Camerún, toda África en un solo país ✏️ Blogs de CamerunCrónica de un viaje por Camerún y República Centro AfricanaAutor: Sanlui Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (55 Votos) Índice del Diario: Camerún, toda África en un solo país
Total comentarios: 37 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 6, total 12
10 de septiembre 2010 Muy temprano cruzamos de nuevo el Sanaga rumbo a Yaundé. Continúa lloviendo cuando nos reencontramos con Enmanuel y nuestro coche de nuevo. Hoy es la fiesta de Ramadán y la primera vez que Abdul la pasa lejos de su casa, así que para animarle, en Edea, una ciudad colonial alemana bastante arreglada, compramos un pastel redondo, que excepto la forma, no tiene más parecido con el que suelen tomar los musulmanes. A partir de hoy se acabó el ayuno riguroso que les prohíbe tomar nada sólido ni líquido desde las 5h a las 19:30h, incluido los días de treking. Después de tres horas llegamos a la capital, Yaundé, la ciudad de las siete colinas. A la entrada de la ciudad pasamos por una zona de chabolas rodeada de basura, fruto del crecimiento desmedido de la capital en los últimos tiempos. Nos llama la atención el tráfico que hay, parecido al de las grandes urbes europeas. Paramos sólo lo necesario para comer en un restaurante-cabaret-sala de fiesta propiedad de una francesa, que lleva dos años en Yaunde y chapurrea un poco el español. Aquí todo el mundo habla francés, con el inglés apenas te manejas. Nos cuenta sus problemas con la policía, y la manía de elevar los precios a los blancos, incluido a los afincados aquí. Pero a pesar de las dificultades siendo mujer y blanca, está encantada y no piensa cambiar de residencia de momento. El tren hacia Ngaunderé sale a las 18h puntual, si todo va bien llegaremos a destino sobre las 9h de la mañana, después de realizar doce paradas en total durante el trayecto. Viajamos en un vagón-litera para dos personas que está estupendo. El compartimento dispone de un pequeño lavabo dentro, que se queda sin agua hacia la mañana. Recomendable uso del saco. Tiene servicio de cafetería para la cena y desayuno bastante aceptable. Con el traqueteo del tren enseguida se nos cierran los ojos, esperamos a que pase el revisor y nos quedamos fritos. 11 de septiembre 2010 Aunque a veces el tren sufre retrasos de hasta varias horas nosotros llegamos puntuales a Ngaundere. La estación se llena de gente cargada hasta los topes. Al fin cielo azul y sol, estamos en la meseta de Adamawa, a 1300m de altitud y el paisaje ha cambiado radicalmente. La vegetación menos exuberante que en la zona tropical del sur, deja ver grandes extensiones de tierra cubierta de hierba y bosque bajo típicos del sahel. Nos hospedamos en la misión católica, un reducto en una ciudad mayoritariamente musulmana, muy cerca del barrio viejo. La ducha en nuestra diminuta habitación nos sabe a gloria. Dejamos un montón de ropa para lavar y salimos a descubrir la ciudad. A pocos kilómetros del centro se alza el monte que da nombre a la ciudad, formado por grandes rocas graníticas superpuestas, y que me recuerda a los montículos graníticos del desierto del Kalahari. Hoy se celebra el segundo día de fiesta del Ramadán y tenemos la suerte de asistir a un espectáculo único denominado “fantasía” en el que los nobles de la región y su séquito van a presentar sus respetos al lamido. En esta ocasión el propio lamido participa en el rito puesto que el ministro de cultura hace de anfitrión en el lamidato. Un montón de medios de comunicación se han personado para cubrir el evento. El espectáculo es impresionante, los notables a caballo, engalanados para la ocasión van rodeados de sus guerreros portando toda clase de armas. Los músicos con una especio de trombón larguísimo anuncian al lamido con un sonido grave y penetrante. Músico de la corte del Lamido en Flickr Varios hombres cargados de toda clase de fetiches evitan que los malos espíritus estropeen la ceremonia. Fetiche en Flickr Las mujeres ataviadas con sus mejores galas, adornadas con hena sus pies y manos. Tatuaje de hena en Flickr Vestida de fiesta en flickr Cuando la procesión llega al lamidato los guerreros se colocan en torno