El sol sigue luciendo esplendoroso. Tras desayunar emprendemos el paseo hacia la izquierda si nos ponemos mirando al mar. Caminando, caminando llegamos a la altura de los Iberostar (a una hora a pie aprox. del Palladium). Vemos a lo lejos en el mar una extraña figura que ya hemos visto estos días. Parece un velero, parece una grua, parece cualquier cosa… Le preguntamos a uno de los de animación de los Iberostar y nos comenta que son los restos de un barco hundido.
Parece ser que se trata del “Enriquillo” un barco hundido intencionadamente por un organismo o grupo turístico con el fin de crear un aliciente para el snorkle a la vez que un nuevo habitat para diferentes especies marinas. Al parecer hay excursiones para bucear en torno a él.
Saciada nuestra curiosidad y ya de vuelta, nos animamos a entrar en las tiendas de El Corte Inglés.
Barco Hundido y Artesanía en el llamado Corte Inglés
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Seguimos preguntando por el Siglo de Oro, pero los precios eran los de Bibijagua y Cortecito (nadie bajaba de 70 euros la botella). Así que mi mujer se centró en el tema de la bisutería y se dedicó a comprar anillos, pulsares y collares para ella, amigas y familiares.
Yo también aproveché y compré un par de camisetas.
Corte Inglés
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Vuelta al hotel, dejo el botín en la habitación y me tumbo en la hamaca a empezar un nuevo libro, el segundo de las vacaciones.
Los valencianos marcharon la víspera, pero me encuentro con mi fiel amigo uruguayo en uno de los bares de la playa y vamos a comprobar el estado de las distintas barras del hotel.
Tras la comida, me encuentro con uno de los solteros de oro vizcainos de los que ya os he comentado algo. Se marchan al día siguiente y, según me dice, con mucha pena. Me pone al corriente de sus últimas andanzas y la verdad es que el chico no ha parado!! Estos no han venido a Punta Cana a descansar, precisamente


Otra vista más de la playa del Palladium
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Tras la playa y la ducha (o jacuzzi, que todo no os lo voy a contar

Aparece en ese momento por allí Yoanna, del equipo de animación del Punta Cana. Saluda a mi mujer a quien conoce de las actividades playeras y ella le invita a sentarse con nosotros. Charlamos de todo un poco: de su trabajo, de nuestras vacaciones, de su vida en República Dominicana, de la música…. Al final, hablando de música, cada uno nos ponemos a cantar (o tararear, según) algunas de nuestras bachatas favoritas. Pasamos un rato muy agradable con ella. Encantadora Yoanna.
Lobby del Hotel Punta Cana
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Nos despedimos y hoy toca restaurante japonés, queremos las mesas tepanyakis, o sea una plancha en la que el cocinero elabora la comida y en torno a la cual se sientan todos los comensales. El cocinero suele amenizar la preparación de la cena con chistes, trucos y malabares. Nos dan mesa para el turno de las 22:00, así que nos tomamos algo en el lobby del Palace y volvemos puntuales.
Casualmente, coincidimos en las tepanyakis con dos parejas y sus hijos (cuatro niños) todos de Bilbao. Son la viva imagen del huesped fiel al Palladium. Nos cuentan que llevan viniendo años con los niños y cada vez que vienen están veintitantos días. Lucen una pulsera de color plata oscuro que al parecer ponen a los clientes que repiten 10 veces (al menos eso nos dijeron, no se si el dato es exacto).
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El cocinero, que debe estar cansado ya, no hace demasiados malabarismos y nos prepara arroz, verduras, pollo, carne, salmón y gambas a la plancha. Grandes raciones y todo rico. Previamente nos han ofrecido sopa o sushi.
En el restaurante japonés, además de estas mesas tepanyakis, también se puede comer a la carta o en la mesa de sushi.
Con la barriga llena, fuimos a tomar la última copa mientras escuchábamos en el lobby del Bávaro el grupo que amenizaba la velada.