Pues llegó el 19 de julio de 2010, vuelo hasta Madrid y desde Madrid otro vuelo hasta Punta Cana (hasta que cogiésemos el 4 de agosto el avión de vuelta)
Al despegar el avión y comenzar a elevarse, un niño sentado en el asiento de atrás chilló emocionado“Mamaaaa, Vamos cuesta arriba!!!”. Me hizo gracia el chiquillo
Vuelo sin incidencias. Llegamos a Punta Cana y vimos que llovía en el aeropuerto. Supusimos que era la típica tormenta vespertina de Punta Cana: llueve un poco a la tarde y vuel ve a salir el sol. ¡Qué equivocados estábamos! Luego lo vereis.
En el autobús el guía insiste una y otra vez en que vayamos a la reunión del primer día, y recalca insistentemente que sólo se chequeará las fechas de los billetes de vuelta en la reunión. Pero todo con una insistencia como nunca he oido.
Llegamos al hotel. Mientras hacíamos el check in nos acercaron unos zumitos que sientan de maravilla, la verdad. La gestión fue rápida y eficaz. El maletero nos acercó hasta la villa 14 del Bávaro y al entrar en la habitación, Junior Suite, pero….. ooooh, qué chasco!!! Era de dos camas!!! Y preferíamos cama de matrimonio! El propio maletero, muy amable, llamó a recepción y comentó el asunto. Nos dijeron que esa noche era imposible cambiarnos la habitación pero que al día siguiente pasasemos a las 9:00 por recepción y que lo arreglaríamos. Bien, no era un gran transtorno, ni muchísimo menos.
Bar Hemingway
Así que nos fuimos al Bar Hemingway, el bar premium del complejo, a brindar por nuestras vacaciones y de allí a la Catedral a cenar. La Catedral es el mayor buffet del complejo y su oferta es tremenda. Variada y suculenta. Además, practicamente cada día de la semana, da preponderancia a un tipo de cocina y así hay cena mexicana, española, americana, italiana, dominicana, cena de gala….
Cenamos de maravilla y después, mientras tomábamos unos cubatas en el lobby reparé en que mi mujer me miraba con sus rojos ojos. No es que se me hubiese vampirizado en República Dominicana, es que ya eran las 4:00, según la hora española, y la pobre estaba molida. Así que, sacrificándome por la causa, no tomé más cubatas y nos retiramos a la habitación.