21 días en China por libre ✏️ Blogs de ChinaEn agosto de 2013 viajamos por libre a China para visitar Shanghai, Guilin, Xian, Pingyao, Datong y Pekín, entre otros.Autor: UnDiaenelPolo Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (4 Votos) Índice del Diario: 21 días en China por libre
01: Primer día en Shanghai
02: Excursión a Zhujiajiao y de paseo por Shanghai con un experto
03: Excursión a Hangzhou
04: Excursión a Xitang
05: Shanghai
06: Excursión a los Bancales de arroz del Espinazo del Dragón (Longsheng)
07: Crucero por los ríos Li y Yulong
08: Guilin
09: Xi'an: Guerreros de Terracota y barrio Musulmán
10: Xi'an: murallas y Pagoda del Gran Ganso
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Etapas 1 a 3, total 19
Aterrizamos en el aeropuerto de Shanghai Pudong a las 7:00 de la mañana. Nuestra intención era empezar el viaje por Pekín, pero un ahorro de 200 euros nos llevó primero a Shanghai. Aquí estuvimos un total de 5 días, que aprovechamos también para hacer varias excursiones.
Lo primero que hicimos fue resolver todos los trámites que teníamos pendientes al llegar: primer cambio de moneda (unos 50 euros), compra de tarjeta SIM en el aeropuerto, adquisición de tarjetas de transporte 24 horas para dos días (el de llegada y el penúltimo) junto a la entrada al metro, registro en el hotel (sólo pudimos dejar el equipaje ya que a habitación no estaría disponible hasta media hora después y no quisimos perder más tiempo), segundo cambio de moneda a mejor precio en un banco cercano (unos 400 euros) y traslado en metro a la estación de tren de Shanghai para comprar los billetes a Hangzhou para dos días después. Finalizados estos trámites con éxito (mucho antes de lo esperado) y evitados también los primeros "timadores de la ceremonia del té" en las salidas del metro de la Plaza del Pueblo y Yuyuan, comenzamos por fin a conocer la ciudad, empezando por su zona más antigua. La ciudad antigua la delimitan Zhonghua Lu y Renmin Lu. Estas calles siguen exactamente el recorrido de la antigua muralla que se levantó en el siglo XVI para proteger Shanghai de los ataques de piratas japoneses. Los primeros tejados "puntiagudos" y un arco nos muestran que estamos en el Bazar Yuyuan, en cuyo interior se encuentra un laberinto de calles llenas de puestos de souvenirs, vendedores-acosadores de todo tipo de falsificaciones, puestos de todo tipo de comidas y bebidas y miles y miles de turistas chinos. En el bazar Yuyuan hay varios puntos de visita obligada: - Casa de Té Huxinting: precioso pabellón en medio del lago en el que uno podría estarse horas haciendo fotos y más fotos y en cuyo extremo se encuentran los Jardines Yuyuan. - Jardines Yuyuan: fundados entre 1559 y 1577 por la familia Pan, estos jardines clásicos chinos son la joya de la zona y un claro ejemplo de la arquitectura y el diseño Ming. Aunque resultaron muy dañados durante las guerras del opio, la revolución Taiping y la ocupación japonesa en la II Guerra mundial, una restauración que culminó en 1961 hace que hoy podamos contemplar en todo su esplendor los pabellones, estanques, terrazas, galerías y rocas decorativas que lo conforman. Además de perderse un rato por los rincones y descansar en el lugar que más guste a cada uno, es impresdincible acercarse a la Cámara Yuhua para observar la Exquisita Piedra de Jade, de más de 3 metros de altura. Otro punto destacado es el Gran Jardín de Roca, cuyas 2.000 toneladas de roca se elevan hasta los 12 metros. En estos jardines descubrimos las "torpezas" de los fantasmas chinos: sólo pueden ir en línea recta y no pueden subir escalones. Por ello, los pabellones no se encuentran nunca alineados y los puentes son en zigzag. Según las guías y foros que habíamos leído, sólo se puede disfrutar de la paz de estos jardines a primera hora de la mañana, antes de que los grupos de