El día amaneció nublado, pero las previsiones eran buenas para la mañana. Así que después del desayuno nos encaminamos de hacia la Caldeira. La carretera que sube está cubierta a ambos lados con hortensias, haciendo las curvas más amenas.
Arriba estaba despejado, más que el día anterior. Incluso se veía parte del Pico a lo lejos. Así que seguimos el plan original de recorrer el sendero PRC04 FAI, de 8 kilómetros, que bordea el cráter de la Caldeira.
Tardamos 3 horas y media en recorrerlo y nos gustó mucho. Además de ver las diferentes perspectivas de la Caldeira, disfrutamos con las vistas al mar, a Pico y de caminar entre hortensias. Sobre estas flores, decir que son muy bonitas y características de Azores, pero son una planta invasora que está creando algunos problemas. Inicialmente se sembraba junto a los caminos y como lindero entre fincas, haciendo la conducción por las islas muy bonita. Pero actualmente están ocupando algunos espacios protegidos donde hay flora endémica de Azores, como el interior de la Caldeira.
No pudimos disfrutar de las vistas a São Jorge y Graciosa, tampoco al Vulcão dos Capelinhos, porque la nube se situó estratégicamente. Pero aun así el sendero resultó precioso.
De vuelta al punto de partida, en el mirador, merecida recompensa tomando una cervecita con vistas inmejorables.
Para comer fuimos hasta la Praia do Almoxarife, una playa de arena negra con vistas a Pico, que en esos momentos ya estaba cubierto. Comimos en el restaurante O Cagarro, un menú del día poco destacable. Pensamos en bañarnos en la playa, pero una vez más, la presencia de carabelas portuguesas hacían poco recomendable el baño.
Recorrimos la parte de la isla que nos faltaba, parando en algunos miradores, que resultaron poco vistosos porque empezó a llover y a cubrirse todo.
Acabamos el día con un baño en la piscina natural de Lajinhas, cerca de Horta, muy pequeña pero la única que encontramos libre de medusas.