a la tribuna en la que está el ministro de cultura y otras personalidades del gobierno, y los notables se acercan a galope con sus caballos, primero en grupo, después en solitario. Es increíble la destreza con la que manejan sus monturas, galopando a toda velocidad y haciéndolas parar justo antes de llegar a la tribuna. Después les toca el turno a los guerreros, que se acercan cantando y bailando. Más tarde somos los invitados los que presentamos nuestros respetos al lamido todavía montado en su caballo. Fantasia en Flickr Fantasia en Flickr Jinete en Flickr Después del jolgorio, grupos de hombres y mujeres Peul continúan la fiesta en la calle cantando en grupos. Vestida de fiesta en Flickr Nosotros aprovechamos para comer en el Coffeshop un pescado típico de la zona el “captain”, buenísimo, precedido como siempre de unos aguacates con salsa mahonesa. Por la tarde comienza a llover con furia así que un amigo de Abdul nos invita a pasarla en su casa. Entre el pueblo musulmán la hospitalidad es muy importante, sobre todo durante el tiempo del Ramadán. La casa está situada en el barrio de Burkina, bastante alejado del centro. Consta de varias estancias a las que se accede por un pasillo al aire libre, por lo que para pasar de una a otra te mojas irremediablemente. Nos hacen pasar a la del cabeza de familia que tiene varios sofás y una alfombra donde nos sentamos a comer arroz, un guiso de tripas y un dulce parecido a nuestras rosquillas acompañados de palomitas y té. Saludamos a sus dos mujeres y cuatro hijos que estaban en otra estancia más pequeña en la que había una televisión, un armario lleno de cazuelas y una alfombra en la que estaban todos sentados. Los niños varones duermen en otra habitación a partir de los siete años. Nos sorprende como un hombre con un trabajo humilde se plantee mantener a dos esposas y sus hijos correspondientes, pero como ellos dicen sus hijos son su riqueza. Después fuimos a saludar a otra amiga de Abdul que trabaja como enfermera en el hospital de Ngaounderé, conocemos a sus hermanos, madre e hijos que viven todos en la misma casa. Uno de sus hermanos estudia historia en la universidad y habla perfectamente inglés. Charlamos de sanidad, de educación y de la vida en general mientras tomamos pollo, coca cola y rosquillas. El concepto de familia está más arraigado en esta tierra, no se concibe vivir lejos de ella. Poco a poco fueron pasando tíos, sobrinos y el resto de familiares por la casa, simplemente para saludar y saber unos de otros. Fue una velada fantástica, esta gente te llega al corazón, te ofrece lo poco que tiene sin condiciones. Regresamos a la misión encantados ya bien entrada la noche. Etapas 4 a 6, total 12
12 de septiembre 2010 Partimos rumbo a Poli después de desayunar en un café típicamente africano en el que sólo sirven guiso de carne, pan y café. Es domingo y está hasta los topes. Paramos a comprar algo de fruta y provisiones para el trekking por los Alantikas en el mercado de Ngaounderé, agua, alguna conserva de atún y pan. De camino pasamos por el pueblo de Dang a visitar su mercado, pero tuvimos problemas con un par de tipos que se decían policías, y pretendían sacar algún dinero extra haciéndonos pagar un supuesto permiso de fotografía. Abdul se enfadó muchísimo y casi llegan a las manos, así que optamos por marcharnos ante la atónita mirada de los mercaderes. A partir del pueblo de Gouna nos despedimos del asfalto y tomamos la pista hacia Poli que sale a mano derecha. Comienzan a verse poblados con las chozas redondeadas construidas de adobe y el techo de paja, es el territorio de la etnia dupá. Los tejados de los dupá se diferencian por ser redondeados y abombados, a diferencia de los de los mafa que los construyen terminados en pico inclinado ligeramente a la derecha. Poblado Mafa ,en Flickr Poblado Mafa , en Flickr Esta es la manera que tienen para comunicar a los suyos que ahí vive alguien de su misma etnia y serán bien recibidos. El paisaje es espectacular, un verdor que sólo lo he visto en esta tierra lo inunda todo. De pronto los poblados desaparecen para dejar paso a la reserva de Faro que inexplicablemente se puede atravesar sin más, con el