turistas los inunden con sus gritos y flashes. Quizá fuera pura suerte pero nosotros llegamos allí un viernes al mediodía y estuvimos prácticamente solos. - Templo del Dios de la Ciudad: templo taoísta del siglo XV situado también en el bazar Yuyuan. aunque muy dañado con la revolución cultural. Dentro no hay que perderse la cámara yuhua y el gran jardín de roca. Antes de abandonar la ciudad antigua, nos acercamos hasta el Templo de Confucio, retirado del caos de Yuyuan y poblado por hectáreas de pinos y magnolias. Desde aquí seguimos el trazado de la antigua muralla por Renmin Lu hasta el Pabellón Dajing, junto al que puede verse el único trozo de muralla que quedo en pie tras la demolición en 1912. Muy cerca se encuentra uno de los puntos más curiosos de la ciudad: el Mercado de las Flores, Pájaros, Peces e Insectos. Es uno de los pocos mercados tradicionales de la ciudad y en él se pueden adquirir todo tipo de mini mascotas, siendo los grillos (verdes y gigantes) y sus jaulas de bambú las grandes estrellas. Desde ahí, callejeamos un rato por el Mercado de antiguedades de Dongtai Lu. Encontrar una verdadera antigüedad, como dice la guía, es como encontrar una aguja en un pajar, pero para comprar el típico Libro Rojo de Mao o artilugio sin valor antiguo alguno, es perfecto. Regateo previo, claro. Y ya entramos de lleno en la Concesión Francesa. Empezamos por el parque Taipingqiao, en cuyo extremo oeste se encuentra el lugar de fundación del Partido Comunista chino el 23 de julio de 1921. Al lado está Xintiandi que aunque sólo lleva una década construido ya es todo un símbolo de Shanghai. Llegamos después al Parque Fuxing, construido por los franceses en 1909. Muy cerca está la residencia de Sun Yatsen, considerado padre de la China moderna y que vivió aquí entre 1918 y 1924. De vuelta en Xitiandi, y tras callejear un poco, cogimos el metro hasta East Nanjing Rd, ya al atardecer. Esta calle, equivalente de Preciados en Madrid o Istiklal Caddesi en Estambul, conecta el Bund y la Plaza del Pueblo. Cuando los vendedores de relojes y bolsos falsos te dan una tregua, es una gozada pasear aquí, casi sin motocarros ni otros vehículos (en teoría es peatonal pero todo es "opcional" en China) y entre torres y neones. Para rematar el día, contemplamos dos de los símbolos de Shanghai, Pudong y el Bund, desde un crucero nocturno por el río Huangpu. Compramos los tickets en la misma Nanjing Road, a unos cinco minutos del Bund, y desde ahí nos empujaron a un autobús urbano que ya venía completo de pasajeros "normales". Una vez en el embarcadero nos tuvieron esperando una media hora, tiempo suficiente para que varios turistas chinos fotografiaran a sus hijas con nosotros, la principal atracción del lugar junto al skyline iluminado de Pudong. Desde el barco obtuvimos el mejor premio a un día de paliza: las vistas del Bund y Pudong iluminados. El precio incluye también un bol de fruta, que nos supo a gloria tras todo el día sin parar de andar y sin comer nada (consecuencia del jet lag, supusimos) y una bolsa de "patatas fritas" chinas, que fue directa a la papelera del hotel por su insufrible sabor. Aquí tenéis el vídeo resumen de nuestra visita a Shanghai: Etapas 1 a 3, total 19
Tras un más que merecido descanso y un también merecido desayuno abundante en el hotel nos dirigimos a pie hasta una de las 20 salidas del metro de la Plaza del Pueblo, donde habíamos quedado con un amigo contactado vía Couchsurfing. Con él visitamos este parque-plaza, centro de la ciudad en el que se ubican el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Arte de Shanghai, el Museo de Shanghai y la Sala de Exposiciones de Planificación Urbana de Shanghai. Al ser las 8:00 de la mañana, encontramos a varios chinos haciendo taichí en el parque (por lo visto es una actividad de lo más común en toda china).
