El día comienza en la misma autopista donde ayer nos paró la policía; somos así, nos gusta vivir al límite. Una barrera nos impide acceder a ella hasta que no echemos la cantidad requerida por un gran embudo que sólo admite monedas. Pensamos… ¿y si no llevásemos monedas? Menos mal que llevamos cuartos de dólar de algún cambio anterior, porque aquí sobre todo se usan los billetes. El sistema es curioso: lanzas las monedas al embudo que detecta cuando está la cantidad correcta y se abre la barrera. Nosotros dejamos hasta propina porque tras la experiencia del día anterior nos liamos a lanzar monedas a la desesperada.
Una vez en carretera, nos fuimos en busca de la gran ballena azul de Catoosa. Tras varios kilómetros desorientados (nos suele pasar, seguir la Ruta 66 original es un poco complicado en algunos tramos y ninguno de los dos somos unos hachas orientándonos) nos paramos a preguntar en una gasolinera que estaba en obras. El caso es que me bajo a preguntar a un muchacho que estaba allí, al que por cierto le interrumpí el desayuno, una nutritiva hamburguesa de McDonald's. Era el típico rubito cachas de las pelis, capitán del equipo de fútbol americano del instituto, pero ya con veintitantos. Me atiende muy amablemente, aunque no sin cierta sorna: me pregunta si tengo iphone, supongo que para indicarme como llegar con el gps del teléfono, y al contestarle negativamente me espeta en plan de coña you sucks! (lo de los americanos con el iphone es la hostia, parece que no conocen otro teléfono móvil). Además, el ‘okie’ me regala uno de los momentos más bizarros del viaje: cuando se acerca a ayudarme se me arrima y me dice “hueles muy bien”, ‘very fresh’; es lo que tiene ducharse por las mañanas, pienso yo. La escena me recordó a la peli ‘Oficial y caballero’ (Taylor Hackford, 1982), cuando el instructor le dice a uno: “en Oklahoma sólo hay vacas y maricones, y a ti no te veo los cuernos por ningún lado”. Tonterías a parte (que no se ofenda nadie), el tío se portó y hasta nos dibujó un mapa.
De allí nos encaminamos hacia Tulsa, una de las grandes ciudades que atraviesa la 66 a su paso por Oklahoma, a ver el Admiral Twin Drive-In, un autocine chulísimo con dos pantallas gemelas, una hacia el este y otra hacia el oeste. En cada una se proyectan dos pelis por noche. Doble sesión, doble diversión. Decir que ha sido reconstruido recientemente después de que un incendio lo redujera a cenizas en 2010.
Algunos garitos interesantes en Tulsa...
La mítica Blue Dome Gas Station...
Como eran las 11,30h y aún no habíamos desayunado, decidimos hacer un brunch en el Ollie's Station Restaurant, un lugar muy familiar de temática ferroviaria repleto de maquetas a escala, con tres trenecitos circulando colgados del techo del local. La comida muy rica, como siempre, y rica en vitaminas G (de grasa) y C2 (de calorías y colesterol). A este paso le haremos la competencia a la ballena de Catoosa... Nos pedimos una ensalada para intentar controlarnos un poco pero en USA hasta la ensalada lleva carne… Aquí lo único ligero que hay es el agua.
Antes de salir de Tulsa tuvimos que estar un buen rato parados en un paso a nivel esperando que pasaran dos trenes. Aquí suelen llevar del orden de 200 vagones y son tirados por dos locomotoras delante y otras dos detrás, por lo que la espera fue larga...
De camino a Stroud pasamos por Sapulpa, un pueblo con mucho encanto y con un montón de murales que nos recordó a Cuba, Missouri. Es frecuente encontrarse en los pueblos de la Ruta muchas pinturas relacionadas con la 66.
Ya en Stroud visitamos el Rock Café, un establecimiento mítico de la Ruta 66. Allí, mi mujer se tomó el café más dulzón de la historia por no leer las cosas antes de usarlas. Resulta que le pusieron junto al café un dispensador de leche condensada, pero no se fijó que ponía “para una taza, pulsar una vez”, y le dio como cuatro veces Aquí vimos también el Skyliner Motel, con un precioso neón que debe lucir aún mejor encendido por la noche.
Baño del Rock Cafe...
Con 20 grados menos de temperatura que en Chicago (hablando en Farenheit) atravesamos una zona de tornados donde nos cae un chaparrón épico antes de llegar al icónico [url=arcadiaroundbarn.com]Round Barn[/url] de Arcadia, un antiguo granero circular en cuya planta superior se celebran actualmente todo tipo de eventos y celebraciones, incluido bodas. La planta baja alberga una especie de museo/tienda de recuerdos. La asociación que se encarga de su conservación puso en marcha hace años una iniciativa para recaudar fondos que consiste en que todo el que lo desee puede adquirir un ladrillo e inscribir su nombre por sólo 50$. Tanto el camino que da entrada al granero como un pequeño muro situado en su perímetro están integrados por estos adoquines. La verdad es que es una gran idea para salvaguardar un lugar que posee un encanto especial.
Famoso luminoso en forma de refresco en el Pops Restaurant...
Tras esto nos tocó atravesar Oklahoma City y la verdad es que tardamos bastante ya que había bastante tráfico. Había muchas obras en la carretera y seguía lloviendo a intervalos.
Carlyle Motel, en Oklahoma City...
A la salida pasamos por varios pueblos sin demasiado interés y nos paramos en un trading post cherokee. Aparte de estas tiendas de conveniencia, con fines meramente comerciales, Oklahoma conserva gran parte de su legado indígena, presente en su nombre (significa pieles rojas) y su escudo. Aquí nos tomamos un tentempié para reponer fuerzas. Decir que a los americanos les encantan los pepinillos y se lo ponen a todo, A TODO.
Sobre las 20h llegamos a nuestro destino, la ciudad de Clinton. Preguntamos en varios moteles pero ninguno tiene habitaciones, debe haber algo en la ciudad porque es la primera vez que nos pasa. Tras varios intentos fallidos logramos alojarnos finalmente en uno, que curiosamente estaba justo enfrente del museo de la Ruta 66 que queremos visitar a la mañana siguiente. Casualidades de la vida...
Para finalizar el capítulo os dejo una curiosidad: hay que tener mucho cuidado con los WC de aquí, el agua de la taza está muy alta, nada que ver con España, y como te descuides te puedes mojar el culete
Bueno vaqueros, mañana entramos en Texas, yihaaaaa!!!
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