único trámite de enseñar los pasaportes a los gendarmes del puesto policial de Voko. El río Faro, afluente de Benoué da nombre a este parque en el que todavía es posible ver algún antílope, búfalo o león aunque la fauna del lugar ha sido diezmada por los cazadores furtivos nigerianos. Comienza a llover y el agua nos obliga a intentar descubrir a los animales a través del vaho del cristal, el lugar es absolutamente salvaje. El paisaje cambia, ante nosotros se alza la cadena montañosa que enlaza los montes Ginga, Poli, Mango y Alantika. Nos adentramos en territorio Dowayo, pueblo que sigue practicando sus ancestrales ritos animistas, a pesar de las recientes influencias del cristianismo. Conjuntos de chozas que no llegan a formar un pueblo compacto se suceden a lo largo de la pista. Muchas de ellas tienen agujas clavadas en el techo, método que utilizan para mantener alejados a los malos espíritus que atacan a los niños. Otra forma que utilizan para protegerse contra los demonios es la de abandonar la casa si algo malo sucede en ella, motivo por el cual vemos muchas chozas medio derruidas. Entre los pueblos animistas cinco personas tienen especial influencia en la tribu, el jefe del poblado, el jefe religioso, el jefe herrero, el brujo y la comadrona. Unas nubes amenazadoras permanecen ancladas en lo alto de la montaña, no puedo evitar recordar un pasaje del famoso libro de Nigel Barley “ el antropólogo inocente” en el que habla del brujo de la lluvia, sin duda este debe ser su hogar. Panorámica tierra Dowayo. , en flick Llegamos a Poli, capital del departamento de Faro, que no es más que un conjunto de casas dispuestas alrededor de un espacio abierto a modo de plaza, en el que varias mujeres Peul han dispuesto sus puestos de leche y yogur, a la sombra de un gran árbol. Nos hospedamos en el único albergue disponible en el pueblo, que contra todo pronóstico dispone de aire acondicionado, el único lujo con el que cuenta la habitación. Además una especie de ducha-wc con cubos de agua hace de baño. Después de comer parte de las reservas de atún de que disponíamos, puesto que es domingo y los dos restaurantes del pueblo están cerrados, nos vamos a visitar alguno de los campamentos Mbororo nómadas que hay a lo largo de la pista que une Poli con Fignolé. Veinte minutos después de pista infernal desde Poli, dejamos el coche y nos adentramos caminando en la brousse, como dicen por aquí, para denominar extensiones cubiertas de hierba y vegetación impenetrable. Alrededor de una hora después llegamos al primer campamento, formado por varias chozas en forma de iglú, en un claro en medio de un sembrado de maíz que cultivan los Dowayo. Niñas , en Flickr A los Mbororo o Peul nómadas, no les gusta trabajar la tierra, se limitan a pagar tributos a los propietarios de la tierra donde pastan sus animales y vender sus productos lácteos en el mercado. Permanecen en este lugar durante la estación lluviosa, abandonándolo después a la búsqueda de pastos para su ganado. El entorno es idílico, un valle rodeado de montañas de un verde espectacular. Vista desde los poblados nómadas Mbororo , en Flickr Los Mbororo nómadas siguen practicando todavía hoy la escarificación en rostro, brazos y torso como símbolo de belleza y pertenencia a un clan concreto. Hacen pequeños cortes en la piel con una cuchilla y aplican pigmentos en la herida para crear distintos diseños dependiendo del clan al que pertenecen. Estos diseños coinciden con los que realizan en las calabazas pirografiadas que utilizan como recipiente para todo. Al igual que sus parientes sedentarios de Manengouba destacan por su belleza y el cuidado que ponen en su aspecto físico. No suelen mezclarse con otras razas para no perder su pureza de sangre y sus inconfundibles características físicas. Joven madre , en Flickr Mujer , en Flickr Niña Mbororo , en Flickr Niña Mbororo , en Flickr Apenas vimos hombres en los distintos campamentos que visitamos, estos se encargan del cuidado del rebaño, saliendo temprano con su arco y regresando al anochecer. Las mujeres se quedan en la casa cuidando de los pequeños, haciendo la comida y tejiendo. Además se encargan de ordeñar las vacas, preparar