A las 8:30 ya estábamos en el autobús rumbo a Zhujiajiao, uno de los pueblos del agua que visitamos durante nuestra estancia en Shanghai. A diferencia de otros pueblos del agua, el acceso a las calles y canales de Zhujiajiao es libre y gratuito. Sin embargo, si tienes pensado pasar al menos medio día allí y visitar alguno de los museos, templos, casas o jardines, te saldrá más rentable comprar algún tipo de ticket en la oficina de turismo que hay a la entrada del pueblo: con la de 30 yuanes puedes acceder a cuatro puntos, con la de 60 a ocho y con la de 80 a nueve más el paseo en balsa por los canales. Ten en cuenta que la visita a un único sitio y el paseo en balsa ya cuesta más de 80 yuanes. Los puntos que incluye esta entrada completa son los siguientes: - Jardín Kezhi: su propietario gastó 300000 toneladas de plata y tardó 15 años en construcción, que finalizó en 1912. La arquitectura del jardín combina el estilo tradicional chino con elementos occidentales.Muy recomendable. - Galería de arte Quanhua: contiene acuarelas de Chen Xidan, bonito, pero prescindible si se anda justo de tiempo. - Templo de Juan Jin: construido originalmente en 1341 y con todos los elementos típicos del culto budista. - Centro de exhibiciones de artesanía: piezas de los artesanos más destacados de todos los distritos de Shanghai. Al igual que con el resto de galerías de arte, prescindible. - Templo de la Ciudad: templo taoísta que contiene tres tesoros: escenario, ábaco y árbol gingko. - Oficina de correos gran Qing: fundada en 1903 era una de las trece oficinas de correos principales de Shanghai, funcionando primero como oficina privada, luego extranjera, de telégrafos y finalmente de aduanas. En la actualidad sólo funciona como museo. - Farmacia Tong Tian He: su dispensario tiene más de 100 años de historia y da la oportunidad de ver una farmacia china tradicional, por lo que su visita merece la pena. - Museo Humanístico: contiene pinturas, esculturas y otras formas de arte de la rica cultura de Zhujiajiao. - Galería de arte Y: bajo sus 2000 metros cuadrados tiene docenas de piezas de arte chinas de artistas locales y maestros artesanos. El mayor encanto de Zhujiajiao es perderse por sus calles, tanto por las principales y más turísticas, como por aquellas en la que se puede ver cómo es la vida en un pueblo del agua: sus cultivos, aseos, vida en la calle... Nosotros tuvimos la gran suerte de ir acompañados por un nuevo amigo de Couchsurfing, que nos explicó en detalle el día a día de los habitantes de los pueblos y nos descubrió las deliciosas Tang Yuan, bolas de pasta de arroz rellenas de crema de sésamo negro y cocinadas al vapor. No aptas para diabéticos. Aquí teneís el vídeo de la visita a Zhujiajiao: De vuelta en Shanghai, al mediodía, comimos en el restaurante Bi Feng Tang de la Plaza del Pueblo donde, siguiendo el consejo de nuestro amigo, probamos el guiso de rana con raíz de loto, rollos de pasta de arroz con salsa de cacahuete y caramelo, judías verdes con carne y especias y un plato de carne de cerdo. Todo absolutamente delicioso. Y, ¡milagro! Se puede pagar con tarjeta. Después de comer nos adentramos de nuevo en la Plaza del Pueblo para ver como el taichí había sido sustituido por el llamado "Mercado de Novias": centenares de madres y padres con el "currículum" de sus vástagos a la espera de los posibles interesados. Si alguien que cumpliera o tuviera un familiar que lo hiciera los requisitos exigidos en el currículum-cartel (altura, sueldo, profesión, lugar de nacimiento...) se acercaba, pasaban al segundo paso: book de fotos e intercambio de teléfonos. Pensando que nada podía sorprendernos más, llegamos a la zona de las agencias. Lo mismo, pero a gran escala. Y muy cerca también estaba la versión gente mayor sola, la mayoría viudos, buscando encontrar un nuevo amor. Desde aquí, y tras degustar unos Pastéis de Belém (receta importada de Macao) y una especie de bizcocho local, nos adentramos en el mercado tradicional que se encuentra en el entramado de callejuelas al norte de West Nanjing Rd, antes del cruce con Chengdu Rd. Allí matan y preparan en el acto pollos, serpientes, tortugas, ranas y lo que sea, así que si os da un poco de asco la sangre y las vísceras, mejor abstenerse de visitarlo o al menos no hacerlo justo después de comer. Rematamos el día paseando por West Nanjing Rd. hasta la parada de metro del mismo nombre, una zona mucho más occidentalizada que el resto. Etapas 1 a 3, total 19
Famosa por el Lago Occidental, rodeado de pagodas y puentes perdidos entre sauces y flores de loto, Hangzhou parece más una acuarela de cuento de hadas que una megaurbe china de 9 millones de habitantes. Aunque nos habríamos quedado varias semanas, nos tuvimos que conformar con pasar un día en Hangzhou.
