Travesía y llegada a Italia ✏️ Diarios de Viajes de ItaliaLlegaba el día en que saldríamos del puerto de Barcelona en ferry destino Livorno. Por delante, un trayecto marítimo de casi un día y 9 noches de estancia en la región de la Toscana y alrededores, con nuestro propio coche, en lo que esperábamos...Diario: Otoño en la Toscana⭐ Puntos: 5 (4 Votos) Etapas: 12 Localización: ItaliaLlegaba el día en que saldríamos del puerto de Barcelona en ferry destino Livorno. Por delante, un trayecto marítimo de casi un día y 9 noches de estancia en la región de la Toscana y alrededores, con nuestro propio coche, en lo que esperábamos sería (y así terminó siendo) un viaje digno de recordar. La salida del barco estaba programada a las 23:59 del 3 de octubre, desde el puerto de Barcelona. Concretamente, hay que dirigirse a la terminal "Acciona Transmediterránea". Lo más sencillo es dirigirse a la Plaza de la Carbonera, dónde ya hay indicaciones y visualizas ya dicha terminal. Tras la reserva por internet, cuentas con un billete-localizador que incluye los datos de los pasajeros y del vehículo, con el que debes presentarte dos horas antes de la salida del barco para llevar a cabo el check-in. A la entrada de la terminal, hay un espacio de aparcamiento para trámites del embarque. Nos dirigimos al interior de la terminal, dónde realizamos el check-in en las ventanillas (todo bien indicado). Allí nos entregaron las tarjetas para embarcar (una para cada pasajero y una para el coche) y un papelito indicando el puerto de destino. Nos indicaron a dónde debíamos dirigirnos con el coche para esperar al embarque. Es un parking a la derecha de la terminal en el que se van colocando vehículos en distintas colas en función del puerto hacia el que vayan a embarcar. Una vez empezaron los movimientos para nuestro embarque, fueron guiando a nuestra cola de vehículos a lo largo de las instalaciones portuarias hasta nuestro barco. La zona de aparcamiento en el barco es completamente interior, se accede a la misma a través de una rampa no exageradamente inclinada. Eso sí, el suelo de ésta presenta bandas transversales, para evitar deslizamientos, que hacen que el coche vibre dando la sensación de que se cala. Vale la pena avisar, ya que algún conductor vimos que arrancaba de nuevo su vehículo pensando que se le había calado. Para maniobrar por la zona de aparcamiento cuentas con las indicaciones de algunos empleados del barco. Los que había ese día no es que fueran muy atentos y debían de tener algo de prisa, resultando en alguna mala manera hacia los conductores. Los vehículos quedan completamente enlatados, llegando a tener que bajarse los acompañantes antes de dejarlo completamente estacionado, ya que el espacio entre vehículos sería de unos 30 cm. Una vez que se inicia el viaje, el acceso a la zona de estacionamiento queda completamente restringido, por lo que es necesario sacar del vehículo todo aquello que se vaya a necesitar durante la travesía. Eso sí, te da cierta seguridad de cara a dejar cosas en el coche. Pasamos a la zona de pasajeros del barco. Éste era el Ikarus Palace, que sigue la ruta Tánger-Barcelona-Livorno. Nuestra acomodación era en camarote interior (esta opción permitía incluir el vehículo por el mismo precio, por lo que salía más barata que la butaca). Los camarotes están todos preparados para cuatro personas, con literas plegables. Al ser la ocupación de dos personas, las literas superiores estaban recogidas. Las dimensiones del camarote son de entre 2,5 y 3 metros de ancho por unos 4 de largo (incluyendo el baño, que se encuentra en una esquina), con las literas de unos 80 ó 90 cm. Debemos tener en cuenta que se trata de un ferry, con la intención de pasar una noche de trayecto. Si se va esperando grandes comodidades, lo más probable es llevarse un buen chasco. Para dormir y pasar el día de trayecto, el barco es apropiado. Las vibraciones y movimientos del mismo no eran muy grandes, por lo que se pasaba buena noche. Una vez de día, tienes tiempo para dar un paseo y leer algo por cubierta, tomarte algo en el bar de cubierta o en la cafetería del interior o echar un vistazo a la pequeña tienda del barco. No es que tenga un gran surtido de cosas que hacer, pero descansando un poco después de comer, el viaje no se hace muy largo. En nuestro caso, no teníamos contratadas comidas en este trayecto, no parecía que las tuviese contratadas mucha gente la verdad. La llegada del barco estaba prevista para las 19:30. Por la mañana ya nos comunicaron por megafonía que la llegada sería a las 20:30. Finalmente, la espera se hizo bastante más larga. A eso de las 7 de la tarde ya avisaron para ir dejando los camarotes y esperar en las zonas comunes de la cafetería y recepción al desembarque. La llegada se iba haciendo esperar bastante. En el puerto de Livorno el barco lo recorrió entero a baja velocidad, lo que hace que aún se alargue más. Finalmente, a eso de las 21:15, el barco quedó parado y pudimos pasar a la zona del garaje (sin mucho orden, como corresponde a la organización mediterránea). Tras unos 20 minutos para empezar a moverse y salir... POR FIN, rodamos sobre suelo italiano. Como no hay mal que por bien no venga, la tardanza en navegar por el puerto de Livorno sirvió para que nada más salir del barco nos encontrásemos con una rotonda que nos permitía salir directamente del puerto. Nos dirigimos al hotel Granduca Tuscany en San Giuliano Terme. Es un hotel de cuatro estrellas a las afueras de este pueblo, a unos 4 km de Pisa. De los 6 hoteles en los que estuvimos, es el que menos se merecía esa acreditación, pero la baja tarifa hacía que fuese la mejor opción para pasar esta primera noche cerca de Pisa. Se trata de un hotel claramente enfocado a pernoctar de paso. Nos dieron nuestra habitación y, sorpresa, al abrir la puerta nos encontramos con ropa de moteros en la habitación. Volvimos a recepción y nos dieron otra habitación, la adecuada a minusválidos, porque era la última doble (sí tenían twins) que les quedaba. Decidimos probar y creemos que fue un acierto, ya que el baño estaba reformado. Se veía todo bastante arreglado y no hay gran queja sobre la habitación. Nuestro plan era ir a dar un paseíto nocturno por Pisa, pero dado que llegamos pasadas las 10:30 al hotel, decidimos cenar algo y descansar bien Para completar esta primera etapa con la descripción completa del hotel, tocaremos el desayuno. Era bastante aceptable, únicamente el zumo dejaba algo que desear. Había algunos embutidos y quesos, bollería y diversos tipos de dulces, lo suficiente para empezar nuestro primer día completo por Italia. Añadir que en este hotel cobran el impuesto sobre el turismo que hay en algunos establecimientos de la Toscana y que debe pagarse a la salida. En este caso, de 2 € por persona y noche de estancia. Una vez preparado todo (y vistos los moteros que suponíamos estaban en la habitación que íbamos a okupar), nos dirigíamos a eso de las 10 de la mañana hacia el centro de Pisa, parte ya de la segunda etapa del viaje. Índice del Diario: Otoño en la Toscana
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