el queso y el yogur y venderlos en los distintos mercados semanales. Labores , en Flickr Tamizando el maiz , en Flickr Cocinando , en Flickr Hora de comer... , en Flickr Llama la atención la limpieza que rodea las distintas chozas, el suelo de tierra se barre diariamente dando un aspecto impoluto al campamento. Una vez pasado el primer momento de timidez se acercan para ser retratadas por nuestras cámaras, así que aprovechamos hasta que la falta de luz nos recuerda que aún tenemos que volver caminando hasta el coche. Poblado Mbororo , en Flickr Mujer Mbororo , en Flickr Joven , en Flickr Nos despedimos y llegamos a Poli con el tiempo justo para una ducha antes de cenar. Tomamos una tortilla, único plato en el menú, en una improvisada mesa en la calle, a la luz de una vela, rodeados por los vecinos de Poli, que no suelen ver muchos turistas por aquí, toda una experiencia. El pueblo está muy animado por la noche, grupos de gente reunida en la calle alrededor de alguna bombilla alimentada por generador, nos miran con curiosidad. Dimos varias vueltas en busca de algún sitio donde tomar un refresco, pero finalmente nos dimos por vencidos y regresamos al albergue. Montones de ranas, de un tamaño considerable, perfectamente camufladas entre las piedras que lo rodean, saltan ante nuestros pies . Después del susto del primer momento, avanzamos con cuidado hasta nuestra habitación. Colocamos la mosquitera, aunque no parece ser muy necesaria, y nos metemos en nuestros sacos, puesto que el estado de las sábanas no ofrece demasiada confianza. Etapas 4 a 6, total 12
13 de septiembre 2010 Desayunamos temprano para partir a la tierra de los Koma, nos olvidamos del fufulde, jan na, para saludar a partir de ahora teke teke, en lengua koma. Después de cruzar el puente sobre el río Faro, tomamos la pista que va hacia Wangay para visitar el mercado de Tchamba, que tiene lugar cada lunes. Le llaman el mercado de los baobabs por la cantidad de árboles de este tipo que crece en esta zona. Aprovechamos para comprar pan nigeriano para el treking, y sal, cerillas y jabón para regalar a la gente de los poblados koma que nos acogerán en los próximos dos días. El mercado se va animando a lo largo de la mañana a medida que van llegando los comerciantes de los pueblos de alrededor. Venta de leche , en Flickr Gasolinera , en Flickr Carne fresca, pescado ahumado, cocos, zapatos de goma, leche y toda clase de enseres para la cocina se exponen sobre una manta en el suelo. Cada puesto está delimitado por una estructura de palos que sirve como techado para protegerse del sol. Los días de mercado son además un momento idóneo para relacionarse, intercambiar noticias y por supuesto buscar pareja. Pescadería , en Flickr Carnicería , en Flickr Carnicería , en Flickr Seguimos hacia Wangay, desde donde continuaremos caminando para adentrarnos en los montes Alantika, los montes que separan Camerún de Nigeria. Esta zona ha estado tan aislada que ni los musulmanes ni los cristianos han conseguido llegar a los remotos poblados que las habitan. Adentrarse en los Alantika, “allá donde Alá no ha llegado” es una experiencia única. Dejamos nuestras maletas a buen recaudo en el palacio del lamido de Wangay, a quien tenemos ocasión de saludar, en una desolada sala con una alfombra y dos sofás como único mobiliario. Comemos rodeados de lugareños sobre una esterilla en el patio: pan nigeriano buenísimo, una lata de atún, quesitos y piña; menú que repetiremos durante el picnic los siguientes dos días. Es necesario llevar tienda de campaña, comida y el agua necesaria para los días de treking, puesto que no hay ningún tipo de infraestructura en la zona. Abdul se encarga de contratar los servicios de dos porteadores y un guía local de la etnia Koma, el comandante Issa, imprescindible para comunicarnos con los pueblos de las montañas. Los Koma se refugiaron en estos montes huyendo de la islamización de los musulmanes Peul durante el siglo XIX y todavía hoy mantienen intactas su cultura y tradiciones, que giran en torno a los ciclos agrícolas. Entrada al mundo perdido , en Flickr Nos calzamos nuestras botas y a caminar. Atravesamos un puente al final del pueblo y