Nada más llegar a la estación de trenes de Hangzhou, y tras sortear a todos los "acosadores" de excursiones organizadas (que no incluían el Templo Lingyin), cogimos un mapa de la ciudad en la caseta de información turística y confirmamos que el autobús número 7 nos llevaría hasta nuestro primer destino: Templo Lingyin Se trata de uno de los templos budistas más famosos de toda China y a él acuden cada día cientos de visitantes. Data del 396 d.C., aunque el templo principal fue ampliamente restaurado por la dinastía Song. A escasos metros de la parada del autobús se encuentran las taquillas donde adquirir la entrada para el parque, en las faldas del pico Feilai. Según la leyenda, este pico fue transportado aquí desde la India por arte de magia. Las laderas de la montaña están repletas de tallas budistas, 470 en total, de los siglos X al XIV. La más famosa de todas es la del Buda Maitreya Riente. Conviene perderse un rato por los senderos del parque para admirar mejor las estatuas y el paisaje. Para visitar el templo hay que pagar una nueva entrada, pero el gasto merece la pena. Al igual que el resto de templos de las tres religiones principales de China (Budismo, Taosimo y Confucionismo), los templos no se componen de un único edificio sino de multitud de ellos. Las decenas de pabellones del Templo de Lingyin son, además, de grandes dimensiones, situados en pendiente y con multitud de escaleras y jardines que surgen entre las nubes de incienso. Para hacerse una idea del tamaño del complejo, en el siglo X vivían en el templo más de 3000 monjes. De ahí que una visita más o menos completa, requiera entre 2 y 3 horas. Mención especial merecen la sala de los Cuatro Guardianes Celestiales y el Gran Salón, que contiene una estatua de 20 metros de Siddhartha Gautama. Destaca también una sala con decenas de esculturas de budas y guardianes distribuidas en corredores con la forma de la esvástica budista. Al igual que en el resto de templos chinos, los pabellones nunca se encuentran uno detrás de otro en línea recta, sino desviados a su izquierda o derecha. Para entrar en ellos es preciso sortear una especie de escalón alto. Todo esto se debe a la creencia de que así los fantasmas no pueden entrar. Está claro que China es otro mundo, hasta para las habilidades de los fantasmas. Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, el Lago Occidental es una de las imágenes más famosas de China. La niebla envuelve parte de las verdes colinas que lo rodean, dejando entrever las pagodas, pabellones y puentes que allí se hallan. El lago se creó en el siglo VIII cuando el gobernador de Hangzhou decidió dragar la que hasta entonces era una laguna. Con el tiempo se crearon jardines, se construyeron pagodas, diques e islas, hasta convertirse en lo que es hoy: una imagen que deja la boca abierta se mire desde donde se mire. Al salir del Templo Lingyin cogimos de nuevo el autobús 7, con la intención de bajarnos en la primera parada que nos pareciera que merecía la pena. No tardamos mucho, en menos de 5 minutos vimos el cartel que indicaba el Jardín de Lotos y Bambú y allá fuimos, previa parada en el Kentucky Fried Chicken de enfrente para reponer fuerzas. Quisimos también comprar alguna bebida en un puesto a orillas del lago pero dimos con el truco de "contar billetes cuando no quiero hacer algo, como atender a extranjeros con los que no me entiendo", que ya explicaremos en otro post. Quizá quien recorra el perímetro completo del lago encuentre otros rincones más bonitos. Para nosotros es difícil imaginar una zona mejor que la que contemplamos primero desde esos jardines, hasta el Mausoleo del general Yuefei y posteriormente por Bai Causeway, camino de la zona más urbanizada. Hicimos el recorrido a pie ya que descartamos la bicicleta nada más ver que gran parte del recorrido era compartido con el resto vehículos conducidos por los temerarios chinos. Quisimos coger los carritos de golf que circulan alrededor pero todos llegaban ya completos, quizá por ser domingo. Y los barcos nos parecieron muy caros y además no iban a la zona que queríamos nosotros (o eso entendimos entre los gritos de maaaa maaaa de la china de la taquilla que no estaba por la labor de colaborar). Por todo ello, tuvimos que descartar la idea inicial de dar la vuelta completa al lago con parada y visita de la pagoda Leifeng. A lo largo de nuestro viaje por China vimos tantísimas pagodas por dentro que ahora nos alegramos de haber pasado más tiempo en el lago en lugar de hacer esta visita. Así, estuvimos cerca de tres horas paseando entre lotos, puentes, pequeñas islas y haciendo miles de fotos a las pagodas y templos que se divisaban entre las verdes colinas. En nuestro plan inicial estaban también la calle Qinghefang, que descartamos por ser incapaces de sustituir los alrededores del lago por una calle de una ciudad; y el espectáculo nocturno "Impressions of the West Lake". Nos pareció demasiado caro y no se podía pagar con tarjeta de crédito, para variar. Además, aunque nuestro tren de vuelta no salía hasta 50 minutos después de finalizado el espectáculo, viendo el intenso tráfico y el gentío dimos por seguro que no llegaríamos a tiempo. Así, tras el atardecer, nos encaminamos hacia el centro de la ciudad y primero a pie y luego en metro, llegamos hasta la estación de trenes de Hangzhou, donde cambiamos los billetes para el tren anterior y así ahorrarnos también el taxi hasta el hotel. Aquí tenéis el vídeo resumen de Hangzhou: Etapas 1 a 3, total 19
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