Tocaba cambiar de isla y madrugar. A las 8 y media de la mañana salió el ferry, en un día completamente despejado, fuimos todo el trayecto divisando el pico mientras nos alejábamos.

El trayecto dura apenas 40 minutos. A la llegada nos estaban esperando de la empresa Velas Auto para darnos el coche de alquiler. Un fiat panda muy modesto pero que nos hizo el apaño. Paramos a comprar en el supermercado de Velas y empezamos a recorrer la isla. Comenzamos por la parte occidental.
Primero paramos en el Miradouro de Canavial, donde aprovechamos para comer algo.

Fuimos hacia la Ponta dos Rosais, pero a medida que íbamos hacia el oeste nos adentramos en la niebla y dejamos de ver el paisaje. En esas condiciones no fuimos hasta el extremo de la isla. Nos quedamos en el Parque Florestal Sete Fontes, un lugar muy agradable con frondosa vegetación. Muy cerca hay un mirador que promete tener muy buenas vistas, el Miradouro Pico da Velha, pero ese día no se veía nada.


Nos fuimos a la parte central de la isla por la carretera del norte, que suponíamos que estaría más despejada, como así fue. La siguiente visita fue la Fajã do Ouvidor. Primero paramos en un mirador desde la carretera, desde la que se ve la Fajã do Ouvidor desde arriba y en perspectiva la Fajã da Ribeira da Areia.


Bajamos a la Fajã do Ouvidor, donde está una de las piscinas naturales más bonitas del archipiélago, la Poça de Simão Dias. Unos charcos de agua cristalina junto a unos altos acantilados de columnas basálticas. Era un paisaje que recordaban a una mezcla entre Parque Jurásico y Avatar. Las fotos no le hacen justicia.

Nos cambiamos en el baño que hay junto al puerto, compramos unas cervezas en el bar y nos fuimos a la poça. Hay que ir por un camino y en la poça no hay ningún servicio. Nos tomamos la cervecita disfrutando las vistas, unas cuantas fotos y al agua. No sabíamos si mirar hacia el fondo y los peces o hacia la belleza que había fuera.

Después de un buen rato de baño, recogimos y fuimos a cambiarnos y darnos una ducha en los baños que hay junto al puerto.
Fuimos al sur de la isla y condujimos en dirección este, parando en algunos miradores y haciendo algunos desvíos. Fuimos hasta el mirador de la Fajã dos Vimes.


A partir de la Serra do Topo la niebla volvió a envolvernos y bajamos a la Fajã de São João. Los miradores que hay en la carretera que desciende a la Fajã estaban cubiertos. Llegamos hasta abajo, el pequeño pueblo tiene una iglesia muy bonita. A la subida ya estaba todo algo más despejado.


Nuestra intención era llegar hasta la ponta do Topo, el extremo oriental de la isla, pero entre que la niebla iba y venía y que ya se iba haciendo tarde, decidimos ir hacia a nuestro alojamiento en Urzelina. São Jorge es una isla muy alargada y las distancias son bastante grandes.

Nos alojamos en el apartamento Cantinho do Mar. Tomamos posesión y salimos a cenar. Nos encontramos algún restaurante cerrado por la Covid y al final fuimos al restaurante Urzelina, donde servían buffet. Nos gustó mucho todo, sobre todo el pulpo guisado y el atún. Desde la terraza se puede ver el atardecer en Pico.
Ya casi anocheciendo, nos acercamos a ver los molinos de Urzelina, que estaban muy cerca de nuestro alojamiento.