parece entramos en el mundo perdido. En el horizonte se alza el monte Fali, que debe su nombre a un enorme saliente rocoso en forma de falo, y que los Koma consideran sagrado. El lugar es mágico, de una belleza sobrecogedora, no podemos por menos que pararnos un momento a empaparnos del paisaje que nos rodea. Caminamos por un terreno llano bordeando los campos de maíz y mijo. El agua es abundante en esta zona, en varias ocasiones tenemos que quitarnos las botas para atravesar algún que otro riachuelo. Un sonido de flauta llega a nuestros oídos, se está celebrando una pequeña fiesta después de una dura jornada de trabajo, en el que todo el poblado ha participado para elaborar la preciada cerveza de mijo. Celebración , en Flickr Al cuidado de mi hermano , en Flickr La cerveza es fundamental en la vida de los Koma. En cada poblado hay una choza sólo destinada a su elaboración, que lleva un proceso muy largo realizado por el cabeza de familia. Utilizan mijo germinado y secado al sol, después se cuece durante horas los siguientes dos días y el líquido resultante pasa varios procesos de filtrado. El resultado es una cerveza con bastante buen sabor y alta graduación, que toman mayores y niños. Además la utilizan como moneda de cambio en el mercado para comprar sal y azúcar. Elaboración de la cerveza , en Flickr Bebiendo cerveza , en Flickr Continuamos camino hasta llegar a Librou, después de casi cuatro horas de marcha, donde acampamos. Montamos las tiendas en una pequeña terraza rodeadas de plantas de maíz y bajamos al río a quitarnos el sudor del camino. El agua está perfecta, así que remoloneamos de poza en poza hasta que se fue la luz y nos rodearon las luciérnagas, realmente una experiencia inolvidable. Cenamos sentados en una piedra, al lado de una de las chozas del poblado unas patatas guisadas fantásticas que cocinó Abdul. Después el jefe de la tribu nos invita a compartir con ellos un rato de charla. La choza tiene dos aberturas una para entrar y otra para salir. En su interior hay un lugar destinado a moler el mijo, otro para hacer el fuego y varias calabazas colgadas para guardar los alimentos fuera del alcance de los ratones. Duermen sobre unas esterillas en el suelo, el hombre con su o sus mujeres junto a los hijos de ambos. El comandante Issa nos hace de intérprete, aunque con el curandero del poblado no es necesario, es sordo y se comunica perfectamente mediante gestos. Va llegando gente hasta que apenas cabemos dentro de la choza, beben cerveza sin parar y parecen contentos de tenernos allí. Las mujeres se visten únicamente con un taparrabos de hojas que renuevan diariamente y se arrancan los dos incisivos superiores a temprana edad, como símbolo de fertilidad. Los hombres utilizan ropa sólo en la época de lluvias. Esta es sin duda el África ancestral, esa que se resiste a la civilización y que por desgracia tiende a su extinción. Tener la oportunidad de conocerla todavía intacta es todo un privilegio y una experiencia inolvidable. Hombre koma , en Flickr Cualquier momento es bueno , en Flickr 14 de septiembre 2010 Nos levantamos temprano y bajamos al río para darnos un baño matutino. Pronto comenzamos a oír música de tambores, el poblado se prepara para un ritual de agradecimiento al Dios de la lluvia, parece que este año están siendo abundantes. Nos olvidamos del desayuno y cogemos nuestras cámaras. Hace su aparición el brujo de la tribu, todo un personaje. Lleva el cuerpo pintado y un cinturón de caracolas simbolizando el agua, toca una especie de flauta, y de su cintura cuelga un cuerno a modo de falo como símbolo de fertilidad. Brujo , en Flickr Bienvenida , en Flickr Nos invita a cerveza y aceptamos a tomar un pequeño sorbo a riesgo de envenenarnos para el resto del viaje, pero para nuestra sorpresa está realmente buena. Las mujeres empiezan a danzar y cantar al ritmo de los tambores rodeando a los músicos. La fiesta se anima, y otras mujeres de poblados cercanos acuden al sonido de la música y se van uniendo a la danza. El brujo hace sonar su flauta, mientras realiza movimientos sexuales con su cuerno detrás de ellas. Escena en Librou , en Flickr Al trabajo , en Flickr Después del ritual, las