El Pha That Luang es un símbolo en Vientiane y en todo Laos. Es el lugar más sagrado del país y, como suele ser habitual por allí, cuanto más sagrado,más dorado y más brillo. O sea, que el Pha That Luang refulgía como es mismísimo sol.
Llegamos temprano y no había mucha gente. Pudimos ver la estupa y los templos de los alrededores con tranquilidad.
Desde alli, cogimos un tuk tuk hacia el parque de Buda, fuera de la ciudad, a unos 45 minutos o una hora, creo recordar. No está realmente muy lejos, pero un tuk tuk tampoco va muy rápido. Acabó resultando un recorrido muy agradable, viendo mercados, tiendas y vida a los lados de la carretera.
El Parque de Buda, nuestro destino, indescriptible. No hay palabras suficientes para describir aquello. En un espacio relativamente pequeño (me lo imaginaba mucho más grande) se han reunido decenas de esculturas (a cual más tremenda) del budismo y el hinduismo. Al final del parque, al lado del río, un merendero donde refrescarse un rato y descansar.
De vuelta a Vientiane nos llovió bastante, pero al llegar ya había parado. Descansamos un rato en la piscina del hotel, nos planteamos volver al papaya spa, pero nos dio pereza. Donde sí volvimos fue al Spirit House. Cenamos tranquilamente y volvimos al hotel a preparar maletas. Por la mañana volábamos a Ponsavan