa, mientras niños sin camiseta revolotean de aquí para allá; es cierto que montan un escándalo para cualquier cosa, pero es parte del encanto de la ciudad. Tras las granitas de rigor (¡qué adicción!), esta vez al limone y al pistacchio, regresamos al hotel para descansar, si no mañana no nos podremos mover. Decoraciones para la fiesta de Santa Rosalía. Índice del Diario: Quanto è bella la Sicilia!
01: Introducción y llegada a Palermo, 11 de julio de 2012
02: Palermo. 12 de julio de 2012.
03: Palermo y Monreale, 13 de julio de 2012.
04: Cefalù, Tindari y Milazzo. 14 de julio de 2012.
05: Islas Eolias:Panarea y Stromboli. 15 de julio de 2012
06: Messina, Taormina, Gargantas del Alcántara y Catania. 16 de julio de 2012.
07: Catania y los Acis. 17 de julio de 2012
08: Siracusa y Noto, 18 de julio de 2012.
09: La Val di Noto, 19 de julio de 2012.
10: Caltagirone, Villa romana del Casale y Scala dei Turchi, 20 de julio de 2013.
11: Valle dei Templi, Palazzo Adriano, Corleone y Trapani, 21 de julio de 2012.
12: Erice, Scopello y viaje de regreso, 22 de julio de 2012.
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