mujeres cogen su azada y los niños más pequeños, y se van al campo a trabajar todo el día hasta la noche. Cultivan todo lo que necesitan para vivir, incluido el tabaco, excepto la sal y el azúcar, que intercambian por cerveza en el mercado de Wangay, para lo que emplean dos días entre ir y venir. Debido a la distancia, esta es la única oportunidad que tienen para relacionarse con los poblados menos aislados de la llanura. Mi mamá , en Flickr Es curioso pero solo las mujeres fuman en pipa, y lo hacen muy a menudo, sobre todo las más ancianas. Utilizan una pipa hecha de barro y bambú y encienden la yesca, una especie de algodón cultivadas por ellas mismas, al modo tradicional, golpeando un trozo de pedernal con hierro hasta hacer saltar chispas. Todo ello lo guardan en un bolso, que llevan a todas partes, hecho con la piel sin curtir de un animal pequeño, tipo al conejo que nosotros conocemos, simplemente cosido a los lados. Mujer koma , en Flickr Después del desayuno y comprar algunos recuerdos: una calabaza-recipiente, una pipa y dos fetiches, iniciamos ruta hacia lo alto de la montaña, al poblado sagrado de Bimlerou Aut, donde los Koma guardan los cráneos de los enemigos muertos durante la guerra de islamización de los países del norte, hace más de doscientos años. Comenzamos a subir y subir por un terreno en el que la hierba, gracias a las recientes lluvias, nos sobrepasa en altura, a ratos es imposible ver el camino. El cielo está nublado y la temperatura es agradable, pero la pendiente y la humedad hace que el ascenso sea complicado. Hacemos un alto en el poblado de Nagalomo, conocido como el poblado de los tres baobabs. Está vacío, sólo encontramos a una mujer trabajando en su sembrado de maíz, el resto están en el campo. Un pequeño descanso , en Flickr Reconocemos la choza del brujo, por los tres fetiches que tiene a la puerta, una tinaja, una vara retorcida, que protege frente a los reptiles y una planta curativa que trepa por la pared de adobe. Los Koma creen que los brujos pueden ver el futuro y el interior de las personas. Tardamos unas seis horas y media en total en subir y bajar. Bimlerou Aut está a una altura de unos 1290m, por lo que salvamos un desnivel de 680m. nada despreciable, desde los 611m. de partida. El paisaje, desde lo alto, es impresionante, con el río Faro en el horizonte. Montes Alantika , en Flickr, Comenzamos a ver las chozas de adobe y los graneros donde almacenan el mijo, construidos sobre pilotes. Sólo unos pocos metros nos separan de la frontera con Nigeria. Como en Nagalomo, apenas hay gente, solo un par de mujeres con su inseparable pipa que vienen a saludarnos mientras comemos, y el jefe religioso con un niño, encargado de guardar los cráneos. Acepta probar encantado un poco de piña, nos dice que es la primera vez que la toma, pero rechaza el pan, pues tiene sal, y sólo si no ha probado sal, ni dormido con su mujer desde el día anterior, puede tocar los cráneos para enseñárnoslos. Charlando , en Flickr Comedor , en Flickr El guardián de los cráneos no puede alejarse nunca de este lugar, que es absolutamente sagrado para los Koma, y sólo se puede acceder a él, con su permiso. Tienen cientos de ellos, conservados en perfecto estado dentro de vasijas de barro. Los guardan como un trofeo conmemorativo del triunfo contra los musulmanes del norte, que no consiguieron su islamización, aunque sí su territorio, teniendo que huir a estas remotas tierras de los montes Alantikas, hace más de doscientos años, para seguir conservando su cultura y medio de vida. Trofeo de guerra , en Flickr El Guardián , en Flickr Pensé que habíamos hecho lo más duro, después de tres horas ininterrumpidas de subida, pero aún quedaba la bajada!. Gracias a la ayuda del comandante Issa, que con unas chanclas por calzado, pisaba firme como una roca, y a riesgo de mi vida, conseguí bajar hasta Koylo, otro poblado Koma a 612 metros de altitud. Panorámica desde los Alantika , en Flickr Pero después del esfuerzo nos esperaba la recompensa, un baño en una piscina natural, entre una pared de rocas perfectamente cinceladas que se surtía de una pequeña cascada de agua procedente de las montañas. Después de