Inicialmente, teníamos pensado llegar a Kandy en tren, pero nos temíamos que con el Perahera no quedasen tiquets. Y, en efecto, no quedaban o sea que negociamos un coche. Aprovecharíamos para ver, de camino, un templo y los jardines botánicos de Peradeniya.
El templo, Embekka, alejado de las rutas turísticas habituales, pequeñito, pero precioso, con columnas de madera tallada muy bonitas.
Los jardines botánicos de Peradeniya, espectaculares. Aquí ya empecé a darme cuenta del carácter peculiar de la gente: ¡se cuelan sin ningún reparo y no respetan para nada el turno! Las entradas, como en todos sitios, carísimas para los extranjeros.
Comimos en el restaurante del parque, con estas vistas:
En Kandy, dormíamos en el Nature Walk Resort, una guesthouse bastante bonita, aunque alejada del centro. Durante el Perahera, encontrar alojamiento céntrico y a buen precio es misión imposible. Los hoteles duplican y hasta triplican sus tarifas, con lo que, los 60 $ por noche de la guesthouse, no eran tan mala opción. Para ir al centro de Kandy, unos minutos en tuk tuk eran suficientes.