todo el día de caminata, no puedo imaginarme un final mejor, el lugar, todo para nosotros, se sale del mapa. Montamos la tienda de campaña bajo un árbol, a pocos metros del poblado. Cenamos bajo las estrellas espaguetis con pollo que cocinó Abdul, en una hoguera improvisada, y nos vamos a la cama exhaustos. Nuestra piscina natural , en Flickr 15 de septiembre 2010 Después de un baño en nuestra piscina privada, desayunamos rodeados de la gente del poblado, que se han reunido para la ocasión. No suelen recibir visitas de viajeros blancos por aquí, así que nos miran con curiosidad. Todos reciben su pequeña ración de sal, jabón y cerillas. Nos enseñan un nuevo modelo de portabebés de cuero, fabricado por ellos, muy parecido al que usamos por aquí, y que está teniendo mucho éxito entre los pueblos de alrededor. La gente es encantadora. Mujeres koma , en Flickr Familia koma , en Flickr Mujeres koma , en Flickr Portabebés , en Flickr Unas dos horas y media nos separan de Wangay, pan comido después de la ruta de ayer. Llegamos al lamidato sobre las diez y media, con un calor sofocante. Recuperamos nuestras cosas y de nuevo en coche nos ponemos en marcha rumbo a Mbe, donde haremos noche. Unas tres horas, de pistas polvorientas, nos separan de Poli, donde paramos a comer pescado guisado con ñame, un tubérculo parecido a la patata, pero un poco más consistente, muy bueno. Nuestro guía Abdul y comandant Issa , en Flickr Continuamos otras tres horas más hacia Mbe. Al llegar nos topamos con un simulacro de Guerewol, o Darkwol, como lo llaman aquí en Camerún, no nos podemos creer nuestra suerte. No es un verdadero Guerewol, pues en este, las parejas no serán para toda la vida, pero jóvenes Mbororo de varios pueblos de alrededor se han reunido para simular este rito, en el que ya de manera formal, participarán el año que viene por el mes de julio. Los chicos llevan la cara pintada de un color ocre, los labios oscuros y se adornan con pendientes y toda clase de complementos para seducir a las chicas, que también se han maquillado y vestido con esmero para la ocasión Se colocan unos enfrente de los otros y a ritmo de radiocasete y tambor comienza la danza. Los chicos se adelantan solos o en grupo y marcando el paso se dirigen a la mujer elegida, sólo si es correspondido, la mujer seguirá sus pasos hasta el lugar donde esperan el resto de los chicos. Es la mujer quien finalmente elige a su pareja, bailando tras él en cada ocasión. Así una y otra vez los jóvenes se van conociendo y eligiendo, de modo que el año que viene puedan formalizar su relación de manera definitiva. El espectáculo continúa hasta mucho después de anochecer, después los jóvenes se despiden hasta otra ocasión en la que poder juntarse de nuevo. Los Mbororo esperan a tener relaciones con el otro sexo hasta después del Guerewol, cuando la pareja es formalizada y bendecida por los jefes de los diferentes clanes. Las edades de los protagonistas oscilan entre doce y catorce años, para las chicas, y quince y diecisiete para los chicos. Mbororo maquillado para el gerewol , en Flickr Joven en gerewol , en Flickr Seducción , en Flickr Gerewol , en Flickr Nos alojamos en el hostal de Mbe, todo un lujo después de la tienda de campaña de los dos últimos días. Tenemos una cama y ducha, que más se puede pedir. La dueña del hostal nos prepara cuscús, que se toma tradicionalmente en el norte como el plato consistente del día. Consiste en una masa de textura suave hecha con harina de mijo y agua caliente, que se utiliza como soporte, para llevarse la salsa de verduras, cacahuetes y trozos de carne a la boca. El sabor es ligeramente amargo debido a la verdura omnipresente en la cocina camerunesa, el n´dole, de aspecto parecido a nuestra espinaca. Etapas 4 a 6, total 12
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.9 (55 Votos)
Últimos comentarios al diario Camerún, toda África en un solo país
Total comentarios: 37 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados Andando 9 ciudades y 3 parques nacionales de Camerún en 3 semanas efectivas
Llegue a Camerún en un viaje de vacaciones...
⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 24
Galería de Fotos
|